El Abuelo

Leandro

     Esto es lo más absurdo que he escuchado en mi vida, en vez de estar en un lugar más productivo, estoy escuchando estupideces de personas sin ningún sentido de creatividad, ni ideas.

—Leandro, ¿qué te parece? —observe a los tres seres sentados a mi alrededor, además de la persona que está parada frente a nosotros—¿De verdad quieren que les diga lo que pienso de esto sobre este proyecto o por todos los que he visto?

—Necesitamos un eslogan para la nueva producción, hay proyectos interesantes —dice Nio, es un buen relacionista público, pero su sentido de creatividad me preocupa.

       Miro a la joven sin decir ninguna palabra, ¿Por qué sigue ahí parada?

—Puedes retirarte, te estaremos llamando —ordena Aarón, mi mejor amigo y colega. Esperamos a que saliera y empieza el ataque.

—Por tu rostro debo pensar que no te agrado —interrumpe Demetry, mi querido y relajado hermano menor.

—Todos son de baja calidad y falta de creatividad —respondí.

—Leandro debes escoger, llevamos dos meses en este plan, el lanzamiento va a ser pronto y no tenemos publicidad.

—Sé que eres exigente, pero se nos acaba el tiempo, el lanzamiento está a dos pasos y no tenemos nada —menciona Aarón.

—No tengo la culpa que todos lo que se presente sea una mediocridad, parecen diseño de escolares.

—Nos dejan a solas por favor —les pide Demetry.

  

 Una vez nos dejan solos inicia la fase de convencimiento.

—La exigencia es importante, pero no puedes flexionar un poco el carácter, he visto algunos proyectos y son buenos, revísalos con calma.

—No me gustan, carecen de ideas, esencia, creatividad, parece una copia y pega de internet. Lo sabes.

—Algunos. —Respira profundo y continua —. Últimamente, cargas un humor insoportable y me temo que nada tiene que ver con el trabajo, pero sí con el abuelo y su insistencia de irlo a visitar.

    El tema menos agradable que podría mencionar.

—Odio ese pueblo, todo es tan retrasado, a la antigua, no me gusta perder mi tiempo. Además, no hay que ser adivino para saber que lo que quiere el abuelo es casarnos con una de esas mujeres sin criterio propio, sumisas y sin un sentido de gracia, además de hablar de la herencia, y repito. No tengo problema con que quiera dejártela a ti, a mí no me hace falta.

—El abuelo, es un romántico, dulce y está viejo, complacerlo no te cuesta nada. En cuanto a las mujeres, no las mires, ignóralas y listo, ya sabemos que tus gustos son exigentes y sofisticados y, que ya te han robado el corazón.

—Nadie me ha robado el corazón, y si hablas de aquella mujer diré que me gusta su manera de pensar, de ver la vida y otras cosas que por respeto no diré.

—Lo que hace una aventura de verano en España, dejarte embobado por casi dos años. Olvídala, y disfruta la vida.

—El día que conozcas a una mujer que te den ganas de vivir y que te caliente el alma, vas a entender. Esa mujer es mía, pero su familia es muy estricta y retrógrada, según me contó, estaba comprometida desde niña con un viejo por dinero y odia ese compromiso. Dinero, ¿puedes creer que la venden como si una persona fuera una cosa?

—Te he dicho que no me creo ese cuento, pero es tu asunto y conociéndote la vas a encontrar. Ahora, lo primordial es el abuelo. ¿Qué te cuesta ir? Despejas la mente, revisas los diseños, ves al abuelo y si surge algún problema, tenemos el internet.

—Sabes que eso no me gusta, nada mejor que algo presencial.

—No todo puede ser como tú dices, te quejas del abuelo y sus ideas retrógradas, pero tú también eres machista. No le has mostrado interés a ningún proyecto presentado por una mujer.

—Deja de decir estupideces, tenemos secretarías, ejecutivas y accionistas mujeres, pero las que se han presentado son mediocres y odio la mediocridad, hermanito.

—Ese mal humor tuyo te va a matar algún día. Hazte a la idea de que vamos a tener que ir a ese pueblo y te aconsejo que escojas de una vez la publicidad.

—Si estás tan apurado, escoge tú. Me voy a mi oficina, si sigo viendo un desastre más, me va a dar una isquemia cerebral.

—¡Qué exagerado! Y yo no voy a cargar con la culpa de algo que no te agrade.

Lo dejo hablando solo y llego a mi oficina para encontrar a Aarón con su gran sonrisa y revisando algunos documentos.

—¿No tienes tu propia oficina?

—Sí, pero me gusta más la tuya; ¿Demetry ya te hizo escoger una agencia de publicidad?

—No, nada me gusta.

—Eso es porque nada te gusta.

—En la campaña anterior hubo una agencia que presentó un proyecto muy bueno, ¿por qué no se les llamó?, así me evitaban tanta pérdida de tiempo.

—Porque no te gusta trabajar con la misma agencia dos veces y te gusta que las agencias se peleen por trabajar con nosotros.

—¿Esa agencia no presentó un proyecto?

—Presencial, no. Tal vez online, pero no estoy seguro. Ellos saben que no trabajamos dos veces con la misma agencia.

—Localízalos y deciles que tenemos un lanzamiento, que presenten un proyecto en dos semanas si quieren trabajar con nosotros y que no es seguro.

—¿Hablas en serio? No creo que se nieguen, a las agencias les encanta tu atención. Ahora, ¿qué te tiene de tan mal humor?

—Estaba pensando en Carlota. Prometió esperarme y cuando volví al hotel ya no estaba, me preocupa que su familia la haya obligado a casarse con ese viejo por dinero.

—¿Hablamos de la chica que te conquistó en España?

—La misma.

—Nunca entendí por qué hacerle creer que eras un simple camarero.

—Ella lo dedujo y yo no la saqué de su error. Era tan inocente, delicada y pura, que no quise que se avergonzara. Las muchachas humildes se cohíben con hombres como yo, aunque ella era todo menos ingenua, se sabía defender muy bien, decidida, caprichosa, celosa y muy hermosa.

—De receta como te la mandó el médico.

—El investigador que contraté para buscarla aún no sabe nada, y eso me desespera. Quiero que sepa que no jugué con ella, que tome su inocencia y luego la dejé tirada por ahí.

—Todavía me cuesta creer que hubiera mujeres vírgenes a su edad.

—Aarón, no todas las mujeres tienen una mentalidad tan abierta, además te he dicho que su familia es muy conservadora y a la antigua, eso es lo que más me preocupa, que su familia se haya enterado de que perdió su inocencia y la repudiaron; o ese viejo con el que querían casarla le hiciera algo.

—La vas a encontrar, siempre consigues lo que deseas.

—No siempre. Cuando la consiga, le diré quién soy y le daré el mundo que se merece; cumpliré todos sus caprichos. Con su fuerza detrás de toda esa ingenuidad, conquistar el mundo. ¿Puedes creer que sus padres ni siquiera le dejaron que hiciera una carrera porque estudiar no es para mujeres?

—Esa familia sí que es muy antigua, ¿de dónde son?

—No sé. Según sé, la mujer no puede estudiar, saber de negocios y mucho menos opinar delante de un hombre, es decir, para su familia la mujer no puede pensar, son objetos. Me enfurece saber la vida que tiene, me contó que tenía una hermana que era muy mala con ella, envidiosa, coqueta y que ha engañado a sus padres siendo una blanca paloma. ¿Ves por qué necesito encontrarla? Ella debe estar conmigo.

—Nunca te he visto de esta manera por ninguna mujer. Voy a trabajar y deja de pensar tanto que te va a explotar la cabeza.

                                                                         -*-

    Al llegar la noche regreso a mi oficina y encuentro a Nio.

—Leandro, menos mal que llegaste, aunque no esperaba que volvieras.

—Eso es evidente al ver tu cara de emoción, ¿qué sucede?

—Dos cosas. Las distribuidoras piden fecha de lanzamiento y tu hermano, viajó esta tarde a ver a tu abuelo. Me pidió que te dijera que no te preocupes, y que puedes viajar en la fecha estipulada.

—Mi abuelo y su terquedad, ¿tanto le cuesta vender sus propiedades en ese pueblo y venirse con nosotros?

—Los abuelos son así, como niños obstinados y tercos.

     Unos segundos después entra Aarón.

—Leandro, menos mal te encuentro. Llame a la agencia de publicidad y nos dijeron que no pueden presentar un proyecto sin una garantía mucho menos en tan corto tiempo.

—¡¿Qué?! Por eso no me gusta trabajar con empresas anteriores, se creen con derechos.

—No lo puedes culpar, sabemos que tenemos poco tiempo y aún no escoges un proyecto, eres exigente y se lo pides de un día para el otro ¾menciona Nio.

—No puedo creer que dijeran que no, ¿qué se creen?

—¿Quieres hablar tú mismo con esa empresa? Tienes mejor poder de convencimiento ¾menciona Aarón.

—Ya veremos. Mejor vayan a casa.

     Se despiden mientras llamo a Demetry, no puedo creer que se haya marchado sin decirme, dejándome todo su trabajo, el muy inmaduro.

—¿Un par de horas afuera y ya me extrañas?

—No le veo la gracia, ¿qué tiene el abuelo que te hizo irte así?

—Sorprendido de verme, al parecer se le subió la presión y el azúcar, está algo inestable. El médico le exige una alimentación balanceada, cuidados y cero estrés y preocupaciones. Pregunto por ti, le dije que tenías que trabajar, pero que venías en la fecha estipulada.

—¿Por qué le dijiste eso? Sabes que no pensaba ir, y con lo terco que es, es imposible que no se estrese.

—Vas a venir, lo veo cansado y triste, se puso muy feliz al verme.

—¿La tía que te ha dicho? Conociéndolo, tal vez es una treta para hacernos ir.

—Puede ser, pero lo extraño, así que no me molestaba adelantar el viaje a diferencia de ti.

—Te tomas vacaciones mientras yo trabajo y resuelvo tus asuntos.

—Deja el drama, que sabes que no descuido mis deberes. Cuando llegue a la casa te aviso que tiene el abuelo y hazme un favor.

—¿Cuál?

—No mates, ni despidas a nadie con tu ira, no voy a estar para controlarte.

—Si la gente no es incompetente no tengo por qué despedirlos

—Deja de ser tan psicorrígido.

—¿Cuánto tiempo te quedarás por allá?

—Hasta que vengas.

—Eso es en un mes, ¿me dejarás con todo por un mes? Increíble. Estamos por lanzar un nuevo producto de whisky y tú decides irte.

—Merezco unas vacaciones, y el proyecto es tu responsabilidad, no mía,—mejor cambio el tema.

—¿El pueblo, cómo está? ¿Ya te saltaron las damiselas?

—No he tenido el placer de conocer a ninguna, aunque el chófer casi atropella a una joven.

—¿No sé habrá lanzado al carro a propósito?— se ríe.

—Tal vez, aunque el chofer dijo que estaba ofendida y que era bastante guapa.

—Ya tendrás la oportunidad de conocerla, en ese pueblo fantasma. Me saludas a Don Juan y al abuelo.

—Leandro, sal, baila, bebé, cógete a un par de mujeres, deja el trabajo, Dios. Necesitas vivir.

—Yo vivo, no necesito estar de fiesta en fiesta para eso y te dejo. Cuidado con lo que haces.

     Colgué. Buena broma, ahora estoy obligado a ir a ver al abuelo a ese pueblo con el poco tiempo que tengo. Después de mi rutina de ejercicio y cena, decido ver todos los proyectos que enviaron por online, uno peor que el otro, uno más o menos, pero ninguno es lo que buscaba.

—¿No podrá existir alguien que haga un buen trabajo? ¡Demonios! ¿Por qué todo lo debo hacer yo?

     Veo el papel que me dejó Aarón, sobre la agencia de publicidad “L&E, llamar”. —llamar a una agencia cuando son ellos los que se pelean por trabajar aquí, ¿qué se creen?

     Observo en mi repisa el adorno del logo de la temporada pasada, es bueno, algo así es lo que quiero.

—Estúpida agencia, ¿quién se creen para rechazarnos o presionarnos? Se quedarán con las ganas.

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