He leído muchos libros de amor a lo largo de mi vida. Y, aunque nunca he creído en ese sentimiento apasionado, siempre me ha fascinado leerlos. Desde temprana edad, he visto la vida desde una perspectiva diferente cuando se trata del amor. Para mí, el "amor verdadero" no es más que una idea romántica escrita en papel, una ilusión que otros viven, pero que nunca he sentido realmente. Tal vez es solo mi experiencia, pero en mi mundo, ese tipo de amor simplemente no existe. Afortunadamente, he aprendido a encontrar satisfacción en mi soledad, libre de las complicaciones que trae el enamorarse.
Junto a mi hermana, Juliana, hemos cambiado de país, de apartamento en apartamento, buscando estabilidad. Ella, a diferencia de mí, encontró el amor en medio de nuestro caos. Y de ese amor nació mi adorada sobrina, Victoria, una niña caprichosa, hermosa y tierna que ilumina nuestros días. A pesar de todo lo que hemos vivido, no puedo imaginar una vida lejos de ellas. Son mi familia, mi refugio en un mundo que ha sido cualquier cosa menos amable.
Nuestros padres, bueno… Ellos nunca estuvieron realmente presentes en nuestras vidas. Desde que tengo memoria, Juliana y yo nos tuvimos la una a la otra para enfrentar el mundo. Los recuerdos que guardo de nuestros padres no son agradables; más bien, están llenos de sombras y amargura. Mi padre era un hombre involucrado en negocios oscuros, rodeado de armas y problemas. Era un fantasma en nuestras vidas, ausente tanto en cuerpo como en espíritu. Mi madre, por su parte, trabajaba incansablemente en un hotel durante la semana y en una cafetería los fines de semana. Su tiempo para nosotras era escaso, y aunque la recuerdo con ternura, su presencia también se desvanecía entre las responsabilidades.
Mi madre era una mujer de belleza etérea, casi como una figura sacada de un cuento. De estatura mediana, con un cuerpo esbelto y elegante, su rostro irradiaba una calidez angelical. Tenía una piel tersa, unos ojos grandes y redondeados de color avellana, y una nariz delicadamente respingada. En el lado derecho de su rostro tenía un lunar pequeño, un detalle que la hacía aún más especial. Su cabello negro le caía en cascada hasta la cintura, convirtiéndose en uno de los pocos recuerdos visuales que conservo intactos.
Pero todo cambió aquel día fatídico. Esa jornada se llevó lo único que teníamos: a nuestra madre. Recuerdo vívidamente la imagen de su cuerpo tirado en el suelo de nuestra sala, rodeada por un charco de sangre. Juliana, destrozada, estaba sentada a su lado, abrazando sus piernas y llorando desconsoladamente. En el suelo, junto a ella, había un reloj antiguo con un nombre grabado al reverso, unas iniciales que nunca olvidaré: A.M.
Desde entonces, nuestra vida fue un constante ir y venir, mudándonos de un lugar a otro, siempre huyendo, siempre en movimiento. Finalmente, llegamos a Nueva York con la esperanza de un nuevo comienzo, pero en realidad, nuestra pesadilla *p*n*s comenzaba. Con un padre que era sicario, la seguridad y la normalidad eran conceptos ajenos para nosotras. La paz nunca fue una opción. Años más tarde, nuestro padre murió, un ajuste de cuentas, decían algunos. Aunque los noticieros reportaron que se había suicidado, nosotras sabíamos la verdad: alguien más se encargó de silenciarlo.
Con la muerte de ambos padres, fuimos enviadas a una casa hogar donde, al menos en teoría, estaríamos a salvo. Pero los recuerdos de esos días oscuros siguen vivos en mi memoria. Han pasado catorce años desde que tuvimos que escondernos de los hombres que mataron a nuestros padres. Cuando mi hermana alcanzó la mayoría de edad, se independizó y se fue de la casa hogar, llevándome con ella. Afortunadamente, la directora de la casa hogar me permitió vivir con Juliana, aunque las cicatrices emocionales seguían ahí, profundas e imborrables.
Desde ese día, he guardado en mi corazón un odio que se ha convertido en mi motor. Si alguna vez encuentro al hombre detrás del reloj, al responsable de nuestra desgracia, juro que lo mataré como al perro miserable que es. Algunos dicen que el odio consume el alma, pero en mi caso, es lo único que me ha mantenido viva todos estos años.
Hay un dicho que mi madre solía repetir: "Lo que no te mata, te hace más fuerte". Quizás por eso no he encontrado el verdadero amor, o tal vez lo encontré y ni siquiera me di cuenta. En todo caso, no estoy interesada en buscarlo. ¿Para qué? Solo para que la vida lo arranque de mis brazos. Lo único que deseo es cumplir la promesa que me hice años atrás: vengar a mi madre, restaurar lo que la vida me arrebató.
Esta es mi historia, una historia que aún no ha llegado a su final. Todavía tengo capítulos por escribir, caminos por recorrer y, tal vez, un destino que me espera en la encrucijada entre el amor que siento por mi pequeña familia y el odio que alimenta mi existencia. Mi vida es un relato de amor y venganza, de pérdida y supervivencia. Y aunque no sé qué me deparará el futuro, sé que mi historia aún no está concluida.
Estaba sentada detrás de la barra, mirando pasar a la gente; algunas caminan tan deprisa, como si sus vidas dependieran de su rapidez para llegar a su destino. Otros simplemente iban acompañados conversando, y algunos concentrados mirando la pantalla de sus móviles.En fin, estoy tan metida en mis pensamientos que, no escucho cuando me llaman de la mesa del fondo, a lo cual mi amigo fiel y tan alegre compañero Anthony Ferrar, me saca de mis pensamientos. —¡Oye, Rubí! Te están solicitando en la mesa ocho. —Lo miro sorprendida, agarro el cuaderno y mi lápiz, para dirigirme a la mesa.Al llegar veo a las dos personas que esperan ser atendidas. —Disculpen la tardanza. ¿Puedo tomar su orden?—Mmm… Yo pediré el menú del día —ordena la joven, asiento en su dirección y anoto en mi libreta. —¿Y usted que pedirá? —le pregunto al joven.Tras observar el menú un momento responde: —A mí me traes una Milanesa con una ensalada mixta y una jarra de agua de frutas,por favor. —De acuerdo, ense
Han pasado dos horas, supongo que... todavía estoy sentada aquí, después de beber y sin rastro de Katia. Decido volver al bar, para pedir una botella de vino y simplemente sentarme a degustarla. El chico de la barra me mira desde el otro lado y se acerca en cuanto se desocupa con un cliente: —Creo que tu amiga te ha dejado. —¡Sí, creo que sí! —contesto —¿Me puedes dar otro vaso de la misma bebida?—¡Por supuesto, ya vuelvo!Lo veo alejarse. Unos minutos más tarde, regresa con la botella.—¡Mi nombre es Cristóbal! ¿Cuál es tu nombre? —No veía nada de malo presentarme.—Me llamo Rubí. Él me sonrió en respuesta.—¡Lindo nombre!Después de esto, comienzo a beber y a seguir recordando mi pasado, una completa tortura. Pero, de repente siento una mirada puesta sobre mí. Giro la cabeza lo más disimuladamente que puedo y veo a un chico mirándome. Él está inclinado hacia la barra, sentado a mi lado, pidiendo whisky en las rocas, obviamente, todavía mirándome. No sé si coqueteo con él porque
Narra Alex Estoy en mi oficina cuando veo entrar a mi amigo.—¿Cómo lo pasaste ayer? —me pregunta sentándose frente a mi escritorio.—Bien, solo eso te diré —le advierto y lo fulmino con la mirada. —Sí, sé que es tu vida privada, estoy de acuerdo —me contesta, con un poco de pesar ya que por lo que veo lo carcome la curiosidad. —¿Fuiste a la bodega? —indago.—Sí, lo hice y déjame decirte que deben confirmar la hora y lugar de entrega.—Está bien, y estoy seguro de que lo harán —le respondo y cuando se da cuenta de que no hablaré más, se retira y yo sigo con lo mío. Soy uno de los traficantes más temidos y no me gustan los cabos sueltos. Terminando esto me voy a la cocina y veo a mi nana, la sorprendo y la abrazo por la espalda.— ¿Cómo está la nana más linda? —Ella sonríe. —¡Estoy bien! Dime, mi niño. ¿Qué quieres? —Prepara algo y llévamelo a mi despacho —Ella asiente y yo vuelvo al trabajo. Me siento en la silla y apoyo la cabeza en el respaldo. Recuerdo a la mujer que tuve en mi
NARRA RUBIMe despierto y miro la hora en el reloj de la pared de mi habitación… Son las 17:30 P.M, aún falta como una hora para mi curso, me levanto y me preparó para la cena ya que después del curso siempre me da hambre.Al cocinar todo me visto y me voy para mi curso, me abrigo un poco ya que hace un poco de frío, y aunque la caminata será larga, igual se sentirá un poco de frío. Al llegar al gimnasio me preparo para la práctica.Faltando unos segundos para terminar, el sabonim nos dice que tengamos cuidado ya que era tarde a lo que respondemos ¡Sí, señor! Terminado el curso voy de regreso a mi departamento. Llegó y voy directo a ducharme para luego sentarme a comer.Me siento en la mesa para disfrutar mi cena, luego voy a cama y me quedo profundamente dormida.................2 semanas después. ................Me levanto deprisa ya que llego tarde a mi trabajo. No voy caminando ya que no llegaría a tiempo por lo que solicito un taxi.No sé qué me pasa, estas últimas semanas me la
3 Meses Después…Hoy me levanto con más alegría que nunca, siento tanta alegría porque hoy por fin sabré el s*x* de mi bebé. Deseo que sea una niña, pues la gente dice que los niños son un tanto, más traviesos que las niñas, pero desafortunadamente no tuve un hermano, algunas veces me pregunto, cómo sería nuestras vidas si tuviéramos un hermano. Estaba sentada en mi mesa con una taza de té y unas tostadas, doy una mordida, lo saboreo y pienso que, «si sigo así de comelona subiré unos kilos demás».Cuando estaba por tomar mi té, suena el timbre, me levanto y abro la puerta y veo de pie a Anthony con un enorme ramo de flores. —¡Gracias! —agradezco gustosa por el ramo a Anthony—. Eres muy atento conmigo. —¿Cómo no? Sí tengo la novia más hermosa del mundo— Yo solo asiento y me sonrojo, por un momento me sentí como una verdadera quinceañera.Él solo observa detenidamente.—¿Estás lista? Te acompañaré al médico. —A lo que le confirmo y le doy las gracias nuevamente.Después de unas horas
Voy saliendo del departamento de mi hermana, y me abrazo a mí misma, siento el aire frío golpear mis mejillas. Continúo caminando lo más rápido que puedo para mi casa. Sin distraerme. Hasta que por el camino me encuentro a Anthony, lo cual me extraña ya que él dijo que estaría trabajando. Él se acerca y me da un beso apasionado. Cuando me deja libre le pregunto:—¿No deberías estar trabajando?—Mmm… Sí, pero salí más temprano para buscarte y cenar contigo —dice y entrelaza nuestras manos para seguir nuestro camino. —¿Qué quieres cenar? —pregunto.—Bueno amor… ¿Qué te parece una de tus comidas favoritas? ¡Una pizza! —responde con alegría y una sonrisa pícara.Vamos caminando bien abrazados y charlando de lo más agradable, cuando de repente una camioneta frena frente a nosotros. De esta, salen unos tipos con máscara, uno de ellos apunta con un arma a Anthony y lo separa de mi mano, mientras que, a mí, me sujetan dos tipos de mis brazos.Con los nervios de punta grito:—¡No por favor no
Había intentado besar a Rubí, confiado de mi control sobre ella, no pensé en que ella pudiera reaccionar y herirme con lo primero que encuentra.— ¡Eric! ¡Eric! —grito muy fuerte. Él entra deprisa y duda en acercarse o no a mí.—Alex ¿Que te ocurrió? —pregunta Eric alarmado por la forma en que me ve.—Ve a buscarla y me la traes, sin lastimarla —ordeno para luego maldecir debido al dolor que siento por el golpe. Además de sentir mi orgullo herido por su atrevimiento.—Sí, la buscaré. ¿Que hago si se resiste? —Vuelve a preguntar. — ¡Espera! Toma —le doy un paño con cloroformo—, lleva esto. Si te da problemas la duermes y me la traes, ¡Pero ya! — Replico con impaciencia.Rubí.Al ver a Alex mal herido, aprovecho para salir corriendo hacia la puerta principal como si mi vida dependiera de eso. No veo nada, está oscuro y, sin embargo, no me detengo. Llego hasta el portón de hierro y para mi mala suerte tiene candados. Estoy trepando el portón cuando escucho el ruido de autos acercándos
Voy despertando poco a poco, abro mis ojos y veo que estoy en una habitación amplia con paredes de color azul marino y las cortinas también son del mismo color.Muevo mis piernas, pero al momento de hacerlo, siento un dolor intermitente y molesto. Trato de levantarme y para mi sorpresa tengo una esposa puesta en mi mano derecha. Estoy asombrada, mis ojos se abren al instante como platos cuando los recuerdos de la noche anterior me vienen a la mente. —¡Esto no puede ser! —Trato de quitarme las esposas por todos los medios, pero es imposible. —¿Alguien está ahí? Por favor, ayúdenme.Pero mis súplicas son inútiles, nadie me responde no hay signos de vida del otro lado de la habitación.Cómo veo que nadie me escucha, comienzo a revisar el primer cajón, de la mesa de noche al lado de la cama, ese que está a mi alcance; pero nada, no hay nada que me pueda ayudar a abrir estas esposas.—¡Genial! —replico—. ¡Ay, Rubí! ¡Eres una reverenda tonta por no poder escapar! — Pero ¿quién en su sano j