Camila:
Rara vez llegaba a casa a dormir. Mi semana se basaba en estar al pendiente de la distribución de mercancía en sus respectivos puntos, por lo que tenía que estar hospedándome en diferentes hoteles cada día. Mi trabajo es sumamente demandante, por lo que se me exige salir de la ciudad para llevarlo a cabo.
Mis únicos días libres son los fines de semana, y cuando llego a casa los viernes por la noche lo único que deseo es descansar. ¿Cuál es el impedimento? Mi vecino y sus insoportables fiestas cada maldito fin de semana.
Desde los 3 meses que llevo viviendo en este condominio porque supuestamente es demasiado tranquilo, jamás me he topado con ese personaje que me hace mis días libres tan miserables.
Usualmente cuando llego a casa sus fiestas apenas van a iniciar, por lo que desde que cruzo la puerta de mi hogar, sé lo que me espera toda la noche, poniéndome así de mal humor
Esas fiestas suyas inician a las 8 pm y terminan hasta el amanecer, con música en vivo a un volumen insano, demasiadas personas gritando y sin mencionar el olor a hierba que se cuela por la ventana.
Está noche, por el tráfico me ha tocado llegar más tarde a mí hogar. Desde que estoy entrando al condominio, logro escuchar la música a todo volumen, puesto que mi ventana viene abierta.
Ruedo los ojos y bufo, aprieto con fuerza el volante haciendo que mis nudillos se vuelvan blancos por la presión. Está será una larga noche.
El día de hoy había sido demasiado estresante. Me fue difícil cerrar un trato con una organización importante solo por el hecho de ser mujer. Todos a mi alrededor eran gorilas gigantes, mientras yo era la única dama en el despacho. Intentaron humillarme, pero resultó siendo viceversa.
Por esa misma razón, estoy ahora mismo como una bomba de tiempo. Cualquier mínima cosa me hará estallar y destruir todo a mi paso.
Estaciono el auto en la cochera de mi casa. Cuando bajo, siento el golpe del olor a marihuana, lo cual me provoca unas nauseas terribles. La música tan alta es insoportable que hace mi cabeza doler y mis oídos me zumban.
Me adentro lo más rápido posible a mi hogar y me dirijo al minibar para tomar una botella de vino y una copa. Subo a mi habitación y cierro de un portazo.
Abro el vino y vierto un poco en la copa. Un pequeño sorbo es todo lo que necesito para degustar uno de los mejores vinos: "Casillero del diablo."
Me siento al borde de mi cama y suspiro con pesadez.
Los gritos eufóricos en la parte de afuera se sienten como si estuvieran dentro de mi casa y el olor de la marihuana se cuela por la ventana, aunque está misma está cerrada.
Escucho un estruendo en mi ventana y cuando giro al ventanal, observo que está roto y hay una piedra, la misma que lo atravesó.
¡Oh, esta si me la pagan! ¡Alguien va a morir esta noche!
Salgo de mi casa a toda prisa, importándome menos lo que la gente vaya a decir. En este preciso momento estoy más que cabreada.
Al llegar a la puerta de su casa toco el timbre con insistencia. Con tremendo ruido como va a escuchar.
Sigo insistiendo mientras mi paciencia se va disipando cada vez más. Cuando por fin la puerta se abre, logro apreciar un tipo con cara de maleante, cubierto en tatuajes y un cuerpo completamente trabajado.
—Hola, preciosa. ¿Te ha enviado Milena? ¡Joder!, como odio cuando las manda por separado, ¿No es más fácil enviarlas a todas juntas?
Por un momento me siento confundida. ¿De qué carajo está hablando?
—¿Eh? —es lo único que logro formular.
—La madrota te ha enviado, ¿no?
Caigo en cuenta de lo que intenta decir y nuevamente la ira me invade, desapareciendo todo rastro de la confusión que había mostrado anteriormente.
—¡Idiota, no soy una mujerzuela! Soy tu vecina, reverendo estúpido.
—Ah, vecina... Por fin tengo el placer de conocerla. Una disculpa. —dice sonriendo de lado. —Es que vestida de esa manera. —me recorre con la mirada de cabeza a los pies y la incomodidad se apodera de mí. —Pensé que era una de mis mujeres.
¡Que cínico!
Si las miradas matarán este hombre ya estaría en un charco de sangre.
—¿Disculpa? —digo indignada.
—La disculpo. Pasé por favor. —hace un ademán para que me adentre a su casa.
Que tipo tan pedante.
Me adentro y cierra la puerta.
Logro observar como las personas están como sardinas enlatadas, bailando al son de la música, el patio también está infestado de personas y es donde se encuentra la música.
—¿Ya llegó la última?
Un tipo castaño me toma de la cintura. Él también está infestado de tatuajes y tiene piercings en la nariz, labio y orejas, con un cuerpo trabajado y pinta de ser un cabronazo.
Mi vecino observa la escena divertido.
—Es la vecina. —dice con suma tranquilidad.
El tipo se aparta de inmediato y me pide disculpas. Ruedo los ojos en respuesta.
—Llegó una cómo te gustan, Chase. —aparece una chica rubia.
Ella tiene cabello corto y sus finas facciones están cubiertas de piercings: nariz, labios, cejas y orejas.
Cada vez que me confunden con una mujerzuela me cuestiono más mi fe sobre la humanidad.
—Milena se lució está vez. —un chico rubio hace su aparición.
Me observa de cabeza a los pies y sonríe de lado. Él es el único limpio de tatuajes y piercings.
—Es la vecina. —repite ante el par.
—¡Ay, m****a! Una disculpa. —dice la chica avergonzada.
A este punto ya había olvidado por completo a que había venido principalmente y estaba a punto de armar una escena por la confusión.
—Dígame vecina, ¿Qué la ha traído aquí está noche? —pregunta con toda la tranquilidad del mundo.
Cuando estoy por responder me hace un ademán para que guarde silencio.
—Oh, esperen...Está es mi canción. —dice sonriendo.
"Pesao" de Cartel de Santa suena a todo volumen. Hasta yo sé esa canción en contra de mi voluntad.
Lo observo cantando a gritos junto a sus amigos y por un momento quiero golpearlo.
Siento que todo lo que me estoy conteniendo, va a salir con gran intensidad cuando abra la boca para escupir mi veneno.
Odio que me traten como si fuera una estúpida y eso es justo lo que está haciendo este pedazo de imbécil.
La canción por fin finaliza y vuelve a dirigir su atención hacía mí.
—Una disculpa. Ahora sí, dígame, ¿Qué la ha traído está noche aquí?
Lo observo fijamente a los ojos con intensidad, estoy como una olla de presión.
—¡Uno de tus animales salvajes arrojó una piedra a mi ventana y la rompió! —grito, dejando salir parte de mi enojo.
—¿Sabe quién fue? —pregunta desconcertado.
—¡Si lo supiera ya habría un muerto! —respondo entre gritos.
—La vecina se volvió loca. —comenta el rubio.
—¡No estoy loca! —me giro a encararlo. —No quieres conocer mi locura. —digo amenazante.
Poco a poco voy expulsando toda aquella ira retenida desde temprano en la mañana, hasta ahora.
—No amenaces a mi hermano. —interfiere la rubia.
—Pagaré los daños. ¿Algo más de lo que desee quejarse? —pregunta mi vecino con apatía.
—¿Fiestas cada maldito fin de semana? —digo molesta. —Mis únicos días de descanso tengo que soportar todo esto.
—Bien, pagaré los daños de su ventana y las fiestas serán cada 2 semanas. ¿Está satisfecha con eso?
Lo miro con incredulidad. Siento que solo me está tomando el pelo para que me largue de una vez por todas, aunque si fuese verdad, eso es mejor que nada.
—Me parece un buen trato. —digo resignada.
Extiende su mano y la acepto, cerrando así el pacto.
—Bien, ahora puede retirarse. Sí en algún momento desea venir a una de mis fiestas es completamente bienvenida.
Me acompaña hasta la puerta y antes de abrirla, agrega:
—Pero primero se toma un calmante y después asiste, no quiero más escándalos, loca.
Aprieto los puños con fuerza y al girarme estampo uno en su mejilla, haciendo girar su rostro. Coloca su mano sobre el área afectada y sonríe con malicia.
—Esto es guerra. —amenazo.
—Acepto la guerra. —responde con satisfacción.
Cuando abro la puerta, observo a una chica de espaldas. Cuando se gira me llevo tremenda sorpresa.
—¿Kelly?
Camila:Cuando era tan solo una adolescente de 13 años, me vi en la necesidad de huir de mi hogar. Mis padres son unos alcohólicos y adictos a la heroína.Mi vida desde pequeña se había basado en sobrevivir a las golpizas que mi padre me proporcionaba y, por otra parte, defender a mi hermana menor de las garras de ese monstruo.Podía decir que yo era el saco de boxeo de mi madre y de mi padre.Cuando solo era una niña de 8 años me enviaron a las calles con mi hermana 2 años menor a vender dulces para generar algo de dinero, ya que ellos no trabajaban. Cuando no lográbamos colectar lo esperado, eran golpes seguros para mí.Cuando el dinero ya no alcanzó, decidieron venderme. Mi valor era de medio millón de dólares y aquel hombre, Lasko Donavich, un ruso que estaba de paso en Los Ángeles, pagó ese precio.Esa misma noche decidí huir, dejando atrás a mi hermana menor, no sin antes hacer una promesa: volver por ella.Los años habían pasado y Mazón me encontró en las calles, con la ropa su
Chase:Desde pequeño fui despreocupado, pero a su vez problemático. Mis padres casi nunca estaban en casa y como hijo único, prácticamente me crié y me moldeé a mí mismo. De esa manera, siempre busqué la validación de ellos y como nada nunca fue suficiente, mandé todo a la mierda y comencé a vivir la vida a mi modo.La escuela nunca me gustó, para ser honesto, pero me forzaba a mí mismo a sacar las mejores notas para demostrar a mis progenitores que era alguien. Cuando me di cuenta de que ni teniendo las mejores calificaciones iba a conseguir lo que quería, hice las cosas como desee, haciendo que mis materias se fueran al carajo y reprobando a diestra y siniestra.En el instituto conocí a mis actuales mejores amigos. Seth fue el primero con el que me uní, ambos teníamos mucho en común. Éramos hijos únicos, a nuestros padres les importábamos una mierda y encontramos consuelo el uno en el otro.Después llegaron Kryan y Holly a unirse al club de los exiliados. Y ahí es donde empieza todo
Camila:Despierto por segunda vez en el día, pero esta vez a voluntad propia. Había dormido como bebé, hace meses no dormía de esta manera, técnicamente desde que me mudé a este condominio.Eran las 12 pm y recién iba a desayunar.Escucho sonar el timbre de mi hogar. Lo que más odio en este mundo es que me interrumpan cuando voy a comer.Me levanto de mala gana y me dirijo hacia la puerta, con toda la intención de golpear al estúpido de mi vecino, lo más seguro es que sea él y una vez más, desee joderme la existencia.Cuando abro aquella puerta, me trago mi veneno al ver a mi hermana frente a mí. Todo rastro de enojo se disipa y lo reemplaza un sentimiento de alivio y a su vez tristeza.Lleva la misma ropa de la noche anterior y ahora sin ese maquillaje cargado.—Jamás volviste. —dice en un susurro.Aquellas palabras me llegan como una bofetada en el alma. Sentía que habían tomado mi corazón y lo habían exprimido como un trapo viejo.El sentimiento de culpa estrujó todo mi ser. Jamás
Kelly:Camila no lo sabía, pero mi hogar era la mansión de la madrota. Ahí vivíamos todas las chicas que trabajábamos para ella. Esa gigantesca casa estaba dividida en 2 secciones: sección P y sección doble P.La sección P era para las chicas que estaban ahí de modo pasajero, que en cualquier momento podían irse si deseaban abandonar el trabajo. La sección doble P, era para las chicas de planta, para aquellas chicas que fueron obligadas a estar ahí y era una sección restringida.Yo estaba en la primera y nunca tuvimos acceso al área restringida, pero sí presenciamos la llegada de varias que iban para ese lugar. Algunas entraban llorando y gritando, algunas otras cooperaban para no ser castigadas. La más pequeña que vimos entrar para aquella sección fue una niña de 10 años. Ese día lloré recordando a mi hermana, Camila.En mi área, compartíamos los espacios comunes: la cocina, la sala de estar, los patios, el comedor, la sala de juegos y el bar.Cada chica tenía su propio cuarto y eso e
Camila:Hoy era el día de la mudanza y Kelly no me había permitido ayudarla a transportar sus cosas. Alrededor de las 2 pm de la tarde, logré observar su auto pasar y parar en el estacionamiento de la casa del vecino. ¿Qué hacía allá en vez de venir directamente para acá?Había pasado una hora y ella todavía seguía allá. Pensé en ir a la casa de aquel inútil y traerla de las orejas como si de una niña pequeña se tratará, pero me tragué todo mi coraje y recelo para no darle una incómoda bienvenida. No quería que su primer día conmigo fuera una catástrofe que la haga querer salir corriendo.Esperé pacientemente, observando desde la ventana de la cocina, que es la que da directamente a la casa de a lado. Después de un rato, no sé en realidad cuanto ha pasado; observo a mi hermana salir muy sonriente de aquella casa y aquél inepto detrás de ella, se abrazan y él entra de nuevo a su hogar, Kelly se monta en su auto y doy la espalda a la ventana.Espero en mi lugar con los brazos cruzados, e
Camila:Sábado había caído con la velocidad de un rayo y aún estaba en duda si asistir a la fiesta. No era mi tipo de ambiente; los ruidos fuertes me aturden y los lugares con mucha gente me agobian. Lo único disfrutable sería el alcohol.Kelly, por el contrario, estaba más que emocionada y esas ganas suyas de divertirse irradiaban con tanta energía.—Vamos, Cami. —dice en súplica. —Habías prometido que iríamos y sí algo no te cuadraba nos íbamos a regresar.Recuerdo a la perfección mis palabras, pero me siento tan fastidiada de ese hombre que, si lo veo, lo mas seguro es que vaya a querer matarlo en primera estancia.Mi hermana me observa con ojos de cachorro regañado y ruedo los ojos para finalmente aceptar ante su sutil manipulación. Me abraza con fuerza, irradiando felicidad.—La fiesta es en 2 horas, no tenemos mucho tiempo, así que hay que poner manos a la obra. —dice rápidamente.—Kel, siempre asistes a esas fiestas, ¿Por qué estás tan emocionada? —pregunto mientras camino hacía
Chase:En este mundo hay 2 grupos que no tienen derecho de redención: asesinos y abusadores. Aquellos que atentan contra la vida de otro ser humano por puro placer y quienes atentan contra la inferioridad de fuerza para defenderse de otro individuo, no tienen opción para redimirse.Me estaba volviendo loco la imagen que me perseguía de Camila, con esos ojos oscuros cristalizados y esa expresión de pánico en su rostro. Me estaba jodiendo el hecho de saber que este monstruo la tocó sin su consentimiento y, sobre todo, como se expresó de ella intentando justificar su falta de respeto.No había manera de redimirse, no había salvación para alguien que posiblemente sea un agresor en potencia. Si eso le hizo a Camila, no quiero siquiera pensar que ya lo halla hecho anteriormente con otras chicas inocentes.La noche sería larga para él, porque estábamos drogados hasta la madre y no tendríamos sueño hasta dentro de unas largas horas.Lo habíamos montado a nuestro auto, no sin antes haberlo atad
Camila:No había podido dormir desde que volvimos a casa. Aún podía sentir las manos de aquel tipo tocándome y la manera en que sus asquerosos labios rozaban mi piel con desesperación y morbo. La clara imagen de los ojos de ese sujeto, mirándome como si fuera solo un pedazo de carne que podía devorar a su antojo, se reproducían en mi mente como una película de terror.Cuando volvimos a casa, eran la 1 am y ya habían pasado 4 horas desde que se llevaron al sujeto.Kelly me había preparado un té de manzanilla para relajarme, pero no surgió efecto. Estaba alterada, conmocionada y me sentía sucia; condenada y marcada.La primera vez que me sentí tan miserable, fue cuando mis padres me vendieron, y ahora me siento igual que aquella vez, que, por suerte, también logré salir ilesa.Observo a mi hermana hecha bola en mi cama, con la sabana que tanto me gusta. Me abrazo a mí misma, tratando de reconfortarme de alguna manera.Escucho el timbre sonar. Son las 5 am. ¿Qué carajo?El timbre resuena