—Alexander, arriba —Roberto me sacude con energía y yo solo gruño y pongo una almohada sobre mi cabeza para tratar de amortiguar el sonido de su voz—. Son casi las cuatro de la tarde; tenemos que hablar.
—No, no tenemos. Tengo sueño —respondo, dispuesto a dormir.
Mi despedida de soltero improvisada había terminado temprano en la mañana, y mi escolta se habían encargado de llevar a las chicas a su casa. La apariencia del lugar es un pequeño recordatorio de todo lo que sucedió anoche: ropa y calzado en el piso, una botella por aquí, vasos con licor a medio terminar por allá y un montón de cosas fuera de lugar.
—Sí, sí tienes —dice Roberto, subiendo precipitadamente el blackout de mi habitación, lo que me provoca un malestar enorme por el repentino aumento de luz—. Tengo a una mujer hermosa secuestrada y completamente dopada para poder tenerla lista para la boda mañana, así que tal vez te gustaría conocer su nombre y pensarlo un poco.
Me caso mañana, es verdad. Así que, pese al agotamiento y al malestar en mi cabeza, me levanto y tomo rumbo al baño. Ya fue suficiente de tonterías; es hora de volver nuevamente al modo serio.
—Pídeme un café y algo decente para comer —le digo a Roberto, quien no intenta disimular su mirada de reproche—. Perdón por no invitarte a mi fiesta anoche; no fue planeado, pero te lo compensaré.
—¿Crees que eso me afecta? —lo miro con burla en los ojos, porque lo conozco bien. El hombre hace un bufido antes de seguir hablando—. Bueno, me habría encantado una fiesta con universitarias, pero eso ya lo cobraré después. Báñate y te espero en el comedor en mejores condiciones.
Roberto sale de mi habitación, cerrando la puerta tras él. Él y yo somos prácticamente de la misma edad, y es quizás la única persona en la que confío, fuera de mi abuelo. Tan así es que le confío mi vida desde hace ya unos años.
La lluvia artificial cae sobre mi cuerpo y cumple de inmediato la mitad de su función: despertarme. Luego tomo el jabón y lo froto enérgicamente hasta que se forma una buena cantidad de espuma sobre mi cuerpo, y creo estar listo para retirarla. Ahora mi cuerpo está por fin libre de todos los fluidos propios y ajenos con los que tuve contacto hace unas pocas horas.
Una pequeña marca de un chupón en mi pecho, es lo único que queda como evidencia física de anoche. No me agradan normalmente este tipo de marcas, pero era mi despedida de soltero, una noche loca al fin de cuentas, ¿que importancia puede tener? Siento una pequeña punzada en mi miembro al recordar algunas escenas y no puedo evitar apretarlo entre mis manos, sintiéndome orgulloso de su buen desempeño anoche.
—Concéntrate, Alexander —me digo en voz baja, soltándolo y abriendo nuevamente la ducha para enjuagar también los nuevos pensamientos.
Una vez vestido, salgo al comedor y me obligo a comer algo suave, mientras Roberto se las apaña con el resto de las cosas en la mesa.
—Te escucho —digo por fin, centrando mi atención en el hombre.
—La chica se llama María Isabella Farré Castro, tiene veintitrés años, nació en una familia de estrato medio, estudia Administración de Empresas en la Universidad Nacional, tiene tres hermanos mayores, su padre falleció cuando ella era pequeña, vive sola con su madre y trabaja en lo que puede para poder pagar la universidad —el reporte es muy conciso, y la verdad, lo prefiero así.
—¿Novios? ¿Hijos? —pregunto, recordando su rostro.
—Eres un maldito con suerte —afirma Roberto—. Soltera, sin hijos, sin novio y virgen.
Esas últimas palabras llaman poderosamente mi atención, pues eso, a su edad, es como encontrar un maldito unicornio, así que me burlo de lo que acabo de escuchar.
—No te rías, no es una broma. La chica está bajo los efectos de cierta droga y no puede decir mentiras. Así que más te vale que te comportes, porque encontraste algo bueno, y es por eso que debes pensar muy bien si vas a seguir o no con esta locura.
La expresión del hombre es totalmente seria en este momento, así que, a modo de broma, suelto un comentario, cuya respuesta no esperaba.
—Esto no es una locura, hombre. Sabes que tengo que hacerlo si quiero tener el poder. Además, esa chica no es tu problema. ¿O es que acaso te gusta mi nueva mujer?
La incomodidad se hace presente en su rostro y no tuvo necesidad de confirmarlo.
—Te gusta —me respondo con incredulidad y un poco de asombro.
En los cuatro años que llevo de conocer a Roberto, nunca lo había escuchado interesarse realmente por una mujer. Nunca había elogiado a una que no fuera por sus proezas en la cama. Enderezo mi postura y pienso en qué puede tener esta chica de especial, aparte de su belleza y su virginidad, para que un hombre como él quiera protegerla.
—Es una buena persona, Alexander. No merece que le dañes la vida siendo inocente. Hay muchas mujeres que se prestarían voluntariamente para tu plan.
—Pero eso no es lo que quiero —replico ahora con amargura—. ¿Crees que esta situación es ideal para mí? Pues no. Yo en serio quería tratar de que mi matrimonio funcionara y que no fuera solo para cumplir las exigencias del abuelo, pero no se pudo, mala suerte.
Le sostengo la mirada con determinación antes de seguir hablando.
—Ya no tengo tiempo para buscar a otra chica. Debe ser ella, y ahora no la puedes mirar, tocar ni pensar en ella de otra forma que como la mujer de tu amigo y patrona, ¿entiendes?
Roberto asiente.
—Deberías ir a verla antes de la boda para confirmar los detalles. La llevé al apartamento donde dijiste que vivirían —el hombre sale de la sala.
Tal parece que en mi mente esa bella desconocida ya es mi mujer, porque no me gustó que otro hombre estuviera posando sus ojos en ella. Soy posesivo y no lo sabía. O quizá se trate de que estoy haciendo algo que nunca había hecho: tener el control total sobre una persona. Mi linda florecita está completamente atrapada en mi red, y no hay forma de que la deje escapar, no antes del matrimonio, no antes de tener a mi primogénito.
Destapo las dos pastillas efervescentes que estaban sobre la mesa y las pongo en un vaso con agua para beberlas rápidamente. Debo ir a ver a mi prometida y ser testigo de primera mano del tipo de encantos que esa mujer es capaz de desplegar para cautivar a un hombre. Sonrío algo divertido al pensar una tontería, ¿que tal sea yo quien realmente quede atrapado en la red?
Ingreso con paso decidido a un lujoso apartamento ubicado en una exclusiva zona de la ciudad. El gran edificio en el que está ubicado, es por mucho la envidia de toda la zona y el Penthouse que compré para darle gusto a Juliana, es el mejor. No me agrada la decoración tan ostentosa que eligió, pero traté de darle gusto a esa mujer en lo que pudiera y ya ven cómo me pagó.El cerrojo se abre solo con mi huella dactilar y la de Roberto en este momento, así que estoy seguro de que así terminará el efecto de la droga en el organismo de mi "nueva prometida", ella no podría escapar de este lugar, todo el El piso es nuestro, nadie podría escucharla. Encuentro a dos mujeres sentadas en la sala, quienes no solo cumplen su función de guardianas, sino que se están encargando de todas las necesidades de la chica.—Le aseguro que no la reconocerá —afirma con voz de orgullo Jessica—. Ella es linda, pero gracias a nosotras, ahora es hermosa.La otra mujer asiste de manera enérgica y sigue el mismo hil
Hoy es el día de mi boda. Mi abuelo insistió en que pasara la noche en su casa para que todos pudiéramos ir juntos a la iglesia como una gran familia. Anoche, incluso hizo que mis primos y tíos también se quedaran a dormir para compartir un momento familiar. Hacía mucho tiempo que no convivía así con ellos y, sinceramente, no me agradó. Nuestra relación es cordial pero distante, y yo ya me había acostumbrado a eso. Sin embargo, mi primo Sebastián intentó acercarse y entablar conversación como si fuéramos amigos íntimos.Sus miradas fueron tan intensas y burlonas que me hizo preguntarme si sabía algo. Sólo mi círculo más cercano tiene conocimiento de lo que ocurrió con Juliana. Algunas preguntas de Sebastián eran tan específicas que activaron todas mis alarmas. ¿Quién, en su sano juicio, pregunta cuántos días llevo sin hablar con mi prometida? Noté que en la mano derecha de Sebastián llevaba un anillo, así que cuando tenga tiempo y el video haya sido revisado, espero poder ampliar la im
La situación ideal en mi cabeza sería cambiarnos de ropa y partir de una vez a disfrutar de nuestra luna de miel, pero desafortunadamente mi matrimonio es tan atípico que esa idea está descartada por completo. Llegamos al penthouse donde viviremos e ingresamos a la habitación. La mirada de Isabella está un poco inquieta, por eso me pregunto:—¿Estás bien? ¿Necesitas algo? —ella mira la puerta del baño y antes de que su respuesta llegue, obviamente ya la conozco. —si necesitas ir al baño, ve —respondo lo evidente.—No puedo —afirma ella con el rostro un poco más ansioso.La miro sin entender el motivo de esa respuesta, por lo que debo seguir preguntando.—¿Por qué no puedes ir al baño, Isabella?—El volumen de este vestido no me lo permite —ya había detallado lo pesado y voluminoso que es, pero no se me había ocurrido pensar en que con ese vestido, ella necesitaría ayuda para poder ir al baño.—¿Cuántas tiempo llevas aguantando las ganas de ir al baño? —pregunto mientras busco en el int
Me acomodé junto a ella en la cama, pero mirando en sentido contrario. No debo verla; Debo tratar, por el momento, de olvidar que tengo a una hermosa mujer en mi misma cama y sin ropa interior. Río sin gracia al darme cuenta de la tontería que mi mente está haciendo. Estoy pensando en no pensar en algo y, por lógica, lo estoy pensando. No me entiendo. Aprieto con fuerza los ojos y ahora me obligo a contar ovejas, imaginando que saltan una pequeña cerca: patético.Logré dormir un rato hasta que sentí el movimiento de su cuerpo hacia mi lado y su brazo se posó sobre mi pecho. Parece que no ha dormido más que un par de horas, pues sigo teniendo mucho sueño. Entreabro los ojos y, tras un rato, mi vista por fin se acostumbra a la oscuridad y puedo apreciar mejor sus rasgos. Tiene las pestañas largas y un rostro inocente. Me habría gustado tocar su rostro, pero temo que eso la despertaría, así que solo acarició sus brazos hasta que finalmente volvió a quedarme dormido.Ya es de día. Un pequ
—Tus deseos son órdenes.En ese momento, lo único que tengo en mente es complacer a la mujer que me torturó toda la noche sin saberlo. Me acerco nuevamente a sus labios, disfrutando esa extraña sensación que genera el tocar y no tocar a la vez, sabiendo, por las deliciosas expresiones en su rostro, que está deseosa de que sí la toque. Me alejo solo un poco para observarla mejor y acomodar bien en sus hombros las finas tiras del corto camisón que lleva puesto.No tardaré en volver a desacomodarlo, pero me gusta la sensación que deja esa tela al tocarla y lo delicada y absurdamente provocativa que la hace ver esta prenda.—Eres jodidamente sexy —digo sintiendo como aumenta el deseo de hacerla mía —estoy ansioso por probarte.Su aliento se mezcla con el mío y mis labios atrapan los gemidos que ahora salen con más frecuencia de los suyos. Si todo sigue así, esta será su primera vez, así que, aunque planeo disfrutar su cuerpo al máximo, también quiero que ella lo recuerde como su mejor vive
No me gusta estar desfogando manualmente mis energías en el baño, pero no me queda de otra más que recurrir a la confiable Manuela, otra vez. Hace mucho tiempo no tenía que masturbarme así, para bajar una erección y mucho menos una tan salvaje como la que me acaba de generar Isabella. Siento como si hubiera llegado a la pubertad, casi haciendo esto al escondido.Soy un hombre adulto con una vida sexual muy activa y es sumamente contradictorio lo que estoy haciendo, pues ahora soy un hombre casado, teóricamente tengo una pareja con la cual debería poder solucionar este tipo de “problemas”, pero aquí estoy tratando de mantener algo de apariencia de autocontrol con esa mujer, pues en medio de todo es mi esposa y se supone que es la única mujer a la que realmente debería respetar, o por lo menos tratar de hacerlo.Estaba tan metido en ese momento íntimo con quien estoy seguro de que pronto podré llamar a mi mujer, que apenas entró al baño fueron prácticamente cinco movimientos de muñeca y
—No soy tu amo, soy tu esposo —contestó manteniendo el tono y mostrándole también mi anillo.Sonrisa de manera sarcástica.—Diferimos en el concepto de lo que es un esposo, en lo que debería ser un matrimonio —me muestra la sortija en su dedo—. Si esto sucedió de verdad, no creo que signifique para ti lo mismo que significa para mí.Estaba listo para preguntar cuando suena una notificación en mi celular. —El video acaba de llegar —le digo de inmediato y me paro para ir a la habitación—vamos para que lo veamos.—¿Por qué en la habitación? —Estoy nerviosa de volver a estar ahí conmigo.—El único televisor de esta casa está ahí, así que lo transmitiré desde mi celular, para que lo podamos ver cómodamente —luego le sonrío coquetamente —claro que si lo que quieres es que lo veamos los dos muy juntitos desde mi celular, no seré yo quien se oponga.Se levanta de esa silla y pasa por mi lado aun con algo de nervios, pero decidida y se sienta en dónde parece, ya es su lado de la cama. Entra d
En un parpadeo, mi sueño húmedo se convirtió en una pesadilla, así nada más, sin siquiera una transición. Pasé de sentirme desinhibida y excitada a estar completamente aterrada, con la espalda pegada al espaldar de la cama. Esta es una situación absurda en verdad, hace un par de minutos mi voz resonaba de manera vergonzosa en esta habitación y tocaba con energía y totalmente encantada el cincelado cuerpo del hombre ahora junto a mí.Las barbaridades que salen de sus tentadores labios son realmente aterradoras, aunque no tanto como el tono pausado y casi frío que usa para hablar, pese a que puedo ver muy bien que sigue muy excitado por nuestro juego anterior. Aunque traté de no mirarlo, fue imposible no darme cuenta de que su miembro seguía muy duro dentro de esos pobres bóxer, los cuales dejaban entrever una pequeña mancha de humedad, producto de lo que supongo es el líquido pre seminal.El hombre con quien hasta hace poco estaba en la cama y prácticamente me hizo tocar el cielo y gem