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Guadalajara, Jalisco.
Clarissa descendió hacia el comedor del convento en el que vivía, su rostro reflejaba una alegría especial, ya que en unos minutos Armando, su novio pasaría a recogerla. Su corazón latía agitado lleno de emoción después de un par de semanas de no verlo.
Caminó hacia donde se encontraba Sor Carmela, quien estaba limpiando la mesa y mientras lo hacía movía los labios, como si estuviese hablando sola.
Clarissa se aclaró la garganta.
— ¿Te interrumpo un momento? —cuestionó.
—No, claro que no —la mujer respondió, entonces dirigió su mirada hacía la chica y sonrió con ternura—. Luces hermosa —indicó recorriendo con su apacible mirada el lindo vestido en tonó beige, con cuello en V, de manga corta y lindos botones al frente.
— ¿No se te hace muy corto? —Clarissa cuestionó dudosa.
Sor Carmela sonrió y se acercó a ella.
—Ay niña, la monja aquí soy yo —expresó divertida—. Tu vestido es perfecto. —Señaló al llegarle justo arriba de la rodilla—. Voy a revisar la cena —indicó y se alejo.
Clarissa suspiró, entonces giró su rostro y observó ingresar a su novio. Su corazón se agitó al tenerlo ahí. El joven sonrió y se acercó a ella y la estrechó entre sus brazos.
—Te eché de menos —Clarissa refirió.
—Yo también —él respondió, aspirando su dulce aroma—. Te tengo preparada una sorpresa. —Beso el dorso de su mano, justo donde ella lucía su bonito anillo de compromiso.
Clarissa suspiró profundo llena de emoción. Observó que no estuviera nadie cerca y le robó un beso. A continuación ambos salieron dispuestos a pasar un agradable momento.
***
Horas más tarde.
Clarissa caminaba algo aturdida entre las oscuras calles de la ciudad, con un par de golpes sobre sus mejillas. Su mente no podía dejar el recuerdo de aquellas palabras dirigidas a ella:
«Eres una mujerzuela provocadora».
Su corazón palpitaba con fuerza. Todo era confusión, sintiéndose perdida y sin esperanza alguna, por unos instantes pensó en arrojarse a los autos que transitaban por la vía, pero algo en su interior; no se lo permitió. Presionó sus párpados y liberó las lágrimas, que nublaban su visión. Se abrazó a sí misma y prosiguió su camino hacia el convento, donde residía.
Desde aquel día la luz que aquella joven emanaba, se apagó. El eco de sus risas dejó de escucharse en los pasillos del convento. Entonces una sombra llena de tristeza y dolor se apoderó de ella, además de un gran remordimiento, llamado: culpa. Se encerró en la pequeña habitación que habitaba; quedando su espíritu atrapado en una gran marea de tinieblas, resignándose a ser esa nueva mujer, con el alma y los sueños, rotos.
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Santiago de Querétaro.
Las escurridizas manos de una atractiva mujer, desabrochaban con habilidad los botones de la camisa de Fernando Ponce. En cuanto lo hizo, retiró la prenda de aquel atractivo hombre que tanto le gustaba. Desde que lo vio por primera vez; después de que lo presentaran como el nuevo director, de la importante compañía: “Ponce y Asociados”, hace ocho meses, ya.
Los desesperadas dedos de aquella mujer se acercaron en el instante y acariciaron el firme pectoral de él, de inmediato acercó sus labios y buscó besarlo con urgencia.
Fernando colocó las manos en su pequeña cintura y correspondió a aquellos besos, dejándose llevar. Buscando alejarse de aquel permanente vacío, por el que atravesaba desde hacía dos años.
Mientras tanto aquella anhelante joven, fue dirigiéndolo a la cama, y comenzó a descender sus manos hacia su entrepierna y a llenarlo de caricias.
—Te juro que esta noche, la pasarás tan bien, que solo me recordarás a mí —afirmó elevando una ceja. Poco a poco los labios de ella ascendieron hasta llegar a su pectoral, luego de que se subió a horcajadas sobre él, introduciendo en su centro su masculinidad—. Eres el hombre más atractivo y enigmático con el que he estado —refirió mientras comenzaba a agitar sus caderas.
Minutos después de que ambos llegaron a la cima, la mujer comenzó a dar pequeñas caricias con las yemas de sus dedos.
— ¿Cuándo podremos subir de nivel? —indagó curiosa.
Fernando rodó los ojos y se levantó de la cama para vestirse.
—Desde un inicio quedamos que sin compromisos —respondió con su masculina voz.
— ¿Acaso hay otra en tu vida y solo juegas conmigo? —mencionó viéndolo a los ojos.
—Solo salgo contigo —expresó con sinceridad—. Si deseas podemos acabar con esto de una vez —mencionó con determinación.
—Por supuesto que no. No te dejaré ir con tanta facilidad —respondió. «Haré todo por conquistarte», pensó para sí misma.
***
Más tarde.
Fernando llegó a su apartamento, lanzó el bléiser de su traje sobre uno de los sillones. Se dirigió a la cantina, sirvió whisky a su vaso y bebió de golpe sintiendo como quemaba en el interior de su garganta.
Al ingresar a su habitación, la sensación de soledad lo abordó de nuevo, entonces el recuerdo de quien fuera su prometida lo comenzó a abrumar. Estando a unos meses de contraer matrimonio, ella desapareció de su vida, y él quedó devastado. Pensó en la pregunta que le hizo la chica con la que salía y resopló.
—No me volveré a enamorar, jamás. —Presionó con dureza sus puños y liberó aquellas lágrimas, sintiendo como su corazón quemaba ante todo el dolor que aún corría por su ser—. Es mejor una relación sin compromiso, así nadie sale lastimado —refirió completamente convencido.
«El amor, no se hizo para mí, ya lo tuve una vez y dejó huellas imborrables como la de un feroz tornado que te arrebata hasta el último suspiro», aquella sensación recorrió cada fibra de su ser. Se dejó caer sobre aquella vacía cama, compañera de gran su soledad.
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Sean bienvenidos a esta sencilla historia basada en la resiliencia: Resurgir ante las adversidades. Espero que la disfruten y sea de su agrado. Te invito a que dejes tus comentarios que con gusto responderé, en la zana de reseñas.
Saludos desde mi México, lindo y querido.
«Una gota de amor, puede curar un mar de tristeza». Anónimo *** Querétaro, Querétaro, México. Eran las 8:00 de la noche Fernando, iba regresando de su trabajo, moría de ganas de ingresar a su apartamento, en cuanto puso un pie dentro un olor inundó el sentido de su olfato, supo de inmediato que una deliciosa paella los esperaba. Presionó con fuerza el ramo de flores que traía consigo, sintiendo como se le iba secando la boca, al observar a esa flamante española, enfundada en aquel vestido negro entallado, que lo hacía perder la razón. La escaneó de forma pausada, recorriéndola con lentitud de abajo hacia arriba, con aquella profunda mirada color chocolate. Enloqueció al distinguir las hermosas zapatillas en tono vino que sostenían ese par de torneadas y largas piernas, cubiertas por unas pantimedias negras que tanto lo atraían. Entreabrió con ligereza sus labios jadeando con discreción; deseando acercarla a él y hacerla sentir la pasión que despertó. Su mirada se detuvo a mitad
«Una gota de amor, puede curar un mar de tristeza». Anónimo. *** Por la madrugada. Después de un largo rato llorando, logró quedarse dormida, sin darse cuenta que comenzó a amanecer. De pronto unos golpes en la puerta la despertaron… —Buenos días, hija ya son las 5:30 am, ¿Clarissa, me oyes? ¿Ya te levantaste? — ¿Cómo? —la chica, respondió arrastrando la voz, sorprendida de escucharlo tan temprano. — ¿Te quedaste dormida?, acuérdate que acordaste de ir a ayudar al huerto, se nos hace tarde. La voz de Hugo se escuchó divertida. —Ah, sí ya voy —respondió—. Lo que me faltaba ‘levantarme cuando no tengo ganas’ —Clarissa, susurró enfadada y se cambió con rapidez. Desde que salió de su habitación, sintió el viento correr, de inmediato percibió cómo su cuerpo se estremecía ante el frío. Cerró la cremallera de su chamarra; mordió sus labios, sabiendo que nada lo haría desistir de aquella idea, a la cual, la joven no le puso atención el día anterior. Caminaron con tranquilidad hac
“Que tus sueños sean más grandes que las montañas y que tengas el coraje de escalar sus cumbres.” Harley King **** Semanas después. Desde la llegada de Clarissa a vivir con su tío, no había día que se levantara a las 5:30 am para ir a la huerta, salir a hacer compras, limpiar, entre otras cosas, así el tiempo se fue pasando volando. ¿Qué sería de la joven, sin el apoyo de su tío? Clarissa estaba consciente que parte de la pequeña mejoría que tenía se la debía a todo el amor que Hugo le brindaba, haciéndola ocuparse para mantener la mente enfrascada y el cuerpo agotado. A tempranas horas del día acudieron a colaborar en la Casa Hogar, por lo que desde 5:30 am con el apoyo de Luz, prepararon el desayuno para las 70 niñas, que albergaba el sitio; además, de que contribuyeron en las labores del lugar. Justo cuando ingresaron a aquellas instalaciones. Caminaron por los amplios pasillos, pasando por algunas de las villas, en donde tenían los dormitorios, hasta llegar al comedor. La m
"Las palabras nunca alcanzan, cuando lo que hay que decir desborda el alma". Julio Cortázar. *** Después de esperar en el tráfico de la hermosa ciudad queretana, llegaron a la residencia de Carlos, para beber un tragó él y Fernando. Aquel maduro hombre se encontraba satisfecho de la manera en la que su hijo, después de que él habló, tomó el control de la junta y logró que los accionistas apoyaran sus iniciativas. Se dirigieron al despacho y sirvieron un par de copas con whisky para celebrar. —No esperaba menos de ti —indicó Carlos con orgullo. Fernando se aclaró la garganta, para poder hablar. —No fue nada sencillo. —Lo miró con seriedad—, debes colaborar conmigo y moderarte con tus gastos —indicó. Carlos Ponce bufó y rodó los ojos. —Ya vas empezar con tus cantaletas —dijo y bebió de golpe su trago. Fernando resopló. — Me pediste que regresara hace tres años para apoyarte con la empresa, y lo hice, no es posible que no hagas nada para mejorar —inquirió. Carlos presionó con f
"La esperanza es lo que hace que sigas respirando, aún cuando la presión de una vida, te esté asfixiando". Frases encantadoras. *** Dos meses después. Hugo se encontraba en la oficina de su parroquia, preparando una charla para jóvenes, luego de haber visitado a un grupo de chicos, en un hospital, debido a que habían intentado quitarse la vida. Sin poder evitarlo la imagen completamente abatida de su sobrina se vino a su mente. Luego de que viajó a la ciudad de Guadalajara; debido a una llamada que recibió de la madre superiora, explicándole que su sobrina no se encontraba nada bien, que temían por su integridad. El corazón de Hugo se estrujó de solo recordar el estado en el que la encontró en aquella pequeña habitación y la gran tristeza que embargaba su alma. Fue como si todo se le viniera como una película en su cabeza, mientras pensaba en alguna iniciativa para apoyar a aquellos jóvenes: *** Guadalajara, Jalisco. La castaña mirada de Hugo, se llenó de lágrimas al observar a
“La tristeza y las decepciones del pasado, te harán más fuerte en el futuro”. Anónimo. *** Después de que pasaron un par de horas, divertidos. Hugo invitó a cenar a su sobrina, salieron del cine y se dirigieron a un restaurante de la misma plaza, luego de que tomaron asiento y ordenaron un par de ensaladas, Hugo tomó la palabra. —Tengo algo para ti —expresó y sacó un sobre y se lo entregó. Clarissa frunció el ceño y lo miró con extrañeza. —¿Y eso? —cuestionó con intriga. —Abrelo —solicitó. Clarissa destapó el sobre y sus ojos se abrieron de par en par al ver el contenido. —No puedo aceptarlo —estiró su mano, devolviéndoselo. Hugo frunció el ceño. —Ni que fuera tanto dinero —dijo sonriente—. Solo es una ayudadita, para que te compres algo de ropa y puedas ir a trabajar bien presentable —mencionó con ternura. La mirada de la joven se cristalizó al escucharlo. —Haces tanto. —Esbozó una ligera sonrisa—. No sé cómo pagarte—, eres como un padre para mí. El corazón de Hugo se hin
Sierra Gorda, Querétaro, México.Fernando, se preparaba para trotar, por la ruta de Pinal de Amoles, eran las 5:00 am al momento que un auto se estacionó frente a la cabaña, en la que solía hospedarse cuando deseaba desconectarse del mundo. Desde hacía tres años que la sierra gorda queretana, se convirtió en su lugar predilecto, entre el hermoso bosque de pinos, las cascadas y la exuberante vegetación que había.En cuanto escuchó a su amigo llegar, Fernando salió de inmediato, percibió la neblina que cubría el hermoso paisaje lleno de pinos. Se estremeció un poco ante el frío que se sentía; abrochó su sudadera deportiva; para luego colocarse su mochila de hidratación, observó a Memo descender, acompañado de dos pers
"Es usted, lo sé… Desde hace muchos sueños atrás". Joel Montero. *** Lunes La joven se colocó un traje sastre, recien adquirido, en tono azul marino, con una blusa blanco, además, de un par de zapatillas, en color negro. Se arregló en un moño su rubia cabellera y maquilló un poco su rostro. Después de tomar dos autobuses, llegó puntual a la empresa, preguntó un par de veces por ‘Ponce y Asociados’. Al observarla, frente a ella, se sorprendió al ver el inmenso edificio cubierto por cristales. Separó los labios en una gran ‘O’ al darse cuenta que ni siquiera se había imaginado como era, si era pequeño, grande o mediano. Subió por la escalinata para llegar a la entrada principal y caminó hacia la recepción, en donde la chica encargada, la anunció por lo que le indicaron que subieran a la oficina de juntas al nivel 10. Permaneció un par de minutos sentada en la elegante sala de espera. Elevó su rostro, al ser llamada por un hombre de edad madura, alto, corpulento, de tez