Viktoria:
Aunque creí que el empresario respondería redondamente que no a mi petición de empleo, gracias a dios mis tretas han surtido efecto.y mis esfuerzos han sido recompensados.
—Sus obligaciones incluyen cuidar a las tres hijas del señor Volka, ayudarlas con sus tareas mantenerlas ocupadas en la tarde— me anuncia el abogado, vía telefónica — tenga en cuenta, que deberá encargarse de ellas solo por los próximos nueves meses que durará el actual curso escolar. Tiempo tras lo cual, serán enviadas a un internado.
« Pobres criaturas »
Mientras crecía, mis padres también me enviaron a internados y sé de primera mano lo que les espera.
—En cuanto usted llegue aquí a Bulgaria, firmaremos el contrato para su empleo.— continúa él, yo me limito a asentir.—Es importante, que usted mantenga una conductora y actitud decorosa todo el tiempo en que trabajará para mi cliente. El señor Volka es viudo, perdió a su esposa en un trágico accidente hace muy poco y además su sobrino convive con él, bajo el mismo techo. Se espera de usted que mantenga sus distancias y se comporte de manera decente todo el tiempo.
Libero un gruñido interior.
« ¡Misogenos de m****a! Como si fueramos nosotras las mujeres las únicas que nos comportamos de forma indecente»
— ¿Hay alguna cosa en particular que desee saber con respecto a su nuevo empleo, señorita Saxs?
—Sí. Quisiera saber...¿ en qué ciudad está localizada la mansión del señor Volka? Y además, ¿ se me dará algún día libre?
El abogado me contempla perplejo a través de la videollamada.
—¿No le preocupa su sueldo, señorita?
Tragó en seco. ¡Mierda! Acabo de cometer un error de novata. Me doy una patada mental, e intento que no se note el temblor en mi mano.
—Sí, por supuesto pero...— balbuceo.
—Es comprensible, que siendo usted tan joven e inexperta priorice saber en qué ciudad ha de vivir y si se le dará ocasión para salir e ir de compras...
Él habla y yo tragó en seco. Es preferible quedar como la tonta inexperta, y no que sospeche que quiero escapar en cuanto tenga la menor oportunidad.
—Bien, para su información, el señor Volka vive en Sofía, la capital del país al que usted vendrá dentro de poco. Se le dará libre los domingos y se le pagará mil euros.
«Maravilloso»
Me limito a sonreír, porque hablo, podría delatar mi enorme felicidad. Después de casi dos meses de estar encerrada en este hospital y de no poder averiguar nada sobre el paradero de mis padres y hermano, finalmente, gracias al empresario, regresaré a casa.
***
Es tan tarde que el mundo me da vueltas. Del hospital me recogieron en un jet privado que me trajo directamente aquí.
Creo que fui demasiado ingenua, al esperar que mi nuevo empleador estuviera en la casa para recibirme. No lo está. Según me contó la mujer que me contempla como si yo fuese una vil cucaracha, a la que hay que aplastar sí o sí.
—Escuchame bien, zorra, Yannek es mío, ¿me comprendes?— la mujer ni siquiera me ha dicho su nombre y me ha saltado directamente a la yugular, como si ella fuese una perra rabiosa— no te quiero rondando cerca de él, porque si sospecho lo más mínimo, te mataré y te enterraré en el jardín.
Me da la espalda y se marcha, y yo me quedo de piedra en el salón.
¿Qué demonios le pasa a esa mujer?
Una de las sirvientas viene, se ofrece a llevar mi equipaje y yo, pretendo no comprender lo que me dice al tiempo que le muestro el bolso que traigo.
Al parecer, era la única pertenencia que llevaba conmigo cuando Yannek me chocó.
La mujer amargada se asoma desde el segundo piso y le ordena a la sirvienta ponerme en una habitación específica.
La sirvienta la contempló con expresión asustada, pero la obedeció.
Me resultó extraña aquella orden, sin embargo, estaba tam cansada, que no puse peros y acepté la habitación. Cayendo instantáneamente dormida.
***
Durante la madrugada, desperté sobresaltada, al escuchar que se abría y cerraba la puerta y que alguien se sentaba bruscamente al borde de mi cama.
—Habla, ¿quién eres?— masculló, una voz terrible a mi lado, mientras una mano de hierro se cerraba alrededor de mi cuello.
Temo por mi vida, no lo voy a negar. Si agarre era brutal, ¡y estaba asfixiandome!
—Soy, soy...— balbucié, sintiendo que se me iban la luces. Pero con mis últimas fuerzas, alcancé a gritar: — ¡la niñera!
De un momento a otro, me soltó, e instantáneamente prendió la luz de la habitación.
El joven frente a mí era innegablemente hermoso. De piel blanca, rasgos afilados, cabellera castaña oscura y larga por los hombros. Sospecho que tendría alrededor de treinta años y por lo dilatadas de sus pupilas supe, que estaba drogado.
—Viktoria Gregorevna...—susurra, caminando alrededor de la alcoba haciéndo que se me comprima el corazón al escuchar mi nombre completo— sabía que tu fantasma vendría a atormentarme. Siempre regresan a mí aquellos a los que he asesinado.
Arrugo el entrecejo.
«Ok, a lo mejor la droga lo tiene alucinando, pero eso no explica como es que sabe mi nombre»
—Puedo cambiarme de habitación, si quieres —ofrezco, acariciando mi cuello con lentitud.
Como que el ambiente se puso raro y termina empeorándose la situación,cuando noto que merodea la cama, observando mi atuendo con curiosidad.
—¿Quién eres? —interrogo, porque está tan cerca que su aroma llega hasta mí y me resulta extrañamente familiar.
—Soy tu peor pesadilla —contesta.
Veo que mis zapatos están donde los dejé, junto a la mesita, asi que me los pongo bajo su atenta mirada, mi mente me advierte que es una amenaza y su forma de mirarme asegura que en cualquier momento me saltará encima y me arrancará la bata de dormir. ¿Para que ser modesta? Sé que mis atributos no son fáciles de ignorar y, lamentablemente, en esta situación ser atractiva me traerá más problemas que logros .
— Entonces, ¿me cambio de habitación, mi peor pesadilla? —inquiero poniéndome de pie.
Eleva un hombro ante mi cercanía.
—¿Cuál es tu nombre?— indago, porque mi cuerpo entero grita a este sujeto lo he visto antes aunque mi mente no sabe dónde.
—Heredero, cachorro de león, asesino —contesta, con un destello burlón en su mirada— Dime, ¿Cómo es el reino de los muertos?
Me tenso por completo a con lo último que me ha dicho, porque su seriedad es evidencia de que esto no es un juego, señala la puerta y afuera hace un frío terrible .
Sale, caminando por delante, mientras abrazo el bolso que contiene mis míseras pertenencias.
Nos acercamos a las escaleras y lo único que anhelo es cruzar el umbral de la puerta principal, huir, desaparecer de aquí y poder regresar a casa.
Subimos al segundo piso y él abre una puerta, es otra habitación en la que me permite entrar, pero luego cierra la puerta y la asegura con llave, desde afuera. Dejándome encerrada.
—Te quedas aquí hasta mañana—empieza, helándome la sangre— cuando se me pase el efecto de la coca regresaré para saber si eres una alucinación de mi mente o si realmente eres una perra de carne y hueso.
Me muerdo las uñas. ¿Que carajos está pasando aquí?
—¿Qué quieres? —pregunto, temiendo que ya sé la respuesta.
—Tu muerte.
Yannek:Su llanto me despertó.A decir verdad no debí dormir mucho porque ni bien había puesto la cabeza sobre la almohada, la escuché llorar. Al principio creí que se trataba de una de las niñas, pero cuando salí al pasillo supe que el llanto provenía de otra habitación.Tomé el pomo en mi mano e intenté abrir, eso solo me ayudó a percatarme de que la puerta estaba cerrada con llave.Arrugué el entrecejo.« Es llanto de mujer, y está en una habitación de huéspedes. Solo puede ser la niñera nueva»Con calma, entré a la habitación de las niñas y busqué en la oscuridad un pequeño broche de c cabello gasta que lo encontré.Regresé al pasillo, introduje el broche en la cerradura y forcejié hasta que la puerta cedió.—¿Está usted bien, señorita?— interrogué, mientras entraba y una ráfaga de aroma dulce y cuerpo tibio se me vino encima, temblando y sollozando.—Él quiere asesinarme— lloriqueó en inglés, intentando empujarme fuera de su camino en un vano intento por escapar. Ahora bien, sé
Yannek: Kyla da un fuerte puñetazo sobre la mesa y acto seguido se pone en pie, bruscamente.—¡No lo permitiré!— chilla histérica — ¡no permitiré que esa perra sarnosa que has recogido de la calle ocupe el lugar de ni hermana!Comprimo el mentón, y con lentitud unto de mantequilla la tostada que tengo justo delante.—Calma tus exabruptos, Kyla. No estoy poniendo a nadie en el lugar de tu hermana.—¡Mientes!— explota, senalándome con un dedo, tiembla de manera tal que parece una desquiciada — llevas años deseando meter a otra mujer en esta casa, Yannek. No me creo ni una palabra de lo que nos contado con respecto a esa forastera.¡Y quiero que saques a esa zorra de aquí inmediatamente!Chasqueo la lengua, reclinándome en mi silla y dejando de lado la tostada. Este escándalo me ha quitado el apetito.—Escúchame, si no te gustan los empleados que contrato es tu problema. Y además, nadie te pide que permanezcss en esta casa Kyla. Dices que llevo años queriendoeter una mujer en esta casa
Viktoria: El silencio de la noche es absoluto excepto por algún que otro quejido de dolor de cualquiera de los prisioneros. El castigo de dejarme sin comida creo que ha llegado demasiado lejos porque no parece una simple tortura, sino más un bien un medio para matarme. Llevo cuatro días sin probar alimentos. «¿Y si me muero de hambre?» Me abrazo a mi misma « No me quiero morir sin haber descubierto qué pasó con mis padres, y con mi hermano» Despierto de medio lado,cubierta por el viejo colchón que a duras penas me mantuvo caliente durante la noche. Me quedo en silencio y con la mirada fija en la pared. Noto que la noche ya pasó otra vez y con él se que me traerá más angustia. El sonido de la reja hace que me tense, y una persona entra a la celda, esta se acuclilla a mi espalda y pone syscdedis en mi yugular, como si deseara saber si estoy viva o no. — Es una verdadera pena— escucho su suspiro, cargado de ironía y el movimiento de su cuerpo, porque termina por acomodarse a mi
Yannek: Vuelvo a darle otra calada a mi habano. Mis hombres agarraron a la chica y la mantienen custodiada nuevamente en el calabozo. Estefan está también encerrado, pero en su habitación, esperando a que pasen los efectos de la droga que se metió. Eso es lo único que no me gusta de mi sobrino. Nosotros los Volka siempre vendimos la droga, nunca fuimos quienes la consumíamos. —Voy a intercambiar unas palabras con la prisionera—comunico, mentalizándome a interrogarla y no a matarla yo mismo de una vez. Salman me acompaña durante parte del camino. Ciertos asuntos me habían mantenido en los laboratorios por más tiempo del debido y ahora todo en casa es un horrible caos. Está vez, Kyla es prudente y se queda. Yo me dirijo hacia afuera, por sobre la nieve y en dirección al calabozo. Recorro el trayecto en silencio, dejando a Salman en la entrada para que le dé órdenes a los guardias. Abren las puertas y mis oídos captan el jadeo de dolor que acaba de liberar la prisionera
Yannek: Permanezco encerrado en mi despacho hasta tarde y luego, en la madrugada me voy al segundo piso, a encerrarme a mi alcoba. La tarde, la noche y la jodida madrugada han sido un infierno. Recordar ees culo redondo y enrojecido por mi azote vuelve a formar un bulto en mi pantalón, «¡Maldita hija de puta!». Me quito la ropa, de pronto me siento claustrofóbico, y lleno mi vaso de whisky, «Tengo 45 años y ella es una putita que ni siquiera ha cumplido los veinte tres» «¿Qué es lo que me molesta?» El no saberlo con certeza me agita, enfurezco dejando el licor de lado. Me voy a la ducha y apoyo las manos en la pared, «Es solo un interés pasajero». Pensar en que no sabemos con exactitud dónde está el cabron de Velkan me eleva la cólera. Inhalo una bocanada de aire cuando la imagen de su hermana semidesnuda e indefensa me invade la mente, y al salir después del duchazo frío vuelvo a tomar el vaso, lidiando con las ganas de saber qué tan rojo puedo ponerle el culo con una zurr
Yannek: De la ensalada pasa rápidamente a pellizcar el pollo. Repite la acción comiendo pequeños pedazos y trata de acomodar el resto encima para que no se note, cosa que me causa gracia y suelto la baranda, yendo en busca de la escalera sin perder de vista su travesura. El sonido de mis pasos hacen que se voltee asustada con los labios abiertos , y pegándose al escritorio. Cómo queriendo fundirse con la madera con tal de escapar. —Lo siento señor —susurra avergonzada—. Disculpe... Yo traeré otra comida para usted. Trata de huir y me muevo impidiéndole el paso, es casi tan alta como yo, y eso en vez de intimidarme me prende aún más. Mi sombra la cubre y vuelve a dar otro paso atrás, pero atrapo su muñeca dejando claro que no debe moverse. Mi verga se endurece al observar que se le sonroja toda la cara, sus ojos son tan vilmente hipnóticos y hechiceros que se me olvida que es una cría y vuelvo a tirar de nuevo obligándola a dar un respingo. —En verdad lamento haber probado su c
Stefan:—No tienes que repetirlo, ya lo sé —Kyla se cruza de brazos en actitud petulante —. Solo no quiero que cuando nos veamos rodeados de agentes digan que no se los advertí.Haz algo Yannek, que tu heredero deje de drogarse y se aparte de esa perra —Ella no es tu problema, Kyla — interviene mi tío. —Es peligrosa —advierte ella —. Lo último que necesitamos ahora es que se nos vengan encima el ejercicio, ya tenemos que concentrarnos en cosas importantes, y si ella en algún momento va a morir no vale la pena perder el tiempo.—Es mi asunto —pongo distancia—. Asunto que por el respeto que te tengo no discutiré contigo.—Lo vas a lamentar.—La única que se lamentará será ella —prometo—. Tú despreocúpate que una vez más demostraré porqué con los Volka nadie debe meterse.Kyla no oculta el descontento que le causa mi respuesta y termina enrojeciendo, mientras yo procuro poner mis pensamientos en orden. —¿Ves como me habla? —le reclama a mi tío— Pasas todas estás cosas por alto solo porq
Stefan:Prometoi pensé en hacerla tomar una ducha, pero luego concuderé que un baño caliente en la tina sería mejor. —Dime la verdad, ¿mi tío te está molestando?—Molestarme, ¿como?—Quiero decir, su ha intentado tocarte de firma inadecuada.—¿Los golpes y los empujones cuentan?—No.—Pues entonces no.Me relajo un poco, tomando la esponja y comenzando a enjuagar su cuello y sus pechos. Disfrutando de su hermosura y sensualidad.—Ten cuidado de Yannek. Es un hombre peligroso y difícil de entender. Ya viste lo que hizo con Helga.—¿Helga? ¿Quién es Helga?—La mujer a la que liberaste del calabozo. Era su amante, o al menos eso creo. El asunto es que ella trabajaba en los laboratorios pero él descubrió que le estaba vendiendo información de nuestros últimos experimentos a los japoneses y a los rusos. Ya viste lo que hizo con ella. Viktoria me contempla con el ceño fruncido.—No sé todos los detalles, pero estoy convencido de que mi tío odia a las mujeres. Según he escuchado, se casó c