...Esto sucedió la noche anterior pero para que puedas entender es necesario retroceder dos semanas en el tiempo; en el incidente que inició todo.
You are the music in me 🎶 El ritmo armónico de la canción,de la película; High school music,retumbó en la habitación. La canción en sí,no significaría un problema en el sueño de otra persona,pero para Abril,la dueña de aquel móvil que sonaba,sí que lo era. Desde pequeña había tenido el sueño bastante ligero por ello se obligaba a dormir con los ojos cubiertos, ya fuera por una almohada o por el peculiar antifaz rosa que ella misma había diseñado con piedras color carmín. Estiró su mano a regañadientes. Cualquiera que la conociera sabría de sobra que si detestaba algo en el mundo,era que interrumpieran su sueño. Al ver que sus intentos de tomar el teléfono sin necesidad de levantarse no funcionaban,tuvo que quitarse el antifaz.Bostezó. Aún tenía la pereza del sueño interrumpido. Extendió su mano una vez visualizó el móvil y se arrastró un poco sobre el colchón hasta palpar el celular con cubierta rosa sobre la mesa de noche. Su intención era colgar y volver a dormir,pero en cuanto leyó el nombre en la pantalla no fue capaz de ignorar la llamada. —¿Mayo? —Bostezó cubriendo su boca con la mano izquierda mientras con la derecha sujetaba el móvil en su oreja. —Abril,en serio que no me puedo creer que hayas olvidado el examen. —Reprochó una voz femenina al otro lado de la línea telefónica mientras suspiraba exasperada. Se notaba la frustración solo con oírla. Los ojos de Abril se abrieron a la par—. Te esforzaste tanto y al final… —Mayo.. —Pero en serio, que te lo había recordado ayer cuando has venido a mi casa. —Siguió sin prestar atención a lo que la otra chica tendría por decir. —¡Mayo! —Exclamó a punto de sollozar. Se puso de pie alterada—. No puedo perder el examen. —Susurró—. me he quedado dormida y se me ha olvidado —Explicó entre sollozos—. Arruiné todo… —Abril,tranquila. —Susurró con voz calma y comprensiva. No parecía la misma fémina que antes le había regañado—. Todavía no es la hora del receso y el examen será hasta después. Ya inventaremos algo, todavía puedes venir. Yo veré que no noten tu ausencia. Abril sonrió. Sabía que su mejor amiga hablaba en serio. Cuando decía algo siempre lo cumplía, había sido así desde preescolar cuando se conocieron. Le agradeció después de recordarle cuanto la amaba y enviarle miles de besos.Colgó y miró la pantalla de su móvil,sobre su fondo de pantalla de Lovecraft,tenía la notificación de los veintitrés mensajes de Mayo. Le habría sorprendido si no hubiera llamado desde el minuto cero en que no la vio en la universidad. Con estos pensamientos en mente, visualizó su bolso listo para la escuela,lo tomó y salió corriendo de la habitación, sin prestar atención a nada más. Bajó las escaleras que daban al salón de la enorme casa en la que vivía y se dirigió a la puerta de entrada,corriendo hasta el punto de casi tropezar con sus propios pies. En ese momento agradeció inconcientemente que no se encontrara con su padre o el servicio pues no quería tener que dar explicaciones de porqué llegaba tarde. Corrió calle arriba y corrió aún más, hasta donde sus pies le permitían,ni siquiera se detuvo a tomar aire,a pesar de haberse quedado sin aliento. Sonrió en cuanto vio el portón de la universidad a unas cuantas cuadras de ella. Afortunadamente vivía en el mismo barrio y lo bastante cerca como para poder llegar a pie. Inhaló para reponer fuerzas. Se detuvo unos milisegundos a tomar aire y luego continuó corriendo. Atravesó el portón lista para buscar su facultad.Mientras corría visualizó varios edificios con diferentes tonalidades; la facultad de arte,que prensaba sobre sus paredes amarillas toda clase de dibujos arcaicos. La facultad de ciencias y tecnología,que no era más que un edificio con letras en metal que pregonaban el mismo nombre… y entonces la vio. Frente a ella se encontraba un edificio blanco,con letras doradas que resaltaban incluso más que la facultad de arte junto a este. “Facultad de medicina” Atinó a leer antes de entrar en él. No le importaba si decía algo más,había leído ese letrero decenas de veces, desde el inicio del semestre. No necesitaba prestar demasiada atención a los detalles. El peculiar olor a universitarios y nuevos útiles escolares invadió sus sentidos al atravesar la puerta. No era un olor desconocido,pero sí aterrador para ella,ya que nunca había sido la mejor de la clase y tenía que esforzarse para aprobar debido a su falta de atención. Por eso el estar allí implicaba un dolor de cabeza inmediato. Aún así, prefería estar ahí que en su casa, soportando a la servidumbre que no hacían más que recordarle los regaños constantes de su padre hacia ella. La facultad era un lugar amplio,de pasillos enormes. Era sencillo que cualquier novato de primer año se perdiera en el lugar. Pero había hecho un mapa mental desde el primer día (a petición de Mayo,que temía que pudiera perderse) y tuvo razón,ya que en el segundo día más de uno llegó tarde por haberse perdido, aunque no faltaba alguno que usara eso de excusa para cotillear en los pasillos. Se mentalizó todas las respuestas del examen,no podía evitar preocuparse porque no la dejasen aplicar. Ese exámen era una prueba de vida o muerte para ella. Su padre, Abraham Santana,era un juez de distrito y obviamente tenía dinero para pagar una universidad privada para ella,pero su elección había sido enviarla al extranjero a estudiar derecho penal. Oferta que Abril rechazó. Ni bien terminó la preparatoria aplicó para una beca universitaria y fue admitida en la tercera de las mejores universidades de España, según su rating mundial. Se trataba de una universidad para jóvenes de la más alta clase social, obviamente no ofrecían muchas becas y Abril lo sabía,la toleraban por la posición de su padre. Aveces pensaba que su esfuerzo no era la razón de que la admitieran. Sino su padre,eligieron a la chica rica que tenía berrinche con papá por encima de un niño pobre. Negó internamente tratando de sacar esos pensamientos de su cabeza. Era su primer año de psiquiatría. Quería creer que su intelecto la había llevado allí y debía seguir adelante.Se tomó un segundo para respirar un poco de aire en la puerta de entrada a su aula,mientras sostenía la perilla, esperando que nadie la abriera antes, necesitaba mentalizarse cómo actuar para corroborar, todas las mentiras que Mayo habría inventado. —Santana. —La fría voz de su maestra,tras de sí,la sacó de sus adentros. Giró con una sonrisa fingida. De todos sus maestros ésta,sin duda era la que menos le agradaba. —Maestra Gutiérrez… —Sígame. —Ordenó fríamente, girándose al lugar por donde había entrado Abril. La chica la siguió fuera de la facultad de medicina. No sabía a dónde irían pero había aprendido a la mala que era mejor no llevarle la contraria a esa maestra. Aunque estaba convencida que viniendo de ella no podría venir nada bueno. En el primer año algo que había tomado de la cafetería le dio indigestión y tuvo que salir corriendo al baño en plena clase. Por ello casi fue suspendida por tres semanas, claro que Mayo la salvó aquella vez pero no había manera de que pudiera hacerlo ahora. Abril pasó saliva cuando vio que habían llegado al edificio de la rectoría. A diferencia de las tonalidades de las facultades,este edificio era completamente crema y no tenía letrero en su exterior. El corazón de Abril la incitaba a que saliera corriendo de allí y su cerebro concordaba, pero no tuvo opción que entrar con ella. Incluso el director por muy raro que pareciera,era más considerado que esa mujer. Era raro en el buen sentido de la palabra,no es que fuera el típico anciano regordete que normalmente se haría cargo de un lugar cómo aquél. Ese era el problema,el director de esta universidad era tan solo unos nueve años mayor que ella. Y siempre tenía una mirada fría y carente de emociones. Actuaba cómo un anciano aun siendo tan joven y apuesto. En nada parecía de esa edad, cualquiera que lo conociera pensaría que tendría unos veinte y no los casi treinta que se le atribuían. Una vez adentro visualizó el lugar, Mayo le había comentado cómo era pero no había ido allí en ninguna ocasión, se preguntó porqué ese lugar se sentía tan sereno y acogedor, lo normal era que lo considerara la entrada al infierno pero no era nada comparado a las facultades que hacían que su cabeza casi estallara diariamente. En el recibidor,estaba un sofá blanco con tonalidades color pastel y varios pequeños muebles adornando el lugar. Entre ellos una pequeña mesita de madera en el centro. Al fondo,una puerta cristalina que en letras doradas decía “Javier Carrasco” Junto a la puerta había un pequeño escritorio crema,con muchos papeles en fila y una mujer de unos cincuenta años (aunque de facciones delicadas y firmes) sentada tras él. Parecía hablar por teléfono,mientras anotaba algo en una pequeña agenda. La maestra le restó importancia y tocó la puerta con el llamativo nombre. Entró sin esperar respuesta. Abril la siguió quedando anonadada mientras miraba al imponente hombre pelinegro sentado frente a ellas.Habían pasado varios minutos desde que entraron y el rector no parecía prestarles atención, al contrario,se miraba exhausto. Totalmente concentrado en los documentos que tenía en sus manos y firmaba con total elegancia. El escritorio era de caoba,se notaban los detalles, tras de él estaban las persianas que asomaban al patio de la universidad. Al lado del taburete tenía una pequeña plantita en una maceta, parecía bien cuidada pero no tenía ningún tipo de flor que pudiera identificarla. Junto a ellas, había un sofá de piel color negro. Abril,no le dio mucha importancia a lo que hacía, quería creer que era sólo papeleo absurdo. Lo que no podía evitar mirar era los labios y cada parte del pelinegro. Que a sus veintinueve años había logrado convertirse en director de una universidad privada. Según lo que sabía,el anterior director era su padre y este heredó la responsabilidad después de que falleciera. Abril suspiró,no podía dejar de pensar en ello. Heredar una responsabilidad tan gran
Caminar a casa se había convertido en una utopía para Abril. Primero; porque le avergonzaba pensar que alguno de sus vecinos la hubiera visto correr en pijama. No quería imaginar lo que pensarían de ella. Segundo; porque desde que salió de clases,imaginaba ver al director por todos los lugares por los que transitaba. Tercero y más importante; la ropa que llevaba se sentía ajena a su cuerpo. Debía agradecer por tenerla y no regresar en pijama,ni pasarse las horas en clase con ella, pero no le agradaba usar ropa ajena. El claxon de un auto tras ella le provocó un susto de muerte. Estaba en la acera pero no sabía con qué clase de locos se podría encontrar hoy en día. Suspiró al ver que se trataba de Mayo, en su auto descapotable. Un BMW, serie 5,de color rosa. El mismo automóvil con el que ella siempre había soñado. —¿Te asusté? —Preguntó bajando sus lentes de sol,estacionando el coche en la acera. Abril la observó por un momento. Mientras mantenía las manos en el volante,se podía ve
—¿Qué haces ahí? —Preguntó el director abriendo la puerta, una vez que Abril había decidido marcharse. La chica se giró tímidamente—. Entra. Para Abril esas palabras fueron una orden. Sin decir nada se acercó a él. Javier se hizo a un lado dejándola pasar.Ella se quedó de pie,trás él,mientras el mayor ponía cerradura a la puerta. Observó el lugar; había un recibidor con muebles de caoba con algunos cojines color blanco y negro y una chimenea detrás. Sobre la encimera de granito había varias fotos enmarcadas que no se podían ver a lo lejos. En la mano derecha de la sala estaba el marco de una puerta con cortinas de coral junto a unas escaleras color caoba que no pasaban desapercibida.—Toma asiento. —Pidió quitando el abrigo de la chica—. ¿Quieres algo de tomar? —Preguntó amablemente. No parecía tener el típico tono altanero de siempre. Por un momento, mientras quitaba el abrigo,su dedo tocó la piel de Abril. que se estremeció al acto. Él se apartó al sentir la incomodidad de la c
—El desayuno está listo, jovén. —Informó una voz masculina detrás de la puerta,luego de haber dado unos breves toques. —Lo sé. En un momento bajo. —Afirmó un chico rubio desde su habitación, mientras sostenía una mochila atada a una soga. En tanto escuchó los pasos aislados del mayordomo se encaminó a abrir la ventana cristalina que se vislumbraba al otro lado de las cortinas azules que pregonaban en lo blanco de su habitación. Al abrirla dejó caer la mochila por la ventana, amarrando la soga a la cortina. Se acicaló un poco el cabello y haciendo uso de la soga, salió por la ventana,cayendo sobre el césped del jardín trasero de la casa,dio un último vistazo atrás recordando su pasado; la fuente frente a la casa que se había acostumbrado a ver,el jardín en el que tantas veces jugó y la enorme casa en la que había nacido y crecido hasta sus diecinueve años actuales. Para algunos sería un privilegio vivir en una familia adinerada y no habría motivo alguno para escapar de una vida de l
¡Hola,hola! no os preocupéis este es un comunicado breve.Primero que nada; gracias por darte una pasadita por acá y llegar hasta aquí,te invito a seguir leyendo,te aseguro que no te arrepentirás, pero primero hay ciertos puntos que deberías saber antes de continuar: Esta historia no está dirigida a todo público, especialmente por su contenido delicado. Las acciones y algunos de los pensamientos de mis personajes no deben ser tomados como forma de ‘expresión’ o ‘estilo’ ni mucho menos puestos en práctica,porque muchas son incorrectas, aveces un tanto insensatas e incluso,me atrevería a decir, precipitadas. Cómo ya debisteis notar toca temas sensibles, cómo el suicidio,la aceptación personal,la homosexualidad,las autolesiones y la discriminación social,además de cierto contenido erótico,por lo que es solo apta para mayores de edad.En algunos capítulos la historia tiene referencias a la cultura japonesa (ya que varios de los personajes son Otakus/fujoshis/fudanshi,etc…) Por lo que uti
El ruido del claxon de los vehículos tras el autobús en el que viajaba,fue suficiente para despertar a un adormilado Gabriel que yacía sentado,con la mochila que horas antes había preparado en su regazo.Miró a través de los cristales del autobús; entre los transeúntes y el embotellamiento del tráfico podía ver las luces de los autos en la otra vía de la autopista, iluminando la noche. Había perdido la cuenta de cuántos autobuses tomó para poder llegar a Madrid. El viaje en sí no tardaría más de ocho horas pero había tomado el autobus incorrecto en la intersección y por ende perdió varias horas de viaje. Eran las 7:30 de la noche para cuando llegó a Madrid,la ciudad en la que vivía su primo y aunque aún faltaban varios minutos para llegar a su casa, los nervios comenzaron a invadir su cuerpo. Intentó calmarse observando las pequeñas gotas de lluvia que comenzaban a caer pero esto no hizo más que recordarle a sus padres. Barcelona,España. Año 2016. Las gotas de lluvia se deslizaban p
Era lunes por la mañana,habían pasado cuatro días desde que coincidió con Javier en aquel encuentro erótico y pasional que solo quedó entre las cortinas de la habitación y ellos mismos.No fue a la escuela al día siguiente de la «Fantasía» la había nombrado así porque no quería darle más importancia de la que él le había dado,agradeció que no hubiera tocado su virginidad, tal vez lo pensaría mejor la próxima vez, antes de liarse con alguien.Al menos eso se repetía a sí misma porque su cuerpo no lo entendía,haber sido tocada por él de aquella manera tan lasciva, había tenido las mismas consecuencias que sí hubieran hecho el amor. Desde aquel día, se sentía diferente sus pechos imploraban atención al igual que su parte íntima. Su cuerpo en general había cambiado. —No juegues con la comida. —Ordenó sereno,una voz masculina desde el otro lado del comedor. Abril asintió sin poder contradecir a su padre. Envolvió el espagueti con el tenedor que segundos antes usaba para golpear la mesa, y
Giró al ver el causante de sus latidos acelerados, definitivamente era él, el guapísimo director con el que había estado hace varias noches. —¿Quieres que te lleve a casa? Tu chófer ya se ha marchado. —Le susurró Javier en el oído izquierdo para que Mayo no lo oyera, había escuchado la conversación de ambas chicas. No había enojo ni burla en su voz,sino preocupación. Sabía que el hecho de que Abril estuviera tan distraída cómo para no recordar el día festivo,era su culpa en gran manera. La rubia seguía estática,sin poder articular palabra,de pie,con las manos del mayor rodeando sus caderas y el teléfono en su oreja derecha. No sabía qué hacer con su mano izquierda, si golpearlo y salir corriendo de allí a toda velocidad o rodearlo y besarlo de nuevo porque de algo estaba segura, quería probar sus labios una vez más. Miró su atuendo,llevaba un top casual; suéter de cuello alto gris oscuro debajo de una chaqueta deportiva de tweed del mismo color. Con pantalón de pana negro y zapatos