HACE DOS DÍAS
—¿Cómo que no la encuentran? —grité tan fuerte como pude al equipo celular pegado a mi oreja—. ¡Tienen dos horas! ¡Dos malditas horas para encontrar a esa mujer!
Corté la llamada y apuré a desaparecer el contenido del vaso de licor en mi mano. No otra vez, no me puede volver a pasar. ¿Es acaso esto una m*****a broma? Siento cómo la ira burbujeaba en mi estómago y subía hasta mi pecho, amenazando con explotar. Apreté con fuerza el vaso, ahora solo con hielo, y lo levanté amenazadoramente con la intención de estrellarlo con fuerza contra la pared.
No pude hacerlo. La mirada de miedo en el rostro de mi secretaria me dijo que debía controlarme y no actuar como un cretino. Pero, ¿cómo esperan que mantenga la compostura cuando parece que nuevamente estoy siendo dejado en el altar?
—Déjeme solo, Martha —le dije lo más suave que pude a la mujer, quien no necesitó que le repita la orden y salió apresuradamente de la oficina, cerrando la puerta tras de sí.
Dejé el vaso sobre el escritorio e insistí nuevamente en el número que llevo marcando desde ayer de manera insistente, el número de Juliana, mi supuesta prometida. Nos conocimos hace unos meses en una de las tantas fiestas que organiza la empresa, y desde que la vi, sus caderas y esa sonrisa pícara me cautivaron, haciendo que por un rato mi ruptura anterior pareciera más una bendición disfrazada que otra cosa.
Ella era una de las modelos contratadas para ser el rostro de las grandes campañas publicitarias que adelantaba por aquella época el conglomerado PICAZZA, un conjunto de empresas del cual poseo un porcentaje accionario considerable. Mi padre, Julián Andrés Pizano, falleció junto con mi madre en un accidente aéreo, y desde entonces fui criado por mi abuelo, Juan Armando Pizano, accionista principal del conglomerado.
Mi relación con mis tíos y mis primos nunca fue la mejor debido al trato especial que me da mi abuelo, pero ahora podría decirse que estamos en nuestro peor momento, pues mi abuelo afirma querer heredarme el negocio alterno. La familia Pizano somos miembros respetados de la sociedad, empresarios preocupados por el progreso del país y generadores de muchos empleos en el ámbito de la construcción. Lo que no todos saben es que, en el bajo mundo, también somos respetados.
Ser dueños de una gran constructora, una cementera y empresas de fabricación de cerámicas permite con una facilidad asombrosa los movimientos de grandes lotes de mercancías y materiales dentro y fuera del país sin despertar mucha sospecha. Así que, según dice el abuelo, ingresar al bajo mundo fue algo que casi se dio de manera natural.
La vida de quienes nacemos en esta familia no es precisamente lo que todos suponen. Claro que compramos cosas bonitas y costosas, claro que nos damos nuestras escapadas a lugares paradisiacos y asistimos a reuniones glamurosas y fiestas descontroladas de sexo y drogas. Pero hace casi dos años, tuve que hacer un alto en parte de esa vida debido a una petición inesperada del abuelo.
—¿Casarme? —recuerdo que casi me ahogo con el jugo de naranja del desayuno cuando escuché el disparate que salió de la boca de mi abuelo.
—Sí, necesito que te cases y engendres un heredero legítimo. Solo así podré asegurarme de que sientas cabeza y podré pasarte con más tranquilidad el poder —dijo el hombre sin inmutarse mientras tomaba su café.
—Pero abuelo, soy astuto y me has enseñado todo lo que debo saber del negocio y el mundo. ¿Por qué necesitaría casarme para ser un buen líder? —refuté de manera enérgica, pareciéndome un absurdo su petición.
—No solo casarte, sino tener un hijo dentro del matrimonio. Esa es la condición —dejó su pocillo a un lado, junto a los huevos con cebolla y exceso de tomate que solía desayunar, para después mirarme directo a los ojos—. Todo lo que tengo no lo construí solo; tu abuela fue mi mayor apoyo cuando empecé, y si sigues por el camino en que te veo, no solo lo perderás todo, sino que te quedarás solo.
Recuerdo que ladeé los ojos con fastidio y debí aguantar otro rato de sermón por hacer eso.
Desde ese momento, inicié esta maratón para poder casarme, pero tal parece que la suerte no estaba de mi lado y ya me queda algo así como un mes para poder hacerlo. Si no, la oportunidad será pasada por mi abuelo, a mi primo Sebastián. Creí que cumplir con ese absurdo requisito sería tarea fácil: solo debía elegir a una mujer hermosa de alguna prestigiosa familia y asunto solucionado. Soy rico, apuesto, bueno en los negocios y amo el sexo, ¿por qué sería difícil casarme?
Luego me di cuenta de que es diferente tener una mujer para salidas nocturnas, sexo casual, o simplemente para divertirnos un fin de semana. Cuando intenté departir con algunas a pleno día, muchas pláticas me parecieron banales y frívolas, aburridas, e incluso eso hizo que perdiera mi interés sexual en ellas. En ese momento, de alguna forma, me di cuenta de que yo mismo debía cambiar y mejorar mi imagen ante el mundo si quiero ser el "respetado empresario" que aspiro ser.
Aún me divierto y tengo sexo como loco, pero en sitios más exclusivos y discretos. Fue durante una reunión de negocios que me reencontré con Catalina Hurtado, una antigua compañera de universidad, una de las pocas con las cuales no tuve sexo por aquellos días. Conquistarla fue un entretenido reto y llevarla a la cama, toda una odisea, pero el esfuerzo rindió sus frutos, o eso creía yo. Estaba convencido de que ella cumplía con todos mis requisitos y pronto le daría a mi abuelo lo que tanto quería, pero un mes antes de la boda, dijo que no estaba segura y se fue.
Eso volvió mi carácter un poco más amargado y más precavido con las mujeres, a la vez que el negocio alterno no es algo que sirva para dulcificar el temperamento. Dos meses después conocí a Juliana, una hermosa modelo que, aunque no es de familia prestigiosa como Catalina, sí tenía otro par de atributos que me volvían loco. Si una mujer bella de buena familia no era mi destino, entonces lo aceptaba y, en su lugar, tendría una mujer hermosa que compartiera conmigo otros intereses más carnales y que, a ojos del público, tuviera independencia económica debido a su trabajo.
Aceptó casarse conmigo. La boda es en dos días y ella misma eligió la fecha, pero ahora no responde mis llamadas, no encuentro la forma de localizarla, y la cancelación de una segunda boda no es una opción, no con el corto tiempo que tengo. Odio imaginar la sonrisa de satisfacción en los rostros de mis primos y mis tíos por este nuevo desplante. Cobré a mi manera el primer desplante e indudablemente cobraré con mayor crudeza el segundo si esa mujer no aparece de aquí a dos horas.
—Me caso en dos días. No tengo idea con quién, pero me caso —dije decidido a terminar de una vez con ese tema.
Mis hombres me informaron que el apartamento de Juliana está vacío. Las cámaras de seguridad la captaron saliendo tranquilamente del edificio con tres grandes maletas antes de subirse a un vehículo de alta gama. Recibí el video de uno de mis hombres de confianza en mi laptop y lo observé con incredulidad. Todo parecía ir bien entre nosotros, pero aquí estaba ella, claramente escapando. Juliana no era el amor de mi vida, pero tenía ciertas cualidades aceptables y un cuerpo que compensaba el resto.—¿Qué quiere que haga, jefe? —preguntó Roberto al otro lado del teléfono.—Asigna a alguien para rastrear su paradero, pero por ahora no actúen. Te necesito aquí para resolver un problema más urgente.Retrocedí el video y pausé justo cuando la puerta del vehículo se abrió. No pude ver al hombre que estaba en el asiento trasero, pero sí a quien cargó las maletas en el maletero. La puerta se abrió desde adentro y solo pude distinguir que era un hombre de cabello oscuro, con traje elegante, y qu
—Alexander, arriba —Roberto me sacude con energía y yo solo gruño y pongo una almohada sobre mi cabeza para tratar de amortiguar el sonido de su voz—. Son casi las cuatro de la tarde; tenemos que hablar.—No, no tenemos. Tengo sueño —respondo, dispuesto a dormir.Mi despedida de soltero improvisada había terminado temprano en la mañana, y mi escolta se habían encargado de llevar a las chicas a su casa. La apariencia del lugar es un pequeño recordatorio de todo lo que sucedió anoche: ropa y calzado en el piso, una botella por aquí, vasos con licor a medio terminar por allá y un montón de cosas fuera de lugar.—Sí, sí tienes —dice Roberto, subiendo precipitadamente el blackout de mi habitación, lo que me provoca un malestar enorme por el repentino aumento de luz—. Tengo a una mujer hermosa secuestrada y completamente dopada para poder tenerla lista para la boda mañana, así que tal vez te gustaría conocer su nombre y pensarlo un poco.Me caso mañana, es verdad. Así que, pese al agotamien
Ingreso con paso decidido a un lujoso apartamento ubicado en una exclusiva zona de la ciudad. El gran edificio en el que está ubicado, es por mucho la envidia de toda la zona y el Penthouse que compré para darle gusto a Juliana, es el mejor. No me agrada la decoración tan ostentosa que eligió, pero traté de darle gusto a esa mujer en lo que pudiera y ya ven cómo me pagó.El cerrojo se abre solo con mi huella dactilar y la de Roberto en este momento, así que estoy seguro de que así terminará el efecto de la droga en el organismo de mi "nueva prometida", ella no podría escapar de este lugar, todo el El piso es nuestro, nadie podría escucharla. Encuentro a dos mujeres sentadas en la sala, quienes no solo cumplen su función de guardianas, sino que se están encargando de todas las necesidades de la chica.—Le aseguro que no la reconocerá —afirma con voz de orgullo Jessica—. Ella es linda, pero gracias a nosotras, ahora es hermosa.La otra mujer asiste de manera enérgica y sigue el mismo hil
Hoy es el día de mi boda. Mi abuelo insistió en que pasara la noche en su casa para que todos pudiéramos ir juntos a la iglesia como una gran familia. Anoche, incluso hizo que mis primos y tíos también se quedaran a dormir para compartir un momento familiar. Hacía mucho tiempo que no convivía así con ellos y, sinceramente, no me agradó. Nuestra relación es cordial pero distante, y yo ya me había acostumbrado a eso. Sin embargo, mi primo Sebastián intentó acercarse y entablar conversación como si fuéramos amigos íntimos.Sus miradas fueron tan intensas y burlonas que me hizo preguntarme si sabía algo. Sólo mi círculo más cercano tiene conocimiento de lo que ocurrió con Juliana. Algunas preguntas de Sebastián eran tan específicas que activaron todas mis alarmas. ¿Quién, en su sano juicio, pregunta cuántos días llevo sin hablar con mi prometida? Noté que en la mano derecha de Sebastián llevaba un anillo, así que cuando tenga tiempo y el video haya sido revisado, espero poder ampliar la im
La situación ideal en mi cabeza sería cambiarnos de ropa y partir de una vez a disfrutar de nuestra luna de miel, pero desafortunadamente mi matrimonio es tan atípico que esa idea está descartada por completo. Llegamos al penthouse donde viviremos e ingresamos a la habitación. La mirada de Isabella está un poco inquieta, por eso me pregunto:—¿Estás bien? ¿Necesitas algo? —ella mira la puerta del baño y antes de que su respuesta llegue, obviamente ya la conozco. —si necesitas ir al baño, ve —respondo lo evidente.—No puedo —afirma ella con el rostro un poco más ansioso.La miro sin entender el motivo de esa respuesta, por lo que debo seguir preguntando.—¿Por qué no puedes ir al baño, Isabella?—El volumen de este vestido no me lo permite —ya había detallado lo pesado y voluminoso que es, pero no se me había ocurrido pensar en que con ese vestido, ella necesitaría ayuda para poder ir al baño.—¿Cuántas tiempo llevas aguantando las ganas de ir al baño? —pregunto mientras busco en el int
Me acomodé junto a ella en la cama, pero mirando en sentido contrario. No debo verla; Debo tratar, por el momento, de olvidar que tengo a una hermosa mujer en mi misma cama y sin ropa interior. Río sin gracia al darme cuenta de la tontería que mi mente está haciendo. Estoy pensando en no pensar en algo y, por lógica, lo estoy pensando. No me entiendo. Aprieto con fuerza los ojos y ahora me obligo a contar ovejas, imaginando que saltan una pequeña cerca: patético.Logré dormir un rato hasta que sentí el movimiento de su cuerpo hacia mi lado y su brazo se posó sobre mi pecho. Parece que no ha dormido más que un par de horas, pues sigo teniendo mucho sueño. Entreabro los ojos y, tras un rato, mi vista por fin se acostumbra a la oscuridad y puedo apreciar mejor sus rasgos. Tiene las pestañas largas y un rostro inocente. Me habría gustado tocar su rostro, pero temo que eso la despertaría, así que solo acarició sus brazos hasta que finalmente volvió a quedarme dormido.Ya es de día. Un pequ
—Tus deseos son órdenes.En ese momento, lo único que tengo en mente es complacer a la mujer que me torturó toda la noche sin saberlo. Me acerco nuevamente a sus labios, disfrutando esa extraña sensación que genera el tocar y no tocar a la vez, sabiendo, por las deliciosas expresiones en su rostro, que está deseosa de que sí la toque. Me alejo solo un poco para observarla mejor y acomodar bien en sus hombros las finas tiras del corto camisón que lleva puesto.No tardaré en volver a desacomodarlo, pero me gusta la sensación que deja esa tela al tocarla y lo delicada y absurdamente provocativa que la hace ver esta prenda.—Eres jodidamente sexy —digo sintiendo como aumenta el deseo de hacerla mía —estoy ansioso por probarte.Su aliento se mezcla con el mío y mis labios atrapan los gemidos que ahora salen con más frecuencia de los suyos. Si todo sigue así, esta será su primera vez, así que, aunque planeo disfrutar su cuerpo al máximo, también quiero que ella lo recuerde como su mejor vive
No me gusta estar desfogando manualmente mis energías en el baño, pero no me queda de otra más que recurrir a la confiable Manuela, otra vez. Hace mucho tiempo no tenía que masturbarme así, para bajar una erección y mucho menos una tan salvaje como la que me acaba de generar Isabella. Siento como si hubiera llegado a la pubertad, casi haciendo esto al escondido.Soy un hombre adulto con una vida sexual muy activa y es sumamente contradictorio lo que estoy haciendo, pues ahora soy un hombre casado, teóricamente tengo una pareja con la cual debería poder solucionar este tipo de “problemas”, pero aquí estoy tratando de mantener algo de apariencia de autocontrol con esa mujer, pues en medio de todo es mi esposa y se supone que es la única mujer a la que realmente debería respetar, o por lo menos tratar de hacerlo.Estaba tan metido en ese momento íntimo con quien estoy seguro de que pronto podré llamar a mi mujer, que apenas entró al baño fueron prácticamente cinco movimientos de muñeca y