—¿Socio? —pregunté con sorpresa.—¿Prefieres el término colaborador? Mejor guarda la caja para que podamos ir al establo —dice, deteniéndose en seco y volteando a verme.Miro la caja en mis manos y de pronto recuerdo la cantidad tan obscena de dinero que contiene cada una. No hay forma en que los Williams puedan recuperarse de semejante pérdida, y mucho menos continuar con el ritmo de vida al que están acostumbrados si sus cuentas legales siguen congeladas.—¿Sabes cuánto dinero había en total?Sonríe de manera despreocupada al contestar:—Mucho más de lo que creí que encontraría. Ese dinero no solo debe ser por este "trabajo". Estoy seguro de que gran parte son sobornos por favores políticos. El poder que puede llegar a tener un político es aterrador.Concuerdo con eso. Dejo la caja dentro del armario de mi habitación y vuelvo con Richard. Antes de salir de la casa, miro el cielo despejado a través de la puerta corrediza de vidrio y me preparo mentalmente para salir del aire acondici
Ya estoy camino a recoger a Isabella, pero no me contesta las llamadas. Hablo con mi tío para confirmar que todos están bien.—Está bien físicamente, pero no ha querido salir de esa habitación desde que la dejaste esta mañana. Enola está con ella, tratando de calmarla y hacerla entrar en razón, pero por ahora no lo ha conseguido. Prepárate, porque cuando llegues, no te espera un buen panorama.Temía eso, pero no importa; no la voy a perder, no puedo perderla después de todo lo que he hecho. El regreso se me ha hecho absurdamente largo, pero finalmente he llegado a la ciudad. Mi celular pita como loco, anunciando la entrada de correos, llamadas perdidas y mensajes de diferentes aplicaciones, pero no les presto atención. El mundo volverá a girar para mí una vez que tenga a Isabella en mis brazos y ella esté calmada.No estoy seguro de cómo lo haré, pero lo haré. El vehículo se detiene en un semáforo, y desde la ventana alcanzo a ver pequeños puestos de flores en medio de un parque. Pido
Solo estaba pensando en mí y en el rollo moral que asumí en la vida, juzgando y dando por hecho que el bien y el mal están divididos por una línea clara y bien definida. Desde que estoy con Alexander, me doy cuenta de que eso no es así. En este punto de la vida, si Alexander solo hubiera tomado sus cosas y escapado conmigo, muchas personas se habrían quedado y sufrido las consecuencias, entre ellas posiblemente esa inocente bebé.No conozco a Noah, pero hasta donde sé, él tuvo el valor y la firme intención de salir de este tipo de vida y, aparentemente, lo había conseguido. Sin embargo, eso solo fue posible porque Sebastián y ahora Alexander estaban haciendo todo lo posible por mantenerlo a salvo junto con su hija. Escapar y llevar una vida totalmente recta con el hombre que amo no es posible en este momento.Solo caigo en cuenta de su lucha cuando menciona el funeral de Mía. Yo tampoco podría abandonar a mi familia en un momento así.—Claro que sí, debemos ir. ¿A qué hora partimos?E
Después de un rato de conversación amena entre las tres, la señora Enola decide que ya es muy tarde para seguir despierta. Así que toma a la pequeña y la lleva a su habitación, permitiendo que Sophia y yo podamos hablar a nuestras anchas, sin preocuparnos por el ruido que podríamos hacer y despertar a la bebé.Realmente agradecemos ese gesto, porque aunque nos cae muy bien esta mujer, todavía no somos capaces de hablar con total libertad en su presencia.—Ahora sí, habla —dice Sophia, cambiando el tono cordial que usa cuando hay terceros presentes—. Has pasado casi dos días sin tocar el celular ni mirar ninguna red social, y no te atrevas a decirme que no pasa nada, porque eso no es normal.Ella es así, no muestra su verdadera personalidad a todo el mundo; solo unas pocas personas tenemos el privilegio de conocer su lado menos encantador. Cierro los ojos y cubro mi rostro con una mano, buscando reunir valor para contarle lo sucedido. Intenté por todos los medios que mi relato fuera lo
Hacía muchos años que no sentía que éramos realmente una familia. Estábamos en el apartamento de Noah, bebiendo, hablando y poniéndonos al día. Aquella reunión parecía un confesionario donde nos dijimos lo tontos que habíamos sido y cuánto nos arrepentíamos de distintas cosas. Ya nos hemos perdonado mucho.Al final, solo quedamos en pie Noah, Sebastián y yo, así que volví a tomar la palabra. Mi intervención fue especialmente larga; tenía mucho que decir, y el licor suavizó la salida de todo lo que tenía atravesado entre pecho y espalda.—La vida es demasiado compleja —dijo Noah—. En un momento me siento el dueño del mundo: tengo a la mujer que amo, voy a ser padre y luego, ¡puf! —acompañó ese último sonido con un movimiento de manos—. Hola soledad, bienvenida nostalgia.Entendí su punto. Así me siento con Isabella: como el hombre más afortunado del mundo, como el dueño del diamante que más brilla. Y hace dos días, alguien lo había robado de mis manos. Casi enloquecí. Ahora veo a Noah y
No recordaba que mi cama fuera tan cómoda ni que mis sábanas fueran tan suaves. Mi cuerpo se siente especialmente relajado, así que me niego a salir de la cama para alargar esta agradable sensación. Giro para descansar boca abajo, pero al sentir un cuerpo cálido a mi lado, abro los ojos de golpe.Nunca había dormido con alguien, así que parece que la virginidad de la que estaba tan orgullosa se esfumó anoche y ni siquiera sé cómo terminé aquí y así con este hombre. ¿cómo es posible perder la virginidad y no recordarlo? ¿siquiera lo disfruté? Frunzo el ceño y me regaño mentalmente, pues no debería estar pensando en eso.Lo importante es saber cómo terminé en esta situación, no si tener sexo es tan bueno como todos dicen. Lo último que recuerdo es que me arreglé para ir a una discoteca con mis compañeros de facultad y que la estaba pasando bien.¡Oh, por Dios! Siento que voy a entrar en pánico, voltéo a ver al hombre a mi lado y nuevas preguntas llegan a mi mente ¿Usamos preservativo? Es
—Voy a tener que sacarte esa idea absurda de la cabeza —susurra a mi oído y pasa a morder suavemente el lóbulo de mi oreja.Río al principio, al pensar lo bien elaborado que está este guion en mi cabeza.Cada vello de mi cuerpo se eriza de gusto al sentir su respiración cálida desplazarse lentamente por mi cuello y rozar ligeramente la punta de su nariz en el trayecto. De forma inconsciente, levanto la cabeza para que el hombre de mis sueños pueda tener mayor acceso a esa zona, y eso parece gustarle. Lame, besa y succiona la piel de mi cuello en momentos, mientras yo solo cierro los ojos y me dejo llevar por el cúmulo de sensaciones que está generando en mí.Mis manos vuelven a buscar su cabello para enredar mis dedos en él. Pequeños sonidos salen de mis labios sin permiso, pero ahora quiero volver a besarlo; necesito volver a probar sus labios. Eso se ha convertido en una urgencia. Halo ligeramente su cabello, echando su cabeza hacia atrás, y busco nuevamente el contacto, pero ahora
HACE DOS DÍAS—¿Cómo que no la encuentran? —grité tan fuerte como pude al equipo celular pegado a mi oreja—. ¡Tienen dos horas! ¡Dos malditas horas para encontrar a esa mujer!Corté la llamada y apuré a desaparecer el contenido del vaso de licor en mi mano. No otra vez, no me puede volver a pasar. ¿Es acaso esto una maldita broma? Siento cómo la ira burbujeaba en mi estómago y subía hasta mi pecho, amenazando con explotar. Apreté con fuerza el vaso, ahora solo con hielo, y lo levanté amenazadoramente con la intención de estrellarlo con fuerza contra la pared.No pude hacerlo. La mirada de miedo en el rostro de mi secretaria me dijo que debía controlarme y no actuar como un cretino. Pero, ¿cómo esperan que mantenga la compostura cuando parece que nuevamente estoy siendo dejado en el altar?—Déjeme solo, Martha —le dije lo más suave que pude a la mujer, quien no necesitó que le repita la orden y salió apresuradamente de la oficina, cerrando la puerta tras de sí.Dejé el vaso sobre el es