#5:

Actualidad:

Viktoria:

 El almuerzo de hoy es horrible, la cena ni se diga y el dejar ambas comidas intactas me obliga a buscar un abrigo para intentar salir en busca de alguna cosa que despierte mi apetito .

—¡Hey ¿Qué haces?! —me detiene Jules,  alarmada mirando con los ojos desorbitados que estoy de pie en el humbral de la puerta abierta.

—Voy por pizza ¿Te traigo algo?

Me toma del brazo, tirando de mí y devolviéndome a la sala. 

—Ya son más de las ocho.

—¿Y?

Cierra la puerta y corre a cerrar las cortinas, como si se fuera a colar algún demonio porque las cortinas estubieran abiertas. 

—No estamos en Moscú para hacer turismo, y  no salimos en la noche. Además, el clima es terrible y lo mejor es quedarse en casa —indica— Acostumbrate, y el encierro se te hará más llevadero así, lo prometo. 

La seriedad con que habla me obliga a hacerle caso. Ella asegura la puerta, pasando hasta tres cerrojos diferentes y yo me dejo caer en el sofá. 

—Sé que estar aquí es algo desesperante para muchos, pero... —duda antes de seguir— es la única opción, al menos para mí. De lo contrario moriría ahí fuera. 

—Lo sé. Lo siento. 

Subo a mi habitación, y me coloco el pijama mientras la casera se mueve por la cocina,  al rato Jules sube, trayendo una bandeja con galletas y un té para mí. Sacudo mi cabello antes de recogerlo en una coleta. Me acerco a la bandeja, tomando el té amargo con lentitud en lo que intento endulzarlo con las galletas. 

—Deberías cortarlo —susurra Jules, buscando unas tijeras en una cajonera— y teñirlo de otro color, así serás menos reconocible. Sé hacerlo, si quieres puedo ayudarte en el cambio de look. 

Claramente no le dejaré hacer eso.

—Eh, gracias pero no —contesto con educación.

Aprieta las tijeras nerviosamente en sus manos, reparándome de nuevo.

—Duerme bien y no me apuñales con eso, por favor — susurro. 

Me meto bajo las sábanas dejándola con las tijeras en la mano, la siento inquieta y me quedo con las dudas.¿Será que está sufriendo un ataque de nervios o qué?

—No me dijiste cómo te ganabas el dinero —comento mientras me acomodó sobre las almohadas. 

—Trabajo por Internet, en la sección de atención al público de f******k —contesta con un tono agrio.

A la mañana siguiente, ni ella ni la casera están a la vista. La casa está desierta y hay una nota pegada al refri que me anuncia que salieron a comprar víveres con los que rellenar la despensa. 

En una cajonera hay películas, en un estante hay libros...pero no soporto quedarme aquí dentro ni un minuto más. Tengo algo de dinero en efectivo y se me antoja una pizza desde hace días. 

Si la casera y Jules pueden salir sin problemas, ¿por qué yo no? 

Salgo con las manos metidas en el abrigo y con cada paso que doy más me convenzo de que este lugar es un asco, parece que estuviera en el distrito mas marginal  de alguna película de ciencia ficción. Las personas mantienen las cortinas de sus casas cerradas, desaprovechando la luz diurna y ancianos mendigando por todos lados es lo que más me encuentro.

Sia inunda mis oídos con su voz,mientras camino por la acera:

«I put my armor on, show you how strong I am

I put my armor on, I'll show you that I am

I'm unstoppable

I'm a Porsche with no brakes

I'm invincible

Yeah, I win every single game

I'm so powerful

I don't need batteries to play

I'm so confident

Yeah, I'm unstoppable today...»

Cierro los ojos y respiro profundamente, sintiendo algo por primera vez en lo que parece una eternidad, cruzo la calle y...

El impacto que recibo me pone a pitar los oídos y temo que moriré, porque lo último que ví fue un coche negro viniendo directamente hacia mí. Y luego...nada.

Yannek:

Luego de mi entrevista con Víktor Ivanov tomé mi propio coche y despedí a mi escolta. El ruso tiene mucho en qué pensar, pero conociendo lo orgullosos que son los de su clan, sé qué desición tomará.

Doblaba en una esquina, ascelersndo, porque amo la velocidad cuando de la nada se metió en mi camino una chiquilla y ...

—Proklyatie!( ¡Maldición!)

No pude frenar a tiempo. El parabrisas de mi coche chocó con ella, lanzándola por los aires. Y por unos minutos pensé en ascelerar y salir huyendo de allí.

Entonces, me golpeó lo irónico de aquella situación. No hacía mucho yo había ordenado el exterminio de toda la familia de un imbécil precisamente por hacer aquello mismo, precisamente por chocar a una mujer con su coche y salir huyendo.

Me bajé del porche deportivo y con rapidez tomé el cuerpo aún tibio de la chica y corrí por la carretera, rumbo al hospital más cercano.

Concideré llevarla al San Pietro, en el hospital de la Mafya la habrían atendido sin hacer preguntas, pero no me pareció prudente. Si estoy a punto de comenzar una guerra con los rusos no es prudente que me relacionen con una persona inocente. 

Matarían a la chica solo porque creer que tiene algo que ver conmigo.

Llegando al hospital, grito por ayuda. Los médicos corren en mi dirección y la dejo en una camilla, a cuidado de los intensivistas.

Ahora podría simplemente irme y regresar a Bulgaria, olvidandome de  todo este jodido incidente, pero...

—El impacto le provocó el estallido del bazo. La chica está bastante mal golpeada, señor— me informa uno de los hombres de mi escolta— Está en el quirófano ahora, siendo operada. Y los médico han llamado a las autoridades. La policía  vendrá en breve a pedirle sus declaraciones.

Asiento. 

Este asunto se está complicando cada vez más y sí,  lo resolvería todo con facilidad si me largara ahora mismo, pero no soy hombre de huir. Eso solo lo hacen los cobardes.

***

—¿Qué es lo último que recuerdas, cariño?— la agente la interroga pero la chica no parece comprender. 

— ¿Puedes decirme tu nombre?— insiste la agente, pero la muchacha la contempla con el ceño fruncido, es obvio que está perdida. 

Han pasado dos días desde su operación, y aunque se está recuperando favorablemente las autoridades están preocupadas porque nadie la ha reportado como desaparecida o venido a buscar al hospital luego que se teansmitiers un boletín con sus datos. 

—La víctima no cuenta con identificación, así que solo mostraron su fotografía pero nadie ha venido a reclamarla— comenta a mi lado  mi abogado. 

No son estrictamente necesarios sus servicios, porque las cámaras de tráfico mostraron sin lugar a dudas que ella prácticamente se lanzó sobre el parabrisas de mi coche, pero le pedo venir desde Bulgaria por precaución.

— ¿No tiene familia?— murmuro, contemplándola. 

— No es rusa, señor. Al parecer es extranjera. Todo indica que entró al país hace muy pocos días con un pasaporte norteamericano.

—¿Es norteamericana?— insisto.

—Eso parece— mi abogado mira unos datos en su celular y luego me mira a la cara — Melanie Saxs. Ese es el nombre en su pasaporte. Entró al territorio ruso como turista.

—Mh...por eso no comprende cuando le hablan. Seguramente no entiende el ruso. Ayudemos. A ver si en algún momento logramos regresar a Bulgaria. Acércate a la agente y pídele que le hable en inglés. 

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