—¿Por qué estamos en el aeropuerto? —pregunto sorprendida al hombre a mi lado.—¿Cómo más llegaríamos a una isla paradisiaca? —responde mientras toma las pocas bolsas que llevamos en el auto.—¿Vamos a viajar ahora a una isla? —pregunto incrédula caminando junto a él—. No tengo un vestido de baño. Además, los lugares que nombré fueron random, no tenías que elegir uno de esos destinos.—No elegí uno de esos destinos, Isabella —sube a un pequeño avión privado y yo voy detrás de él—. Vamos a ir a todos.Deja los paquetes en el suelo del avión, junto a otro montón de paquetes que son las compras de toda la tarde. Es la primera vez que estoy en un avión privado, así que observo todo rápidamente, sorprendiéndome del lujo que tiene, y luego me siento en el lugar que Alexander me indica. ¿Acaso este hombre está realmente loco? ¿Vamos a todos solo porque yo los nombré? Además, ¿cuánto dinero tiene para poder derrochar todo de la forma en que lo hace?—¿Y tú querías ir a estos destinos también?
Mientras Isabella se cambia la ropa, me quedo disfrutando un poco más la vista del lugar y las ráfagas de aire fresco que la marea trae consigo. El vino desapareció hace ya un rato y tal parece que ha sido del gusto de Isabella. Yo no tengo que cambiarme; mi ropa es cómoda y solo me deshice de mi chaqueta al bajar del avión y desabroché los primeros botones de la camisa para sentirme más relajado.—Un mes, tengo un solo mes para hacer que esta locura funcione —me recuerdo en voz baja.La noche está despejada y permite ver claramente un gran número de estrellas que titilan en el firmamento y tratan sin suerte de opacar la luz de la luna. Hace mucho no dedicaba tiempo a mirar el cielo; se siente extraño, pero bien, casi como si todo estuviera confabulado para que esta fuera una gran noche.—Me gustaría que viéramos el amanecer desde aquí —dice Isabella, recostándose nuevamente contra el balcón y mirando también el cielo.——¿No sería mejor mirarlo en la playa? —pregunto, tratando de disi
Siento una sed intensa y un desagradable sabor de boca. Parece que anoche me excedí con las copas, pero en mi defensa, no creo que las cosas puedan empeorar más, ¿o sí? Abro los ojos lentamente, tratando de protegerme de la intensa luminosidad del lugar, que se percibe incluso con los ojos cerrados.Siento un peso en mi cintura y no necesito mucho para que el nombre de Alexander llegue a mi mente. Reconozco su brazo, así que necesito averiguar qué pasó anoche. Para mi sorpresa, mi ropa está intacta, al igual que la suya. No estoy segura si eso es bueno o malo. Aunque anoche estábamos muy acaramelados, también sé que el licor me había desinhibido. Tenía la esperanza de poder recriminarle por aprovecharse de mí en mi estado, decir que faltó a su palabra y tener una excusa para armar un escándalo y tratar de salir de aquí.Excusa, esa es la palabra clave. ¿Por qué necesito una excusa? ¿Estoy buscando una excusa para quedarme o para irme? No estoy segura, pero sé que no puedo irme por var
—Apoyo la idea de comer algo, pero no de salir. Ya es muy tarde y no quiero.Miro hacia la ventana y descubro que, evidentemente, no ingresa luz a través del poco espacio que dejó el blackout y que la única luz que hay en la habitación la genera el televisor.—¿Cuántas horas dormí? —pregunto, perpleja.—Son ocho capítulos de la temporada y ya casi termino el último, así que calcula.Recuerdo que cuando desperté la última vez, ya era tarde, más de las dos.—Quiero comer, terminar este capítulo y ahora sí hacer lo que mi esposa no me ha dejado hacer —me asustan y emocionan un poco sus palabras, pero el muy zorro suelta la carcajada quizás ante la cara que estoy poniendo—: dormir, Isabella, dormir.Río como una tonta y me levanto camino al baño.—Pide comida y ahora yo cuido tu sueño —digo antes de ingresar al baño.Cepillo mis dientes y observo mi reflejo en el espejo. Me siento descansada y un poco hambrienta, es verdad, pero me siento bien, absurdamente bien. Al salir del baño, Alexan
La comida es deliciosa, pero aun así, como poco. Tomamos mucho líquido y hablamos un momento de cosas básicas: color favorito, música que nos gusta, si nos gustan los perros o los gatos, cosas así. Supongo que eso quiere decir que los ánimos de su cuerpo ya se enfriaron un poco y eso me hace sentir mejor.Entro al baño y me cepillo, pero, estando ahí, llegan a mi mente algunas escenas con mis ex. Por alguna razón, estando solos y aunque fueron inicialmente buenos conmigo, nunca fui capaz de llegar hasta el final con ellos. No me hacían sentir lo que siento con Alexander, así que, tras varios besos, sus cuerpos se calentaban y animaban, pero el mío no. Ese siempre fue el motivo de nuestras peleas y posterior fin de la relación.Por experiencia, sé que un hombre se frustra cuando deben parar todo estando su cuerpo muy excitado, así que me sorprende un poco que Alexander no se ponga agresivo conmigo por eso. Lo he sentido muy excitado dos veces y, cuando me he alejado, lo ha aceptado sin
Las sensaciones son abrumadoramente intensas, mucho más de lo que jamás imaginé. Siento mucho más de lo que alguna vez pude experimentar en la soledad e intimidad de mi habitación.—Alexander —su nombre escapa de mis labios en un susurro suplicante mientras él se desliza aún más hacia el sur de mi cuerpo, hasta encontrarse con la última prenda que me cubre.¿Avergonzada? ¿Intimidada? Las dos cosas, pero no hay vuelta atrás. Su mirada me contempla con deleite, como si fuera lo más maravilloso del mundo. Se pierde un instante en mi intimidad, pero pronto se recompone y se acerca para acariciarla con sus labios sobre la tela.Besa y lame sin piedad esa zona y la cara interna de mis muslos, sin que yo tenga la posibilidad de defenderme de la fiereza de ese ataque. Me siento enloquecer, siento que quiero algo más, que necesito algo más, y no puedo evitar expresarlo. Su sonrisa orgullosa aparece, y ahora retira su pantalón con una sola mano sin desatenderme, mientras estoy hecha un manojo d
Isabella acaba de entregarse a mí y ahora no hay forma en que la pueda dejar ir. No es solo el hecho de las condiciones impuestas por el abuelo, ni que me guste físicamente, sino que no hay forma en que pueda dejar ir el tipo de dulzura que me muestra. Estoy agotado, pero ella lo está mucho más; eso es algo que salta a la vista y me agrada.Es como haber desempacado y jugado con un nuevo juguete. Terminaste de jugar, pero sigues ansioso por volver a hacerlo. Espero que el esfuerzo que he hecho por controlarme realmente valiera la pena. Necesito ser un maldito príncipe este mes para poder mostrar una relación sólida al abuelo, así que estoy usando todo cliché tonto que llega a mi mente, cortesía de las innumerables películas de comedia romántica que he tenido que ver en la vida (obviamente no por mi elección).Observo nuestros cuerpos y definitivamente necesitamos un baño. Me habría gustado dejarla descansar un poco, pero no basta con limpiar de su vientre mi semilla; ha sido inevitabl
No estoy segura de cuántos dormimos, pero al abrir los ojos, me siento extraña al encontrarme desnuda en la cama y, obviamente, algo cohibida al darme cuenta de que Alexander también lo está. Su brazo descansa sobre mi cadera, así que trato de salir de la cama lo más suavemente posible para dirigirme al baño. Sin embargo, no soy lo suficientemente sutil, pues su brazo ajusta el agarre y me pega a su cuerpo.—No soy un osito de peluche, ¿lo sabías? —digo en broma al hombre que, según veo, no quiere salir de esa cama y tampoco dejarme salir.—Claro que lo sé —responde, manteniendo los ojos cerrados—. Sería enfermo hacer lo que hicimos anoche y esta mañana a un osito.Río por la ocurrencia.—Debo ir al baño, de verdad me urge —digo nuevamente, tratando de levantar su brazo sin mucho éxito hasta que su celular empieza a sonar.—Te salvó la campana, pero luego vuelves a la cama, tengo sueño —dice por fin, liberándome y abriendo los ojos para buscar su celular en la mesa de noche.Salgo corr