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Capítulo 4: Aclarando el pasado

Camila:

Despierto por segunda vez en el día, pero esta vez a voluntad propia. Había dormido como bebé, hace meses no dormía de esta manera, técnicamente desde que me mudé a este condominio.

Eran las 12 pm y recién iba a desayunar.

Escucho sonar el timbre de mi hogar. Lo que más odio en este mundo es que me interrumpan cuando voy a comer.

Me levanto de mala gana y me dirijo hacia la puerta, con toda la intención de golpear al estúpido de mi vecino, lo más seguro es que sea él y una vez más, desee joderme la existencia.

Cuando abro aquella puerta, me trago mi veneno al ver a mi hermana frente a mí. Todo rastro de enojo se disipa y lo reemplaza un sentimiento de alivio y a su vez tristeza.

Lleva la misma ropa de la noche anterior y ahora sin ese maquillaje cargado.

—Jamás volviste. —dice en un susurro.

Aquellas palabras me llegan como una bofetada en el alma. Sentía que habían tomado mi corazón y lo habían exprimido como un trapo viejo.

El sentimiento de culpa estrujó todo mi ser. Jamás volví por ella... Pero iba a hacerlo. No tenía un lugar fijo para vivir, hasta que compré este departamento. Debía estabilizarme primero para poder ir tras ella y que pudiera vivir con las mejores comodidades.

Me hago a un lado para dejarla pasar. Mientras se va adentrando, observa a su alrededor, contemplando cada detalle de mi hogar.

La guío a la sala de estar y la invito a tomar asiento, me siento a su lado en el sofá.

El silencio que nos rodea es tenso e incómodo, por lo que juego con mis manos con nerviosismo. Me es difícil recordar la última vez que estuve así de nerviosa.

—¿Por qué no volviste por mí? —pregunta sin mirarme a los ojos.

Su mirada está perdida en un cuadro de adorno que cuelga sobre una de las paredes laterales.

¿Por dónde empiezo?

*Flashback*

Aquella noche de tormenta, llegó aquel ruso a la puerta de nuestra casa y desde la ventana, mi hermana observaba como me llevaban a rastras hasta aquel auto, no sin antes haber prometido volver por ella.

Aquella noche de tormenta, mi instinto de supervivencia se activó a un nivel insano que me hizo enloquecer para sobrevivir.

Cuando logré escabullirme de las garras de aquel monstruo, corrí. Corrí como nunca había hecho en mi vida, sin mirar atrás. Y aunque escuchaba sus pisadas detrás mío, no me detuve a asegurarme de que realmente fuese él.

Aquella noche de tormenta, la lluvia me empapaba por completo y mi bata blanca estaba sucia por los charcos de lodo que iba pisando en mi escape. Después de tanto correr, mis pulmones no soportaron más y me desvanecí.

El frío me envolvía todas las noches y mi único refugio eran pequeñas casas de cartón que logré armar de cartones reciclados que se venían abajo en los días lluviosos y tenía que volver a armar con nuevo material que encontraba.

La ropa me la cambiaba cada que encontraba en la basura, y la comida ni se diga, a veces tenía que robar para poder comer.

Un día lluvioso, me encontraba refugiándome en una de las pequeñas casas de cartón que había armado, pero por más que intenté reforzarla con cartón extra, empezaba a venirse abajo. Observaba a la gente desde mi lugar, como les daba igual ver a una niña intentando sobrevivir al frío, a la hambruna y a mantenerse seca, hasta que observé un hombre detenerse frente a mí.

Se colocó de cuclillas y me observó en mi pequeño refugio. Esa mirada suya no era indiferente como el resto de las personas, no, su mirada era compasiva y triste.

—¿Quién puede ser tan horrible para dejarte a tu suerte, pequeña? —dijo con suma tristeza. —¿Cuál es tu nombre? El mío es Mazón.

Lo observé por unos minutos sin decir nada. No sabía cómo reaccionar. Era la primera persona que se acercaba a mi desde que huí.

—Camila. —finalmente respondí.

Él estaba satisfecho con mi respuesta, ya que sonrió.

—Camila, ¿quieres tener un nuevo hogar? —preguntó con una gran sonrisa y un brillo en sus ojos. —Tengo una hija y un hijo adoptivo, solo que ya no viven conmigo. Cuando me separé de mi esposa ella se los llevó.

En el fondo sabia que él se sentía solo al igual que yo, así que acepté su propuesta.

Y desde ahí tuve lo que siempre quise tener, pero no con mi verdadera familia. Aun así, Mazón me trató como una hija y yo lo comencé a ver como un padre.

Después de todo, él me entrenó y me inculcó todo lo que ahora sé, aparte de que me dio estudios y en unos meses estaré entrando a una de las mejores universidades del condado.

*Fin de flashback*

—Esa es la historia resumida de lo que pasó después de huir. El motivo por el que estaba demorando, es porque quería tener algo estable para poderte dar todo sin restricciones. Este apartamento lo compré hace 3 meses exactamente. Necesitaba un par de meses más para estabilizarme nuevamente, ya que fue un gran gasto.

—Lamento todo lo que pasaste. —responde con tristeza. —Pensábamos que estabas en Rusia o muerta. Debí buscarte. Tu nunca te rendiste conmigo y la esperanza de volver a vernos, en cambio yo...

—No sigas. —interrumpo lo que está a punto de decir. —Pasaron muchos años y no había manera de que supieras si estaba con vida o en algún lado del mundo. No es tu culpa.

—Te eché tanto de menos. —dice y me envuelve en un abrazo.

—También yo. —correspondo a su abrazo.

Después de tantos años me permito ser vulnerable. Sé que mi hermana no traicionaría mi confianza, por esa razón, me permito bajar la guardia.

—Múdate conmigo. —digo separándome de ella. —Vivamos juntas, deja ese trabajo que tienes, no lo vas a necesitar.

Ella sonríe con entusiasmo.

—Está bien. —dice dando pequeños aplausos con alegría. —Necesitamos recuperar el tiempo perdido. En unos días me tendrás aquí. Necesito empacar mis cosas y entregar el departamento. —comenta poniéndose de pie. —Aunque debo admitir que extrañare a Chase. Era cliente frecuente, muy respetuoso y hace unos orales increíbles.

Mi cara lo dice todo, porque Kelly suelta una carcajada. Aunque no debe de preocuparse por extrañarlo mucho porque somos vecinos, por desgracia.

Ella se despide de mí y se va.

Hace mucho tiempo que no sentía una alegría tan inmensa como estoy experimentado justo ahora. Mi hermana se mudará conmigo y podremos recuperar todos esos años perdidos, todo ese tiempo en el que ella no supo de mí y yo no sé cómo carajos terminó siendo dama de compañía. 

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