Capítulo 411
Incluso tuvo el impulso de tocarlo, pero rápidamente reprimió ese pensamiento.

Gregorio, que aún no había comenzado con las prácticas de laboratorio, no entendía qué tenía de especial este equipo, pero al ver la expresión de Mauricio, no pudo evitar mirarlo con más atención.

—...Hermano, ¿es caro?

Mauricio asintió: —Muy caro.

—¿Cuánto?

—Unos 200.000 dólares.

Esto... esto era aterrador.

No por el precio en sí, sino porque Lucía y las otras lo habían comprado como si nada.

Tres personas, 200.000 dólares...

Gregorio pensó en sus padres, campesinos que trabajaban la tierra, cuyo mejor año apenas lograban ahorrar 10.000 dólares.

Y este equipo costaba 200.000...

Gregorio se quedó paralizado.

En ese momento, se escuchó la voz de Talia en el pasillo. ¡Habían regresado!

Mauricio y Gregorio salieron sigilosamente por la puerta trasera.

Antes de irse, Mauricio no pudo evitar mirar atrás, donde Lucía, Talia y Carlos entraban riendo bajo la luz del sol.

Lucía llevaba agua mineral Evian, cara.

Talia
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