DEMETRY
¿Quién diría que encontraría una hermosa mujer en un lugar como este? Porque no se podían negar las mujeres bellas que abundaban en el pueblo.
Primero, la joven que me tropecé en la calle por estar corriendo, muy simpática, callada y tímida. Luego una que otra joven en la tienda de modas, pero la señorita Messer terminó por superarlas a todas.
Pensé que me iba a encontrar con una mujer solapada, cubierta de pie a cabeza, con ropas grises y desaliñadas, y un carácter amargado como las viejitas, por cómo la describió su padre y mi abuelo esta mañana, pero no. Fue todo lo contrario, una gran sorpresa, una mujer hermosa, con una piel blanca y pecosa, con esos ojos verdes que te hipnotizan y muy bien vestida. Además, tiene una picardía inocente que me atrae, no es muy conversadora y se sonroja de nada, pero me gusta. Definitivamente, vale la pena haber visitado este pueblo.
—Creo que encontré a la mujer que he estado buscando, la que se adueñara de mi dulce corazón. —me reí al escucharme a mí mismo.
—¿Hablando solo, cariño? —Aparece mi tía como arte de magia. No sé cómo hace, pero aparece cuando uno menos lo espera.
—Pensando en voz alta. —La observo y se ve hermosa —. Vaya, qué elegancia. ¿También busca novio?— me burlé con picardía.
—Muchacho atrevido.—Me reí cubriendo mi cabeza antes de terminar con una palmada.
—Estás hermosa, tía. ¿Cómo está el abuelo?
—Bien, ya sabes que no hay quien lo detenga. Se está alistando para ir a la fiesta de los Messer y tú, deberías hacer lo mismo.
—No es tanto lo que debo hacer. Un buen traje, un buen peinado y un perfume que enloquezca a las mujeres. —Me golpea en la cabeza, esta vez sin escapatoria.
—Cuidadito, jovencito. Las mujeres de este pueblo no son como las que estás acostumbrado a tratar en la ciudad. Aquí son recatadas, calladas, muy decentes, un poco sumisas y sobre todo señoritas — hace énfasis en la última palabra—. Por lo tanto, mantente tus hormonas bajo control.
—Quién te escuche, dirá que soy un mujeriego.
—¿Y es que no es así? Yo viviré en este pueblo, pero no significa que no sepa lo que haces, al igual que el amargado y terco de tu hermano.
—Para tu información, somos todos unos caballeros. Mi corazón ha sido maltratado y pisoteado por las damas y no precisamente porque sea un patán con ellas, todo lo contrario. Al parecer, me toman como su juguete o su banco personal.
—No digas eso.
No era mentira. Con cada mujer con la que he estado había creído que era la indicada; sin embargo, me he llevado cada decepción. La última fue hace cuatro meses, creí que era perfecta, apasionada, carismática, inteligente, muy hermosa, con un carácter sumiso y al mismo tiempo caprichoso, como me gusta. Estaba listo para pedirle que fuera mi esposa y presentársela a mi familia, pero la encontré con su supuesto primo en la cama. Solo recordar me siento un idiota, tonto y humillado por no darme cuenta.
—Lo sé, pero cariño, con esa vida de fiestas y viajes, ¿cómo te van a tomar en serio?
—Tía, salir con amigos, divertirme, tomar uno que otro trago y admirar a las mujeres bellas, no me hace un mujeriego que salta de cama en cama.
—Modera ese vocabulario, aquí no están acostumbrados a ser tan abiertos. —Ruedos los ojos y me vuelve a golpear —. Y deja de hacer eso, es grosero.
—Está bien, seré todo un caballero a la antigua. ¿Quién sabe y el objetivo de mi abuelo y el tuyo de traerme aquí este ocurriendo?
—Mm. ¿A qué te refieres? Demetry Koller, ten cuidado, las mujeres de este pueblo…
—Sí, tía. Ya sé. Son castas, puras y sumisas, como las del siglo XX, y no me molestan. Dicen que detrás de una mujer sumisa se esconde el fuego de una mujer ardiente.
—¡Niño! Las cosas que tengo que escuchar. —Carcajeo de solo ver cómo se sonroja, pero igual se ríe conmigo.
—Hablo en serio. Es más, creo que ya vi a la víctima de mis encantos, o tal vez, sea yo la víctima de sus encantos, y juzgando mis antecedentes, me inclinaré por la segunda opción.
—Espera, ¿a quién viste? ¿De dónde vienes? ¿Qué estuviste haciendo, Demetry Koller?
—Nada malo. Fui a disculparme con la señorita Messer y me he llevado una grata sorpresa y satisfacción. No pensaba que una mujer tan bella, cálida y dulce se escondiera en estos rincones.
—¡Aa! Ya viste a Liah. Sí, mi niña es una joya entre las perlas. Muy hermosa, inteligente y cuidadito con ella. Lois la sobreprotege mucho y no lo culpo, pero esa joven no es para tomarla de juego.
—Y mucho menos por uno de mis nietos —. Nos interrumpe el abuelo, con una elegancia que me deja impresionado.
—Esta fiesta es digna de reyes. ¡Pero, qué pinta, abuelo! Creo que, en vez de ser yo quien salga con novia, este viejo me las va a quitar. — Mencionó y ambos se ríen.
—Deja la tontería y verte a cambiar, no quiero llegar tarde porque esta fiesta también es por tu bienvenida, lástima que el terco de Leandro no vino.
—Me tienes a mí, ¿para qué lo quieres a él? Sí, nada más mencionarle este pueblo, y parece que le fuera a dar una trombosis.
—Qué Dios, no te escuche, muchacho —se persigna mi tía, espantando los males.
—¿Todo bien con Liah? Te escuché decir que te disculpaste. —Sí. Todo bien. Me disculpé, la llevé a comerse un helado en la plaza, estuvimos conversando y luego la acompañé hasta su casa, pero no pude saludar a sus padres porque había un gran alboroto.
—¡Mi madre! ¿Estuviste por el pueblo con ella? —dice mi tía asombrada, y mi abuelo niega con su cabeza para recibir otro golpe, pero esta vez del abuelo, y pega fuerte.
—¿Eso a qué se debió?
—No puedes salir a dar un paseo por las calles de este pueblo con una joven soltera. Estarás en la boca de todos. ¡Este niño nos meterá en graves problemas!
—Ya me di cuenta de que soy el tema de este pueblo, y fui muy respetuoso con la dama, abuelo.
—Con esa sonrisa de picardía que llevas dibujada en el rostro, lo dudo. Estos dos con sus costumbres.
—Miren, no hay de qué preocuparse. Liah y yo solo fuimos a la heladería de la plaza, con el permiso de su tía, y nada más. Aunque, no diré que no me pareció una mujer atractiva y muy dulce.
—Liah, es una niña de buenos valores. Lois jamás ha permitido que salga más allá de las fronteras de este pueblo. Muchos han estado detrás de ella, pero ninguno ha tenido la suerte de tener su atención. Es muy callada, tranquila, educada para ser una perfecta esposa, es tan dócil y obediente.
—Y de seguro tiene un carácter fuerte, escondido detrás de tanta pulcritud. — Mencioné más para mí que para ellos. —Cuidado con las hermanas Messer. Demtery, es la hija de nuestro socio y un buen amigo, no quiero nada que perjudique nuestra amistad una vez más.
—¿Una vez más? —ambos se miran y luego a mí. ¿Qué ocurre aquí?
—Vete a cambiar, ya.— Ordena mi tía. — Y te informo que en la habitación de huésped está ese amigo tuyo, de aventuras.
—¿Guillermo? ¿Qué hace aquí?
—Según él, vino porque tu hermano lo envió a vigilarte, yo lo dudo. Ese nieto mío no es de supervisar lo que haces.
—Leandro no estaba contento de que viniera. Realmente, no está contento con nada que esté relacionado con este pueblo.¾Y conociendo a Guille, vino buscando aventura y vacaciones.
—Ya vete a cambiar, apura ese amigo tuyo, y dile las reglas con las mujeres de este pueblo. ¡No los quiero cerca de ninguna chica!
—Lo haré, y para que lo sepan. Me gusta este pueblo, había olvidado cómo era. Podría enamorarme del lugar y quedarme. ¾No juegues con eso, jovencito.
—No lo hago, abuelo. Siempre me ha gustado el campo, la tranquilidad y, aunque no lo creas. Las reglas de este pueblo no me disgustan, no del todo. Le cambiaría algunas cosas, pero no en cuanto se refiere a la educación y crianza de una mujer. ¿Quién sabe, y encuentre lo que quiero aquí?
—¿En las hermanas Messer? —pregunta mi abuelo.
—Una Messer —interrumpe mi tía —. Aquí no puedes saltar de una a la otra como seguro hacen en la ciudad. Además, que son muy diferentes.
—Qué concepto nos tienen. Ya les dije que no saltó de mujer en mujer y Leandro, menos. Ese se volverá monje si no consigue a la santa que le robó el corazón.
—Explica, ¿tu hermano está saliendo con alguien? —Ay, no.
—No. Tal vez. Es una mujer que conoció hace uno o dos años en uno de sus viajes, se enloqueció por ella y ahora la está buscando por todos lados, y no me pregunten más.
—Pero…
—Nada. No sé nada. En cuanto a las Messer, solo tengo el placer de conocer a una, y esa me gusta. Ya veremos la otra. Me voy a cambiar para la dichosa fiesta.
Vamos a ver qué nos traerá esta fiesta y las hermanitas Messer, o, mejor dicho. La señorita Liah Messer, quien tenía que ser pelirroja. —Sonrió como estúpido —. Leandro la va a odiar si le digo que será su posible próxima cuñada.
LIAHRespiro profundo y ayudo a terminar de arreglar la casa para la fiesta mientras mi madre se va a vestir hasta que se acerca la hora de la recepción y me doy cuenta de que soy la única que no está presentable.Me pongo a pensar en las horas que compartí con Demetry, es un hombre agradable, caballero, gracioso, coqueto y un poco confianzudo, ¿será que tiene novia? Si es así, mi hermana tendrá que buscarse otro pretendiente.—Liah, ve a cambiarte. Ya van a llegar los invitados.—Escucho a mi madre.—¿No pueden prescindir de mi presencia? — ya conocía la respuesta, pero quise intentarlo.—Muy graciosa. Ve a ponerte presentable. ¡Ya!Me voy a mi habitación, me doy un rico baño y ya empiezo a escuchar a las personas llegar, no sé, cuantas horas pasé en la comodidad de mi jacuzzi hasta que el sonido de mi celular me interrumpe con un mensaje de Emma.E: ¿Dónde estás? Ya llegué. No te veo.L: Estoy en mi habitación, sube.Salgo de mi comodidad y en minutos escucho que la puerta se abre.—¡
LEANDRONo puedo creer lo que estoy haciendo. En mi vida me imaginé estar rogándole a alguien por un trabajo; es que si no fuera porque todos los proyectos son mediocres y tengo el tiempo en contra, no pensaría en volver a llamar a esta mujer.—Es que está loca, ¿cómo se le ocurre colgarme? Y no una, sino tres veces. Debería mandarla al diablo, pero es la única posibilidad que tengo a la mano.—¡Demonios! Vuelvo a llamar, si esta vez no me contesta, se lo pierde y veré qué hago.—Buenas noches, —, ahí está esa voz melodiosa. No sé qué tiene que me causa algo extraño.—Señorita, dueña de L&E. Necesito hablar con usted.—Señor Koller, una vez más, ¿cómo consiguió mi número personal?—Unas cuantas amenazas y unos cuantos francos suizos.—Tengo mis mañas, señorita. Me urge hablar con usted.—Uso mi tono más amable antes de perder la paciencia.—Me imagino, si ya le he dicho que no es horario de oficina y aun así insiste en llamar. Creí que habíamos dejado claro toda esta tarde—ese to
DemetryEsta mañana, al despertar, me sentía feliz, alegre, lleno de vida, como hace mucho no me sentía, sobre todo en paz. Me gusta este pueblo, y la hacienda, se siente como cuando era niño y también sus mujeres, sobre todo las hermanitas Messer.—¡Demetry! —Escuché a Guille y a mi abuelo que venían detrás de mí sobre sus caballos.—Buen día, abuelo, pensé que dormías, pero me dijeron que habías venido a la hacienda desde muy temprano y aquí estoy, recorriendo todo. Han cambiado algunas cosas, pero me gusta y te trajiste al vago de Guille.—Vago, pero sirve. Este muchacho me ha ayudado con todo esta mañana.—Se siente mejor que estar encerrado en una oficina.— Responde.—Dile eso a Leandro para que veas cómo te despide de una.—El abuelo me contrata, ¿verdad, abuelo? Sus nietos me quieren despedir.—Esta hacienda te abre las puertas, pero cuidado con tus actos, sobre todo con las mujeres de este pueblo, y esto va para los dos.Ambos nos vemos, y luego al abuelo.—No me miren de esa
LeandroLlevó, no sé cuánto tiempo tratando de procesar la información que me está diciendo el investigador y sigo sin entender que tiene que ver los Messer, con Carlota.—Explícame, dices que los Messer tienen que ver con ella, pero no estás seguro.—Seguí las pistas que me dio la última vez que nos vimos. En el hotel no había ninguna persona registrada con el nombre de Carlota Dunna, para esas fechas; sin embargo, con la foto que me envió pude indagar con los trabajadores y la reconocieron.—Es decir, que sí se hospedó en ese hotel.—Sí, pero ambas habitaciones estaban a nombre de Darío Messer, una la habitaba él con su esposa y la otra, su hija Yudia Messer acompañada de una señorita.—¿Carlota? Pero, no tiene sentido. Dijo que estaba con su prima.—El nombre que tengo registrado no corresponde con el que me dijo usted. ¿Conoce a los Messer?—Tenemos negocios en común, pero no veo la relación de los Messer con Carlota y ninguna de sus hijas se llama de esa manera.—Me tomé el trabaj
KIRADespués de que cenamos, Demetry me dio un paseo por la casa. Es muy linda, la recordaba diferente, aunque le falta vida. Estuvimos hablando de mis viajes, mis estudios y lo que me gustaría ser en la vida hasta que mencionó lo que no debía.—Hay algo que sigo sin entender, y no se ofenda, pero ¿por qué tú has podido viajar y Liah no?—Papá nos dio una oportunidad a ambas de estudiar afuera del país, pero Liah no quiso, ella es una chica muy estricta, con todo, y miedosa. Si es por ella, saldría corriendo de este lugar y al mismo tiempo se perpetuaría, además mis padres siempre la han sobreprotegido.—Eso es contradictorio. Y usted, ¿por qué regresó? Normalmente, las chicas que ven el mundo no regresan.—Extrañaba a mi familia, mi hogar y, aunque he visto muchos países, nada como mis raíces. Además, aunque no me crea, soy una chica de tradición; algo que no hay fuera de este pueblo.—En eso, si la entiendo, yo soy feliz en la capital, pero me gusta la mentalidad de las chicas de es
LIAHAl día siguiente llego a la oficina o tienda, para armar todo un paquete para el señor Koller e investigar, porque tiempo es lo que no tenemos, y sé que va a decir que sí. Aunque… ¿Por qué me llamaría Emma? No solemos usar nuestros nombres de pila.—¡Liah!—¡Emma! Un día de estos me vas a desgastar el nombre. ¿Ahora qué ocurrió?—Eso te pregunto yo, te estoy hablando y pareces en la nebulosa.—Pensaba porque anoche el amargado Koller me llamó Emma mientras hablábamos sobre el logo y la campaña de su empresa, y al despedirse me dijo así.—Momento. ¿A qué te refieres cuando dices que estaban reunidos?, ¿Qué campaña? No tenemos tiempo. ¡¿Estás loca?!—Calma, es un gran proyecto. Tenemos bastantes proyectos adelantados y con tiempo de sobra para su manejo, y le dije que nosotras manejaríamos los tiempos.Quieren hacer el proyecto para dos semanas, no somos diosas, aunque lo parezca.—Lo atrasaremos a un mes, es lo que tenemos. Si no le gusta, se buscará a otra y se lo dejaré claro cu
KIRAA la mañana siguiente me alisto para el almuerzo, quiero que Demetry me vea hermosa, y me encuentro con un olor delicioso, vainilla y flores en los pasillos. Al bajar, veo a Koller junto a Liah. No es posible que le guste, jamás tendríamos los mismos gustos, ¿qué hacen juntos?Aprovecho una conversación para sugerirle a Demetry que nos invite a su hacienda, y lo acompaño a la puerta.—Espero que haya disfrutado el almuerzo.—Menciono y sonríe.—Muy agradable, espero verlas el fin de semana en la hacienda y no te olvides del diseño, mi hermano lo necesita con urgencia.—¡Rayos! A penas estaba diseñando lo de mi padre.—Por supuesto. —Miro al señor Nelio —. Espero verlo el fin de semana.—¿Por qué no lo haría? No me he muerto, muchacha, espero que se porte bien y estés a la altura del trabajo y la confianza que se te ha dado.—Lo que me faltaba, ¿qué me digan qué hacer?—No voy a decepcionar a mi padre y mucho menos a su nieto.—¿No debería ser al revés? — Aquí está con su actitud —.
DEMETRYHe decidido irme muy temprano a la hacienda y terminar de recorrer los alrededores porque hace unos días no pude. Los Messer han venido los últimos dos fines de semana a la hacienda. He pasado tiempo con ambas hermanas, cada una con su estilo; de ambas, la pelirroja tiene algo que me encanta, me enloquece y quiero descubrir, es como un caparazón que hay que romper, y Kira es un fuego dulce que quiero descubrir.—¿Qué piensas, muchachos? Te estoy hablando de las finanzas y tu mente parece estar en otro lado.—Menciona don Juan.—Lo siento, Don Juan, lo que sucede es que pensaba en Liah.—¡Ah, ya! La niña te está robando los pensamientos y apenas tienes unas semanas de conocerla.—Sí, es muy linda y entretenida. Sea sincero conmigo, ¿qué piensa de ella y de Kira?—No se trata de lo que yo pienso, sino tú. ¿Qué quieres de la vida y de una mujer a tu lado? Lo único que puedo decirte es que son hermanas, pero son como agua y aceite.—Lo he notado. Yo deseo a una mujer que tenga valo