Apuesto a que quieren saber lo que pasa cuando están solos nuevamente. ¿Me equivoco?
La situación ideal en mi cabeza sería cambiarnos de ropa y partir de una vez a disfrutar de nuestra luna de miel, pero desafortunadamente mi matrimonio es tan atípico que esa idea está descartada por completo. Llegamos al penthouse donde viviremos e ingresamos a la habitación. La mirada de Isabella está un poco inquieta, por eso me pregunto:—¿Estás bien? ¿Necesitas algo? —ella mira la puerta del baño y antes de que su respuesta llegue, obviamente ya la conozco. —si necesitas ir al baño, ve —respondo lo evidente.—No puedo —afirma ella con el rostro un poco más ansioso.La miro sin entender el motivo de esa respuesta, por lo que debo seguir preguntando.—¿Por qué no puedes ir al baño, Isabella?—El volumen de este vestido no me lo permite —ya había detallado lo pesado y voluminoso que es, pero no se me había ocurrido pensar en que con ese vestido, ella necesitaría ayuda para poder ir al baño.—¿Cuántas tiempo llevas aguantando las ganas de ir al baño? —pregunto mientras busco en el int
Me acomodé junto a ella en la cama, pero mirando en sentido contrario. No debo verla; Debo tratar, por el momento, de olvidar que tengo a una hermosa mujer en mi misma cama y sin ropa interior. Río sin gracia al darme cuenta de la tontería que mi mente está haciendo. Estoy pensando en no pensar en algo y, por lógica, lo estoy pensando. No me entiendo. Aprieto con fuerza los ojos y ahora me obligo a contar ovejas, imaginando que saltan una pequeña cerca: patético.Logré dormir un rato hasta que sentí el movimiento de su cuerpo hacia mi lado y su brazo se posó sobre mi pecho. Parece que no ha dormido más que un par de horas, pues sigo teniendo mucho sueño. Entreabro los ojos y, tras un rato, mi vista por fin se acostumbra a la oscuridad y puedo apreciar mejor sus rasgos. Tiene las pestañas largas y un rostro inocente. Me habría gustado tocar su rostro, pero temo que eso la despertaría, así que solo acarició sus brazos hasta que finalmente volvió a quedarme dormido.Ya es de día. Un pequ
—Tus deseos son órdenes.En ese momento, lo único que tengo en mente es complacer a la mujer que me torturó toda la noche sin saberlo. Me acerco nuevamente a sus labios, disfrutando esa extraña sensación que genera el tocar y no tocar a la vez, sabiendo, por las deliciosas expresiones en su rostro, que está deseosa de que sí la toque. Me alejo solo un poco para observarla mejor y acomodar bien en sus hombros las finas tiras del corto camisón que lleva puesto.No tardaré en volver a desacomodarlo, pero me gusta la sensación que deja esa tela al tocarla y lo delicada y absurdamente provocativa que la hace ver esta prenda.—Eres jodidamente sexy —digo sintiendo como aumenta el deseo de hacerla mía —estoy ansioso por probarte.Su aliento se mezcla con el mío y mis labios atrapan los gemidos que ahora salen con más frecuencia de los suyos. Si todo sigue así, esta será su primera vez, así que, aunque planeo disfrutar su cuerpo al máximo, también quiero que ella lo recuerde como su mejor vive
No me gusta estar desfogando manualmente mis energías en el baño, pero no me queda de otra más que recurrir a la confiable Manuela, otra vez. Hace mucho tiempo no tenía que masturbarme así, para bajar una erección y mucho menos una tan salvaje como la que me acaba de generar Isabella. Siento como si hubiera llegado a la pubertad, casi haciendo esto al escondido.Soy un hombre adulto con una vida sexual muy activa y es sumamente contradictorio lo que estoy haciendo, pues ahora soy un hombre casado, teóricamente tengo una pareja con la cual debería poder solucionar este tipo de “problemas”, pero aquí estoy tratando de mantener algo de apariencia de autocontrol con esa mujer, pues en medio de todo es mi esposa y se supone que es la única mujer a la que realmente debería respetar, o por lo menos tratar de hacerlo.Estaba tan metido en ese momento íntimo con quien estoy seguro de que pronto podré llamar a mi mujer, que apenas entró al baño fueron prácticamente cinco movimientos de muñeca y
—No soy tu amo, soy tu esposo —contestó manteniendo el tono y mostrándole también mi anillo.Sonrisa de manera sarcástica.—Diferimos en el concepto de lo que es un esposo, en lo que debería ser un matrimonio —me muestra la sortija en su dedo—. Si esto sucedió de verdad, no creo que signifique para ti lo mismo que significa para mí.Estaba listo para preguntar cuando suena una notificación en mi celular. —El video acaba de llegar —le digo de inmediato y me paro para ir a la habitación—vamos para que lo veamos.—¿Por qué en la habitación? —Estoy nerviosa de volver a estar ahí conmigo.—El único televisor de esta casa está ahí, así que lo transmitiré desde mi celular, para que lo podamos ver cómodamente —luego le sonrío coquetamente —claro que si lo que quieres es que lo veamos los dos muy juntitos desde mi celular, no seré yo quien se oponga.Se levanta de esa silla y pasa por mi lado aun con algo de nervios, pero decidida y se sienta en dónde parece, ya es su lado de la cama. Entra d
En un parpadeo, mi sueño húmedo se convirtió en una pesadilla, así nada más, sin siquiera una transición. Pasé de sentirme desinhibida y excitada a estar completamente aterrada, con la espalda pegada al espaldar de la cama. Esta es una situación absurda en verdad, hace un par de minutos mi voz resonaba de manera vergonzosa en esta habitación y tocaba con energía y totalmente encantada el cincelado cuerpo del hombre ahora junto a mí.Las barbaridades que salen de sus tentadores labios son realmente aterradoras, aunque no tanto como el tono pausado y casi frío que usa para hablar, pese a que puedo ver muy bien que sigue muy excitado por nuestro juego anterior. Aunque traté de no mirarlo, fue imposible no darme cuenta de que su miembro seguía muy duro dentro de esos pobres bóxer, los cuales dejaban entrever una pequeña mancha de humedad, producto de lo que supongo es el líquido pre seminal.El hombre con quien hasta hace poco estaba en la cama y prácticamente me hizo tocar el cielo y gem
—Tú primero —dice, clavando el mentón en la almohada que tiene abrazada hace rato.—Bien, yo primero —respondo complacido ante el cambio de actitud—. Somos una pareja de recién casados; Tendremos que mostrarnos cariñosos, afectuosos en público.—¿Qué tan afectuosos? —pregunta con el ceño fruncido.—Lo suficiente como para que nos creen que somos una feliz pareja de recién casados. Así que habrá algunas cogidas de mano, una que otra abrazo y, si es necesario... un beso en público.—No voy a volver a besarte —dice, abriendo desmesuradamente los ojos.—¿Por qué no? Soy tu marido y eso es lo mínimo que voy a aceptar de ti a diario. Un beso en la mañana al despertar y otro en la noche antes de dormir, y solo si es necesario, un beso en público. Al menos hasta que me aceptes —digo confiado.—Estás muy convencido de que te voy a aceptar, ¿y si eso no pasa? —Ahora achica los ojos, como escudriñando mi rostro.—Físicamente somos demasiado compatibles y eso ya lo sabes —la miro de manera sugest
Isabella sale de la habitación, ahora está mejor arreglada, pero evidentemente esa ropa no es del todo adecuada para su cuerpo. Las medidas de Juliana son muy diferentes a las de Isabella, así que esta ropa se le ve un poco grande. Debemos solucionar eso.—¿Tanto te gustaron los tacones blancos? —pregunto extrañado al verla nuevamente usando los mismos zapatos de la boda.—Son los únicos que me quedan bien; el resto de zapatos no son de mi talla —me regaño mentalmente al escuchar eso.—Vamos —digo, tomando las llaves del vehículo y abriendo la puerta del apartamento.Isabella pasa algo tímida por mi lado y nos dirigimos directamente al ascensor, donde oprimimos el botón que nos lleva al sótano dos, que es donde dejo mis vehículos. Ese lugar es algo oscuro, como todos los sótanos, y por lo que puedo notar, a mi querida esposa no le agrada el lugar, pues, de manera involuntaria, tuvo que caminar más cerca de mí.Desactiva el seguro y abre la puerta del vehículo para que Isabella pueda e