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Abril y Mayo
Abril y Mayo
Por: Runhy 🖤
Primer encuentro.

Madrid,España. Octubre,2018.

You are the music in me 🎶

El ritmo armónico de la canción,de la película High school music,retumbó en la habitación. La canción en sí,no significaría un problema en el sueño de otra persona,pero para Abril,la dueña de aquel móvil que sonaba,sí que lo era. Desde pequeña había tenido el sueño bastante ligero,por ello se obligaba a dormir con los ojos cubiertos, ya fuera por una almohada o por el peculiar antifaz rosa que ella misma había diseñado con piedras color carmín.

Estiró su mano a regañadientes, cualquiera que la conociera sabría de sobra que si detestaba algo en el mundo,era que interrumpieran su sueño. Al ver que sus intentos de tomar el teléfono sin necesidad de moverse no funcionaban,tuvo que quitarse el antifaz. Bostezó. Aún tenía la pereza del sueño interrumpido. Extendió su mano una vez visualizó el móvil y se arrastró un poco sobre el colchón hasta palpar el mini iPhone 5 con cubierta rosa.

Su intención era colgar y volver a dormir,pero en cuanto leyó el nombre en la pantalla no fue capaz de hacerlo.

—¿Mayo? —Bostezó cubriendo su boca con la mano izquierda mientras con la derecha sujetaba el móvil en su oreja.

—Abril,en serio que no me puedo creer que hayas olvidado el examen. —Reprochó una voz femenina al otro lado de la línea mientras suspiraba exasperada. Se notaba la frustración solo con oírla. Los ojos de Abril se abrieron a la par—. Te esforzaste tanto y al final...

—Mayo

—Pero en serio....,que te lo había recordado ayer cuando has venido a mi casa. —Siguió sin prestar atención a lo que la otra chica tendría por decir.

—¡Mayo! —Exclamó a punto de sollozar. Se puso de pie alterada—. No puedo perder el examen —Susurró—. me he quedado dormida y se me ha olvidado —Explicó entre sollozos—. Arruiné todo...

—Abril,tranquila... —Susurró con voz calma y comprensiva. No parecía la misma fémina que antes le había gritado por olvidarlo—. Todavía no es la hora del receso y el examen será hasta después. Ya inventaremos algo, todavía puedes tomar el examen. Yo veré que no noten tu ausencia.

Abril sonrió. Sabía que su mejor amiga,hablaba en serio. Cuando decía algo siempre lo cumplía,había sido así desde primero de primaria cuando se conocieron.

Le agradeció después de recordarle cuanto la amaba y enviarle miles de besos.

Colgó y miró la pantalla de su móvil,sobre su fondo de pantalla de Junjō Romantica tenía la notificación de los veintitrés mensajes de Mayo. Le habría sorprendido si no hubiera llamado desde el minuto cero en que no la vio en la universidad.

Dejó sus pensamientos de lado, afortunadamente encontró su bolso listo para la escuela,la tomó y salió corriendo de su habitación,sin prestar atención a nada más.

Bajó las escaleras que daban al salón de la enorme casa en la que vivía y se dirigió a la puerta de frente,corriendo hasta donde sus pies le permitieron, en ese momento agradeció inconcientemente que no se encontrara con su padre o el servicio,no quería tener que dar explicaciones de porqué llegaba tarde.

Corrió calle arriba y corrió aún más, hasta donde sus pies le permitían,ni siquiera se detuvo a tomar aire, a pesar de haberse quedado sin aliento.

Sonrió en cuanto vio el portón de la universidad a unas cuantas cuadras de ella. Afortunadamente vivía en el mismo barrio y lo bastante cerca como para poder llegar a pie.

Inhaló para reponer fuerzas. Se detuvo unos milisegundos a tomar aire y luego continuó corriendo.

Atravesó el portón lista para buscar su facultad,mientras corría visualizó la facultad de artes,de ciencias y tecnología... y entonces la vio. Frente a ella,se encontraba un edificio marrón, con letras doradas y enormes.

"Facultad de medicina"

Atinó a leer antes de entrar en él. No le importaba si decía algo más,había leído ese letrero decenas de veces, desde el inicio de clases.

No necesitaba prestar demasiada atención a los detalles.

El peculiar olor a universitarios y útiles escolares invadió sus sentidos al atravesar la puerta. No era un olor desconocido pero si aterrador para ella,nunca había sido la mejor de la clase,tenía que esforzarse para aprobar debido a su falta de atención, por eso el estar allí implicaba un dolor de cabeza inmediato. Aún así, prefería estar allí que en su casa, aguantando a la servidumbre que no hacían más que recordarle los regaños constantes de su padre hacia ella.

la facultad era un lugar amplio,de pasillos enormes. Era sencillo que cualquier novato de primer año se perdiera en el lugar. Pero había hecho un mapa mental desde el primer día —A petición de Mayo,que temía que pudiera perderse—. y tuvo razón,ya que en el segundo día más de uno llegó tarde por haberse perdido, aunque no faltaba alguno que usara eso de excusa para cotillear en los pasillos.

Se mentalizó todas las respuestas del examen,no podía evitar preocuparse porque no la dejasen aplicar. Ese exámen era una prueba de vida o muerte para ella. Su padre, Abraham Santana,era un juez de distrito y obviamente tenía dinero pagar una universidad privada para ella,pero su elección había sido enviarla al extranjero a estudiar derecho penal. Oferta que Abril rechazó.

Ni bien terminó la preparatoria, aplicó para una beca universitaria y fue admitida en la "Universidad alemana de Madrid" la tercera de las mejores universidades de España, según su rating mundial. Se trataba de una universidad para niños de la más alta clase social,obviamente no ofrecían muchas becas y Abril lo sabía,la toleraban por la posición de su padre.

Aveces pensaba que su esfuerzo no era la razón de que la admitieran,sino su padre,eligieron a la chica rica que tenía berrinche con papá por encima de un niño pobre.

Negó con la cabeza para sacar esos pensamientos de su cabeza. Era su primer año de psiquiatría. Quería creer que su intelecto la había llevado allí y ella debía seguir adelante. Se tomó un segundo para respirar un poco de aire en la puerta de entrada a su aula,mientras sostenía la perilla, esperando que nadie la abriera antes, necesitaba mentalizarse cómo actuar para corroborar,todas las mentiras que Mayo habría inventado.

—Santana. —La fría voz de su maestra,tras de sí,la sacó de sus adentros. Giró con una sonrisa fingida,de todos sus maestros ésta,sin duda era la que menos le agradaba.

—Maestra Gutiérrez...

—Acompañeme. —Ordenó fríamente, girándose al lugar por donde había entrado Abril. La chica la siguió fuera de la facultad de medicina.

No sabía a dónde irían pero había aprendido a la mala que era mejor no llevarle la contraria a esa maestra. Aunque estaba convencida que viniendo de ella no podría venir nada bueno.

En el primer año tomó leche rancia de la cafetería y tuvo que salir corriendo al carro,en plena clase. Y por ello casi fue suspendida por tres semanas,claro que Mayo la salvó aquella vez pero no había manera de que lo hiciera ésta vez.

Abril pasó saliva cuando vio que habían llegado al edificio de la rectoría. A diferencia del color marrón de las facultades,este edificio era de color blanco y no tenía letrero en su exterior.

La boca de Abril se abrió de par en par pero no tuvo opción que entrar con ella. Incluso el director,por muy raro que pareciera era más considerado que esa mujer.

Era raro en el buen sentido de la palabra,no es que fuera el típico anciano regordete que normalmente se haría cargo de un lugar como aquél. Ese era el problema,el director de su escuela era tan solo unos nueve años mayor que ella. Y siempre tenía una mirada fría y carente de emociones.

Actuaba como un anciano,aun siendo tan joven y apuesto,porque en nada parecía de esa edad, cualquiera que lo conociera pensaría que tendría unos veinte y no los casi treinta que se le atribuían.

Una vez adentro visualizó el lugar, Mayo le había comentado cómo era pero no había ido allí en ninguna ocasión,se preguntó porqué ese lugar se sentía tan sereno y acogedor,lo normal era que lo considerara la entrada al infierno pero no era nada comparado a las facultades que hacían que su cabeza casi estallara diariamente.

El recibidor; tenía un sofá blanco con tonalidades color pastel y varios pequeños muebles adornando el lugar. Entre ellos una pequeña mesita de madera en el centro. Al fondo,una puerta cristalina que en letras doradas decía “Javier Carrasco”

Junto a la puerta había un pequeño escritorio crema,con muchos papeles en fila y una mujer de unos cincuenta años. —Aunque de facciones delicadas y jóvenes—. Sentada trás él. Parecía hablar por teléfono,mientras anotaba algo en una pequeña agenda.

La maestra le restó importancia y tocó la puerta con el llamativo nombre en ella. Entró sin esperar respuesta y Abril tras ella.

La rubia quedó anonadada mientras miraba al imponente hombre pelinegro sentado frente a ellas.

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