Camila:
Cuando era tan solo una adolescente de 13 años, me vi en la necesidad de huir de mi hogar. Mis padres son unos alcohólicos y adictos a la heroína.
Mi vida desde pequeña se había basado en sobrevivir a las golpizas que mi padre me proporcionaba y, por otra parte, defender a mi hermana menor de las garras de ese monstruo.
Podía decir que yo era el saco de boxeo de mi madre y de mi padre.
Cuando solo era una niña de 8 años me enviaron a las calles con mi hermana 2 años menor a vender dulces para generar algo de dinero, ya que ellos no trabajaban. Cuando no lográbamos colectar lo esperado, eran golpes seguros para mí.
Cuando el dinero ya no alcanzó, decidieron venderme. Mi valor era de medio millón de dólares y aquel hombre, Lasko Donavich, un ruso que estaba de paso en Los Ángeles, pagó ese precio.
Esa misma noche decidí huir, dejando atrás a mi hermana menor, no sin antes hacer una promesa: volver por ella.
Los años habían pasado y Mazón me encontró en las calles, con la ropa sucia y había perdido la cuenta del tiempo que había durado sin tomar una ducha. Él me "adoptó" por así decirlo y me convirtió en lo que ahora soy: una traficante.
Por el historial de mis padres, juré jamás probar una droga y aunque mi trabajo es distribuirla, jamás la he consumido. Mazón me inculcó todo el conocimiento que debía saber sobre cada sustancia, sin la necesidad de exponerme.
Ahora, después de años, parte de mi pasado esta frente a mí.
—¿Kelly?
—¿Camila? —me observa con detenimiento.
—¿Se conocen? —pregunta mi vecino.
No respondo a su pregunta, solo me quedo estática observándola como sí de un fantasma se tratará. Ella ya no era más esa niña que había dejado atrás, ahora había crecido y era toda una mujer.
—Llegó la última. —dice el amigo rubio de mi vecino.
—¿Trabajas como dama de compañía? —cuestiono con incredulidad.
—Algo tengo que hacer para sobrevivir fuera de ese infierno. —responde sin más.
Se adentra a la casa y la observo una vez más. Sin duda ya no quedaba rastro de aquella inocente niña.
—Bueno, vecina, usted ya se iba. —dice aquel pedazo de idiota.
Toma a mi hermana por la cintura y la apega a él.
—Tengo que gozar a esta preciosidad.
Mi sangre hierve al escuchar sus palabras. Pareciera que quiere otro golpe en la otra mejilla para estar parejos.
—Ahora no quiero irme. —digo retándolo con la mirada.
—Si se queda tendrá que bailar para mí. —dice dejando a mi hermana de lado para acercarse a mí. —Y después...—observa mi escote y muerde su labio inferior. —Quitarse esa blusita y esa faldita.
Río sarcásticamente, me acerco a paso lento hacía él. Estando frente a frente lo observo directamente a sus grisáceos ojos que se han iluminado.
—Ni en tu más preciado sueño, idiota. —digo entre dientes.
Se inclina para estar a mi altura, su rostro a escasos centímetros del mío, sonríe de lado y clava su mirada en mí.
—Entonces ya sabe por dónde puede irse. —dice sin apartar la mirada de la mía. —El día de mañana paso a su departamento a pagar los daños y si desea invitarme un café, no me negaré, preciosa. —lanza un beso al aire.
Mi instinto desea reaccionar con violencia, pero me resigno ante la situación. Un día va a amanecer muerto.
Me retiro sin armar más revuelo.
Al llegar a casa, lo primero que hago es azotar la puerta, para proceder a golpear la pared.
—¡Mierda! —grito al sentir el dolor en mi nudillo.
El enojo se había disipado, pero el dolor era demasiado intenso. Solo deseo no haberme fracturado.
Eso me pasa por no controlar mis ataques de ira. Esto ha sido un problema serio durante años. He intentado controlarlos, pero soy una bomba de tiempo. Me es imposible no actuar ante lo que me hace enojar y si reprimo el sentimiento, termino estallando con más intensidad de la que debería.
Después de curarme, me adentre a mi habitación.
Observo los cristales hechos añicos en el suelo. Eso lo limpiare el día de mañana.
Justo eran las 12 am y por primera vez desde que me mudé aquí, la música se había detenido. ¿Ya había acabado? Era extraño pero satisfactorio a su vez, ya que no es lo que habíamos pactado.
Por primera vez en meses, podré dormir como un bebé, con mucha paz y tranquilidad. Sonrío para mí misma y me hago bolita para caer en los brazos de Morfeo.
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Escucho el timbre sonar, lo cual ignoro pensando que estoy soñando. Insistentemente, vuelve a sonar una y otra vez. Abro los ojos, observo el reloj en mi mesita de noche, 7:00 am.
¡Joder! ¿Quién esta despierto un sábado a las 7 am?
Me levanto de mala gana cuando sigo escuchando el persistente sonido del timbre. Bajo con pesadez las escaleras.
Cuando abro la puerta logro apreciar a mi vecino con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Cómo puede estar tan fresco si estuvo de fiesta por la noche?
Lo observo con desdén, mientras caigo en cuenta que no lleva camisa. Tiene el abdomen, brazos y cuello cubierto en tatuajes. El día de ayer había logrado apreciar lo de los brazos y cuello, pero ahora era otro nivel.
—¿Estás intentando seducirme? —pregunto mientras me cruzo de brazos y enarco una ceja.
—La misma pregunta le hago a usted. —dice recorriéndome con la mirada.
Ruedo los ojos ante su respuesta. Hombre tenía que ser, solo piensa con la cabeza de abajo, de que le sirve tener 2 si solo usará una.
—¿Qué te trae por aquí? —pregunto esperanzada de que vaya directo al grano.
—Ayer le comenté que vendría a pagar los daños. ¿Se puede pagar con cuerpo? —dice con picardía.
Estoy por cerrar la puerta en su cara, pero interpone su pie para que eso no suceda.
No hay nada que me irrite más que la gente estúpida y pedante como él.
Solamente son las 7 am y yo ya quiero estar huyendo del país por homicidio. ¿Quién empieza a joder desde temprano?
—No te tolero. —bufo.
—Ese es el punto. —dice de manera burlesca. —¿No recuerda que anoche me declaró la guerra? Ahora abra esa puerta, preciosa, o vamos a tener problemas.
¿Me está amenazando? Efectivamente, me está amenazando en mi propia casa. Eso es no tener vergüenza.
Se me ocurren tantos insultos en el momento, que podría hacer toda una lista.
—¿Dónde está mi hermana? —pregunto cambiando drásticamente el tema.
—En mi cama, descansando después de una buena follada con su humilde servidor. —un aire de egocentrismo se asoma en su rostro. —¿Sabe? Su hermana es mi segunda mujer favorita, usted puede ser la primera.
El cinismo en persona. En carne y hueso.
Había conocido tipos idiotas, pero ninguno como este. Creo los hombres comparten una misma neurona entre todos, porque por más que lo intentan, siempre terminan de demostrar que solo son un hombre más siguiendo sus instintos.
—Vienes a pagar los daños. Dame el dinero y lárgate. —espeto desesperada.
—Vecina, ¿hace cuanto no le dan? Porque ese humor es inusual en alguien tan joven como usted.
—¿Disculpa? —pregunto ofendida.
—La disculpo. —responde sarcásticamente.
No sé qué me desespera más de este tipo: que se haga el gracioso, que me hable de usted, que sea pedante o todas las anteriores.
Lo tomo de la oreja y lo arrastro al interior de la casa. Él se deshace de mi agarre y me observa como si yo estuviera loca. Eso me hace enojar aún más.
—Bien. Le daré 400 dólares por el daño a su propiedad. También cabe aclarar que ayer tuve consideración con usted y terminé la fiesta temprano, la de hoy la cancelé y el día de mañana estará totalmente renovada para que el lunes pueda ir a trabajar sin querer matar a la primera persona que se le cruce enfrente.
Saca un fajo de billetes de 100 y me entrega 4, tal como había dicho; 400 dólares. Acepto el dinero y lo dejo sobre la barra.
—Gracias, ahora puedes irte. —digo empujándolo hacia la puerta.
—Con gusto me voy, así obtengo mi mañanero y le mando a su hermana relajada para que hablen de sus cosas pendientes.
Cada vez que abre la boca para hablar siento unas ganas inmensas de callarlo a punta de golpes. Es tan detestable, tan odioso e insoportable que quisiera que dios lo guarde y se le olvidé donde.
Lo observo marcharse a su departamento y cierro de un portazo.
En algún momento mi puerta ya no va a soportar tanta violencia y terminará por colapsar.
Subo a mi habitación y me recuesto, envolviéndome como tamal en mi cobija. Cierro los ojos y vuelvo a caer dormida.
Chase:Desde pequeño fui despreocupado, pero a su vez problemático. Mis padres casi nunca estaban en casa y como hijo único, prácticamente me crié y me moldeé a mí mismo. De esa manera, siempre busqué la validación de ellos y como nada nunca fue suficiente, mandé todo a la mierda y comencé a vivir la vida a mi modo.La escuela nunca me gustó, para ser honesto, pero me forzaba a mí mismo a sacar las mejores notas para demostrar a mis progenitores que era alguien. Cuando me di cuenta de que ni teniendo las mejores calificaciones iba a conseguir lo que quería, hice las cosas como desee, haciendo que mis materias se fueran al carajo y reprobando a diestra y siniestra.En el instituto conocí a mis actuales mejores amigos. Seth fue el primero con el que me uní, ambos teníamos mucho en común. Éramos hijos únicos, a nuestros padres les importábamos una mierda y encontramos consuelo el uno en el otro.Después llegaron Kryan y Holly a unirse al club de los exiliados. Y ahí es donde empieza todo
Camila:Despierto por segunda vez en el día, pero esta vez a voluntad propia. Había dormido como bebé, hace meses no dormía de esta manera, técnicamente desde que me mudé a este condominio.Eran las 12 pm y recién iba a desayunar.Escucho sonar el timbre de mi hogar. Lo que más odio en este mundo es que me interrumpan cuando voy a comer.Me levanto de mala gana y me dirijo hacia la puerta, con toda la intención de golpear al estúpido de mi vecino, lo más seguro es que sea él y una vez más, desee joderme la existencia.Cuando abro aquella puerta, me trago mi veneno al ver a mi hermana frente a mí. Todo rastro de enojo se disipa y lo reemplaza un sentimiento de alivio y a su vez tristeza.Lleva la misma ropa de la noche anterior y ahora sin ese maquillaje cargado.—Jamás volviste. —dice en un susurro.Aquellas palabras me llegan como una bofetada en el alma. Sentía que habían tomado mi corazón y lo habían exprimido como un trapo viejo.El sentimiento de culpa estrujó todo mi ser. Jamás
Kelly:Camila no lo sabía, pero mi hogar era la mansión de la madrota. Ahí vivíamos todas las chicas que trabajábamos para ella. Esa gigantesca casa estaba dividida en 2 secciones: sección P y sección doble P.La sección P era para las chicas que estaban ahí de modo pasajero, que en cualquier momento podían irse si deseaban abandonar el trabajo. La sección doble P, era para las chicas de planta, para aquellas chicas que fueron obligadas a estar ahí y era una sección restringida.Yo estaba en la primera y nunca tuvimos acceso al área restringida, pero sí presenciamos la llegada de varias que iban para ese lugar. Algunas entraban llorando y gritando, algunas otras cooperaban para no ser castigadas. La más pequeña que vimos entrar para aquella sección fue una niña de 10 años. Ese día lloré recordando a mi hermana, Camila.En mi área, compartíamos los espacios comunes: la cocina, la sala de estar, los patios, el comedor, la sala de juegos y el bar.Cada chica tenía su propio cuarto y eso e
Camila:Hoy era el día de la mudanza y Kelly no me había permitido ayudarla a transportar sus cosas. Alrededor de las 2 pm de la tarde, logré observar su auto pasar y parar en el estacionamiento de la casa del vecino. ¿Qué hacía allá en vez de venir directamente para acá?Había pasado una hora y ella todavía seguía allá. Pensé en ir a la casa de aquel inútil y traerla de las orejas como si de una niña pequeña se tratará, pero me tragué todo mi coraje y recelo para no darle una incómoda bienvenida. No quería que su primer día conmigo fuera una catástrofe que la haga querer salir corriendo.Esperé pacientemente, observando desde la ventana de la cocina, que es la que da directamente a la casa de a lado. Después de un rato, no sé en realidad cuanto ha pasado; observo a mi hermana salir muy sonriente de aquella casa y aquél inepto detrás de ella, se abrazan y él entra de nuevo a su hogar, Kelly se monta en su auto y doy la espalda a la ventana.Espero en mi lugar con los brazos cruzados, e
Camila:Sábado había caído con la velocidad de un rayo y aún estaba en duda si asistir a la fiesta. No era mi tipo de ambiente; los ruidos fuertes me aturden y los lugares con mucha gente me agobian. Lo único disfrutable sería el alcohol.Kelly, por el contrario, estaba más que emocionada y esas ganas suyas de divertirse irradiaban con tanta energía.—Vamos, Cami. —dice en súplica. —Habías prometido que iríamos y sí algo no te cuadraba nos íbamos a regresar.Recuerdo a la perfección mis palabras, pero me siento tan fastidiada de ese hombre que, si lo veo, lo mas seguro es que vaya a querer matarlo en primera estancia.Mi hermana me observa con ojos de cachorro regañado y ruedo los ojos para finalmente aceptar ante su sutil manipulación. Me abraza con fuerza, irradiando felicidad.—La fiesta es en 2 horas, no tenemos mucho tiempo, así que hay que poner manos a la obra. —dice rápidamente.—Kel, siempre asistes a esas fiestas, ¿Por qué estás tan emocionada? —pregunto mientras camino hacía
Chase:En este mundo hay 2 grupos que no tienen derecho de redención: asesinos y abusadores. Aquellos que atentan contra la vida de otro ser humano por puro placer y quienes atentan contra la inferioridad de fuerza para defenderse de otro individuo, no tienen opción para redimirse.Me estaba volviendo loco la imagen que me perseguía de Camila, con esos ojos oscuros cristalizados y esa expresión de pánico en su rostro. Me estaba jodiendo el hecho de saber que este monstruo la tocó sin su consentimiento y, sobre todo, como se expresó de ella intentando justificar su falta de respeto.No había manera de redimirse, no había salvación para alguien que posiblemente sea un agresor en potencia. Si eso le hizo a Camila, no quiero siquiera pensar que ya lo halla hecho anteriormente con otras chicas inocentes.La noche sería larga para él, porque estábamos drogados hasta la madre y no tendríamos sueño hasta dentro de unas largas horas.Lo habíamos montado a nuestro auto, no sin antes haberlo atad
Camila:No había podido dormir desde que volvimos a casa. Aún podía sentir las manos de aquel tipo tocándome y la manera en que sus asquerosos labios rozaban mi piel con desesperación y morbo. La clara imagen de los ojos de ese sujeto, mirándome como si fuera solo un pedazo de carne que podía devorar a su antojo, se reproducían en mi mente como una película de terror.Cuando volvimos a casa, eran la 1 am y ya habían pasado 4 horas desde que se llevaron al sujeto.Kelly me había preparado un té de manzanilla para relajarme, pero no surgió efecto. Estaba alterada, conmocionada y me sentía sucia; condenada y marcada.La primera vez que me sentí tan miserable, fue cuando mis padres me vendieron, y ahora me siento igual que aquella vez, que, por suerte, también logré salir ilesa.Observo a mi hermana hecha bola en mi cama, con la sabana que tanto me gusta. Me abrazo a mí misma, tratando de reconfortarme de alguna manera.Escucho el timbre sonar. Son las 5 am. ¿Qué carajo?El timbre resuena
Chase:No había cosa que odiara más que la gente malagradecida. Había olvidado la razón por la cuál había dejado de ser tan servicial con desconocidos, pero, Camila me lo recordó.Aunque ella no me lo pidió, el equipo y yo estuvimos dispuestos a matar por ella, lo mínimo que esperaba era un agradecimiento.Esa reacción suya, de cierto modo me provocó una sensación que no sabía cómo describir a la perfección; un sabor amargo que me estaba contaminando la mente, repitiendo sus palabras como un mantra.No eres nadie para mí.Tenso la mandíbula al sentir la impotencia de no poder pensar en otra cosa. Ella me había embrujado con aquellas palabras venenosas.Golpeo la mesa con la palma de mi mano y Holly se sobresalta.Eran las 5 pm. Habíamos dormido prácticamente todo el día y habían pasado 2 horas desde que despertamos. Estábamos esperando a Kryan, quién era el designado a cocinar los domingos.—¿Qué te pasa? —pregunta Holly, curiosa.—Me repugna la gente malagradecida. —respondo con desdé