Había pasado una semana desde mi reunión con Erick y no había recibido ninguna llamada de él. Seguí visitando empresas, intentando lograr que alguna me aceptara como ejecutiva, pero fue inútil. Nadie deseaba darme una oportunidad para demostrar mi talento. El trabajo y la experiencia no es todo lo que importa en una empresa y ahora lo entiendo. Mi trabajo nocturno de bailarina me excluía de toda oportunidad laboral que me pudieran dar en empresas enormes y prestigiosas y me habría camino en todos los burdeles de la ciudad, casi diario recibía flores de algún bar para que aceptara su propuesta laboral. La carta que recibí esta mañana era del Royal, el mejor night club de toda la ciudad. Elisa me había hablado de ese Club, según decía, pagaban el doble de lo que normalmente pagaban en los demás y a mí, me pagaría el triple. Era mi opción antes de ir a ver a Erick y ese día estaba decidida a visitar ese lugar.
–No lo hagas –dijo una voz, justo a unos metros de la entrada del Royal–.– ¿Qué haces aquí? –pregunté al ver a Erick cerca de la entrada y acercándose a mí–.–Imaginé que vendrías aquí –. –Ahora resulta que esto fue una casualidad –dije en un tono poco amigable–.–Claro que no, yo envié las flores –dijo él–.– ¡Desgraciado! –dije–. Le di un golpe con mi bolso de lo enfurecida que estaba y retomé el camino de regreso al apartamento. –Mi propuesta sigue en pie. ¿Acaso dejarás que tu orgullo te domine? ¿Prefieres esto que trabajar conmigo? Si es así, significa que no eres la gran negociante que tú crees que eres –.–No hables como si me conocieras–.–Hablo por tus actos y es lo que me demuestran–.– ¿Cuándo comienzo? –pregunté-.–Te veo el lunes a las 7 am–. –Perfecto, ahí estaré–. Apresuré el paso para llegar a casa lo antes posible, no entendía nada de lo que había pasado o al menos mi mente no lograba procesarlo de la mejor manera. Había aceptado la propuesta de Erick después de dejar que me insultara. Controlar mis emociones siempre ha sido mi mayor debilidad y él lo sabía. Llegué a la entrada del edificio donde vivía, miré a un par de hombre sacando prendas de vestir y demás de un apartamento, me quedé como tonta viendo como arrojaban las cosas a la calle, hasta que escuché la voz de Elisa. –Mariana, ayúdame por favor. Nos desalojan–decía Elisa a gritos–. Entré rápidamente y subí al segundo piso a intentar evitar que los hombres destruyeran todo. – ¿Qué hacen? Llegamos a un arreglo con el señor Cáceres, nos daría hasta fin de mes para pagar la renta–dije–.–Estas son ordenes de la señora Lourdes–dijo uno de los hombres–.– ¿Qué? ¿Por qué nos hace esto? –dije–.–Dice que un par de vagabundas le dan mala fama a su edificio –comentó Elisa–.–Eso es un error, todo eso es un malentendido–. – ¿Acaso no es usted Marianette? Sí me baila un poco podría tratarle con cariño sus pertenencias –dijo el hombre en un tono desagradable y malintencionado–.–Es un desgraciado –dije, acertándole una cachetada–.Terminamos con todas nuestras pertenencias en la calle después del escándalo que se armó al haber golpeado a ese hombre. Incluso la policía llegó a arreglar el malentendido y gracias a las insinuaciones coquetas de Elisa, no nos llevaron a la cárcel. Elisa llamó a uno de sus amigos y él se ofreció a recogernos y llevarnos a su apartamento, donde según él, nos podíamos quedar un tiempo. –Gracias por dejarnos estar aquí, solo será un mes, luego buscaremos donde irnos–dije–.–Es un placer, le tengo mucho cariño a Elisa, ha sido mi mejor amiga durante años. Pueden sentirse en casa y tomarse el tiempo que necesiten –dijo él–. Jones era un hombre muy atractivo, tenía la piel morena chocolatada y cabello rizado que prefería usar corto, tenía una barba muy sensual y unos labios gruesos y oscuros. Se vestía muy elegante y el apartamento que tenía era de los mejores en la ciudad. Parecía que él y Elisa tenían una aventura en secreto por la forma en que se trataban pero quizás solo era parte de mi imaginación. Jones se fue a trabajar y Elisa y yo le dimos un recorrido exhaustivo al apartamento. –No pensé que tuvieras amigos tan generosos–dije–.–Es solo en caso de emergencia, no me gusta abusar de los hombres–dijo ella–. –Ya lo creo–. Tomamos asiento en el sillón y nos dispusimos a ver una de nuestras series favoritas. –Por cierto –dijo ella–. – ¿Cómo es eso que solo estaremos un mes?–.–Acepté el trabajo que Erick me ofreció–.–Siiii, eso me parece estupendo–dijo ella, en su tono de celebración que trasmitía una emoción increíble–.–Comienzo el lunes–.–El comienzo de la historia entre Mariana y Erick Black ¿Cuál será su desenlace? –dijo Elisa en un tono burlesco. – ¡Cállate! Todavía no sé si hice bien en aceptar–.–Claro que hiciste bien, te aseguro que no te arrepentirás –. Después de ver la película nos quedamos dormidas, habíamos pasado por mucho ese día. No era fácil cambiar de domicilio de un momento a otro y menos tener que soportar los absurdos comentarios que la gente se atrevía a hacer sobre nosotras. Era detestable ver como las personas se atrevían a juzgar a las personas sin conocer la verdad de sus vidas. Siempre me han juzgado por mi antiguo trabajo y aunque me salí de bailar y comencé a estudiar. Lo único que ellos toman en cuenta de mí, es que lo hice. Tomé el fin de semana para visitar a mis padres, ellos vivían en Margot una ciudad aledaña a Tobago y aunque su nombre siempre me recordaba a una de las mejores bailarinas del night club donde trabajé hace años, lo ignoraba, para no recordar todos los momento que viví en aquel lugar. – ¿Cómo te va en el trabajo? –Preguntó mi padre durante la hora del almuerzo–.–Decidí cambiar de trabajo por otra oportunidad que me dieron. Comienzo el lunes –dije–.–Eso es perfecto, felicitaciones–dijo mi madre, en un tono muy alegre–.El gesto de desagrado en el rostro de mi padre era muy notorio y mi estúpida actitud de siempre dejarme llevar por mis emociones no ayudaba mucho. –Dime de una vez lo que piensas padre–dije–.–Deberías hablarnos con la verdad, te despidieron por haber trabajado en ese cochino lugar y sabrá dios en que asqueroso lugar trabajaras ahora–.–Richard basta, no le hables así a Mariana–replicó mi madre–.–Tranquila mamá. Creo que fue un error haber venido, para ti siempre seré la estúpida bailarina de ese lugar ¿O no papá? –.–No fui yo quien se metió a ese lugar sabiendo las consecuencias–.–Tienes razón fui yo. Fue mi error por no poder ser conformista, de serlo, me hubiera quedado aquí, viviendo bajo tu techo y acatando tus reglas y a pesar que ahora nadie me acepte por lo que hice, me siento feliz de hacer lo que quiero y de poder decir que todo lo que hago con mi vida, es problema mío–.Me levanté de la mesa y me marché de la casa de mis padres. Jamás esperé que papá fuera a cuestionarme por eso, esperaba que me apoyara y que me felicitara por haber estudiado. Quizás cometí un error al haber entrado a trabajar en ese lugar, pero yo únicamente era quien vivía con las consecuencias de mi decisión.El día en que dejaba a un lado mi orgullo y egocentrismo había llegado, era lunes, la lluvia de esa mañana, era algo que no sabía como interpretar, yo amaba la lluvia, pero tenerla ese día, después de tantos días soleados, no estaba tan segura de su significado, ¿Acaso era algo bueno o la lluvia delataba que algo malo pasará?Me preparé para todas las posibles conversaciones o comentarios que Erick pudiera hacer al verme llegar, había cubierto todos los posibles escenarios y esperaba que no hubiera alguna sorpresa. −Buenos días, ¿En qué puedo ayudarle? −Preguntó la recepcionista del lujoso edificio en que se encontraban las oficinas de EB concesionarios–.−Soy Mariana Sandoval, busco al señor Black–. −Señorita Mariana, el señor la está esperando en su oficina, quinto piso, pase adelante. −dijo la recepcionista con una gentil sonrisa–. Tomé el ascensor teniendo en cuenta el miedo que este me provoca, tan solo entré toqué el botón, me tomé de la barra y cerré los ojos. −Señorita, ¿E
Escuché murmullos en la oficina, podían ser gritos, pero no pude entender ni una palabra de lo que decían. Después miré a Rafael salir de la oficina, aventando todo a su paso, no me limité a decir nada. –Mariana –dijo Erick, antes que la puerta de su oficina se cerrara–. –¿Sí? –.–Por favor pide en el área de recursos humanos la liquidación de Rafael, a partir de este momento ya no trabaja más aquí, por favor encárgate de informarles a todos–. –Entendido –dije, sin preguntar nada al respecto–. El gesto que veía en el rostro de Erick me quitó el interés y la curiosidad de conocer los detalles de aquella decisión, tan solo me limité a hacer mi trabajo. El anuncio sorprendió a todos, incluyéndome a mí. Rafael era uno de los trabajadores con más tiempo de estar al lado de Erick, que Erick haya tomado la decisión, fue por algo que no le gustó de Rafael. Salí de la oficina y me dirigí hacia la casa de Jones, Elisa aún no había llegado a casa y era muy probable que llegara pasada la med
El chofer de Eliot nos dejó en uno de los mejores moteles de la ciudad, Eliot dijo que no nos preocupáramos por la estadía de esa noche, que corría por su cuenta. Tanto Elisa como yo, sabíamos que ese gesto de generosidad, tendría un cobro que terminaríamos pagando tarde o temprano. –No debimos aceptar –protesté–. –Ya estamos aquí, ahora solo debemos atenernos a las consecuencias de haber aceptado, sabes perfectamente que rechazarlo no era una opción –.–Lo sé, es solo que me molesta saber que le deberé algo a ese viejo asqueroso–.–A mi igual, pero no teníamos muchas opciones que digamos –.Dormimos un par de horas, al menos para tomar fuerzas. La cama me brindó un sueño profundo que, en años no había tenido. Me desperté de repente y miré que el reloj marcaba las 6.40 am, no me refresqué ni un poco, dejé la cama y me dirigí al baño. El horario en la oficina comenzaba a las 7.00 am y no podía llegar tarde, estaba a más de 20 minutos en el transporte público. Me alisté en cuestión de
Las personas me miraban sin decir nada, quizás la tristeza era tan contagiosa que ni siquiera deseaban acercarse. Recibí una llamada. No distinguí el número de lo borroso que miraba debido a las lágrimas, pero contesté de igual manera.–Hola –.–Mariana, en las citas agendadas hay una con un proveedor que no conozco, podrías decirme porque concretaste esa cita –preguntó Erick–.–Revisaré y le enviaré el dato – dije, con la voz entrecortada y halando los mocos nuevamente hacia mi interior–.–¿Estás bien? –.–No– dije, soltándome nuevamente en llanto–.–Dime dónde estás–.–No lo sé, ni quiero saberlo, no se preocupe por mí señor Black, mañana estaré en la oficina a primera hora –comenté–.–¿Dónde estás? –.–Calle Navarro–.–Enseguida llego, quédate ahí –.Me senté en la maleta que llevaba, no sabía siquiera los sentimientos que tenía en ese momento, tan solo quería llorar, llorar por todas las veces que me había contenido de hacerlo, por todas esas cosas que me habían sucedido, por el d
La conversación era mucho más deshonesta y descarada de lo que me esperaba, el hombre comentaba sobre las mujeres de los Night club a los que había asistido como si fueran piezas de colección. Sentí que me había echado un balde de agua encima cuando mencionó a Marianette en una de las conversaciones. Ese era el nombre artístico que usaba en esos lugares, Erick lo conocía mejor que nadie, me enviaba flores y poemas siempre que podía, antes que lo despreciara. –Esa mujer es una belleza, solo que la perra quiere fingir ser la niña buena que no se acuesta con nadie, he escuchado que muchos se lo han propuesto y por cantidades que ni siquiera lo imaginas, pero la desgraciada los ha rechazado a todos. Esa es una de las que no se me puede escapar, sabes perfectamente cómo es esto, sino desea estar conmigo a las buenas, lo hará a las malas y créeme que cuando eso pasé, deseará haberme aceptado a las buenas–. Erick miró como cambié de color al escuchar esa amenaza indirectamente, me levanté
Íbamos camino a la oficina, cuando comencé a recordar las palabras que ese idiota había dicho. Mi aspecto cambió en tan solo un par de segundos y Erick lo notó fácilmente.–Ha sido un largo día ¿No crees? –preguntó Erick–.–Ya lo creo –dije, sin siquiera pensar en mis palabras–.–Mañana seguiremos con las citas, tengo muchos clientes a quien debo visitar y solo tú llevas el control de mis horas libres–dijo–.–De acuerdo –dije –.De cierto modo había entendido lo que Erick había hecho, con el primer cliente me presentó como una persona respetable, no comentó nada sobre mi pasado. En este no fui el centro de atención, pero los comentarios siempre estuvieron de por medio, para el segundo cliente, si mostro mi pasado, quizás queriendo conocer mi reacción o
Había pasado una semana y yo seguía de inquilina en el caserón de los Black. Me sentía tan bien en ese lugar que no quería marcharme de ahí, sin embargo, la noticia de la llegada de los padres de Erick cambió mis planes de estadía. Erick me dijo que prefería no tener a nadie en casa para evitar dar explicaciones sobre su vida, al fin de cuentas ellos no creerían que nosotros solo éramos compañero de trabajo y que mi estadía en la casa, era un acto de caridad. Erick comentó que, si su madre miraba a una mujer muy cerca de él, la euforia de hacerlo casar y que aquel amor diera como resultado un par de nietos, siempre rondaban por su cabeza. Así que prefería no darle paso a que esos pensamientos se apoderaran de ella.–No te preocupes por eso, me iré antes de que ellos puedan venir –comenté–.–¿Ya tiene
Había pasado una semana desde que comencé a vivir en aquel pequeño, poco iluminado y mal oliente departamento, a pesar de mis intentos por hacerlo oler bien, la mugre parecía haberse adherido a aquel lugar y no quererlo dejar por nada, los primeros días fueron los más difíciles, pero después de esa semana, sentía que podría soportarlo por el tiempo que fuera necesario.Había comenzado a distraerme viendo a los niños jugar en la calle, siempre salía del apartamento después del trabajo y después de preparar la cena, a verlos jugar. La felicidad de los niños de cierta manera me animaba a sentirme viva. Había olvidado cuando fue que me divertí tanto. En medio de mis rutinas diarias y de la diversión con la que los niños jugaban, comenzaba a recordar todos aquellos sueños que había tenido de pequeña, llenos de adrenalina y aventura, eran sueños tan locos que a veces me pregunto si llegaría a hacerlos realidad. Hacer Canopy en la Brellera, un lugar muy hermoso ubicado al norte de Nicaragua,