Yannek:
La muerte de Myla es evidente en el salón, lleno de personas e impregnado del empalagoso y nauseante olor del incienso.Mi esposa no debió morir.O al menos no como lo hizo. Atropellada por un coche y abandonada en plena carretera,sola, desangrándose como una perra sarnosa durante horas...Contemplo de soslayo a las tres niñas. Notando que lucen tristes, sin embargo no lloran.No son mis hijas.Lo sé. Me quedé con ellas y las crié como tal para complacer las locuras de Kyla, pero siempre he sabido la verdad...mi mujer era estéril y en un intento desesperado por mantenerme a su lado compró a esas pequeñas en el mercado negro, cuando apenas eran unas bebés.Kyla pasa su pañuelo por debajo de sus ojos una y otra vez. Comprimo los labios. Sus lágrimas de cocodrilo no me conmueven.Ella me mira fijamente a cada medio minuto. La muy tonta comparte los mismos delirios sicóticos de su hermana. Se cree que porque ahora soy viudo la tomaré como mi amante. En algún momento durante estos ocho años en que ella ha "cuidado" de mis hijas, ha llegado a creer que yo tendría algo con ella si no estuviera casado con su hermana.Ruedo los ojos, ajustándome la corbata y alejándome.No quiero lidiar con las estupideces de mi cuñada, no ahora.— Esto no puede quedarse así, tío.— farfulla Stefan.«Mi sobrino».Su padre, Dimitar, mi hermano era un gran hombre. Sus ideas y proyectos nos hubieran llevado lejos. Pero murió siendo demasiado joven. En un atentado.No tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas de que los Ivanov lo mandaron a matar.Esa gente siempre quita del medio a quien les estorba.—Sabemos quien es, tío. La familia demanda venganza— insiste Stefan.Sí, sabemos quién chocó a Myla. El cabrón entró en pánico y en vez de ayudarla la dejó abandonada a su suerte.Me alejo del salón, prestando oídos sordos a los murmullos de condolencias de los presentes, siguiendo a mi sobrino hasta el despacho.Me siento detrás del buró y Stefan me pasa los documentos que hemos pagado para conseguir del alto comisionado de justicia. Los archivos me muestran a un cabrón de veinte años, de cabellera rubia y ojos azules. Uniformado.Hijo de Gregor Vladimir, un comandante muy importante del ejército, condecorado en muchas misiones. Prácticamente un espía.Pero sufre de la imposiblidad de controlar los niveles de alcohol que consume cuando está en sus días libres.Velkan Vladimir.Es soldado, agente y capitán destacado de la rama judicial de este país. Ruedo los ojos. Y el chico es también una jodida desgracia.Su padre pagó carísimo para que los investigadores se deshicieran del expediente de investigación del caso y de las pruebas. Yo pagué aún más caro para que me las entregaran.—No quiero equivocaciones con esto, Stefan —advierto— Es ahora o ahora, y no voy a descansar hasta que no le pese todo lo que ha hecho.—Tú solo ordena y yo obedeceré —afirma mi sobrino, dispuesto a hacer lo que sea.Bien podría mandar a matar a ese niñato hijo de papi y listo, mi venganza estaría completa. Pero eso me haría ver débil y esto es la mafia, después de todo. Gregor debió saber en lo que se metía cuando intentó cubrir el crimen de su hijo.Comprendo perfectamente por qué lo hizo. ¿Qué es lo que más duele? «La familia» Y por ese sendero va encaminada mi venganza.Realmente no me duele la muerte de Myla. Entre ella y yo hacía tiempo no existía nada remotamente romántico. Pero es mi deber tomar venganza por lo que le hicieron.Saco la fotografía de la madre y el padre del asesino. Poniendo especial atención en quemar los contornos de sus rostros con mi cigarro. Enviando un claro mensaje a mi ejecutor.—Mátalos a todos— mascullo.Stefan asiente.—¿También a su hermana?Elevo una ceja.—¿Tiene una hermana?—Así es. Ostenta el grado de teniente en el ejército. Su info está toda allí — señala a los archivos con su índice, pero estoy astiado. No quiero ver la cara de un desconocido más.—A ella también. No dejes sobrevivientes.— mi orden es final.—Como ordenes.Stefan sale y lo sigo. Se va a reunir el equipo de ataque y yo me regreso al salón.Los padres de Myla lloran desconsoladamente. Al menos las lágrimas de ellos son reales. A pesar de que su hija y yo llevábamos un par de años separados, ella aún era mi esposa y mi responsabilidad legalmente por eso pagué para que este servicio fúnebre se llevase a cabo aquí en mi casa. Estoy comenzando a arrepentirme de ello.Si hubiéramos realizado el velorio en la iglesia, como era mi plan inicial, a estas alturas ya se habría realizado el entierro. Pero, mis suegros son gente importante aquí en Bulgaria.Su hija era una perra mentirosa y drogadicta, pero era mi esposa. Con tal de apaciguar a sus padres he montado este circo penoso.No tengo otra opción,más que permanecer aquí y aguantar un par de horas más de lloriqueos hipócritas y condolencias que me importan una m****a.***Viktoria:Mi casa es una prisión y mi vida un desastre.Ante todos pongo una fachada feliz y despreocupada, pero me siento miserable, ya que cuando no estoy siendo vigilada, estoy siendo regañada, tachada de tonta o inútil y criticada.Subo a mi alcoba. Con veinte y dos años no tengo los mismos grados que ostentan mi padre y mi hermano. Sujeto la foto familiar que tengo en el escritorio. A los veinte ya mi hermano logró subir de grado al puesto de capitán y mi padre es comandante desde esa misma edad. ¿Y yo?Bueno...soy mujer. Y ese es mi mayor defecto a los ojos de mi padre.No importa que yo sea la mayor, ni cuánto me esfuerce, según él solo soy una irresponsable que quiere divertirme todo el tiempo. Mi apellido pesa sobre mí como una piedra de molino.Hace unos días me salí de todas las redes, huyendo del modo de diversión de mis amigas ,ellas salen de fiesta y yo me encierro. Mis padres me sacaron de la academia militar y me obligaron a tomar un año sabático lejos del ejército.—¿Saliste sin los escoltas? —Mi madre irrumpe en mi alcoba.—Llevaba días encerrada... Y no, no comprendo a qué viene tanta precaución, ¿o es que estamos en peligro y no me lo han dicho? Recuerda que soy una teniente con entrenamiento militar especial que sabe defenderse.—¿Y? —se molesta— Viktoria, ya te dije que por este año...—¡Pues no me parece justo! —le hago frente— ¿Qué es lo que está sucediendo,mamá? Me estoy muriendo de aburrimiento aquí adentro.La rabia me agita el pecho.—¡Soy joven y tengo un mundo por delante! —me quejo— No soy una niña. Si estamos en problemas, yo puedo ayudar ¡Dejen de mentirme!Mueve la cabeza en señal de negación.—¿Mentirte? No hay nada que contar. Ya sabes que tu padre recibió amenazas y ha tomado estas medidas. ¿No te das cuenta de que todo es por tu bien?—¡Pues no lo quiero! —replico— ¡Me niego a este maldito cautiverio!Me echo en la cama, negandome a seguir escuchando sus mentiras. Sé que algo anda terriblemente mal, pro no confían en mi lo sufiente como para contarme. Lorena, mi madre, prefiere irse. Mamá tiene la mala costumbre de castigar a sus hijos con el látigo de la indiferencia y de seguro no me hablará en lo que queda de la semana.Mantengo la mirada en el techo el resto de la tarde. La noche llega con lentitud pasmosa a Sofía, la capital de mi país y mi padre me grita desde la escalera que se irán a un evento de esos para gente estirada y que si no quiero perder la piel de la espalda mejor me quedo en casa. Me echo la cabeza en la almohada.«Mi vida es un asco»Extraño la academia, extraño a mis amigos y mi libertad.El móvil me vibra y lo alcanzo de mala gana.—¿ Qué quieres? —contesto.—¡Vicky! —grita mi amiga Svetlana al otro lado— Tienes diez minutos para estar aquí.—Estoy encarcelada. El comandante Gregor Vladimir me acaba de dejar claro que si salgo me azotará.—¡Al diablo! —chilla otra vez— Hay una mega fiesta de Halloween en un glaciar y el amigo del primo de un cuñado de un conocido del comando nos va a llevar en una avioneta.—¿Quién?— No pienses. ¡Solo trae tu culo y un disfraz a mi casa! Sabes que tenemos aeródromo —sigue gritando— ¡Todos los del comando estarán en la fiesta!Me muerdo los labios «Amo irme de fiestas» Quiero razonar peroooo...—¿Te vas a quedar como el pedazo de cebolla que todos olvidaros en la nevera? —me regaña mi amiga— ¡Hay barra libre para las mujeres!Me asomo en la ventana ¡Oh Diablos! No debería, pero... ¿y que? Si voy y me castigan da igual. El peor castigo ya lo estoy viviendo. Este encierro me está volviendo loca.—Es una fiesta de disfraces.—No se vayan sin mí —exijo antes de colgar.Empaco mi maquillaje, busco uno de mis vestidos más locos y mis zapatos. «Me disfrazaré de prostituta, eso seguro fastidiará a mi padre»No tengo rastreador por el momento ya que el último me causó un brote de rash en el brazo y me lo quitaron mientras llega el nuevo, por ende, mi padre no podrá encontrarme.Me engancho la mochila planeando el escape, ¡Fiesta de Halloween, aquí voy!Stefan: —Esta costumbre norteamericana es pura basura —protesta Salman, quien está de pie a mi izquierda. Contemplo en silencio el enloquecido ambiente de la fiesta de disfraces en la improvisada discoteca que está en medio de un jodido glaciar. Han instalado una especie de carpa en forma de domo y según me informaron hay gente que ya lleva una semana aquí. Salman viene de una familia muy estricta y apegada a las costumbres, es el hombre de confianza de mi tío y él le pidió que me acompañe a esta misión. Se que está aquí para medirme, mi tío confía en mí pero no está convencido de que puedo tomar su lugar.Ya que no tiene hijos varones y su esposa acaba de morir, por el momento soy su único heredero. —Creí que solo los clubes de la Mafya eran tan liberales — comenta Salman, llevandose el cigarrillo a los labios y liberando una nube de humo. Hay sitios especiales para los que buscan un poco de privacidad, las mesas cuentan con cortinas que al correrse, las convierten en sectores pri
Viktoria: Tengo una resaca que tal parecería que se me parte el cráneo en dos. Han pasado dos días desde que perdí la virginidad con aquel desconocido en esa jodida fiesta. A decir la verdad, no fue tan malo. Realmente no recuerdo mucho. Solo que él llevaba un pasamontañas y me tocaba de forma sexy. Cuando desperté, estaba sola y desnuda en el privado. Tenía su cinturón enroscado alrededor del cuello y me sonrojé. Sé que hay gente a la que le gusta esa cosas sadomasoquistas, y es una pena que no logré emrecordsr más de lo borracha que estaba, porque de seguro no hicimos el amor románticamente, como en las películas. Me muerdo el labio. ¿Qué puedo decir? Creo que estoy medio enamorada de aquel desconocido. Es una lástima que minutos después que me vestí, los hombres de mi padre me sacaron de allí y me trajeron a la academia. Solo me preocupé por tomar la pastilla del día después, porque ni siquiera recuerdo si él usó condón o no. —¿Y estás segura de que era candente? —pregun
Viktor Ivanov: Contemplo al búlgaro con una ceja levantada.La última vez que los Ivanov habíamos tenido problemas con los Volka fue incluso antes de yo nacer, hace demasiados años. Cuando Alexis, mi padre había cobrado una venganza pública por la ofensa e intento de chantaje de Vladimir, el tonto que creyó que podía avergonzar a un Ivanov en su propio territorio. —O sea, que deseas seguir los pasos de tu tío, ¿no Yannek?— interrogo a mi huésped. Él se limita a recorrerme con su verde mirada. — Seamos francos, Ivanov. Gran parte del imperio de la Hidra se ha levantado con nuestras drogas. Sin el brazo de Bulgaria, Rusia es solo fuerza bruta y armamentos. Comprimo los labios, evitando sonreír. Hacía años que no me amenazaban y esto se me hace divertido. —¿Quieres ser enemigo de la Hidra, Volka? Adelante...no te detendré, ni siquiera te advertiré sobre las consecuencias. Sabes cómo operamos. —No me amenaces, Viktor — masculla él, poniéndose en pie — a otro podrías intimidarlo,
Actualidad:Viktoria: El almuerzo de hoy es horrible, la cena ni se diga y el dejar ambas comidas intactas me obliga a buscar un abrigo para intentar salir en busca de alguna cosa que despierte mi apetito .—¡Hey ¿Qué haces?! —me detiene Jules, alarmada mirando con los ojos desorbitados que estoy de pie en el humbral de la puerta abierta.—Voy por pizza ¿Te traigo algo?Me toma del brazo, tirando de mí y devolviéndome a la sala. —Ya son más de las ocho.—¿Y?Cierra la puerta y corre a cerrar las cortinas, como si se fuera a colar algún demonio porque las cortinas estubieran abiertas. —No estamos en Moscú para hacer turismo, y no salimos en la noche. Además, el clima es terrible y lo mejor es quedarse en casa —indica— Acostumbrate, y el encierro se te hará más llevadero así, lo prometo. La seriedad con que habla me obliga a hacerle caso. Ella asegura la puerta, pasando hasta tres cerrojos diferentes y yo me dejo caer en el sofá. —Sé que estar aquí es algo desesperante para mucho
Viktoria:La mujer sentada en una silla frente a mi cama habla, habla y habla, y no comprendo qué es lo que me está diciendo. Miro a mi alrededor y me duele incluso pestañear.Con delicadeza, toco el doloroso aumento de volumen en mi frente. «¡Auch!»¿Qué me sucedió?Muerdo nerviosamente la cutícula de mi dedo pulgar.No recuerdo qué sucedió.Solo sé que estaba empacando mis cosas para ir con unos amigos a una fiesta de Halloween en un glaciar, pero luego abrí los ojos aquí, en este hospital. ¿ Cómo demonios llegué a Rusia?Porque no soy tonta. No comprendo el idioma, pero sé que estoy en Rusia.—Señora— sollozo, temiendo lo peor y aferrándome de sus manos, nerviosamente—¿Qué sucedió?¿Dónde están mis amigos?La agente no parece comprender y mis temores se acrecentan, casa segundo es más posible que el jet en el que íbamos se accidentó y por algún extraño evento yo sobreviví. Me recorre un escalofrío, desvio la mirada, posandooa en los cristales de la puerta y me quedo de piedra.«
Stefan: Es como si se la hubiera tragado la tierra. ¡Maldición! Por más que intento encontrar a mi víctima, la chiquilla de ojos azules no aparece. No quiero aceptar mi derrota, porque de acerlo, tendría que explicarle a Yannek que fracasé porque me desconcentré a causa de un coño. Ha pasado un mes y medio desde lo del glaciar, mi tío fue de Rusia a España y la jodida puta no aparece. Mi tío no me ha contado todos los detalles, pero sé que está jugando un juego peligroso. Ponerse abiertamente en contra de los Ivanov es convertirse en una diana ambulante. Hace dos días un soplón me vendió una información que espero me aporte frutos. Según el informante, Viktoria Gregorevna se encuentra en una casa segura, oculta. Al parecer, el general Gregor Vladimir, su padre, antes de morir ideó estrategias y creyó que podría mantenerla a salvo. Esta vez, me encargaré solo de este asunto. Salman está ocupado con lo que sea que está haciendo mi tío en los laboratorios. Sin gente que joda
Viktoria: Aunque creí que el empresario respondería redondamente que no a mi petición de empleo, gracias a dios mis tretas han surtido efecto.y mis esfuerzos han sido recompensados. —Sus obligaciones incluyen cuidar a las tres hijas del señor Volka, ayudarlas con sus tareas mantenerlas ocupadas en la tarde— me anuncia el abogado, vía telefónica — tenga en cuenta, que deberá encargarse de ellas solo por los próximos nueves meses que durará el actual curso escolar. Tiempo tras lo cual, serán enviadas a un internado. « Pobres criaturas » Mientras crecía, mis padres también me enviaron a internados y sé de primera mano lo que les espera. —En cuanto usted llegue aquí a Bulgaria, firmaremos el contrato para su empleo.— continúa él, yo me limito a asentir.—Es importante, que usted mantenga una conductora y actitud decorosa todo el tiempo en que trabajará para mi cliente. El señor Volka es viudo, perdió a su esposa en un trágico accidente hace muy poco y además su sobrino convive con él,
Yannek:Su llanto me despertó.A decir verdad no debí dormir mucho porque ni bien había puesto la cabeza sobre la almohada, la escuché llorar. Al principio creí que se trataba de una de las niñas, pero cuando salí al pasillo supe que el llanto provenía de otra habitación.Tomé el pomo en mi mano e intenté abrir, eso solo me ayudó a percatarme de que la puerta estaba cerrada con llave.Arrugué el entrecejo.« Es llanto de mujer, y está en una habitación de huéspedes. Solo puede ser la niñera nueva»Con calma, entré a la habitación de las niñas y busqué en la oscuridad un pequeño broche de c cabello gasta que lo encontré.Regresé al pasillo, introduje el broche en la cerradura y forcejié hasta que la puerta cedió.—¿Está usted bien, señorita?— interrogué, mientras entraba y una ráfaga de aroma dulce y cuerpo tibio se me vino encima, temblando y sollozando.—Él quiere asesinarme— lloriqueó en inglés, intentando empujarme fuera de su camino en un vano intento por escapar. Ahora bien, sé