“Que tus sueños sean más grandes que las montañas y que tengas el coraje de escalar sus cumbres.”
Harley King
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Semanas después.
Desde la llegada de Clarissa a vivir con su tío, no había día que se levantara a las 5:30 am para ir a la huerta, salir a hacer compras, limpiar, entre otras cosas, así el tiempo se fue pasando volando.
¿Qué sería de la joven, sin el apoyo de su tío? Clarissa estaba consciente que parte de la pequeña mejoría que tenía se la debía a todo el amor que Hugo le brindaba, haciéndola ocuparse para mantener la mente enfrascada y el cuerpo agotado.
A tempranas horas del día acudieron a colaborar en la Casa Hogar, por lo que desde 5:30 am con el apoyo de Luz, prepararon el desayuno para las 70 niñas, que albergaba el sitio; además, de que contribuyeron en las labores del lugar.
Justo cuando ingresaron a aquellas instalaciones. Caminaron por los amplios pasillos, pasando por algunas de las villas, en donde tenían los dormitorios, hasta llegar al comedor. La mirada de Clarissa, se llenó de ternura al observar a las pequeñas, tan bien arregladas, formadas en una línea, esperando ingresar para tomar asiento y poder desayunar.
Luego de un tiempo oportuno mientras Hugo, jugaba en el patio con algunas pequeñas, Clarissa estaba presionada preparándoles unas bolsitas con un poco de golosinas, para que las disfrutaran, después de pasar la mayor parte del día con ellas.
Claudia, la directora de la casa cuna, se acercó a saludarlos, y agradecer todo lo que hicieron durante ese día además de brindarles gran alegría. Mientras charlaban y les explicaba el calendario de las niñas, después de las clases, mencionó que les hacía falta apoyo por las tardes para que tuvieran alguna actividad extra.
El padre Hugo volteó a ver a la joven, con esa sonrisa que ya conocía y le dio un codazo. Clarissa, se quedó en silencio sin saber qué decir, entonces, él intervino:
—Mi sobrina estudió danza clásica, estoy seguro que podrá venir encantada a darles clases, ¿verdad hija? —volteó divertido observándola.
—S-si, claro —Clarissa, externó luego de unos segundos, sintiéndose nerviosa, ya que no estaba segura de poder hacerlo. Que su cuerpo respondiera ante los estímulos.
Al sentirse comprometida acordó que de cinco a siete de la tarde asistiría, dos veces por semana. Distinguió perfecto la gran sonrisa que su tío, externó al haber logrado salirse con la suya.
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Después de llegar a casa, se retiraron a recostarse un rato, estaban tan cansados de andar corriendo tras las pequeñas, que ambos decidieron tomar una siesta.
Clarisa se arrojó sobre la cama, cayendo como piedra, quedándose dormida con profundidad.
… De pronto se observó así misma; estaba con él, ‘con Armando’, besándose. En un inicio una caricia tierna y después fue más acelerado, queriendo más… Ella le solicitó que parara, pero el sujeto prosiguió, comenzando a asustarla.
Entonces, se despertó sobresaltada con una fina capa de sudor que perlaba sobre su frente, y con una gran cantidad de lágrimas acumuladas en sus ojos. Se puso de pie y tomó un vaso y sirvió agua, buscando pasar a aquel doloroso nudo, instalado en el interior de su garganta.
Colocó una de sus manos en su acelerado pecho, intentando tranquilizarse. Sin poder evitar reconoció que él siempre dejó en claro sus intenciones verdaderas, para con ella, y no supo reconocerlas a tiempo; ya que desde un inicio pretendió llevarla demasiado a prisa, cuando ella, solo deseaba que esperara, al ser su primera ilusión; su primer amor.
Su corazón no cesaba de palpitar de forma acelerada, de pronto los recuerdos comenzaron a surgir:
Uno de esos días después que cenaron en su apartamento, él se puso de pie, extendió su mano para invitarla a bailar, escogiendo música tranquila. Clarissa se sentía tan emocionada al estar entre sus brazos. Sonreía llena de emoción, pero todo cambió cuando Armando, comenzó a descender sus manos buscando otros lugares de su cuerpo.
La joven lo detuvo, dirigió a su cintura sus brazos, entonces aquel hombre, la miró con seriedad; tomó sus labios y la besó de manera más candente. La acercó a él, para que pudiera sentir su dureza.
La dulce mirada de Clarissa, se llenó de temor, pasó saliva con dificultad y colocó ambas manos sobre su pecho, separando su cuerpo del de él; intentó explicarle que no estaba lista para dar un paso como ese, que no deseaba hacerlo, al menos en ese momento.
Armando ladeó los labios y sonrió con malicia.
—Eso debiste pensar, antes de venir a cenar con un hombre a solas —refirió acercando sus labios a su cuello.
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Al rememorar aquel tortuoso recuerdo, que deseaba olvidar, soltó el vaso que sostenía en sus manos, por lo que el sonido de aquel objeto al fragmentarse, luego de chocar en el piso, la hizo regresar al presente.
—Maldito —pronunció con resentimiento—, ojalá que la vida te cobre muy caro, lo que me hiciste. —Se inclinó a recoger los pedazos de aquel vaso.
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Cuatro meses después.
Fernando viajaba en el Ferrari convertible de su padre, regresaban de comer con él. Hablaban de las cuestiones que trató Carlos Ponce, en la junta, que tuvieron con algunos empresarios en la inmobiliaria. Aunque la charla era tranquila, su papá hacía mucho énfasis en tener su apoyo total, ya que continuaba con algunos asuntos pendientes desde hacía un buen tiempo.
Al detenerse en el alto que indicó el semáforo, sobre avenida Constituyentes. Carlos sacó su móvil, para checar algunos correos, ladeó sus labios al ver en específico un mensaje y suspirar.
El joven por su parte desvió su mirada, hacia el paso peatonal, observando como algunas personas atravesaban por ahí, dirigiéndose al paradero del autobús.
Inhaló profundamente algo aburrido al solo poder hablar de negocios o trabajo con su padre; entonces, sus ojos se clavaron en una joven, que caminaba frente a ellos, para tomar el autobús. Sin poder evitarlo la escaneó con lentitud. Distinguiendo su vestimenta casual: pantalón desgastado azul fuerte y una sudadera deportiva, además de unos vans en negro. No pudo evitar percibir lo hermosa que lucía con aquel moño alto y su caminar erguido.
Pareciera que aquella chica que se dirigía a tomar el autobús, en ese preciso instante, se sintiera observada; por lo que giró su dulce rostro hacia donde los autos esperaban la luz verde, cruzando por unos segundos su mirada con la de él. Desvió su cabeza cuando un chico pasó a su lado corriendo, golpeando uno de sus hombros, por instinto sujetó el bolso deportivo, que llevaba consigo y prosiguió su andar.
En cuanto ingresó al autobús, tomó asiento cerca de la ventanilla, sus hermosos ojos color esmeralda, volvieron a encontrarse con la de ese misterioso hombre. Ambos presionaron sus párpados y ladearon sus labios, sin poder comprender la necesidad que tuvieron de encontrarse de nuevo con sus miradas.
¿Será que el destino les demostraría que ambos podrían darse una nueva oportunidad, para amar una vez más?
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"Las palabras nunca alcanzan, cuando lo que hay que decir desborda el alma". Julio Cortázar. *** Después de esperar en el tráfico de la hermosa ciudad queretana, llegaron a la residencia de Carlos, para beber un tragó él y Fernando. Aquel maduro hombre se encontraba satisfecho de la manera en la que su hijo, después de que él habló, tomó el control de la junta y logró que los accionistas apoyaran sus iniciativas. Se dirigieron al despacho y sirvieron un par de copas con whisky para celebrar. —No esperaba menos de ti —indicó Carlos con orgullo. Fernando se aclaró la garganta, para poder hablar. —No fue nada sencillo. —Lo miró con seriedad—, debes colaborar conmigo y moderarte con tus gastos —indicó. Carlos Ponce bufó y rodó los ojos. —Ya vas empezar con tus cantaletas —dijo y bebió de golpe su trago. Fernando resopló. — Me pediste que regresara hace tres años para apoyarte con la empresa, y lo hice, no es posible que no hagas nada para mejorar —inquirió. Carlos presionó con f
"La esperanza es lo que hace que sigas respirando, aún cuando la presión de una vida, te esté asfixiando". Frases encantadoras. *** Dos meses después. Hugo se encontraba en la oficina de su parroquia, preparando una charla para jóvenes, luego de haber visitado a un grupo de chicos, en un hospital, debido a que habían intentado quitarse la vida. Sin poder evitarlo la imagen completamente abatida de su sobrina se vino a su mente. Luego de que viajó a la ciudad de Guadalajara; debido a una llamada que recibió de la madre superiora, explicándole que su sobrina no se encontraba nada bien, que temían por su integridad. El corazón de Hugo se estrujó de solo recordar el estado en el que la encontró en aquella pequeña habitación y la gran tristeza que embargaba su alma. Fue como si todo se le viniera como una película en su cabeza, mientras pensaba en alguna iniciativa para apoyar a aquellos jóvenes: *** Guadalajara, Jalisco. La castaña mirada de Hugo, se llenó de lágrimas al observar a
“La tristeza y las decepciones del pasado, te harán más fuerte en el futuro”. Anónimo. *** Después de que pasaron un par de horas, divertidos. Hugo invitó a cenar a su sobrina, salieron del cine y se dirigieron a un restaurante de la misma plaza, luego de que tomaron asiento y ordenaron un par de ensaladas, Hugo tomó la palabra. —Tengo algo para ti —expresó y sacó un sobre y se lo entregó. Clarissa frunció el ceño y lo miró con extrañeza. —¿Y eso? —cuestionó con intriga. —Abrelo —solicitó. Clarissa destapó el sobre y sus ojos se abrieron de par en par al ver el contenido. —No puedo aceptarlo —estiró su mano, devolviéndoselo. Hugo frunció el ceño. —Ni que fuera tanto dinero —dijo sonriente—. Solo es una ayudadita, para que te compres algo de ropa y puedas ir a trabajar bien presentable —mencionó con ternura. La mirada de la joven se cristalizó al escucharlo. —Haces tanto. —Esbozó una ligera sonrisa—. No sé cómo pagarte—, eres como un padre para mí. El corazón de Hugo se hin
Sierra Gorda, Querétaro, México.Fernando, se preparaba para trotar, por la ruta de Pinal de Amoles, eran las 5:00 am al momento que un auto se estacionó frente a la cabaña, en la que solía hospedarse cuando deseaba desconectarse del mundo. Desde hacía tres años que la sierra gorda queretana, se convirtió en su lugar predilecto, entre el hermoso bosque de pinos, las cascadas y la exuberante vegetación que había.En cuanto escuchó a su amigo llegar, Fernando salió de inmediato, percibió la neblina que cubría el hermoso paisaje lleno de pinos. Se estremeció un poco ante el frío que se sentía; abrochó su sudadera deportiva; para luego colocarse su mochila de hidratación, observó a Memo descender, acompañado de dos pers
"Es usted, lo sé… Desde hace muchos sueños atrás". Joel Montero. *** Lunes La joven se colocó un traje sastre, recien adquirido, en tono azul marino, con una blusa blanco, además, de un par de zapatillas, en color negro. Se arregló en un moño su rubia cabellera y maquilló un poco su rostro. Después de tomar dos autobuses, llegó puntual a la empresa, preguntó un par de veces por ‘Ponce y Asociados’. Al observarla, frente a ella, se sorprendió al ver el inmenso edificio cubierto por cristales. Separó los labios en una gran ‘O’ al darse cuenta que ni siquiera se había imaginado como era, si era pequeño, grande o mediano. Subió por la escalinata para llegar a la entrada principal y caminó hacia la recepción, en donde la chica encargada, la anunció por lo que le indicaron que subieran a la oficina de juntas al nivel 10. Permaneció un par de minutos sentada en la elegante sala de espera. Elevó su rostro, al ser llamada por un hombre de edad madura, alto, corpulento, de tez
Semanas después.Fernando se encontraba a algunas calles de la empresa, esperaba la luz verde, para poder continuar en su automóvil, entonces, observó andar a aquella joven, que fungía como su asistente personal, por el paso peatonal, descendiendo de la estación de autobús; desde donde estaba sus ojos la escudriñaron con detenimiento, con aquel pantalón de vestir ajustado que llevaba y ese saco, que la hacía lucir su pequeña cintura, entonces esa familiaridad con ella, lo hizo recordar en dónde la había visto justo caminando, por un cruce similar, distinguió con claridad que traía sus auriculares puestos, sin poder evitarlo sintió una extraña sensación hacia aquella chica, a la que observaba sonrojarse cuando se llegaba a equivocar, haciendo notar su timidez.<
Durante el camino Fernando, la miró a discreción un par de veces, intentando indagar si el dolor había cesado por completo, observando que la joven, iba con los ojos cerrados, frunciendo el ceño, bastó esa acción para saber que aún tenía malestar.Justo cuando llegaron al domicilio, donde la chica vivía.Fernando reconoció aquel lugar, que le era muy familiar; observó la vieja fachada de la casona quedándose boquiabierto.— ¿Está viviendo en casa de Hugo? —preguntó sorprendido.—Así es… —respondió algo intrigada ante su asombro.
Días después.Era sábado, el día esperado para Hugo, días atrás buscó quien lo pudiera asistir. Sin poder evitarlo, tarareaba una canción, lleno de optimismo se acercó a la habitación de su sobrina en punto de las 8:00 am, para despertarla.—Hija— Hugo tocó a su puerta.—Sí, tío —la joven, pronunció con pesadez.— Solo para recordarte que tenemos un compromiso a las 2:00 pm en punto y dicen que las mujeres suelen tardar siglos en arreglarse, no me gustaría llegar tarde a la fiesta de Fer &