El día en que dejaba a un lado mi orgullo y egocentrismo había llegado, era lunes, la lluvia de esa mañana, era algo que no sabía como interpretar, yo amaba la lluvia, pero tenerla ese día, después de tantos días soleados, no estaba tan segura de su significado, ¿Acaso era algo bueno o la lluvia delataba que algo malo pasará?
Me preparé para todas las posibles conversaciones o comentarios que Erick pudiera hacer al verme llegar, había cubierto todos los posibles escenarios y esperaba que no hubiera alguna sorpresa. −Buenos días, ¿En qué puedo ayudarle? −Preguntó la recepcionista del lujoso edificio en que se encontraban las oficinas de EB concesionarios–.−Soy Mariana Sandoval, busco al señor Black–. −Señorita Mariana, el señor la está esperando en su oficina, quinto piso, pase adelante. −dijo la recepcionista con una gentil sonrisa–. Tomé el ascensor teniendo en cuenta el miedo que este me provoca, tan solo entré toqué el botón, me tomé de la barra y cerré los ojos. −Señorita, ¿Está bien? −preguntó un joven apuesto y bien vestido que miró el miedo en mi cuerpo y en mi expresión−. −Estoy bien −dije, soltándome de la barra y tranquilizándome mentalmente. − ¿En qué piso estamos? −pregunté−.−Quinto piso –−Perfecto, es mi destino −comenté con una sonrisa tímida y torpe−. Llegué finalmente a la oficina de Erick, miré que el campo de la secretaria que me entendió la ultima vez que me presenté en aquel lugar, estaba limpio, el teléfono sonaba sin parar, no me atrevía a tocar la puerta de primera impresión, pero finalmente me decidí y toqué. −Adelante –−Buenos días −dije al entrar−.−Me agrada verte, por favor toma asiento, en un par de segundos te atiendo −.−De acuerdo −. Erick se miraba apuesto usando ese traje azul marino, yo me dediqué a inspeccionar toda la oficina sin ponerle atención a nada, tan solo miraba cada detalle, aun sabiendo que, al salir del lugar, no recordaría más que 3 cosas de todas las que había visto. −Sígueme por favor −dijo de repente−. Lo acompañé por la oficina hasta el lugar vació de la otra secretaria. −Este será tu nuevo cubículo, recibirás todas las llamadas de los clientes que deseen hablar conmigo, para todos ellos, estoy fuera de la oficina siempre, toma los mensajes de todos y al final del día me los entregas. Te pasaré una lista de las únicas personas de las que espero recibir llamadas, por eso siempre debes preguntar el nombre de la persona que llama. − ¿Las llamadas de mujeres también las excuso? −pregunté−.−Esas las recibo directamente a mi celular, no debes preocuparte por ello −dijo en el tono tan arrogante que lo distingue −.−Perfecto −.−Diana vendrá en unas horas a explicarte otras cosas sobre las que te encargarás, ponle mucha atención, no le gusta explicar 2 veces, por el momento puedes irte acomodando−. −Gracias Erick−. −Solo para dejarlo claro, aquí seré señor Erick o Señor Black, espero no se te dificulte acostumbrarte−. −Para nada señor Erick, a buen entendedor, pocas palabras−. −Perfecto y bueno. Bienvenida a EB concesionarios −dijo, con un ademán muy educado que solo había visto en películas−. –Gracias –. La manera tan educada e indiferente de Erick al tratarme ese día, me dejó con miles de preguntas, no sabía cómo responder exactamente, al menos sabía que debía actuar como su secretaria y no como normalmente lo trataba. Sí él se iba a comportar tan profesional, yo haría lo mismo. Por semanas pasé trabajando arduamente, intentando acostumbrarme al incesante sonar del teléfono, la cantidad de personas que llamaban para concretar una cita con Erick, era enorme. Jamás me imaginé que fuera una persona realmente ocupada, ahora entendía porque siempre buscaba a una persona con quien hablar. En ocasiones se desahogaba conmigo, pero cuando recordaba que ahora yo era su secretaria, cambiaba drásticamente el tema y volvía a su trabajo habitual. Tampoco pensé que ser secretaria sería tan difícil, las primeras semanas fueron las más complicadas, adaptarme a aquel lugar, no fue una tarea sencilla, ahora me gustaba lo que hacía y me sentía bien trabajando junto a él. Quizás tuve más comodidades antes de quedar en la bancarrota, pero jamás administré mi dinero directamente, siempre pagaba a Morones y Cáceres, los abogados recomendados por el señor Yousel, dueño del night club donde trabajé por años, para que se encargaran de la contabilidad. Yo solo me encargaba de darle publicidad con mis conocidos, no me iba mal, pero ahora que he estado trabajando con Erick, he comprendido muchas cosas, que antes simplemente ignoraba. –Mariana, por favor imprime los documentos de la oferta de China y déjalos en mi escritorio, regreso en un par de horas. –comentó Erick–. –Enseguida los alistaré –. –Muchas gracias –.Erick salía muy pocas veces en la semana y siempre era a visitar a algún cliente o a revisar como trabajaban sus empleados, siempre hablando con los jefes de las nuevas compañías para verificar si sus trabajadores obraban bien. Ser jefe tampoco era un trabajo sencillo y ahora lo entendía. Toda la idea que tenía sobre tener mucho dinero, llevaba consigo una responsabilidad que apenas comenzaba a entender, ahora más que nunca había entendido que tenía mucho que aprender de Erick. Pasaron al menos 120 minutos, cuando miré a Erick regresar, traía una cara de pocos amigos, pero jamás perdía la educación. –Buenas tardes –comentó antes de entrar a la oficina, esas fueron las únicas palabras que escuché después de su llegada, se encerró en su oficina por más de 60 minutos, quise entrar a entregarle unos documentos, pero el seguro me lo impidió–.El teléfono de mi escritorio comenzó a sonar y miré que era la extensión de Erick. –¿Señor Erick? –.–Mariana, por favor llama a Rafael Maldonado a mi oficina, dile que quiero hablar con él de inmediato –.–Con gusto, enseguida lo llamo-.Miré el rostro de Rafael un poco pálido, aunque su picardía al saludarme jamás la perdía. –Cierra la puerta y toma asiento – dijo Erick, al ver a Rafael en la puerta–. Yo solamente me limité a escuchar esas palabras. La puerta se cerró y el silencio rodeó la oficina. La música de uno de mis cantantes favoritos, se reproducía en el computador, sin ser interrumpida.Escuché murmullos en la oficina, podían ser gritos, pero no pude entender ni una palabra de lo que decían. Después miré a Rafael salir de la oficina, aventando todo a su paso, no me limité a decir nada. –Mariana –dijo Erick, antes que la puerta de su oficina se cerrara–. –¿Sí? –.–Por favor pide en el área de recursos humanos la liquidación de Rafael, a partir de este momento ya no trabaja más aquí, por favor encárgate de informarles a todos–. –Entendido –dije, sin preguntar nada al respecto–. El gesto que veía en el rostro de Erick me quitó el interés y la curiosidad de conocer los detalles de aquella decisión, tan solo me limité a hacer mi trabajo. El anuncio sorprendió a todos, incluyéndome a mí. Rafael era uno de los trabajadores con más tiempo de estar al lado de Erick, que Erick haya tomado la decisión, fue por algo que no le gustó de Rafael. Salí de la oficina y me dirigí hacia la casa de Jones, Elisa aún no había llegado a casa y era muy probable que llegara pasada la med
El chofer de Eliot nos dejó en uno de los mejores moteles de la ciudad, Eliot dijo que no nos preocupáramos por la estadía de esa noche, que corría por su cuenta. Tanto Elisa como yo, sabíamos que ese gesto de generosidad, tendría un cobro que terminaríamos pagando tarde o temprano. –No debimos aceptar –protesté–. –Ya estamos aquí, ahora solo debemos atenernos a las consecuencias de haber aceptado, sabes perfectamente que rechazarlo no era una opción –.–Lo sé, es solo que me molesta saber que le deberé algo a ese viejo asqueroso–.–A mi igual, pero no teníamos muchas opciones que digamos –.Dormimos un par de horas, al menos para tomar fuerzas. La cama me brindó un sueño profundo que, en años no había tenido. Me desperté de repente y miré que el reloj marcaba las 6.40 am, no me refresqué ni un poco, dejé la cama y me dirigí al baño. El horario en la oficina comenzaba a las 7.00 am y no podía llegar tarde, estaba a más de 20 minutos en el transporte público. Me alisté en cuestión de
Las personas me miraban sin decir nada, quizás la tristeza era tan contagiosa que ni siquiera deseaban acercarse. Recibí una llamada. No distinguí el número de lo borroso que miraba debido a las lágrimas, pero contesté de igual manera.–Hola –.–Mariana, en las citas agendadas hay una con un proveedor que no conozco, podrías decirme porque concretaste esa cita –preguntó Erick–.–Revisaré y le enviaré el dato – dije, con la voz entrecortada y halando los mocos nuevamente hacia mi interior–.–¿Estás bien? –.–No– dije, soltándome nuevamente en llanto–.–Dime dónde estás–.–No lo sé, ni quiero saberlo, no se preocupe por mí señor Black, mañana estaré en la oficina a primera hora –comenté–.–¿Dónde estás? –.–Calle Navarro–.–Enseguida llego, quédate ahí –.Me senté en la maleta que llevaba, no sabía siquiera los sentimientos que tenía en ese momento, tan solo quería llorar, llorar por todas las veces que me había contenido de hacerlo, por todas esas cosas que me habían sucedido, por el d
La conversación era mucho más deshonesta y descarada de lo que me esperaba, el hombre comentaba sobre las mujeres de los Night club a los que había asistido como si fueran piezas de colección. Sentí que me había echado un balde de agua encima cuando mencionó a Marianette en una de las conversaciones. Ese era el nombre artístico que usaba en esos lugares, Erick lo conocía mejor que nadie, me enviaba flores y poemas siempre que podía, antes que lo despreciara. –Esa mujer es una belleza, solo que la perra quiere fingir ser la niña buena que no se acuesta con nadie, he escuchado que muchos se lo han propuesto y por cantidades que ni siquiera lo imaginas, pero la desgraciada los ha rechazado a todos. Esa es una de las que no se me puede escapar, sabes perfectamente cómo es esto, sino desea estar conmigo a las buenas, lo hará a las malas y créeme que cuando eso pasé, deseará haberme aceptado a las buenas–. Erick miró como cambié de color al escuchar esa amenaza indirectamente, me levanté
Íbamos camino a la oficina, cuando comencé a recordar las palabras que ese idiota había dicho. Mi aspecto cambió en tan solo un par de segundos y Erick lo notó fácilmente.–Ha sido un largo día ¿No crees? –preguntó Erick–.–Ya lo creo –dije, sin siquiera pensar en mis palabras–.–Mañana seguiremos con las citas, tengo muchos clientes a quien debo visitar y solo tú llevas el control de mis horas libres–dijo–.–De acuerdo –dije –.De cierto modo había entendido lo que Erick había hecho, con el primer cliente me presentó como una persona respetable, no comentó nada sobre mi pasado. En este no fui el centro de atención, pero los comentarios siempre estuvieron de por medio, para el segundo cliente, si mostro mi pasado, quizás queriendo conocer mi reacción o
Había pasado una semana y yo seguía de inquilina en el caserón de los Black. Me sentía tan bien en ese lugar que no quería marcharme de ahí, sin embargo, la noticia de la llegada de los padres de Erick cambió mis planes de estadía. Erick me dijo que prefería no tener a nadie en casa para evitar dar explicaciones sobre su vida, al fin de cuentas ellos no creerían que nosotros solo éramos compañero de trabajo y que mi estadía en la casa, era un acto de caridad. Erick comentó que, si su madre miraba a una mujer muy cerca de él, la euforia de hacerlo casar y que aquel amor diera como resultado un par de nietos, siempre rondaban por su cabeza. Así que prefería no darle paso a que esos pensamientos se apoderaran de ella.–No te preocupes por eso, me iré antes de que ellos puedan venir –comenté–.–¿Ya tiene
Había pasado una semana desde que comencé a vivir en aquel pequeño, poco iluminado y mal oliente departamento, a pesar de mis intentos por hacerlo oler bien, la mugre parecía haberse adherido a aquel lugar y no quererlo dejar por nada, los primeros días fueron los más difíciles, pero después de esa semana, sentía que podría soportarlo por el tiempo que fuera necesario.Había comenzado a distraerme viendo a los niños jugar en la calle, siempre salía del apartamento después del trabajo y después de preparar la cena, a verlos jugar. La felicidad de los niños de cierta manera me animaba a sentirme viva. Había olvidado cuando fue que me divertí tanto. En medio de mis rutinas diarias y de la diversión con la que los niños jugaban, comenzaba a recordar todos aquellos sueños que había tenido de pequeña, llenos de adrenalina y aventura, eran sueños tan locos que a veces me pregunto si llegaría a hacerlos realidad. Hacer Canopy en la Brellera, un lugar muy hermoso ubicado al norte de Nicaragua,
Llegamos a un pequeño bar y restaurante que yo había visitado en un par de ocasiones en los días que llevaba viviendo ahí. “Antología”. Desde el nombre podíamos saber que no era un lugar tan decente como los que Erick acostumbraba a visitar. Además, ya que había dicho que su vida no había sido fácil, ese lugar seguramente lo mantendría humilde por el resto de la noche. –He escuchado buenas reseñas sobre este lugar, después de medianoche, comienzan las peleas, ando un estrés acumulado que creo que podría sacar con unos cuantos peleadores y adicional sacar dinero extra. Buena idea ¿No crees? –comentó antes que nos bajáramos del auto–. –No sabía nada sobre las peleas, solo he venido a comer y me he retirado lo antes posible–.–Deberías vivir con un poco más de adrenalina Mariana. Esa vida sedentaria que llevas pronto te aburrirá y no le encontrarás gracia a nada –.–Claro, lo dice quien tiene dinero de sobra, para hacer lo que le dé gana –pensé–.Bajamos del auto y nos adentramos a aqu