A la oscuridad de sus deseos
A la oscuridad de sus deseos
Por: GERO
Capítulo 1. Destellos

Regresé a mi antigua vida, llena de miseria y limitaciones, justo después de haberme prometido no regresar jamás. Ahora debo verlo, justo a él, a la persona que me arrebató todo. Señor Black lo maldijo. Juro que me vengaré por lo que me hizo. Lo haré pagar por todo lo que hizo e incluso por lo que no ha hecho. Lo prometo. 

Durante mi juventud me dispuse a ganar dinero para dejar de tener limitaciones en mi vida, acepto que los caminos que tomé para ganar dinero no fueron los mejores, pero al menos me ayudaron a llegar a donde quería. Ahora, 8 años después de haber construido un emporio llega él. El hombre al  que desprecié hace mucho tiempo. Recuerdo que llegó a visitarme varias veces al lugar donde estuve trabajando y siempre lo traté con respeto y amabilidad. Quizás había perdido el rumbo de mi vida por un tiempo, pero jamás los modales. Rechacé su propuesta muchas veces, esperando que lo comprendiera, pero en lugar de hacerlo se lo tomó personal. Ahora, cuando todo marchaba perfectamente en mi nueva vida. Su nombramiento como vicepresidente de la empresa más grande de Tobago le dio la oportunidad de destruirme. 

–Señorita Mariana, puede pasar –dijo la secretaria de Erick Black. El hombre a quien odio con toda mi alma. 

–Muchas gracias –dije–. 

Tomé mi bolso y entré a la oficina, dispuesta a enfrentar a ese hombre. Toqué la puerta y el hombre estaba en su escritorio, con un traje fino y muy elegante. Su cabello bien peinado y rubio. Algo que me encantaba de los hombres pero él era la excepción. Levantó su vista de los documentos y la clavó en mí, sus ojos azules y brillantes destilaban arrogancia y sus labios rojizos y húmedos, estaban llenos de soberbia. 

–No sabía que tendría el honor de recibirte –dijo el arrogantemente–.

–Solo he venido por una cosa y tú sabes lo que quiero –dije-.

–Lo sé y mi respuesta es No –dijo él–.

– ¿Qué es lo que quieres? –pregunté–.

–Eso es lo difícil, no puedo tener nada de ti. –dijo él–.

– ¿No puedes o no quieres? –dije–.

–No sé a qué estás dispuesta esta vez –dijo él sonriendo–.

Sabía que esa sonrisa escondía una sucia propuesta, pero en el punto donde me encontraba no tenía muchas opciones. 

–Dilo de una vez o comenzaré a mover a mis peones –dije–. 

–Hablas como toda una experta en los negocios –dijo con el ceño fruncido–.

–Lo soy, que no desees reconocerlo no es mi problema –dije muy confiada en el conocimiento que había adquirido–. 

–Bueno. No pondré en duda tu capacidad de envolver a los hombres. En eso estamos claros. –dijo él, con una leve sonrisa en su rostro que hacía que mi sangre se sintiera caliente y espesa en mi interior. Las ganas de propinarle una cachetada brotaban por montón–.

–Dime de una vez que es lo que deseas–dije–. –Pero desde este momento te dejo claro que no me acostaré contigo–. 

–No quiero que lo hagas –dijo–.

–Bueno, entonces dime de una vez que quieres–. 

–Quiero que seas mi secretaria –dijo él–.

Me quedé desconcentrada con su respuesta. ¿Qué clase de hombre es Erick? Primero te destruye y luego quiere tenerte a su lado como su secretaria. No entiendo sus motivos pero es más que obvio que no aceptaré. 

– ¿Qué clase de broma es esta? –pregunté–. Mi ceño se encontraba levente fruncido, mordí un poco mi labio inferior para no dejarme llevar por mis impulsos. 

–Dices que eres la mejor negociadora. Es lo que necesito ahora que he tomado este puesto –dijo Black–.

– ¿Por qué crees que aceptaría? –dije–. 

–Bueno, tengo fe en ello. Debido a todo lo que se ha descubierto sobre ti, dudo que te den una oportunidad laboral en otro lugar. Si decides trabajar para mí, no solo me probarás tu talento, sino que me encargaré personalmente de eliminar todos esos rumores. 

–Claro, como si no hubieras sido tú quien los hizo público –dije–.

–No tuve nada que ver en eso, pero no haré nada más para convencerte. Te ofrezco una oportunidad, es tú decisión si la tomas o no. 

– ¿Qué ganarás tú con contratarme? –pregunté–.

–Conocer a las personas desde otro punto de vista, además de probar que no tuve nada que ver en todo este asunto. Jamás he sido tu enemigo Mariana. Quise ofrecerte otra vida pero no fuiste lo suficientemente inteligente para verlo. Ahora solo deseo de tu conocimiento para hacer de mi trabajo el mejor. No deberás hacer nada más que tu trabajo, acostarme contigo es algo que ya no deseo. 

Sus palabras lograron convencerme pero lo último que dijo, logró herirme. Pensé que seguía interesado en mí y aunque su forma de acosarme no era la mejor, ahora deseaba que lo hiciera. 

– ¿Por qué quieres que yo sea tu secretaria? –pregunté–.

–Ya te lo dije. Tú conoces a todos mis socios mejor que yo. Tu trabajo social te ayudó mucho con eso –dijo sonriendo–.

–No te atrevas a insultarme idiota –dije, en un tono de voz agresivo–.

– ¿Acaso te avergüenza tu pasado? –. 

–Claro que no. Hablar de ello es algo que no deseo. Dejé eso hace mucho tiempo–dije–. Bajé mi cabeza un poco, quizás fue un impulso hacerlo y sé que fue un error. 

–No cuestionaré eso. En ese caso ¿Debo tomar eso como un Sí? –. El tono soberbio en que lo dijo, me dio un impulso lleno de coraje.  

–Tómalo como un vete al carajo –dije–. 

Levanté mi cabeza y al verlo su mirada ya se encontraba en mí, con esa estúpida sonrisa que mostraba su victoria. Salí enfurecida de su oficina, mi corazón latía a mil y mis manos temblaban un poco. Tomé aire y seguí caminando. Sabía que no tenía otra opción más que aceptar su propuesta, a pesar de que su comentario hirió mi ego, no me dejaría llevar por sentimentalismos en este momento. Debía encontrar una manera de regresar a la vida llena de lujos a la que me acostumbré durante todo este tiempo y para ello, debo hacer lo que sea necesario. 

– ¿Cómo te fue? –Preguntó Elisa al verme llegar al apartamento–. 

– ¿Cómo crees? Ese maldito me tiene en sus manos –dije–. 

En ese momento me encontraba enfurecida conmigo y con todo el mundo por lo que había pasado. 

– ¿Acaso te propuso que te acostarás con él? –ella sonrió–. –Ay amiga, ya desearía que hubiera puesto sus ojos en mí, Erick es todo un galán, disfrutaría estar entre sus sabanas –decía Elisa, vanagloriándose de solo imaginarse en el acto–.

–Me propuso que fuera su secretaria–dije–. 

– ¿Solo eso? –preguntó en un tono presuntuoso–.

–Claro que solo fue eso. ¿Acaso crees que aceptaría acostarme con él? –pregunté–. 

–Bueno, solo era una pregunta, pensé que seguía teniendo interés en ti –dijo ella–. 

–Ya no tiene interés en mí –dije–. 

– ¿Por qué lo dices? 

–Me dijo que solo deseaba que fuera su secretaria, que acostarse conmigo es algo que ya no desea–. 

– ¿Y tú le creíste? –.

–Lo dejaré en duda, como su palabra al decir que no fue él quien me expuso, pero de cierta manera si le creí–. 

–No creo que eso sea cierto, después de seguirte por años, simplemente decidió rendirse, no es propio de alguien como él–.

–Lo sé–. 

–Y bueno, no me dijiste ¿Cómo se ve ahora? –.

–Uff, más guapo que antes –dije suspirando de solo recordarlo–. 

Elisa comenzó a reírse a carcajadas por mi expresión. 

–Sé que te gusta y no entiendo porque no lo aceptas –dijo ella–. 

–No lo sé. Creo que es por orgullo. Siempre he dicho que él no me interesa y he querido hacer de esa mentira una realidad pero realmente no puedo hacerlo–. 

–Y ¿Qué harás al respecto? –preguntó ella–.

–Sí realmente me necesita como su secretaria me buscará y estoy segura que aceptaré –dije–.

– ¿Y si no te busca? –Preguntó Elisa–. 

–Espero que sí lo haga. Porque no soportaría tener que presentarme a su oficina después de haberle dicho que se fuera al carajo–. 

–No lo hiciste, dime que no lo hiciste –.

–Lo hice–. 

–Amiga eres una grosera–. 

–Estaba furiosa porque él dijo que ya no le interesaba acostarse conmigo–. 

–Sí, eso ni dudarlo. Ahora deberás comenzar a rezar para que él venga a ofrecerte el puesto de nuevo, sino, tendrás que ir y créeme que haré que vayas aunque no quieras –.

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