Siempre Liah

KIRA

Después de que cenamos, Demetry me dio un paseo por la casa. Es muy linda, la recordaba diferente, aunque le falta vida. Estuvimos hablando de mis viajes, mis estudios y lo que me gustaría ser en la vida hasta que mencionó lo que no debía.

—Hay algo que sigo sin entender, y no se ofenda, pero ¿por qué tú has podido viajar y Liah no?

—Papá nos dio una oportunidad a ambas de estudiar afuera del país, pero Liah no quiso, ella es una chica muy estricta, con todo, y miedosa. Si es por ella, saldría corriendo de este lugar y al mismo tiempo se perpetuaría, además mis padres siempre la han sobreprotegido.

—Eso es contradictorio. Y usted, ¿por qué regresó? Normalmente, las chicas que ven el mundo no regresan.

—Extrañaba a mi familia, mi hogar y, aunque he visto muchos países, nada como mis raíces. Además, aunque no me crea, soy una chica de tradición; algo que no hay fuera de este pueblo.

—En eso, si la entiendo, yo soy feliz en la capital, pero me gusta la mentalidad de las chicas de este pueblo.—¿En serio?

—Nos gusta el cortejo, la caballerosidad, el respeto de los hombres, ellos no solo buscan… Usted entiende. Pero, diría que yo le sumo los viajes, mi independencia, mi carrera.

—En la capital, las mujeres son más liberales, atrevidas y la mayoría conoce bien a los hombres. La mujer ideal para mí está en este pueblo.—Que aburrido.

—Espero que la encuentre, y lo haga muy feliz. —Demetry mira a todos lados.

—Yo también, pero con calma. Lástima que su hermana y su tía no hayan asistido a la cena.—Otra vez, Liah.

—Liah cuando está trabajando, se olvida del mundo, a veces se aprovecha de la nobleza de mi tía, que la cubre en todo. Si no vino de seguro algo le inventó, si ella no saca provecho de alguna situación, no le interesa.

—No se ve como una joven de ese tipo— claro que no, si sabe engañar a la gente.

—Liah, es difícil de descifrar. A veces es muy seria, estricta, respetuosa, pero también es muy caprichosa y malcriada, aunque no lo crea. ¿Piensa viajar pronto a la capital?

—Por ahora pienso quedarme, mi abuelo me necesita, tal vez, más adelante. Lo que sí es seguro, es que regresaré a la ciudad.

—¿Nos va a privar de su grata presencia?

Volvimos a la casa y ya mis padres nos estaban esperando para regresar a la casa.

—¿Se divirtieron?—pregunta mi madre.

—Sí, la señorita Kira es una muy buena compañía.

—Gracias, lo mismo digo.

—Fue un gusto verlos y gracia por la cena—comenta mi padre.

—Siempre que deseen. —Menciona el señor Nelio —. Kira, espero que puedas ayudar a tu padre con los diseños de la empresa —. Ya que mi obligada, ¿qué puedo hacer?

—Espero que a mi papá le agrade tener a una mujer dirigiendo su marca, ya saben cómo es él.

—Si acepta la opinión de tu hermana en los negocios, no veo por qué no aceptaría la de su hija consentida.

—Las dos son mis hijas y las consentimos por igual — opina mi padre. ¡Como si yo no supiera la verdad!

Duramos un buen rato conversando sobre los chismes de este pueblo, hasta que papá dijo que debíamos irnos, al fin. Nos despedimos y Demetry quedó en tomar la merienda mañana en nuestra casa.

—No puedo creer que Liah haya faltado a la cena, me va a escuchar cuando lleguemos.—Replica mi padre mientras vamos camino a la casa.

—No te enojes, de seguro tiene una razón. Ella no es de faltar a las reuniones, mucho menos con los Koller.

—Sí, la niña perfecta siempre tiene una razón para todo.—Mencioné.

—Kira, no quiero peleas con Liah como cuando eran niñas. Ya crecieron y no me mires, así que me di cuenta en la cena lo que intentaste hacer —me regaña mi madre.

—¿Qué hice? Solo expresé la verdad.

—Tú sabes bien que si Liah no viaja es porque no se lo tenemos permitido.

—¿Saben? Eso es algo que yo tampoco entiendo. Es mejor deshacerse de mí que de ella.

—¿De dónde sacas semejante estupidez?—grita mi padre.

—Digo la verdad, desde ese dichoso accidente todo gira alrededor de Liah. Ella fue la que estudio en casa, es la que participa en los negocios y a mí me mandaban a la calle y luego de viaje.

—Fuiste tú la que no rogó irte a la capital con tus tíos y a esos dichosos viajes que no me gustaban nada —. Eso es verdad, pero tampoco es que pelearon mucho para yo quedarme.

—¿Qué sucede? —interrumpe mi tía que aparece de la nada en la sala.—¿Cómo les fue en la cena con los Koller?

—Bien, ¿por qué Liah y tú no fueron? Las estábamos esperando.—Pregunta mi padre.

—¿A nosotras? Yo no sabía nada, cuando llegamos me encontré con que se habían ido.—¡Rayos!

—Liah sabía. Kira, le informo.

—¿En serio? —Mi tía me mira con esos ojos acusadores como de costumbre.

—Sí, yo le dije a Liah sobre la cena. Si no le dijo nada a mi tía, ¿qué culpa tengo yo? Me voy a dormir.

Subo a mi habitación y antes de entrar veo la luz del cuarto de Liah prendida y decido entrar sin tocar la puerta.

—Se toca antes de entrar, —dice mientras guarda lo que está diseñando.

Por más que lo niegue, si estudié diseño digital es porque me encantaba ver los dibujos que Liah hacía y me regalaba mientras crecíamos.

—Es un pasatiempo, ¿qué haces aquí? Recuerdo haberte dicho que no me gusta que entren sin mi permiso.

—¿Por qué? ¿Escondes algo?, ¿estabas dibujando? Creí que ya no lo hacías. —Me mira molesta.

—Solo lo hago como un pasatiempo.

—Nunca he entendido por qué te gusta tanto complacer a mis padres aun cuando no estás de acuerdo.

—Eso no es cierto, si fuera así ya estaría casada con uno de sus… amigos.

—Los Viejos, zorros y babosos amigos. Di lo que piensas, Liah. Deja de ser tan amable, y me alegra que por lo menos tienes cerebro para negarte a esa locura. ¿Nunca has querido viajar? ¿Salir de estas paredes? ¿De este aburrido pueblo? ¿Hacer lo que te gusta?

—Claro que sí, pero eso no fue decisión mía, sino de papá, y te escogió a ti para viajar por el mundo y a mí me toco quedarme aquí.

—¿Por eso me odias?, porque tuve más libertad y oportunidad que tú. — Lo sabía.

—Qué no te odio, nunca lo haría, eres mi hermana, pero no apruebo tu conducta y tu manera de ver la vida, hay responsabilidades que uno como persona debe tener y tú huyes de ella; la vida no es solo un hombre rico que te solucione la vida.—Habla como si supiera de mí.

—Por supuesto que no, pero te la facilita. ¿Por qué trabajar y matarse tanto cuando alguien puede hacerlo por ti? Prefiero disfrutar de la vida, viajar, comprar y si un hombre rico puede darme eso, ¿por qué negarme?, aunque en realidad no necesito a un hombre para eso.

—Juro qué no te entiendo. Dices que te quierescasar y ahora cambias de opinión.

—No lo hago, viene a eso. Estoy dando, es mi humilde opinión, que es igual que la tuya, solo que yo sí te lo digo mientras tú te escondes detrás de esa actitud de niña perfecta.

—No soy perfecta. —No, solo aparentas —. ¿Cómo les fue en la cena? Cuando llegamos nos dijeron que fueron a cenar a donde los Koller.

—Bien, Demetry me llevo a pasear por todo el jardín de su casa, hablamos sobre nuestros viajes y cosas de la capital. Es un hombre caballeroso, atractivo, un poco idealista, pero pasable, y muy divertido.

—Sí, he notado que es muy carismático, noble y se puede hablar con él gratamente, ¿Cuánto tiempo se piensa quedar?

—No dijo, pero va a ayudar con la hacienda. Mañana viene a almorzar, lo invito mi madre.

—¿No pregunto por mí? —¿Desde cuándo le importa?

—No, ni siquiera saliste en la conversación. ¿Por qué lo preguntas?

—Curiosidad, me extraño que mamá no me avisara.

—Estabas en la tienda, y sé que adoras estar metida en ese lugar, por eso no te dije nada, ¿querías ir? —me quedé mirando sin mencionar ninguna palabra.

—¿Me habían invitado?

—Nos invitaron a todos anoche, Liah. Sí, no prestaste atención, no culpes a los demás.

—Kira…

—Mira, ya te lo dije. A los hombres como Demetry no les gustan las mujeres santurronas, metidas en la iglesia o en el trabajo, les gusta que puedan hablar del mundo, que sea sociable, con pasión. Mírate al espejo, no tienes nada de eso. Me voy para que te quedes haciendo tus dibujos, hermanita.

—¿Te gusta Demtery? Sé sincera.

—Es guapo, caballero, pero no. Es muy tranquilo y respetuoso.

—¿No es así como deben ser todos los hombres?

—Tal vez, pero a mí me gustan con sangre en las venas, que te enciendan con la mirada y te hagan tener sueños indebidos.

—¡Kira! —me carcajeó al ver su cara tan roja como un tomate y su mirada de mojigata—. Muy graciosa.

—Enserio Liah, mira cómo te pones por una simple conversación conmigo, ¿crees que vas a poder con un hombre que viene de la ciudad?

—Eres una pesada.

—Ya, deja el drama. Y no, no me gusta, es todo tuyo, aunque no creo que te dé ni la hora de lo aburrida que eres.

Salgo de su habitación y entro en la mía, que gracias al destino y mis padres está a distancia de la suya. Al entrar, pienso en lo que me pregunto. ¿Realmente me gusta Demetry? Recuerdo el paseo por su casa. Es guapo, con unos ojos hermosos, facciones delicadas, una sonrisa encantadora, le encanta viajar; es rico; sería un buen partido. Aunque no es mi dulce tarro de miel y carece de la pasión de mi verano.

—¿Qué será de él? — ¿Estará en la cárcel, como me dijeron? —pensándolo bien, fue lo mejor, así no le partí el corazón, aunque se haya robado la mitad del mío.

De repente observo el frasco de perfume que me regalo hecha por él mismo, era tan inocente, solo a él se le ocurriría que una mujer como yo podría usar algo tan barato.

—Pobre. Tan valiente, apasionado, domínate, pero tonto e ingenuo.

Lo vuelvo a colocar en la gaveta y me voy a cambiar olvidando algo que nunca va a ocurrir, no entiendo por qué siempre debo poner mis ojos en pobres.


A la mañana siguiente estamos todos en la mesa desayunando como la familia perfecta que, según somos, cuando mi padre comenta el tema que pensé habíamos olvidado.

—Liah, ayer no fuiste a la cena de los Koller, fue una grosería que no te presentarás —parece sorprendida y me observa.

—Lo siento, no lo recordé, padre.

—Tu hermana, te avisó y le dijiste que nos alcanzabas junto con tu tía — menciona mi madre y Liah vuelve a verme, esta vez enojada.

—Hoy viene a merendar, procura estar en casa —le ordena madre.—Con la grosería de ayer fue suficiente.

—Madre, tengo cosas que hacer, ¿Por qué no avisan? — menciona Liah.

—Yo no tengo nada que hacer, pero, quería salir a pasear por el pueblo con mis amigas, estoy cansada de estar encerrada en estas paredes.

—Puedes ver a tus amigas otro día — menciona mi papá —. Y Míriam puede encargarse de la tienda con Emma y Myla. Además, deben pasar tiempo juntas. Kira acaba de llegar; de hecho, pueden pasear juntas el pueblo.

—No es mala idea, podemos ponernos al día de los detalles que desconozco de la gente— algo es algo, con tal de no estar encerrada aquí.

—No soy muy consciente de los chismes del pueblo, pero no me molesta pasar tiempo contigo— ¿será que le creo?

Una vez dichas las palabras de mi madre, pasamos a otro tema que tampoco era de mi agrado.

—Kira, no te olvides de iniciar con tu trabajo si quieres ayudarme en la empresa —menciona mi papá y me sorprende. Pensé que estuvo de acuerdo con los Koller solo para quedar bien.

—Sí, pero ¿realmente no te molesta? Sé que no te gusta que estemos entrometidas en tus negocios. —Por favor, di que no.

—Ya va, ¿qué harías en la empresa? —preguntó Liah.

—Resulta que tu hermana terminó la carrera de diseño digital y a Nelio se le ocurrió la idea de que ayudara en la empresa—Liah y mi tía se quedan sorprendidas.

—¿En serio?, ¿Cuándo lo empezaste? —Indaga.

—Cuando me fui a la capital, todo se manejaba de forma digital, así que me gustó la idea y le dije a mi papá para estudiar y acepto.

—¿Estudiaste los cinco años? —siempre tan entrometida.

—No. Estudie un año y medio —respondí —. Papá, creo que eso te puede ayudar mucho en la empresa y a posicionarnos mejor en el mercado, aunque mi tío y mi prima lo hacen bien.

—No me gusta el internet, pero Liam me hizo entender que la tecnología es necesaria en el negocio. Hemos crecido el doble.

—Te puedo ayudar a las nuevas actualizaciones, vengo de muchos países y sé lo que le puede gustar —. No negaré que me emociona.

—Espera, —interrumpe Liah —. ¿A ella sí le diste permiso de estudiar lo que deseaba, mientras que a mí me impusiste lo que debía estudiar?

Al fin, la niña saca las garras; ya era hora.

—Liah, cuidado con tu tono de voz. —Recalca mi padre. —Tú estudiaste lo que debías para poder manejar la empresa.

—¿Manejarla? ¿O que mi esposo no me engañe cuando él la maneje?

—Es lo mismo, y cuida el tono de voz.

—No dañemos el desayuno —interrumpe mi madre —. Lo importante es que ahora, las dos podrán intervenir un poco en la empresa. Liah con los casos administrativos y Kira con los diseños y la publicidad.

De pronto vemos y escuchamos a Liah toser cuando casi se ahoga con el agua.

—Hija, ¿estás bien? — Liah me mira con ganas de matarme. Esta vez sí parece bastante enojada.

—Sí, solo es un mañana llena de sorpresas.

—Bien. Kira, puedes empezar con los diseños. Lo de la publicidad, vamos a pensarlo porque Liam ya contactó una agencia para eso y es buena, se llaman L&E.

—Son muy buenos — mencioné —, he visto su trabajo en varias partes, no solo con nuestra marca, sino también con los Koller, y otras grandes empresas, aunque es muy difícil llegar a conocer a sus dueños.

—O dueñas — comenta Liah —, lo digo porque afuera de este pueblo es normal ver a una mujer ser dueña de grandes empresas.

—Eso es verdad, hermanita, pero conociendo a mi papá y a los Koller no creo que contraten mujeres, son machistas natos, sin ofender papá.

—No ofendes, pero es cierto que las mujeres ahora se han superado mucho, algo que no veo mal, siempre y cuando en esta familia se mantengan las costumbres.—Era de esperarse.

—Lois, debes cambiar esa manera de pensar, tus hijas son estudiosas y si quieren superarse, debes dejarlas. Ambas quieren ejercer su profesión a lo grande como las demás mujeres fuera y fuera de este pueblo — menciona mi tía, y por primera vez estoy de acuerdo.

—A mí no me molesta seguir las costumbres del pueblo, todo para ver feliz a mi papá, pero sí me haría feliz ejercer el diseño si me lo permite —hasta que me casé con un hombre rico e importante, que me lleve a conocer muchos países y me dé todo lo que le pida.

—Ninguna hija mía va a ser como las mujeres de la ciudad. Tienen valores y costumbres que seguir.

Terminamos de desayunar y subo a mi habitación, cuando escucho la puerta abrirse detrás de mí.

—Liah, se toca antes de entrar, ¿qué deseas?

—Papá te envió estos papeles, son sobre el producto del nuevo lanzamiento.

—Gracias, ahora los leo. ¿Algo más?

—Quería preguntarte algo —la observo mientras camina de un lado al otro de mi habitación.—Le mentiste a mis padres sobre la cena.

—Hablamos de eso ayer, no soy mensajera para recordarte las cosas.

—Pero sí, para dejarme mal ante ellos.

—No hay manera que la hija perfecta y consentida quede mal, no dramatices.

—No soy la hija perfecta y mucho menos consentida, cuando es a ti a quien han llenado de privilegios. —¿Bromea? —¿Por qué estudiaste diseño digital?

—¡Qué cambio de tema tan brusco!

—Nunca te gustó estudiar y, la última vez que nos vimos, te dije que estudiaras algo, que aprovecharas la suerte que te habían dado mis padres de conocer el mundo y recuerdo que dijiste que los estudios se hicieron para mí, no para ti. —Cambie de opinión. Me gusta el diseño, eso te lo debo a ti, que insistía en que explotara mi creatividad contigo mientras dibujabas.

—Últimamente, cambias de opinión con todo.

—Solo pensé en unir las dos cosas que me gustan: el diseño y la era digital. Me gustan las redes sociales, el internet te abre muchas puertas y es entretenido; algo que tú no entiendes, encerrada en este pueblo, ¿qué tiene de malo?

—Ni siquiera dibujabas las tareas del colegio, me pedías que yo lo hiciera.

—Es diferente, en internet ya todo este hecho solo debes jugar con la imaginación, los colores y… No lo entenderías.

—Ves todo muy fácil, espero que aproveches la oportunidad. La empresa es importante, es nuestro futuro; si algo sale mal, pones en riesgo todas nuestras comodidades y los viajes que tanto te gustan.

—Eso no va a pasar porque papá maneja muy bien los negocios y en todo caso eres tú la que va a asumirla, así que es tu responsabilidad. — Ni loca asumo las empresas, no nací para eso.

—La empresa va a ser de las dos, empieza a entenderlo.

Mientras me da un discurso de responsabilidad, empiezo a botar una cantidad de cosas que tenía guardadas sin prestarle mucha atención.

—No me ignores, esto no es un juego, Kira. —Me arrebata el perfume que tenía en mis manos —. Son los diseños de la empresa.

—Ya te escuché. Sé que es importante y no le voy a fallar a mi papá. —Le quito el perfume.

—¿Qué es eso? — señala el perfume que tengo en la mano, el que me dio Elías.

—Es un perfume, mejor dicho, un intento de perfume. ¿No lo ves?

—Lo estoy viendo, mi pregunta es: ¿Por qué lo vas a botar? Está nuevo, aunque no es de lo que estás acostumbrada a utilizar, no es de marca.

—Fue un regalo de uno de mis viajes a Argentina, un joven estaba regalando esencias en la calle para hacerse conocer y nos dio uno a Yudia y a mí.

—¿Argentina? No recuerdo que Yudia haya viajado a Latinoamérica.—A esta no se le pasa nada por alto.

—No te cuenta todo, pregúntale si no me crees. Además, ¿qué te importa?

—No te alteres. Me extraño porque conozco tus gustos, pero me alegra que haya personas que quieran surgir. ¿No lo piensas usar?

—¿Estás loca? Eso debe oler horrible —ni lo he abierto, aunque me traiga lindos recuerdos —. Lo hizo un mesonero, sabrá qué materiales habrá usado, eso jamás tocará mi piel.

—No seas tan prejuiciosa, la gente humilde es la razón de por qué existen los ricos como nosotros, no sabes el esfuerzo que pudo hacer ese hombre para crearlo.

—¿Te escuchas, Liah? ¿Cómo se te ocurre compararnos con esa gente?

—Kira, que tengamos la suerte de nacer en una buena familia y con comodidades, no significa que no debas apreciar y agradecer a las personas que hicieron y hacen posible que tú y yo disfrutemos la vida que tenemos—ella y sus ideas de igualdad.

—Papá es el que trabaja y a esas personas se les paga para que hagan justo eso.

—Papá trabaja porque es el dueño de una gran empresa, y esa gran empresa se mantiene gracias a la gente humilde que trabaja con él.

—Como sea, no dejan de ser gente sin clase, sin educación y sin un apellido prestigiado, yo jamás me mezclaría con ellos, sé el lugar que tengo y donde quiero estar.

—¿Cuándo empezaste a pensar de esa manera? Cuando éramos niñas, jugabas con todos los niños del pueblo, incluso solías hablar y pasar tiempo con Carlos, el repartidor de la tienda.—¿Por qué lo menciona?

—Tú lo has dicho, éramos niñas, luego entendí que había clases y niveles, deberías aprenderlo para mantener la distancia.

—No tienes por qué molestarte. Es evidente que no nos vamos a entender en este tema. Espero que no te arrepientas de lo que dices.

—No hay nada que entender, excepto que ellos son pobres y nosotras ricas; son dos mundos que no se pueden mezclar, aunque queramos. —Aunque sea lo que más deseamos.

—Estás equivocada, mira, solo vine para dejarte claro lo de la empresa y los diseños, y guarda ese perfume, quizás un día sea muy famoso y te lleves la dicha de ser la primera que lo usó.

Me río, no me imagino a Elías haciendo perfumes, por mucho llega a un cajero de un restaurante, por muy educado que pareciera.

—No te rías, no es bueno subestimar a las personas y mucho menos juzgarla por su apariencia o el lugar de dónde vienen, te pueden sorprender, la vida da vueltas.

—Si tanto te gusta, te lo regalo, yo jamás lo voy a usar, seguro te irrita la piel o hueles peor que un perro mojado en la calle. Llévatelo o mejor, recógelo —. Terminó de lanzarlo por la ventana.

—¿Había necesidad de hacer eso? Eres una malcriada. Las cosas que se regalan no se desprecian.

—Si lo quieres, ya sabes dónde está. Ahora, si no tienes más nada por lo que regañarme, sal de mi habitación.

Quería que se fuera, no tenía que recordarme a quien no quiero.

—Tal vez alguien lo consiga y le saque provecho. —Me dobla los ojos y sale.

No voy a llorar, no voy a llorar. «Mi dulce ojos de miel». Debo sacarlo de mi cabeza y de mi corazón, al igual que a Elías.

—¡Es una fastidiosa y entrometida!

Puede que haya sido un lindo y tierno regalo de Elías en hacerlo para mí, pero ni muerta me pongo eso; si hubiera sido un hombre rico y de buena familia, no hubiera dudado ni un minuto en casarme con él y olvidarme de este pueblo, de mi familia y de todos.

Estaría disfrutando mi vida sin que nadie me moleste, sin recuerdos innecesarios de él. Sería feliz con Elías.

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