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Un Almuerzo Diferente

LIAH

Al día siguiente llego a la oficina o tienda, para armar todo un paquete para el señor Koller e investigar, porque tiempo es lo que no tenemos, y sé que va a decir que sí. Aunque… ¿Por qué me llamaría Emma? No solemos usar nuestros nombres de pila.

—¡Liah!

—¡Emma! Un día de estos me vas a desgastar el nombre. ¿Ahora qué ocurrió?

—Eso te pregunto yo, te estoy hablando y pareces en la nebulosa.

—Pensaba porque anoche el amargado Koller me llamó Emma mientras hablábamos sobre el logo y la campaña de su empresa, y al despedirse me dijo así.

—Momento. ¿A qué te refieres cuando dices que estaban reunidos?, ¿Qué campaña? No tenemos tiempo. ¡¿Estás loca?!

—Calma, es un gran proyecto. Tenemos bastantes proyectos adelantados y con tiempo de sobra para su manejo, y le dije que nosotras manejaríamos los tiempos.

Quieren hacer el proyecto para dos semanas, no somos diosas, aunque lo parezca.

—Lo atrasaremos a un mes, es lo que tenemos. Si no le gusta, se buscará a otra y se lo dejaré claro cuando llame. Es lo máximo que pude hacer para su empresa. Qué, si lo pienso bien, sería para una semana después de su fecha propuesta.

—Sigo pensando que es una locura.—Yo igual—. ¿Por qué te llamo por mi nombre?

—No tengo idea. Pensé que me lo dirías.

—Soy loca, pero no tanto como para reunirme o darle mi nombre a uno de ellos como dueña de la empresa. —Se queda pensando —. En el lanzamiento anterior, uno de sus trabajadores se acercó y Carlos me llamó Emma. Tal vez lo escucharon. Es lo único que se me ocurre o tal vez en el registro del evento quedaron nuestros datos. ¿Qué hiciste cuando te llamaron por mi nombre?

—Le seguí la corriente, debemos ser más cuidadosas, es un Koller y no nos podemos arriesgar.

—¿Nos dio el contrato? —Le muestro el diseño que le hice. — Me gusta, es fresco, impactante y lo de la buena compañía es atrayente. ¿Le gustó?

—Dijo que lo tenía que consultar con los demás, pero somos su única opción y le di un ultimátum. Tiene el día de hoy para decidir si no se quedará sin nosotras.

—No sé, pero, ya que nos metiste en este problema, no hay de otra que organizar agendas. Lo que me lleva a una pregunta: ¿Sabes por qué Liam llamó y notificó que solo quiere el servicio de publicidad? Ya no quiere los diseños de las marcas y tanto que me había esforzado. Seguro no les gustó.

Otro problema más que aún no terminó de comprender.

—Deja de decir bobadas. No es por eso, resulta que Kira lo va a realizar.

—Me perdí en esta historia, ¿cómo que Kira? ¿Qué tiene que ver tu hermana en esto?

—Esta mañana me enteré de que la señorita había estudiado diseño digital y a mis padres, junto a los Koller se les ocurrió la brillante idea de que ella participara en la empresa y qué mejor que hacer el diseño.

—¿Estudiar? Kira no sabe ni siquiera agarrar un lápiz, mucho menos tener creatividad; sin ofender, pero éramos nosotras las que le hacíamos sus diseños en la escuela. Además, solo sabe estar metida en su celular. ¿Cómo es que paso cinco años en una universidad?

—No estudió cinco años, solo hizo el técnico, parece emocionada, y no podemos hacer nada como empresa.

—Increíble; nos han quitado el trabajo. ¿No te molesta? Llevas años trabajando en esto y nunca le has dicho a tu padre que estudiaste diseño gráfico con maestría en diseño publicitario y un diplomado en diseño y animación digital, al igual que tu mejor amiga; es decir: yo; y ahora viene Kira con un título de técnico de dos años y no dice nada, cuando prácticamente te toco rogar para que te dejaran estudiar y te lo dieron con la condición de que fuera administración de empresa.

—Claro que me moleste, le reclame, pero es perder tiempo. Sabemos que mis padres tienen cierto afecto especial por mi hermana, y ya superé esa etapa.

—No me parece justo, si no fuera porque te pareces a mi padrino, juraría que eres adoptada.

—Pero no lo soy. Ahora debo irme.

—¿A dónde vas?

—A mi madre se le ocurrió la idea de invitar a los Koller a almorzar y, como ayer no asistí a la cena, hoy no puedo faltar.

—¿No fuiste a una cena? Es imposible, eres la más recta en obediencia, aunque la odies.

—Kira no me recordó y yo no iba a armar problemas, por lo tanto, quedo como un olvido. Ahora me voy.

—Tu hermana siempre pasándose de lista, para mí, el príncipe Koller es muy guapo y ustedes se ven más bonitos juntos que ellos.

—Te adelantas a los acontecimientos. Ellos se ven bien.

—Mejor que se quede con el amargado gruñón del hermano.

—¡Ay, no! Con ese carácter endemoniado, mejor no, qué pesadilla tenerlo como cuñado.

—Mientras vas a conquistar a tu príncipe, me quedo terminando el proyecto. Voy a terminar lo del proyecto automovilístico para que lo veas.

—Si lo hiciste tú, debe estar perfecto.

—Igual quiero que lo veas, porque Carlos hizo varios trabajos y quiere tu opinión.

—De acuerdo, pero sabes que no lo necesitas.

Salí corriendo de la tienda para terminar tropezándome con un cuerpo musculoso.

—¡Demetry! Señor Koller—corregí.

—Liah, ¿volvimos a las formalidades?

—Nunca la hemos dejado.

—Tal vez es hora, y por lo menos esta vez no terminaste en un charco de agua. ¿A dónde vas tan apurada?

—Tengo una merienda con los Koller ¿le es familiar?

—Vagamente, tal vez mi abuelo mencionó algo — reímos —, ya que vamos por el mismo camino, te acompaño y hablamos un rato antes de que no nos dejen. Recuerdo que me debe un baile.—Lo recuerda.

—Te encanta dejarme en boca de todos — miro alrededor y ya hay algunos cuantos chismorreando —, dirán que el señor Koller me pretende por ser la segunda vez que lo ven conmigo caminando por el pueblo.

—¿Qué tiene de malo? Tal vez sí, la pretenda.

—¿Qué?

—Nos conocemos desde niños, aunque perdimos contacto, nos llevábamos muy bien. — Era de esperar, pero no recuerdo nada de esa época —. Somos familia, política, pero lo somos y no tiene nada de malo que te acompañe; para mí es un placer gozar de una hermosa compañía como la tuya. ¿No crees?

—Por supuesto, —,creo—. Gracias, por la compañía.

—Esperaba verte en el almuerzo de ayer. ¿Por qué no fuiste?

—Se nos presentó un inconveniente en el trabajo, hay muchos pedidos y si soy completamente honesta — mientras pueda — estaba resolviendo un asunto de beneficencia y lo olvidé. No estoy acostumbrada. Kira es más sociable, me dijo que la pasaron bien.

—Sí, una charla agradable. ¿Y qué beneficencia es? Podría ayudar — sería grandioso.

—No quiero abusar de su amabilidad.

—Puede aprovecharse de mí, todo lo que quiera —¿Por qué hace esos comentarios? Me mira con esa sonrisa y esos ojos tan coquetos.

—Conozco a muchas que pagarían por usted, eso sería útil. El dinero lo donaremos a la escuela y a la gente necesitada. ¿Qué le parece?

—Le puedo tomar la palabra, me gusta ayudar a la gente.

Pasamos por el lago deteniéndonos. —Sonrió. Además de guapo, amable y solidario —. Más, si es lo que se necesita para ver esa sonrisa.

De repente se detiene a mitad del camino, mirando hacia el lago y respirando aire fresco.

—¿Sucede algo? Te quedaste paralizado.

—Había olvidado lo maravilloso que es este lago.

—Suele pasar. Te da paz, es tranquilo, uno puede pasar horas admirando el paisaje sin darse cuenta. Somos un pueblo retrasado, pero muy bonito, con sus excepciones como todo.

—¿Consideras este pueblo retrasado?

—¿Usted no? Viene de la capital, ha viajado mucho. Todos los que salen del pueblo no regresan excepto a visitar a sus padres, amigos y luego se regresan.

—Sé que usted no ha viajado a otros países, pero sí a la capital.

—Sí, cuestiones laborales, pero me ha gustado.

—¿Trabajo? Has viajado con Don Lois. —Otra imprudencia.

—Muy poco, fuimos a visitar a Kira cuando vivía en la capital.

—¿Mientras estudiaba?— Afirme —. Debo admitir que fue muy sorpresivo —me invitó a sentarnos en uno de los bancos del parque alrededor del lago.

—Gracias.

—No esperaba que en este pueblo las dejaran estudiar. —Un machista no, por favor.

—¿Le molesta? ¿Qué piensa de una mujer que tenga su propia manera de pensar?, ¿Qué tenga una profesión?

—La felicito. Hay muchas mujeres que resultan ser más inteligentes que un hombre y pienso que ellas nos llevarán al fin del mundo.

—Yo también lo creo —nos reímos.

—¿Y usted?, ¿Qué piensas de la ciudad? ¿Somos personas gratas?

—Es hermosa, grande, iluminada. Pienso que nada tiene que ver el lugar con el pensar, hay personas que crecen con tradición y costumbres, pero cuando tienen la oportunidad, la olvidan, pero no soy quien para juzgar a la gente.

—Es muy cierto, ¿le gustaría conocer otros países?

—Por supuesto, ¿A quién no?

—¿Cuáles?

—Londres, España, Japón, Alemania, Argentina, Venezuela, Brasil, Estados Unidos, y muchos más, pero esos me parecen hermosos, por sus culturas y paisajes. Me imagino, los conoce.

—Sí, lo hago, menos Japón. —Me aparta un mechón del cabello del rostro —. Me gustaría enseñarte esos países, si me lo permites. — ¿Cómo? —Te sonrojas por todo, igual muy divino.

—No me sonrojé, lo que sucede es que…— me interrumpe para terminar mi frase.

—No está acostumbrada, lo recuerdo. Se ve muy linda. Don Juan me dijo que ha tenido muchos pretendientes, pero no aceptado a ninguno. ¿Por qué?

—Vaya, hablando de mí.

Porque son machistas, trogloditas, que creen que la mujer es para estar en casa y cuidar a los hijos; no creen en la independencia de la mujer y todos son unos babosos detrás de su título de señor. — Pero eso no es algo que pueda decir.

—No ha llegado el hombre correcto.

—Tal vez ya llegó y este frente a usted — lo observó — otra vez sonrojada.

—Le gusta hacerme sonrojar. Ya debemos irnos, es tarde — empezamos a caminar bajo las miradas de las personas chismosas del pueblo. Cuando recibo un golpe y caigo al piso mirando al cielo.

«¿Estás bien?» «¿Puedes levantarte?». Esos ojos verdes.

—Liah, ¿estás bien? —Volví a la realidad y miré alrededor llevándome la mano a mi frente.

—Sí, nada de qué preocuparse.

Nos levantamos y seguimos el camino después de que Demetry le devolvió la pelota a unos niños, pero ahora mi mente estaba en esos ojos verdes.

—Ayer traté de entender por qué a tu hermana le han permitido viajar y a ti no, ¿no le molesta?

—Fue decisión de mi papá. No hay mucho que hacer.

—Y si tu padre ordena algo que no te gusta, ¿qué harías? — buscar la manera de esquivarlo sin ofenderlo, como siempre.

—Obedecer, para eso me han criado. —Lo dejo pensativo.—Sé que es difícil de comprender para un hombre que viene de la capital, pero son nuestras costumbres.

—No me molestan sus costumbres, todo lo contrario.

—¿Se da cuenta de lo que quieren hacer mis padres y su abuelo?

—Sí, lo he notado y no me está molestando la idea.

—Ya hemos llegado.

Entramos a la casa y la mayoría ya estaba reunida. Vi la intención de mi madre de llamarme la atención hasta que vio a Demetry.

—Lamento llegar tarde, me encontré a Demetry y estuvimos dando una vuelta por el pueblo.

—No se preocupen, lo importante es que ya llegaron —nos saluda mi mamá con toda amabilidad.

—Demetry —.Vemos a Kira bajar de las escaleras —, qué gusto hayan llegado.

—Hola, Kira, ¿cómo estás? —Siempre un caballero.

—Bien, ¿Y usted?Papá, ya viene. Estábamos viendo algunos bocetos para la empresa. — ¡Yo quiero verlos! —. Y también diseñé algo para lo que me pidió. —¡¿Qué?!

—Eso es algo productivo, mi hermano está esperando un diseño. —Yo debo estar escuchando mal.

Ese diseño es mío, a ese engreído le tengo que callar la boca y, con lo exigente que es, no creo que Kira esté a ese nivel. Sin embargo, con lo orgulloso y soberbio, capaz, acepta solo para dejarnos mal. No es posible.

—¡Liah! —Escucho la voz de mi madre — estás distraída, te estoy hablando.

—Mis bellas mujeres — dice papá.

Pasamos al comedor junto con el señor Nelio, mi madrina y el resto de la familia. De un momento al otro mi teléfono suena y es una llamada de Emma.

—Debo contestar —mis padres me miran con reproche.

—Estamos almorzando y hay visita.—Dice mi padre.

—Es mi tía, por lo que puede ser algo grave. No demoro nada.

Me retiro un poco de la mesa y sé que esto me va a acostar un buen regaño.

—Más te vale que sea importante y merezca el regaño que voy a recibir al responderte.

—Llamarón de la agencia de tu padre, cancelaron todo. Tu hermana nos lo supo hacer —no puede ser.

—Es decir, que, si es buena haciendo su trabajo.

—¡¿Soy la única que está molesta?! —mi oído.

—No, pero sin un contrato de por medio no hay nada que hacer, me preocupa, es la empresa Koller.

—¿Por qué?

—Demetry quiere que Kira le diseñe algo para su empresa y, por lo que escuché, el amargado está esperando un diseño.

—¡Qué bien!, estamos siendo desplazadas por una recién estudiada, que ni profesional es.

—Enfócate en los contratos que, si tenemos, si papá quiere que Kira lo ayude, es mejor.

—¿Confías en tu hermana?

—No se trata de que yo confíe en ella, sino en él. Olvídalo.

—Estoy furiosa, tú estudias algo que odias y apenas te hace caso y viene tu hermana. Estudia lo que se le da la gana y nos desplaza.

—Hablamos después.

Regreso a la mesa y los encuentro en una conversación que gira alrededor de Kira, ¿por qué no me extraña?

—Liah. ¿Qué piensas que tu hermana haya estudiado diseño?—pregunta el señor Nelio.

—Me alegra que hayas hecho algo productivo, en este pueblo son pocas las que tienen ese privilegio —mi sinceridad no convence mucho a Kira, la conozco.

—No veo nada de malo en que las jóvenes quieran superarse y ser mejor que los hombres, —opina Demetry.

—Que estudiemos no significa querer ser mejor que los hombres, nosotras nacimos para estar en casa con la familia y hacerlos felices. — Dice Kira, eso es absurdo, y viniendo de ella es poco creíble.

—¿Por qué no se pueden hacer las dos cosas? Hay mujeres que tienen una familia, son profesionales y son felices —me miran todos ofendidos, excepto el señor Nelio, o eso creo.

—¿Esa forma de pensar de dónde salió? —pregunta mi madre y respiro bajo la mirada de reproche de mi padre.

—Fue una pregunta —por eso me reservo mis opiniones.

—Hermanita, esa pregunta está fuera de lugar. Las mujeres nacieron con un deber y los hombres con otro, así es la vida.

Si ustedes lo dicen, pero no para mí.

Duramos un buen rato conversando, sobre todo un poco, y los temas interesantes se limitaban a los caballeros.

—Bueno, creo que es hora de irnos. —Dice el señor Nelio. Se levantan todos.

—Lástima que se acabó la reunión, me hubiera gustado seguir hablando contigo — me dice Demetry.—Nos vemos mañana.

¿Eso fue una pregunta o una orden?

—Será en otra oportunidad y cuando lo desee. —Responde Kira.

Se retiran y Kira los acompaña, por lo que aprovecho de subir a mi habitación, al fin. A los minutos entra mi madre.

—¿Ocupada? Quiero hablar contigo.

—No te preocupes. Dime.

—¿Crees que a Demetry le gusta Kira? —menciona, de repente, dejándome sin palabras.

—No sé, madre, la pregunta es si a ella le gusta él.

—No le he preguntado.

—Deberías empezar por ahí. Si fuera yo, me gustaría que cualquier decisión que se tome me pregunten antes, sobre todo si es mi futuro.

—Si es por ti, te quedas soltera. Nadie en este pueblo te convence.

—Ya hemos hablado del tema madre, todos buscan a jóvenes y otros son muy mayores, los que podrían ser candidatos son muy… — machistas — no son para mí.

—¿Quién es para ti?

—Dejemos de hablar de mi estado civil.

—Debiste acompañar a Kira a despedirlos.

¿Cuál es la diferencia?

—Podrías observar el comportamiento de ambas. Estuviste muy callada durante su visita. Últimamente cuestionas todo. Debes dejar la seriedad, ser parte de la conversación, no puedes ser tan aburrida.

—Hablar de las marcas del té, del maquillaje o de la ropa no me parece interesante y en los otros temas no puedo opinar sin que se me cuestione. Mejor dejemos el tema.

—Te he visto mucho tiempo afuera, conversando con él, y con Daniel.—¿Qué tiene que ver el médico del pueblo con esto? ¿Será que sabe?

—Daniel, es un buen amigo y médico del pueblo, nada más. Con Demetery, han sido encuentros fortuito, ¿no estás diciendo que debo ser amable? ¿Quién te entiende?

—Tienes razón. ¿Qué piensas de Demetry? Se ven que están compenetrados.

—Es un hombre agradable, inteligente, sociable, se ve honesto, trabajador y amable.

—¿Y físicamente? ¿Te gusta?

—Sería ciega para no ver lo simpático que es. ¿Por qué tantas preguntas, madre?

—Eres una joven muy madura y con criterio, quiero ver qué piensas.

—Ya lo sabes. Demetry mencionó que nos conocíamos de niños y creo que recordé a un niño de mi infancia, pero no sé si es él.

—Lo más probable es que sí, se la pasaban justos todo el tiempo. Voy a hablar con tu hermana, ¿recuerdas algo más?

—No, solo eso. ¿Por qué estás nerviosa?

—No estoy nerviosa, solo estresada, vamos a ver cómo le va a tu hermana con Demetry.

No terminamos de decir su nombre cuando Kira entra a mi habitación una vez más sin tocar y se sorprende de ver a mi madre aquí.

—¿Había reunión y no me avisaron?—menciona

—No hija, solo hablábamos.—Responde.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté.

—Vine a hablar contigo. Huele divino. Madre, ¿estás usando nuevo perfume?

—No, cariño. Es tu hermana, quien ha cambiado de perfume, y es exquisito.

—Gracias. Me lo regalaron, no es tan malo como decían que era, de hecho, parece que fue hecho para mí, son mis fragancias favoritas.—Kira me mira como si quisiera entrar en mi mente.

—Bueno, hermanita, a ver si pasas el dato, aunque yo prefiero Chanel, son más ricos.

—No a todas nos gusta lo mismo, y es evidente que siendo tan diferentes no podríamos tener el mismo gusto por ropa, fragancias o vida.

—En eso tienes razón, a mí me gusta divertirme, conocer gente, mientras que tú vives entre libros, encierro y trabajo. ¿No te cansas de ser tan reprimida?

—Tu manera de divertirte es muy diferente a la mía.

—Ya, no discutan por bobadas como esas —interrumpe mi madre.

—Tengo una pregunta — pregunta Kira—. Si tanto te gustaba dibujar y andar creando maravillas, ¿por qué no estudiaste diseño igual que yo?

—¿Por qué no se me permitió estudiar lo que me gustaba sino lo que debía?

—Kira, tu hermana debía estudiar algo con mayor prioridad para la empresa, si quiere un día estar a cargo de ellas.—Eso no va a suceder.

—Eso es estúpido. ¿Por qué se encargaría de las empresas? Siempre han dicho que debemos casarnos bien, con hombres inteligentes, para que ellos manejen nuestro imperio y que nosotras debemos tener conocimiento para que no se burlen de nosotras. ¿Cambiaste de opinión? —Por fin dice verdades.

—No. Ambas deben casarse con buenos hombres que les den estabilidad.

—Tenemos estabilidad, madre. No necesitamos de un hombre para valernos, además somos ricas.—respondí.

—Por fin dices algo que piensas, —menciona Kira —. Yo no me quiero encargar de las empresas, eso es mucho trabajo, no sé nada de vinos, ni de café. Me gusta es dibujar, diseñar en redes sociales, aunque estar casada con cualquiera tampoco es de mi agrado.

— Si no quieres nada de la empresa, ¿para qué quieres hacer el diseño del nuevo producto?—dije molesta.

—Diseñar es una cosa, pero encargarse de una producción y todo lo que lleva una empresa es mucho para mí, incluso para ti.

—Yo no opino lo mismo, creo que soy muy capaz de manejar las empresas y todo lo que me proponga sin la ayuda de un hombre, tengo la inteligencia suficiente para valerme por mí misma.

—Ni siquiera te escuchan en la empresa, todos son unos machistas; incluso mi papá. Sin ofender a la madre.

—Ya. Dejemos el tema que no me gusta: que hablen de trabajo en la casa —interviene mamá.

Esa mala manía de ser el ejemplo de que una mujer solo se debe a su casa.

—Tú y esa mala manía de estar bajo el yugo de mi papá —menciona Kira. —Igual quería ver si podía ir al pueblo a ver a mis amigas.

—Pregúntale a tu padre.

—Todo debe ser papá. ¿Para qué estás tú?

—¡Kira!

—Bien, no digo nada. Voy a ver a mi papá, te dejo con tu niña favorita.

—¡No soy su favorita!—¿acaso no se da cuenta?

—Lo que tú digas. Desde el incendio eres lo único que existe a su alrededor.

—¡Kira! —grita mi madre.

—¡Ya me fui! —Kira sale de la habitación, lanzando la puerta con fuerza. ¡Qué grosera!

—¿De qué habla?, ¿qué incendio?

—No lo hagas caso. Voy a hablar con ella y deja de discutir con tu hermana por todo. Eres la mayor y la más sensata.

Sale de la habitación prácticamente corriendo. Eso fue extraño.

Al rato llegó Juana diciéndome que en el sur hay algún problema y Daniel, me mandó a llamar. Invento alguna excusa tonta en la casa y voy corriendo al dispensario; al parecer hay un brote en la población más vulnerable, al sur del pueblo, los olvidados y desterrados, no hay medicamentos suficientes para todos y necesitan nuestra ayuda.

—Si mi padre supiera dónde me estoy metiendo, me mata.

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