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Capítulo 5. Consecuencias

El chofer de Eliot nos dejó en uno de los mejores moteles de la ciudad, Eliot dijo que no nos preocupáramos por la estadía de esa noche, que corría por su cuenta. Tanto Elisa como yo, sabíamos que ese gesto de generosidad, tendría un cobro que terminaríamos pagando tarde o temprano. 

–No debimos aceptar –protesté–. 

–Ya estamos aquí, ahora solo debemos atenernos a las consecuencias de haber aceptado, sabes perfectamente que rechazarlo no era una opción –.

–Lo sé, es solo que me molesta saber que le deberé algo a ese viejo asqueroso–.

–A mi igual, pero no teníamos muchas opciones que digamos –.

Dormimos un par de horas, al menos para tomar fuerzas. La cama me brindó un sueño profundo que, en años no había tenido. Me desperté de repente y miré que el reloj marcaba las 6.40 am, no me refresqué ni un poco, dejé la cama y me dirigí al baño. El horario en la oficina comenzaba a las 7.00 am y no podía llegar tarde, estaba a más de 20 minutos en el transporte público. Me alisté en cuestión de segundos y salí de la casa a tan solo 10 minutos antes de las 7.00 am. Llegué a las 7.30 am y me esperaba una gran regañada de parte de Erick. Él no se encontraba en la oficina, pero había recibido 2 llamadas a la planta que se reflejaban en el teléfono, devolví la llamada, pero no hubo contestación. Me dediqué al trabajo, tenía muchas citas por agendar y proveedores que llamar, el tiempo no me daría si me quedaba sin hacer nada, debía dejar todo listo para ese día. 

Erick llegó después del mediodía, tan solo saludó y entró a su oficina sin decir más. Pasé toda la tarde sumergida en papeles y citas, sentía el cuerpo cansado y aún pensaba de qué manera solicitarle el adelanto a Erick. 

Faltaban 20 minutos para que mi horario terminara y yo no le había comentado nada a Erick. Seguía tomando valor cuando entró al teléfono de la planta, una llamada de la oficina de Erick. 

–¿Si? –.

–Ven a la oficina por favor –dijo y colgó –.

Llevé las citas que tenía agendadas para el siguiente día y los recados que había recibido. Aún no había acumulado suficiente valor, pero de igual manera, debía hacerlo. 

–Toma asiento –dijo él –. Accedí sin decir nada. –Me gustaría saber que tan mal jefe soy para no recibir una llamada tuya cuando estás pasando por un problema. Puedes contar conmigo cuando lo desees, así sea para informar que llegarás tarde. 

–Lamento no haberlo dicho, realmente me daba pena con usted, le aseguro que no volverá a suceder. Esta misma tarde conseguiré un apartamento cerca de aquí. –comenté-.

–¿Dónde has estado viviendo? –preguntó–.

–En el apartamento de un amigo, pero anoche tuvimos que dejarlo, Elisa y yo pasamos tan mala noche que me dormí y por eso vine un poco tarde–. 

–Ya veo. Imagino que necesitas dinero –.

–Así es, de hecho, quería solicitar el pago adelantado de este mes –dije–.

–De acuerdo, llamaré al área de finanzas para que te lo depositen –comentó–. 

–Se lo agradezco mucho–.

–Mariana, quiero saber lo que pasa con mis trabajadores, no dudes en pedir ayuda si la necesitas la próxima vez y si llegas a tener problemas con Eliot, no dudes en decirme–.

–¿Cómo es qué… –

–Sé de todo lo que pasa en la ciudad, es mi deber saberlo –. 

–Entiendo, de igual manera, gracias –.

Salí de la oficina, con una hermosa sonrisa en el rostro, ahora solo debía conseguir un apartamento habitable, barato y cerca del trabajo. Elisa se encargaría de buscarlo durante el día. Espero que haya encontrado buenos lugares. No recibí un solo mensaje de su parte en todo el día. Llegué al motel, Elisa no estaba, pero había dejado una nota que especificaba que regresaría antes que se nos venciera el tiempo de estadía. 

Arreglé las cosas, los muebles y demás, seguramente ya estaban destruidos, era muy probable que Jones los haya hecho trizas después de lo que le hicimos. Elisa regresó una hora antes de dejar el motel. Su semblante era diferente, parecía ser otra persona, no se miraba ni un poco parecida a la carismática chica que transmite alegría y felicidad a todas las personas.

–¿Estás bien? –pregunté-.

–Lo estoy –.

Su respuesta fue tan cortante que preferí no tocar más el tema. 

–Tendrás que buscar un apartamento por tu cuenta, no podré seguirte acompañando –dijo–.

–¿Puedo saber a qué se debe tu decisión? –.

–No, solo quiero que hagas lo que te pido y que intentes seguir adelante por tu cuenta, no cuentes conmigo para nada más–.

 –Debiste decirlo antes, si es por algo de Jones, te juro que ni siquiera le di motivos para que se interesara en mí. –.

–No es por eso Mariana, por favor solo respeta mi decisión, me quedaré aquí hasta que se acabe el tiempo, luego veré que haré, vete–.

Esa última palabra sentí que hizo mi corazón trocitos, me afectó tanto que tomé mis cosas y salí del motel sin decir nada más. Sabía que algo pasaba con ella, pero no me quedaría a rogarle. Tomé mi orgullo y mi dignidad y me marché, ya la ayudaría de alguna manera más adelante, cuando tuviera alguna noción del motivo tan cruel de su decisión, por el momento, no me quedaba más que hacer lo que ella deseaba. 

Al salir de aquel lugar, sentí en el pecho un terrible temor de quedarme sola para toda la vida. Comencé a caminar sin rumbo alguno, mientras avanzaba, me sentía peor y las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos hasta que el espacio no era suficiente y comenzaron a salir. En ese momento no me importó nada, me sentía tan vacía que no podía ni siquiera tomar un poco de control sobre mis actos tan irracionales. Caminando sin rumbo, sin esperanza, infeliz de la vida y aferrada a las personas, aun sabiendo que en cualquier momento me dejarían, así como Elisa lo había hecho hace tan solo unos minutos. 

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