#2:

Stefan:

—Esta costumbre norteamericana es pura basura —protesta Salman, quien está de pie a mi izquierda.

Contemplo en silencio el enloquecido ambiente de la fiesta de disfraces en la improvisada discoteca que está en medio de un jodido glaciar. Han instalado una especie de carpa en forma de domo y según me informaron hay gente que ya lleva una semana aquí.

Salman viene de una familia muy estricta y apegada a las costumbres, es el hombre de confianza de mi tío y él le pidió que me acompañe a esta misión. Se que está aquí para medirme, mi tío confía en mí pero no está convencido de que puedo tomar su lugar.Ya que no tiene hijos varones y su esposa acaba de morir, por el momento soy su único heredero.

—Creí que solo los clubes de la Mafya eran tan liberales — comenta Salman, llevandose el cigarrillo a los labios y liberando una nube de humo.

Hay sitios especiales para los que buscan un poco de privacidad, las mesas cuentan con cortinas que al correrse, las convierten en sectores privados.El alcohol corre como si fuera agua y los preservativos adornan los centros de mesa.Además, es evidente que la mayoría de estos imbéciles están drogados hasta casi desmayar.

Mi víctima está cerca.

Lleva tres días aquí, en esta fiesta que parece no terminar, apuesto a que está borracha o drogada y no sospecha los atroces cambios que se han producido en el mundo exterior ni imagina que la muerte la contempla de lejos.

Uno de los hombres del equipo de seguridad mueve la cabeza, indicándome el sitio en el que está. Pongo dos líneas de polvo en el dorso de mi mano, e inhalo con fuerza avivando mi instinto asesino.

No le he visto la cara, pero no lo necesito. Su aspecto me dice todo lo que necesito saber. Está vestida con un vestido rojo de lentejuelas, que más que un vestido es un trapo.Tiene agujeros en puntos estratégicos que ocultan solo lo que más querría ver.

—No lo jodas, niño. Que sea una muerte memorable — masculla Salman, y me limito a contemplarlo a través de mis pestañas.

Ella salta, baila y se contonea, empinándose de vez en cuando la botella de vodka. Bien podría enviar a los hombres de mi tío a que la apuñalen, o simplemente podría dispararle en el cuello desde aquí, mi tío dijo que la quería muerta, nunca especificó que debía matarla yo mismo; pero escudarme tras ese pretexto es de cobardes. Y una muerte así sería demasiado simple, porque esto se trata de venganza.

—Ya regreso —fsrfullo, bajando el pasamontañas negro y cubriéndome el rostro, solo dejando ver mis ojos y boca.

Me acomodo la máscara y aprieto el frío metal de la navaja de doble filo, que oculto en mi bolsillo y que le atravesará el abdomen.

La gran mayoría de la gente aquí tiene las caras pintadas, llecan cuernos, sombreros o ropa colorida que los hace ver estúpidos. Camino despacio para no levantar sospechas cuidándome de no tropezar con nadie.

Mientras avanzo, notó que varias chicas se detienen a contemplarme, atraídas por mi atractiva complexión. Ruedo los ojos, avanzando. Si vieran al monstruo que realmente soy saldrian corriendo.

Me voy acercando, y ya calculo el ángulo correcto en que darle la primera puñalada. Tendré que ser rápido a la hora de abrirle el abdomen para luego poner sus intestinos alrededor de su cuello y ahorcarla con ellos.

A nosotros los Volka nos gusta esa barbaridad. La fiesta está en todo su furor.

Estoy a pocos pasos de ella

No me equivoqué en mi suposición, es evidente que es una niñita de papi que oculta sus instintos de puta barata. El contoneo de su culo y la manera en que baila, evidencian que está en celo. Se mantiene de espaldas con ese trapo de lentejuelas rojas, y yo saco la navaja, pero alguien me empuja por atrás, haciéndome chicar con ella, la navaja cae al suelo y de la nada la tengo de frente, mirándonos cara a cara y con su boca a centímetros de la mía. Su olor me hace retroceder, es una mezcla de algo frutal y otra cosa más sensual, más carnal y atrayente, que invade mi olfato haciéndome apretar la mandíbula.

Me sonríe, mostrando los blanquisimos dientes que ocultaba detrás de esos labios encendidos, y sin ningún tipo de miramiento, posando sus manos alrededor mi cuello.

La multitud nos acorrala y nos aprieta, quiero empujarla, recuperar mi navaja y terminar con mi misión, pero no puedo moverme.

Me mira directamente a los ojos, y un relámpago parece explotar dentro de mí. Nunca había visto un par de ojos tan azules, parecen diseñados para hechizar. Me ofrece una sonrisa tímida y en segundos nuestros labios se tocan con un beso violento que me toma desprevenido.

Las luces de colores del domo parpadean, todo el mundo gira y mi único impulso es subir mis manos hacia su cuello para estrangularla.

—Me encanta tu disfraz —rompe el beso, y ronronea en mi oído.

¿Disfraz?

La música cambia, a un ritmo lento y sensual. Ella se restriga como zorra en celo contra mí y yo me he quedado petrificado. Su boca entreabierta me da hambre y no sé por qué, pero me quedo quieto ella se acerca nuevamente en busca de otro beso, al cual correspondo. Sujeta sus caderas, y ella entierra sus manos en mi cabello, profundizando el momento. Hace unos minutos tenía frío, pero ahora siento como si me estuviera quemando en el infierno, el calor que desprende la multitud que nos rodea es agobiante y ella frota su pelvis contra mí, enloqueciendome.

La respondo, tomando su mano y llevándola a posarwe sobre mi enfurecida verga, y ella rompe el beso, mordiendo su labio inferior y lanzándome una mirada suplicante a través de sus pestañas.

Nuestros besos suben de tono, hasta que nos está estorbando la pista de baila y la multitud. La sujeto por las caderas y la maniobro hasta llevarla al privado, cerrando la cortina y planeando terminar mi tarea. Pero una ves allí vuelvo a prenderme de sus labios subiéndole el vestido y cayendo con ella en los cojines.

Es delgada, y atlética, lo que me permite abrazarla en tanto ella acaricia mi rostro con sus labios. Nuestro besuqueo caliente la pine a gemir de deseo y esto termina por llevarme a la desesperación

No sé qué estoy haciendo, por qué no la he apuñalado y por qué haré lo que mi cuerpo demanda, pero no tengo más opción que desnudarla y darle la follada por la que suplica. Simplemente me siento incapaz de pensar o hacer otra cosa que no sea poseerla.

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