Fernando y Hugo esperaban a Clarissa, charlando un poco, se les comenzó a hacer extraño que no bajara. Le llamaron en un par de ocasiones, pero no respondía. Así que decidieron subir al departamento, para buscarla, ingresaron al ascensor, extrañados de que no llegara.
Al salir del elevador escucharon gritos, de inmediato Hugo y Fernando corrieron en dirección de este… Todo lo que vieron fue en cámara lenta: Alicia soltándole golpes a Clarissa, intentando llevarla hacia las escaleras de servicio.
Fernando logró darse cuenta que no faltaba mucho para que lo hiciera. Un fuerte escalofrío lo recorrió al ver en peligro a Clarissa, notó como su mujer trataba de proteger su vientre, sin importa que Alicia la golpeara por otras partes del cuerpo. Escuchó como se quejó aquella mujer cuando su chica, la mordió
—Estúpida esta mordida te va a costar muy caro. —Le proporcionó un par de bofetadas, de las que Clarissa no p
Clarissa y el bebé fuera de peligro, por fortuna parece que se encuentran bien. ¿Qué habrá sucedido con aquella misteriosa llamada que recibió Fer? Estamos a 2 capítulo del desenlace, el epílogo y nos vamos. Muchas gracias por sumarte a esta historia. #FerIssa se nos van, no sin enviarles un cálido abrazo y su gratitud, además de invitarlos a leer Entre Sombras y Tormentas y conocer la historia de Álvaro y Alondra #Aldra, una historia llena de drama y también mucha resiliencia y grandes aventuras. No olviden dejar su reseña.
Un par de horas después. La observaron salir. Fernando sintió un descanso al verla caminar sana y salva, no la imaginaba encerrada con verdaderos criminales. Lucy giró su cabeza y observó a Fer parado viendo hacía la puerta que estaba atravesando. Sonrió con timidez. Él correspondió a ese gesto. —Listo licenciado, se han levantado los cargos en contra de la señora Luz Reyes. Fernando lo miró y agradeció, despidiéndose del abogado. Caminaron hacia el auto de Fernando, él le abrió la puerta para ayudarla a entrar. Una vez dentro, se quedó mirándola, esperando una explicación. — ¿Cuánto te debo por haberme sacado? —Lucy preguntó. Fernando ladeó los labios sonriendo. Volteó a verla, no pudo negar que sentía gran afecto hacia ella, además que lo que hizo, fue por el cariño a Clarissa.
Un par de días después. Clarissa fue dada de alta del hospital, llegaron a la casa donde se encontraba viviendo Hugo, ahí se quedarían, para que no estuviera sola en ningún momento. Entre Lucy y su tío la cuidarían mientras Fer salía a la oficina. Fernando se encontraba en la empresa que había sido de Carlos, con Memo, recién llegaban de presenciar el juicio en contra de su padre, al cual debido a los elementos reunidos, lo encontraron culpable de homicidio de cuatro personas, dentro de ellas Montse, por lo que no le alcanzaría la vida para pagar por lo que hizo, además de comprobarse los fraudes que realizó. El joven no pudo evitar sentir gran tristeza al saber que su padre, era el peor de los hombres, sobre la faz de la tierra. Estaba revisando algunos documentos cuando encontró algunos expedientes que lo dejaron helado. —No lo puedo creer —expresó aterrado, mirand
Días después. Cientos de pétalos de rosas, rojas se encontraban esparcidos enmarcando un camino desde la entrada de uno de los más exclusivos restaurantes de la hermosa ciudad queretano, guiando a la pareja hasta la cúpula que se encontraba forrada de hermosas flores. Gran cantidad de adornos de cristal con velas en el interior, fueron colocadas sobre todas las mesas, haciendo que la tenue luz, hiciera del momento algo más íntimo y especial. Clarissa pasó sobre los pétalos de aquel camino trazado, con los ojos vendados. Fernando la guiaba sosteniendo de su mano, pendiente de que no fuera a tropezar, al llegar a aquella bóveda; descubrió sus hermosos ojos color esmeralda. La joven separó los labios, sorprendida al ver cada detalle de aquel lugar. Su mirada se cristalizó ante la emoción. —Es hermoso —susurró. —Me emociona que te guste —comentó, sin poder
“La emoción que puede romper tu corazón, es a veces la misma que la sana”. Nicholas Sparks **** Guadalajara, Jalisco. Clarissa descendió hacia el comedor del convento en el que vivía, su rostro reflejaba una alegría especial, ya que en unos minutos Armando, su novio pasaría a recogerla. Su corazón latía agitado lleno de emoción después de un par de semanas de no verlo. Caminó hacia donde se encontraba Sor Carmela, quien estaba limpiando la mesa y mientras lo hacía movía los labios, como si estuviese hablando sola. Clarissa se aclaró la garganta. — ¿Te interrumpo un momento? —cuestionó. —No, claro que no —la mujer respondió, entonces dirigió su mirada hacía la chica y sonrió con ternura—. Luces hermosa —indicó recorriendo con su apacible mirada el lindo vestido en tonó beige, con cuello en V, de manga corta y lindos botones al frente. — ¿No se te hace muy corto? —Clarissa cuestionó dudosa. Sor Carmela sonrió y se acercó a ella. —Ay niña, la monja aquí soy yo —expresó divertid
«Una gota de amor, puede curar un mar de tristeza». Anónimo *** Querétaro, Querétaro, México. Eran las 8:00 de la noche Fernando, iba regresando de su trabajo, moría de ganas de ingresar a su apartamento, en cuanto puso un pie dentro un olor inundó el sentido de su olfato, supo de inmediato que una deliciosa paella los esperaba. Presionó con fuerza el ramo de flores que traía consigo, sintiendo como se le iba secando la boca, al observar a esa flamante española, enfundada en aquel vestido negro entallado, que lo hacía perder la razón. La escaneó de forma pausada, recorriéndola con lentitud de abajo hacia arriba, con aquella profunda mirada color chocolate. Enloqueció al distinguir las hermosas zapatillas en tono vino que sostenían ese par de torneadas y largas piernas, cubiertas por unas pantimedias negras que tanto lo atraían. Entreabrió con ligereza sus labios jadeando con discreción; deseando acercarla a él y hacerla sentir la pasión que despertó. Su mirada se detuvo a mitad
«Una gota de amor, puede curar un mar de tristeza». Anónimo. *** Por la madrugada. Después de un largo rato llorando, logró quedarse dormida, sin darse cuenta que comenzó a amanecer. De pronto unos golpes en la puerta la despertaron… —Buenos días, hija ya son las 5:30 am, ¿Clarissa, me oyes? ¿Ya te levantaste? — ¿Cómo? —la chica, respondió arrastrando la voz, sorprendida de escucharlo tan temprano. — ¿Te quedaste dormida?, acuérdate que acordaste de ir a ayudar al huerto, se nos hace tarde. La voz de Hugo se escuchó divertida. —Ah, sí ya voy —respondió—. Lo que me faltaba ‘levantarme cuando no tengo ganas’ —Clarissa, susurró enfadada y se cambió con rapidez. Desde que salió de su habitación, sintió el viento correr, de inmediato percibió cómo su cuerpo se estremecía ante el frío. Cerró la cremallera de su chamarra; mordió sus labios, sabiendo que nada lo haría desistir de aquella idea, a la cual, la joven no le puso atención el día anterior. Caminaron con tranquilidad hac
“Que tus sueños sean más grandes que las montañas y que tengas el coraje de escalar sus cumbres.” Harley King **** Semanas después. Desde la llegada de Clarissa a vivir con su tío, no había día que se levantara a las 5:30 am para ir a la huerta, salir a hacer compras, limpiar, entre otras cosas, así el tiempo se fue pasando volando. ¿Qué sería de la joven, sin el apoyo de su tío? Clarissa estaba consciente que parte de la pequeña mejoría que tenía se la debía a todo el amor que Hugo le brindaba, haciéndola ocuparse para mantener la mente enfrascada y el cuerpo agotado. A tempranas horas del día acudieron a colaborar en la Casa Hogar, por lo que desde 5:30 am con el apoyo de Luz, prepararon el desayuno para las 70 niñas, que albergaba el sitio; además, de que contribuyeron en las labores del lugar. Justo cuando ingresaron a aquellas instalaciones. Caminaron por los amplios pasillos, pasando por algunas de las villas, en donde tenían los dormitorios, hasta llegar al comedor. La m
"Las palabras nunca alcanzan, cuando lo que hay que decir desborda el alma". Julio Cortázar. *** Después de esperar en el tráfico de la hermosa ciudad queretana, llegaron a la residencia de Carlos, para beber un tragó él y Fernando. Aquel maduro hombre se encontraba satisfecho de la manera en la que su hijo, después de que él habló, tomó el control de la junta y logró que los accionistas apoyaran sus iniciativas. Se dirigieron al despacho y sirvieron un par de copas con whisky para celebrar. —No esperaba menos de ti —indicó Carlos con orgullo. Fernando se aclaró la garganta, para poder hablar. —No fue nada sencillo. —Lo miró con seriedad—, debes colaborar conmigo y moderarte con tus gastos —indicó. Carlos Ponce bufó y rodó los ojos. —Ya vas empezar con tus cantaletas —dijo y bebió de golpe su trago. Fernando resopló. — Me pediste que regresara hace tres años para apoyarte con la empresa, y lo hice, no es posible que no hagas nada para mejorar —inquirió. Carlos presionó con f