Había pasado una semana y yo seguía de inquilina en el caserón de los Black. Me sentía tan bien en ese lugar que no quería marcharme de ahí, sin embargo, la noticia de la llegada de los padres de Erick cambió mis planes de estadía. Erick me dijo que prefería no tener a nadie en casa para evitar dar explicaciones sobre su vida, al fin de cuentas ellos no creerían que nosotros solo éramos compañero de trabajo y que mi estadía en la casa, era un acto de caridad. Erick comentó que, si su madre miraba a una mujer muy cerca de él, la euforia de hacerlo casar y que aquel amor diera como resultado un par de nietos, siempre rondaban por su cabeza. Así que prefería no darle paso a que esos pensamientos se apoderaran de ella.
–No te preocupes por eso, me iré antes de que ellos puedan venir –comenté–. –¿Ya tieneHabía pasado una semana desde que comencé a vivir en aquel pequeño, poco iluminado y mal oliente departamento, a pesar de mis intentos por hacerlo oler bien, la mugre parecía haberse adherido a aquel lugar y no quererlo dejar por nada, los primeros días fueron los más difíciles, pero después de esa semana, sentía que podría soportarlo por el tiempo que fuera necesario.Había comenzado a distraerme viendo a los niños jugar en la calle, siempre salía del apartamento después del trabajo y después de preparar la cena, a verlos jugar. La felicidad de los niños de cierta manera me animaba a sentirme viva. Había olvidado cuando fue que me divertí tanto. En medio de mis rutinas diarias y de la diversión con la que los niños jugaban, comenzaba a recordar todos aquellos sueños que había tenido de pequeña, llenos de adrenalina y aventura, eran sueños tan locos que a veces me pregunto si llegaría a hacerlos realidad. Hacer Canopy en la Brellera, un lugar muy hermoso ubicado al norte de Nicaragua,
Llegamos a un pequeño bar y restaurante que yo había visitado en un par de ocasiones en los días que llevaba viviendo ahí. “Antología”. Desde el nombre podíamos saber que no era un lugar tan decente como los que Erick acostumbraba a visitar. Además, ya que había dicho que su vida no había sido fácil, ese lugar seguramente lo mantendría humilde por el resto de la noche. –He escuchado buenas reseñas sobre este lugar, después de medianoche, comienzan las peleas, ando un estrés acumulado que creo que podría sacar con unos cuantos peleadores y adicional sacar dinero extra. Buena idea ¿No crees? –comentó antes que nos bajáramos del auto–. –No sabía nada sobre las peleas, solo he venido a comer y me he retirado lo antes posible–.–Deberías vivir con un poco más de adrenalina Mariana. Esa vida sedentaria que llevas pronto te aburrirá y no le encontrarás gracia a nada –.–Claro, lo dice quien tiene dinero de sobra, para hacer lo que le dé gana –pensé–.Bajamos del auto y nos adentramos a aqu
Llegué a la oficina más temprano de lo habitual y la luz de la oficina de Erick ya se encontraba encendida, después de unos segundos, escuché el tecleo en el computador y me di cuenta que Erick se encontraba ahí. –¿Lo saludo o simplemente le mando un mensaje que estoy aquí? Realmente no tengo anda agendado para hoy, pero sería bueno que me anunciara… No creo que sea buena idea. Estoy 32 minutos antes de la hora de entrada, es posible que no me espere. Dejaré que sea la hora y me anunciare, para mientras arreglaré mis cosas – esa fue la conclusión más lógica que obtuve de un monologo interno de casi 6 minutos, después de pensarlo por varios segundos más mentalmente, decidí arreglar mis cosas y concluir con el asunto–.Tomé asiento y un par de segundos después miré a Erick salir de la oficina, con ese ademán y caminado que lo caracterizaban cuando estaba molesto. Llevaba un par de hojas consigo y las llaves de su camioneta. No volteó ni siquiera para ver quién era la loca que hacía rui
Llegué finalmente a la oficina, la que me esperaba con una torre de documentos que no recordaba haber dejado ahí ayer. La oficina de Erick tenía la luz encendida, pero no se escuchaba ningún ruido en el interior. Ojeé las hojas y miré que eran parte del contrato que Erick había decidido no firmar, un post it en ellas me indicaba que debía deshacerme de todos esos documentos. Erick salió de la oficina y mi estúpido reflejo fue levantarme de un salto de la silla de mi escritorio. Erick siguió su paso sin darse cuenta de lo que había pasado. Comencé a triturar todos los documentos cuando lo miré regresar. –Reserva una mesa en el restaurante Fetuchini para 2 personas, que la reservación esté lista para las 12.30–dijo Erick sin detenerse y encerrándose nuevamente en su oficina–.–Buenos días Mariana, ¿Cómo estás? –decía a media voz, resaltando lo maleducado que había sido y haciendo gestos de desaprobación–.–Mariana, cuando termines de hacer tus reproches por favor envía flores a esta
Jenny y yo comenzamos a conversar en una de las bancas de un parque que se encontraba cerca del parque, fue extraño que, a pesar de no conversar tanto en el pasado, está vez me sentí en confianza con ella. –Me alegra que hayas salido del Night Club, la vida aquí afuera es muy diferente –comenté.–Lo he visto y he sentido el viento oler diferente, ya nada de olores a tabacos y a sudores de todos esos viejos que llegaban a pasar el rato. Me alegra mucho la vida que tengo en este momento–.–Me alegra verte tan feliz–.–Sí, realmente no puedo quejarme, se me presentó esta oportunidad y daré lo mejor de mí para que funcione y en caso que aún así no funcione, igual me daré a la tarea de buscar trabajo en otro lugar. Trabajar ahí no era vida. Me alegra que tú te hayas decidido a salir de ese lugar, has sido esa motivación de todas nosotras para salir de ese lugar–.–Te agradezco eso, pero creo que yo no podría ser motivación de nadie– comenté–.–Realmente lo eres Mariana, me alegra verte bi
Desde el comentario que Erick me había hecho sentí que la parte interesada en él había muerto, quise dejar en duda sus palabras, de que él no había comentado nada sobre mi pasado, pero me bastó con escuchar ese comentario tan fuera de lugar para darme cuenta que no me había equivocado y que darle el lugar de la duda, no era algo que mereciera. –Mariana, pásame los mensajes pendientes y reserva una habitación para 15 días y 15 noches en el mejor hotel de la ciudad–dijo –.–Enseguida Señor–.Le pasé el dato del mejor hotel y la reservación que había hecho unos minutos después que me lo solicitara.–Si que tienes buen gusto, este sí es el mejor hotel de la ciudad–dijo al ver el nombre del hotel–.–Lo sé, los clientes dan las mejores reseñas sobre ese hotel–.–Seguramente tú eres uno de ellos–comentó–.–¿Disculpé? –pregunté con la ceja derecha levantada.–Digo, seguramente sabes mucho de hoteles–.–¿Puedo retirarme? –pregunté–.–Sí. Gracias por la reservación–.Salí de la oficina de Eric
Me ausenté de la oficina de Erick el día del funeral de Elisa sin avisar que no llegaría, a fin de cuentas, él estaba más informado que yo en ese momento y me sentía tan mal que no me importaba un comino si decidía despedirme. Recuerdo haber visto a Erick a lo largo ese día, justo detrás de un arbusto a unos 10 metros de donde se daba la ceremonia, todo estuvo muy hermoso, incluso un par de las chicas del club cantaron un par de canciones de despedida que realmente me hicieron llorar. Luego de la ceremonia todos se reunieron en casa de la madre de Elisa, yo preferí no ir. Mi madre se molestó diciendo que solo una persona sin sentimientos podría marcharse del lugar. Desde mi punto de vista, al perder a un ser querido, la compañía te invade tu espacio para llorar a esa persona, debes mostrarte fuerte ante los demás, además de serviles aperitivos para que se queden. ¡Qué estupidez! Elisa fue mi mejor amiga, pero en ese aspecto, yo prefería llorar su muerte sola y libremente, sin tener q
Erick salió poco después de la oficina, se miraba tranquilo, pero preocupado. Quizás la conversación con Antonio no había sido tan buena como debió. –¿Te sientes mejor? –preguntó. –Estoy bien–. –Entiendo, lamento no ser el Antonio que quieres en tu vida–dijo sin más–.Hice un mal gesto y tomé asiento nuevamente en mi silla. Yo realmente admiraba la manera en que Erick cambiaba repentinamente, ojalá algún día pudiera saber lo que está pensando. Nunca logro entender su actitud, es tan temperamental o simplemente es muy idiota. –Mariana, ¿te importaría ir a cenar conmigo hoy? –preguntó Antonio cuando nos encontramos en el lobby del edificio–.–Creo que ya no me debes disculpas, estamos a mano–.–No es por disculparme, esta es una salida para compartir un momento agradable contigo, no tengo muchos amigos en la ciudad y comer solo todo el tiempo, no ayuda mucho–.–Entiendo, aunque no creo que sea buena idea–.–¿Por Erick? –.–¿Disculpa? –.–No lo sé, lo he visto porque todos dicen que