Presumida

LEANDRO

No puedo creer lo que estoy haciendo. En mi vida me imaginé estar rogándole a alguien por un trabajo; es que si no fuera porque todos los proyectos son mediocres y tengo el tiempo en contra, no pensaría en volver a llamar a esta mujer.

—Es que está loca, ¿cómo se le ocurre colgarme? Y no una, sino tres veces.

   Debería mandarla al diablo, pero es la única posibilidad que tengo a la mano.

—¡Demonios!

    Vuelvo a llamar, si esta vez no me contesta, se lo pierde y veré qué hago.

—Buenas noches, —, ahí está esa voz melodiosa. No sé qué tiene que me causa algo extraño.

—Señorita, dueña de L&E. Necesito hablar con usted.

—Señor Koller, una vez más, ¿cómo consiguió mi número personal?—Unas cuantas amenazas y unos cuantos francos suizos.

—Tengo mis mañas, señorita. Me urge hablar con usted.—Uso mi tono más amable antes de perder la paciencia.

—Me imagino, si ya le he dicho que no es horario de oficina y aun así insiste en llamar. Creí que habíamos dejado claro toda esta tarde—ese tono de superioridad que me dan ganas de…

—No he visto su trabajo, pero aun así quiero darle la oportunidad…

—Empezó muy mal, señor Koller. —¿Qué diablos? —Ya hemos trabajado juntos y lo sabe. Una persona que no conoce el trabajo o no tiene referencia de este, ¿qué hace llamando?

—Digamos que tengo referencias, y me gustaría ver una propuesta de su trabajo con respecto a mi marca.

—Mucho mejor. ¿No había dicho que tenía muchas empresas detrás de usted? — Me la va a poner difícil.

—Vamos a hacer algo, presénteme una campaña y, si nos gusta, la tomaremos en cuenta.

—No es una opción, me pide que deje mis asuntos laborales para entregarle toda una campaña que lleva un gran esfuerzo a cambio de nada.

—¿Y si lo que me presenta no es de mi agrado? ¿Cómo vamos a hacer?—¿Por qué no entiende?

—Lo entiendo, sería insensato entrar con una venda en los ojos, pero somos profesionales. Usted nos buscó, y le repito una última vez porque no me gusta estar repitiendo como un disco rayado. No voy a trabajar en una campaña donde no tengo garantía por nada, y es un tiempo que necesito emplear a otro cliente.—No puedo con esta… Voy a tener que ceder. Increíble.

—¡Bien!, mujer terca — la escucho respirar profundo aun con el ruido de una fiesta detrás de la bocina —. Le tengo una propuesta mejor, diseñe un eslogan para la campaña y me lo envía directamente a mí y decido si le doy el contrato.

—¿Bajo las condiciones que se le plantearon? Es un tiempo muy corto para arriesgar la reputación de mi empresa cuando la culpa es suya por buscar la publicidad a unas pocas semanas del lanzamiento.—¿Esta mujer de dónde aprendió a ser tan…? Me recuerda a..., no. Leandro, por ahí, no.—Voy a pensarlo.

     ¿Cómo, pensar? Estoy doblegando mi orgullo y ella dice que lo va a pensar.

—Se me ocurre algo mejor para que los dos quedemos tranquilos—continuó. 

—Sorpréndame.

—Soy excelente sorprendiendo a las personas, a veces hasta yo misma me sorprendo de las cosas que hago.

—No lo dudo.

—Voy a pensar en lo que me está proponiendo, y si llego aceptar, le diré lo que podemos y no hacer en el corto tiempo, para que su lanzamiento sea un éxito.

—Pero…

—Y la reunión va hacer online, recuerde que le dije que tenemos una agenda que cumplir.

—Debe estar bromeando.

—No hemos establecido una relación profunda para estar bromeando.

—No me gustan las presentaciones en línea, todo es diferente y algunas cosas pueden ser falsas.

—El tiempo no está a su favor, es lo único que le puedo brindar y siempre y cuando acepte. Tengo otros clientes que atender.

—Otros clientes…—Respira Leandro, no vayas a cometer una estupidez.

—Debo irme, ¿le parece o no el acuerdo? Tiene cinco minutos para responder porque tengo cosas que hacer —¿es un ultimátum? — le quedan dos minutos.

—No me gusta la presión, señorita.

—A mí tampoco, dependiendo de la situación. Claro—Sonrío por su comentario, no sé ni por qué.—Se le acabó el tiempo.

—Está bien. Si no hay de otra, envíeme el diseño antes de que culmine la semana.

—Vamos a aclarar algo, —¿con qué me saldrá? —No he aceptado, no estoy obligada a aceptar y si lo llego a hacer, le avisaré para que me llame y arreglemos la presentación.

—A ver si entiendo. ¿Debo esperar si acepta? Además, ¿debo llamarla? —Está jugando conmigo.

—Hombre inteligente. Quiere mi servicio o, mejor dicho, el de mi empresa, debe esperar y llamar. Recuerde, usted es el interesado.

—Tengo la impresión de que está disfrutando este momento.

—Tal vez, nada mejor que saber que un cliente desea nuestros servicios. Que pase buenas noches.

—No puedo creer esto, usted es…

—Una mujer ocupada, con mucho trabajo y que está fuera de la hora de servicio. No llegué tarde a la reunión, no me gusta la impuntualidad. Qué descanse, Koller.

—¿Cómo dice? Aló. —No puedo creerlo, me colgó. 

    

                                 -*-

Me desperté de pésimo humor, mis pesadillas han regresado y para el colmo ha pasado medio día y esta mujer no me ha llamado. Es que…

—No hay un maldito proyecto que sea decente para mandar al diablo a esa empresa por su altanería.

—Por lo que veo no estás de humor — menciona Aarón al entrar a mi laboratorio químico.

    El lugar donde me gusta crear, olvidar y estar en paz.

—No sé qué tienen en la cabeza los publicistas en esta época —le lanzó todos los proyectos.—Deberían demandar a quienes a quienes los graduaron. Nada de esto sirve.

—Ya veo, ¿no dijiste que hablarías personalmente con la socia de la empresa de L&E?

—Ninguna mujer en la vida me ha irritado tanto como ella, espero que realmente sea tan buena como presume.

—Me alegro de no ser el único que quiere ahorcarla por teléfono. Y juzgando sus proyectos, incluyendo lo que hicieron con nosotros. La condenada, si tiene cómo presumir.

—Te juro que, si no es por la premura, la mando a freír papas a su casa.

—¿Llegaron a un acuerdo? Es la única esperanza que nos queda o elegir uno de estos, las demás agencias no han respondido y las que lo hicieron dicen que es muy poco tiempo.

—La mujer tuvo la osadía de colgarme el teléfono más de una vez, se burló de mí y para el colmo me puso condiciones como a que debo esperar a que ella piense si acepta o no el trabajo y lo peor, que debo llamarla una vez que ella decida. ¿Puedes creer tanta soberbia?

—Un poco, sí. Me parecía que tenía un carácter nada fácil. ¿Debemos esperar la llamada o ya se comunicó?

—Nada, ni señales de vida ha dado. Y con lo que odio las reuniones por internet.

—Espera, ¿aceptaste una reunión online?

—Fue una de sus condiciones, juro que, si acepta y no tiene una gran idea, le arruino la carrera.

—No exageres, que eres incapaz de arruinarle la vida a otro. Además, la vez pasada el lanzamiento fue todo un éxito, hasta tú quedaste impresionado con los resultados.

—¿Demetry, se reunió con ella?

—No que yo sepa. La mayoría de las reuniones fueron online, yo la vi una vez justo el día del evento, pero Nio fue quien asistió a las reuniones presenciales.

—Es decir que la mujer se hace rogar, es una presumida y soberbia.

—Qué expresión, ¿por qué te molesta tanto? A mí también me saco de mis casillas, pero tú sueles ser más calmado y centrado. Es la primera vez que te veo así, ninguna mujer te ha descolocado de esa manera.

—No soy un hombre que le me gusta que me le digan qué hacer y esta mujer se atreve a desafiarme.

—Mejor espera a que acepte y que realmente te sorprenda, porque la necesitamos.

—Tuvo la osadía de decirme que no llegara tarde.—Me acuerdo y me hierve la sangre, como si alguna vez llegara tarde a algo.

—Una mujer que sabe lo que vale su trabajo. Su nombre es Emma, una morena hermosa.

—Emma… nombre bonito para el carácter pesado y presumido que tiene.

—Te advierto, yo la vi primero, aunque realmente quise matarla por teléfono; pero la vi primero, así que no se te ocurra meterte con ella.

—¿Estás loco? Pero si te quejaste de ella. Además, necesita, una dosis de ubicación, ve que venir a hablarme de esa manera.

—Lo que realmente te molesta es que ella sea quien está poniendo las condiciones de este acuerdo.

—¡Me dijo que la llamara! Me dio órdenes; no recibo órdenes de ninguna mujer desde que soy niño. Unas buenas nalgadas son lo que se merece esa presumida.

—Para que veas que soy buen amigo. Te prometo que el día que la tenga en mi cama le doy esas nalgadas por ti, pero por los momentos trata de mantener la fiesta en paz. El lanzamiento está en la puerta y no tenemos nada, y no la toques.

—¿No me estás escuchando? Me irrita. ¿De verdad es tan hermosa que te impresionó de esa manera?

—Por lo que recuerdo, sí. Es de esas mujeres que te mueve el piso con solo verla; ahora sé que tiene un carácter fuerte y no se deja por nadie, pero como toda mujer de repente, es cautivadora y te provoca mimarla. — Parece un niño embelesado.

—Yo no la voy a mimar, la voy es a ubicar. Si no me gusta lo que me presentará, se va a acordar de mí el resto de su vida.

—Tienes que ser amable con tu futura cuñada y la madre de tus ahijados.

—Estás diciendo incoherencias. Mejor sal de aquí que me estás haciendo perder el tiempo.

—Llevas encerrado todo el día en este laboratorio, — empieza a revisar mis utensilios y a oler mis mezclas—¿estás creando un nuevo licor o que inventas?

—Deja eso, hombre, que después me equivoco. — Le quito mi utensilio de la mano y le pego.

      Si hay algo que odio es que toquen mis esencias.

—Hule muy bien, hasta provoca ¿qué es?

—Es una mezcla de rosas con vainilla, la hice pensando en una dama que... Olvídalo.

—¿Es un vino? No hacemos vino.

—La empresa no crea vino, no significa que yo no sepa hacerlo, pero, no. Es una esencia para cremas o perfume.

—¿Desde cuándo volviste a producir esas cosas? La última vez dijiste que no volverías a hacer una en la vida, de eso hace casi dos años.—Mentí.

     Crear la esencia perfecta es lo que me mantiene enfocado y no perder la cabeza.

     Solía hacérselas a mi mamá cuando era niño, mezclando algunas sustancias en la hacienda, rosas, perfumes y otras cosas. Desde que murió no había creado nada, hasta que llegó Carlota.

—Esa se la hice a Carlota en la segunda semana que salíamos, después de nuestra primera noche. No fue muy sofisticado ni nada por el estilo, porque la improvisé, pero no había creado ninguna desde que murió mamá. Tiene un gran significado para mí.

—Espero le haya gustado —me dio las gracias con sus gemidos escuchándose en todo el hotel, pero no recuerdo que lo haya usado.—Digo, como eras un chico pobre pensaría que era una baratija y no usaría algo así — lo miro con ganas de matarlo — no me mires así, tú mismo me dijiste que se le notaba lo niña rica y malcriada.

—Eso fue antes de saber que no era rica, simplemente tiene carácter y es celosa.

—Puedes tener razón, pero no encaja en nada su historia con la descripción que me diste.—Otra vez con el tema.

—¿Cuántas veces te diré que su familia la encerró durante años en su casa, enseñándole las mil y una formas de ser la mujer perfecta para que fuera una gran esposa de un hombre prestigiado y adinerado? — Recordar eso me enfurece. — Ya me pusiste de mal humor una vez más, haciéndome recordar que mi mujer tal vez fue obligada a casarse con un viejo.

—Leandro, si la encuentras y está casada, ¿qué vas a hacer?

—Me la robo, ella es mía y nadie me la va a quitar; y si se opone lo mato.

—No lo dudo que te la robes, con ese carácter del demonio que tienes, pero no eres capaz de matar ni una mosca. Cambiando el tema a lo que me trajo a tu morada.

—Ya decide ser útil.

—Demetry mando los contratos de Holanda y la contabilidad de los ingresos del acuerdo, te los traigo hasta ahora porque los estaba analizando y porque realmente no quería verte la cara.

—Pensé que los mandaría mañana, según sé, estuvo anoche en una fiesta.

—Que, por las historias de Guille, noté que estuvo muy buena y hay mujeres hermosas.

—Solo me envió una foto con el abuelo y mi tía donde no podría faltar él.

—Me dijo que ya tiene una candidata para ser tu cuñada. —Sonrío.

—Demetry es un romántico, se enamora de toda mujer que le dé una sonrisa; se sonroje y acepte lo que diga sin chistar, su corazón es tan voluble. Por eso le han pasado tantas decepciones.

—No es su culpa ser tan enamorado, solo quiere una mujer que comparta su vida. ¿Qué tiene de malo?, ¿Tú quieres lo mismo con tu española perdida?

—Demetry no sabe lo que quiere, un día quiere a una mujer sumisa, callada y casta, en el otro una coqueta, malcriada con picardía.

—Puede tener ambas en una, hay mujeres que son así.

—Sí, el problema es que a él le molesta. Si es coqueta y malcriada, se queja porque quiere que sea obediente e inocente, pero si es así, se queja porque quiere lo contrario. Debe elegir, ninguna mujer es completamente lo que él desea porque no sabe lo que quiere. Todavía es un niño.

—Capaz en este viaje si encuentra a su sumisa malcriada.

—Pensándolo bien, en ese pueblo prehistórico puede que la consiga. Ya veremos en qué problema se va a meter y me toca ayudarlo, como siempre.

—Es el rol del hermano mayor.

—Sí, pero un día va a meterse en un gran problema y me temo, lo va a lamentar y no voy a poder ayudarlo. Él está buscando a la mujer perfecta y no existe.

—La mujer perfecta, si existe, es aquella que logra apoderarse de tu ser, de tu mente y querer darle el mundo. Pero, tú eres un amargado que no cree en el amor, y si tú encontraste a tu española virgen y malcriada, ¿por qué él no?

     La mujer que te invade la mente…estoy jodido si es así.

—No seas idiota. Sé que Carlota era virgen porque yo mismo lo rectifiqué, pero sé que no era tan inocente como parecía. Después de todo, fue ella quien me buscó hasta que me tentó y si no hubiera sido virgen no me hubiera importado, algo que Demetry no toleraría.

—Él ha estado con mujeres que no son tan inocentes.

—Sí, pero a esas nunca las ha tomado en serio, todas aquellas por las que ha terminado con una botella y llorando son por las que creía que eran santas y descubrió que no. Ya dejemos el tema. ¿Ya confirmamos el salón de eventos y la producción del whisky?

—Todo está confirmado, solo falta la campaña de publicidad. Los clientes están a la expectativa.

—Demonios, la bendita publicidad, estamos a expensas de tu irritante mujercita.

—No le digas así a mis ojos de chocolate. — Aarón es un experto en sobrenombres cursis. —Mejor te dejo aquí con tú lo que sea que estés haciendo para tu “inocente paloma” — le lanzo un frasco y lo esquiva.

—Respeta a mi mujer

—Tú respeta a la mía, es más, me sacrificaría por ti e iría a la reunión, pero después no quiero ser el causante de tu mal genio. Por cierto, te anda buscando un hombre, está en la sala esperando.

—¿Me lo dices hasta ahora? —Debe ser el encargado de encontrar a Carlota.

  Salí del laboratorio buscando al investigador, a penas lo tengo a la vista, le digo:

—Me imagino que me traes buenas noticias.

—Sí, y no, señor Koller.

   Mi teléfono ha sonado con un mensaje.

L&E: Hoy, a las 8:00 pm, no llegue tarde, Koller.

—Acepto, la presumida.

—¿Cómo? —interrumpió el investigador.

    Me olvido del teléfono y me concentro en lo qu eme importa.

—¿Encontraste a Carlota o no?

—Tengo una gran pista y se va a sorprender con la información que tengo. ¿Conoce a la familia Messer?

—¿Messer? ¿Qué tienen ellos que ver con mi mujer?

—Debemos hablar.

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