—Todo habría sido más fácil para ti, para todos realmente, si tan solo te hubieras podido casar con Juliana.¿Juliana? ¿Por qué la nombra?—¿Qué tiene que ver Juliana en esto? ¿Dónde está ella? —pregunto, un poco más alerta.Escucho su risa, mezclada con otros sonidos de fondo. Parece que está en la carretera, supongo que rumbo a su encuentro con Richard.—Hacer que te fijaras en ella fue fácil. Era muy bella e increíble en la cama, debo admitirlo. Todo avanzaba de maravilla, pero al fin de cuentas, no era más que una modelito tonta y terminó enamorada de ti.—¿Qué le hiciste? ¡Responde! —prácticamente le estoy gritando al aparato.Mi tío Ronald pone su mano en mi hombro y me hace gestos para que me tranquilice. No debo dejarme provocar y arruinarlo todo, pero es tan difícil. No esperaba este cambio de tema.Antony sigue riendo como loco mientras siento cómo la ira burbujea desde mi estómago y asciende por mi pecho hasta llenar mi cabeza. No amaba a Juliana, pero sí había decidido hac
Estoy en medio de una prueba de valor y lealtad. No veo otra explicación a mi participación en esta incursión. No me importan las montañas de dinero que dicen están en el interior de ese edificio, pero me motiva ver la cara de los Williams al saber todo lo que perdieron en menos de veinticuatro horas.El celular vuelve a sonar y me doy cuenta de que es Sebastián, pero no quiero contestar, así que quito el sonido y lo guardo de nuevo en el bolsillo.Me pasan una máscara y me la pongo de inmediato. Las calles del barrio están vacías, lo cual agradezco, pues no hay forma en que cinco camionetas negras con vidrios oscuros, en caravana, no llamen la atención al estacionarse.—Una vez que estemos en el cuarto piso, mandas tú —dice Michael.—¿Qué? —pregunto con incredulidad.—El jefe está ocupado, así que tú eres el siguiente en la cadena de mando. La primera parte está planeada, pero adentro, tanto dinero será una tentación. Deberás amarrarte los pantalones y mostrarte muy seguro para que l
—Ahora entiendo por qué este es el lugar feliz de Sebastián —dice Richard, llevándose una uva a la boca—. Cuando me explicó sus motivos, pensé que estaba sobrevalorando todo, pero ahora veo que la lejanía y la paz son muy convenientes.El jet nos trajo a la hacienda de mi familia. Aparentemente, Sebastián le dio todas las indicaciones necesarias a Richard, incluyendo que no le gusta que los hombres circulen dentro de la casa a menos que sea estrictamente necesario. Afortunadamente, Richard ya había llenado la alacena y, una vez que las cajas fueron dejadas en la mitad de la sala, lo siguiente en la lista era comer.—Este lugar es hermoso, pero sobre todo el espacio que creó bajo las caballerizas; es casi inspirador. Haré algo parecido en la mía, ya lo he decidido.Sonrío ante el comentario mientras dejo mi vaso de jugo vacío sobre la mesa.—¿Su lugar feliz? No sabía que Sebastián necesitara uno —confieso.—No parece que convivas mucho con tus primos. Además, todos los hombres necesitam
—¿Socio? —pregunté con sorpresa.—¿Prefieres el término colaborador? Mejor guarda la caja para que podamos ir al establo —dice, deteniéndose en seco y volteando a verme.Miro la caja en mis manos y de pronto recuerdo la cantidad tan obscena de dinero que contiene cada una. No hay forma en que los Williams puedan recuperarse de semejante pérdida, y mucho menos continuar con el ritmo de vida al que están acostumbrados si sus cuentas legales siguen congeladas.—¿Sabes cuánto dinero había en total?Sonríe de manera despreocupada al contestar:—Mucho más de lo que creí que encontraría. Ese dinero no solo debe ser por este "trabajo". Estoy seguro de que gran parte son sobornos por favores políticos. El poder que puede llegar a tener un político es aterrador.Concuerdo con eso. Dejo la caja dentro del armario de mi habitación y vuelvo con Richard. Antes de salir de la casa, miro el cielo despejado a través de la puerta corrediza de vidrio y me preparo mentalmente para salir del aire acondici
Ya estoy camino a recoger a Isabella, pero no me contesta las llamadas. Hablo con mi tío para confirmar que todos están bien.—Está bien físicamente, pero no ha querido salir de esa habitación desde que la dejaste esta mañana. Enola está con ella, tratando de calmarla y hacerla entrar en razón, pero por ahora no lo ha conseguido. Prepárate, porque cuando llegues, no te espera un buen panorama.Temía eso, pero no importa; no la voy a perder, no puedo perderla después de todo lo que he hecho. El regreso se me ha hecho absurdamente largo, pero finalmente he llegado a la ciudad. Mi celular pita como loco, anunciando la entrada de correos, llamadas perdidas y mensajes de diferentes aplicaciones, pero no les presto atención. El mundo volverá a girar para mí una vez que tenga a Isabella en mis brazos y ella esté calmada.No estoy seguro de cómo lo haré, pero lo haré. El vehículo se detiene en un semáforo, y desde la ventana alcanzo a ver pequeños puestos de flores en medio de un parque. Pido
Solo estaba pensando en mí y en el rollo moral que asumí en la vida, juzgando y dando por hecho que el bien y el mal están divididos por una línea clara y bien definida. Desde que estoy con Alexander, me doy cuenta de que eso no es así. En este punto de la vida, si Alexander solo hubiera tomado sus cosas y escapado conmigo, muchas personas se habrían quedado y sufrido las consecuencias, entre ellas posiblemente esa inocente bebé.No conozco a Noah, pero hasta donde sé, él tuvo el valor y la firme intención de salir de este tipo de vida y, aparentemente, lo había conseguido. Sin embargo, eso solo fue posible porque Sebastián y ahora Alexander estaban haciendo todo lo posible por mantenerlo a salvo junto con su hija. Escapar y llevar una vida totalmente recta con el hombre que amo no es posible en este momento.Solo caigo en cuenta de su lucha cuando menciona el funeral de Mía. Yo tampoco podría abandonar a mi familia en un momento así.—Claro que sí, debemos ir. ¿A qué hora partimos?E
Después de un rato de conversación amena entre las tres, la señora Enola decide que ya es muy tarde para seguir despierta. Así que toma a la pequeña y la lleva a su habitación, permitiendo que Sophia y yo podamos hablar a nuestras anchas, sin preocuparnos por el ruido que podríamos hacer y despertar a la bebé.Realmente agradecemos ese gesto, porque aunque nos cae muy bien esta mujer, todavía no somos capaces de hablar con total libertad en su presencia.—Ahora sí, habla —dice Sophia, cambiando el tono cordial que usa cuando hay terceros presentes—. Has pasado casi dos días sin tocar el celular ni mirar ninguna red social, y no te atrevas a decirme que no pasa nada, porque eso no es normal.Ella es así, no muestra su verdadera personalidad a todo el mundo; solo unas pocas personas tenemos el privilegio de conocer su lado menos encantador. Cierro los ojos y cubro mi rostro con una mano, buscando reunir valor para contarle lo sucedido. Intenté por todos los medios que mi relato fuera lo
Hacía muchos años que no sentía que éramos realmente una familia. Estábamos en el apartamento de Noah, bebiendo, hablando y poniéndonos al día. Aquella reunión parecía un confesionario donde nos dijimos lo tontos que habíamos sido y cuánto nos arrepentíamos de distintas cosas. Ya nos hemos perdonado mucho.Al final, solo quedamos en pie Noah, Sebastián y yo, así que volví a tomar la palabra. Mi intervención fue especialmente larga; tenía mucho que decir, y el licor suavizó la salida de todo lo que tenía atravesado entre pecho y espalda.—La vida es demasiado compleja —dijo Noah—. En un momento me siento el dueño del mundo: tengo a la mujer que amo, voy a ser padre y luego, ¡puf! —acompañó ese último sonido con un movimiento de manos—. Hola soledad, bienvenida nostalgia.Entendí su punto. Así me siento con Isabella: como el hombre más afortunado del mundo, como el dueño del diamante que más brilla. Y hace dos días, alguien lo había robado de mis manos. Casi enloquecí. Ahora veo a Noah y