—Tus deseos son órdenes.En ese momento, lo único que tengo en mente es complacer a la mujer que me torturó toda la noche sin saberlo. Me acerco nuevamente a sus labios, disfrutando esa extraña sensación que genera el tocar y no tocar a la vez, sabiendo, por las deliciosas expresiones en su rostro, que está deseosa de que sí la toque. Me alejo solo un poco para observarla mejor y acomodar bien en sus hombros las finas tiras del corto camisón que lleva puesto.No tardaré en volver a desacomodarlo, pero me gusta la sensación que deja esa tela al tocarla y lo delicada y absurdamente provocativa que la hace ver esta prenda.—Eres jodidamente sexy —digo sintiendo como aumenta el deseo de hacerla mía —estoy ansioso por probarte.Su aliento se mezcla con el mío y mis labios atrapan los gemidos que ahora salen con más frecuencia de los suyos. Si todo sigue así, esta será su primera vez, así que, aunque planeo disfrutar su cuerpo al máximo, también quiero que ella lo recuerde como su mejor vive
No me gusta estar desfogando manualmente mis energías en el baño, pero no me queda de otra más que recurrir a la confiable Manuela, otra vez. Hace mucho tiempo no tenía que masturbarme así, para bajar una erección y mucho menos una tan salvaje como la que me acaba de generar Isabella. Siento como si hubiera llegado a la pubertad, casi haciendo esto al escondido.Soy un hombre adulto con una vida sexual muy activa y es sumamente contradictorio lo que estoy haciendo, pues ahora soy un hombre casado, teóricamente tengo una pareja con la cual debería poder solucionar este tipo de “problemas”, pero aquí estoy tratando de mantener algo de apariencia de autocontrol con esa mujer, pues en medio de todo es mi esposa y se supone que es la única mujer a la que realmente debería respetar, o por lo menos tratar de hacerlo.Estaba tan metido en ese momento íntimo con quien estoy seguro de que pronto podré llamar a mi mujer, que apenas entró al baño fueron prácticamente cinco movimientos de muñeca y
—No soy tu amo, soy tu esposo —contestó manteniendo el tono y mostrándole también mi anillo.Sonrisa de manera sarcástica.—Diferimos en el concepto de lo que es un esposo, en lo que debería ser un matrimonio —me muestra la sortija en su dedo—. Si esto sucedió de verdad, no creo que signifique para ti lo mismo que significa para mí.Estaba listo para preguntar cuando suena una notificación en mi celular. —El video acaba de llegar —le digo de inmediato y me paro para ir a la habitación—vamos para que lo veamos.—¿Por qué en la habitación? —Estoy nerviosa de volver a estar ahí conmigo.—El único televisor de esta casa está ahí, así que lo transmitiré desde mi celular, para que lo podamos ver cómodamente —luego le sonrío coquetamente —claro que si lo que quieres es que lo veamos los dos muy juntitos desde mi celular, no seré yo quien se oponga.Se levanta de esa silla y pasa por mi lado aun con algo de nervios, pero decidida y se sienta en dónde parece, ya es su lado de la cama. Entra d
En un parpadeo, mi sueño húmedo se convirtió en una pesadilla, así nada más, sin siquiera una transición. Pasé de sentirme desinhibida y excitada a estar completamente aterrada, con la espalda pegada al espaldar de la cama. Esta es una situación absurda en verdad, hace un par de minutos mi voz resonaba de manera vergonzosa en esta habitación y tocaba con energía y totalmente encantada el cincelado cuerpo del hombre ahora junto a mí.Las barbaridades que salen de sus tentadores labios son realmente aterradoras, aunque no tanto como el tono pausado y casi frío que usa para hablar, pese a que puedo ver muy bien que sigue muy excitado por nuestro juego anterior. Aunque traté de no mirarlo, fue imposible no darme cuenta de que su miembro seguía muy duro dentro de esos pobres bóxer, los cuales dejaban entrever una pequeña mancha de humedad, producto de lo que supongo es el líquido pre seminal.El hombre con quien hasta hace poco estaba en la cama y prácticamente me hizo tocar el cielo y gem
—Tú primero —dice, clavando el mentón en la almohada que tiene abrazada hace rato.—Bien, yo primero —respondo complacido ante el cambio de actitud—. Somos una pareja de recién casados; Tendremos que mostrarnos cariñosos, afectuosos en público.—¿Qué tan afectuosos? —pregunta con el ceño fruncido.—Lo suficiente como para que nos creen que somos una feliz pareja de recién casados. Así que habrá algunas cogidas de mano, una que otra abrazo y, si es necesario... un beso en público.—No voy a volver a besarte —dice, abriendo desmesuradamente los ojos.—¿Por qué no? Soy tu marido y eso es lo mínimo que voy a aceptar de ti a diario. Un beso en la mañana al despertar y otro en la noche antes de dormir, y solo si es necesario, un beso en público. Al menos hasta que me aceptes —digo confiado.—Estás muy convencido de que te voy a aceptar, ¿y si eso no pasa? —Ahora achica los ojos, como escudriñando mi rostro.—Físicamente somos demasiado compatibles y eso ya lo sabes —la miro de manera sugest
Isabella sale de la habitación, ahora está mejor arreglada, pero evidentemente esa ropa no es del todo adecuada para su cuerpo. Las medidas de Juliana son muy diferentes a las de Isabella, así que esta ropa se le ve un poco grande. Debemos solucionar eso.—¿Tanto te gustaron los tacones blancos? —pregunto extrañado al verla nuevamente usando los mismos zapatos de la boda.—Son los únicos que me quedan bien; el resto de zapatos no son de mi talla —me regaño mentalmente al escuchar eso.—Vamos —digo, tomando las llaves del vehículo y abriendo la puerta del apartamento.Isabella pasa algo tímida por mi lado y nos dirigimos directamente al ascensor, donde oprimimos el botón que nos lleva al sótano dos, que es donde dejo mis vehículos. Ese lugar es algo oscuro, como todos los sótanos, y por lo que puedo notar, a mi querida esposa no le agrada el lugar, pues, de manera involuntaria, tuvo que caminar más cerca de mí.Desactiva el seguro y abre la puerta del vehículo para que Isabella pueda e
Al salir del baño, Alexander no está en la habitación, así que aprovecho y le pongo seguro a la puerta y me dedico, ahora sí, con juicio a buscar ropa en ese gran armario. La ropa es toda de marcas muy exclusivas, así que debe ser carísima, pero es evidente que no es mi talla ni son mis gustos. Debo encontrar algo para ponerme. Una vez que descarto toda la ropa interior, pues no pienso usar la de alguien más, me decido por un par de prendas que son las más sencillas que encuentro y con las cuales puedo disimular el hecho de no tener un brasier puesto.Miro con desgano esos hermosos pero agotadores tacones blancos y, sin más opciones para salir, me los pongo. El espejo del tocador muestra una Isabella con una mejor presentación personal que hace unos minutos, pero debo admitir que parte de la buena imagen se la debo a este corte de cabello moderno, pues tampoco pienso usar todo el maquillaje de otra mujer.Salgo de la habitación y me encuentro con "Mi marido". Una parte de mí se rego
Estos días han sido extraños y agitados, pero los estoy disfrutando. Soy un hombre de veintiocho años, pero desde hace dos días siento que he regresado como diez años en el tiempo y puede que más. Me masturbo a escondidas en un baño, me cuelo en los vestidores de las tiendas, robo besos y estoy detrás de una mujer en busca de su afecto. Así de loco está todo.Puede que ella crea que soy un patán y tiene razón, pero no existe para mí otra forma de tratarla y mantener su respeto de paso. Hace un momento se ofendió por el pequeño juego de miradas con la chica de la tienda y realmente me sorprendió eso; se sintió como si de verdad le importara y me gustó esa sensación de ser cuidado. Su reacción ha sido algo infantil, pero eso no elimina lo bonito del gesto. Por eso, muy a mi manera, debí mostrarle una parte de mi personalidad que necesito le quede muy clara.Me comprometí a respetar esta "relación" y eso trato de hacer, pero no por eso voy a dejar que mi bello diamante se me salga de las