El chofer de Eliot nos dejó en uno de los mejores moteles de la ciudad, Eliot dijo que no nos preocupáramos por la estadía de esa noche, que corría por su cuenta. Tanto Elisa como yo, sabíamos que ese gesto de generosidad, tendría un cobro que terminaríamos pagando tarde o temprano.
–No debimos aceptar –protesté–. –Ya estamos aquí, ahora solo debemos atenernos a las consecuencias de haber aceptado, sabes perfectamente que rechazarlo no era una opción –.–Lo sé, es solo que me molesta saber que le deberé algo a ese viejo asqueroso–.–A mi igual, pero no teníamos muchas opciones que digamos –.Dormimos un par de horas, al menos para tomar fuerzas. La cama me brindó un sueño profundo que, en años no había tenido. Me desperté de repente y miré que el reloj marcaba las 6.40 am, no me refresqué ni un poco, dejé la cama y me dirigí al baño. El horario en la oficina comenzaba a las 7.00 am y no podía llegar tarde, estaba a más de 20 minutos en el transporte público. Me alisté en cuestión de segundos y salí de la casa a tan solo 10 minutos antes de las 7.00 am. Llegué a las 7.30 am y me esperaba una gran regañada de parte de Erick. Él no se encontraba en la oficina, pero había recibido 2 llamadas a la planta que se reflejaban en el teléfono, devolví la llamada, pero no hubo contestación. Me dediqué al trabajo, tenía muchas citas por agendar y proveedores que llamar, el tiempo no me daría si me quedaba sin hacer nada, debía dejar todo listo para ese día. Erick llegó después del mediodía, tan solo saludó y entró a su oficina sin decir más. Pasé toda la tarde sumergida en papeles y citas, sentía el cuerpo cansado y aún pensaba de qué manera solicitarle el adelanto a Erick. Faltaban 20 minutos para que mi horario terminara y yo no le había comentado nada a Erick. Seguía tomando valor cuando entró al teléfono de la planta, una llamada de la oficina de Erick. –¿Si? –.–Ven a la oficina por favor –dijo y colgó –.Llevé las citas que tenía agendadas para el siguiente día y los recados que había recibido. Aún no había acumulado suficiente valor, pero de igual manera, debía hacerlo. –Toma asiento –dijo él –. Accedí sin decir nada. –Me gustaría saber que tan mal jefe soy para no recibir una llamada tuya cuando estás pasando por un problema. Puedes contar conmigo cuando lo desees, así sea para informar que llegarás tarde. –Lamento no haberlo dicho, realmente me daba pena con usted, le aseguro que no volverá a suceder. Esta misma tarde conseguiré un apartamento cerca de aquí. –comenté-.–¿Dónde has estado viviendo? –preguntó–.–En el apartamento de un amigo, pero anoche tuvimos que dejarlo, Elisa y yo pasamos tan mala noche que me dormí y por eso vine un poco tarde–. –Ya veo. Imagino que necesitas dinero –.–Así es, de hecho, quería solicitar el pago adelantado de este mes –dije–.–De acuerdo, llamaré al área de finanzas para que te lo depositen –comentó–. –Se lo agradezco mucho–.–Mariana, quiero saber lo que pasa con mis trabajadores, no dudes en pedir ayuda si la necesitas la próxima vez y si llegas a tener problemas con Eliot, no dudes en decirme–.–¿Cómo es qué… ––Sé de todo lo que pasa en la ciudad, es mi deber saberlo –. –Entiendo, de igual manera, gracias –.Salí de la oficina, con una hermosa sonrisa en el rostro, ahora solo debía conseguir un apartamento habitable, barato y cerca del trabajo. Elisa se encargaría de buscarlo durante el día. Espero que haya encontrado buenos lugares. No recibí un solo mensaje de su parte en todo el día. Llegué al motel, Elisa no estaba, pero había dejado una nota que especificaba que regresaría antes que se nos venciera el tiempo de estadía. Arreglé las cosas, los muebles y demás, seguramente ya estaban destruidos, era muy probable que Jones los haya hecho trizas después de lo que le hicimos. Elisa regresó una hora antes de dejar el motel. Su semblante era diferente, parecía ser otra persona, no se miraba ni un poco parecida a la carismática chica que transmite alegría y felicidad a todas las personas.–¿Estás bien? –pregunté-.–Lo estoy –.Su respuesta fue tan cortante que preferí no tocar más el tema. –Tendrás que buscar un apartamento por tu cuenta, no podré seguirte acompañando –dijo–.–¿Puedo saber a qué se debe tu decisión? –.–No, solo quiero que hagas lo que te pido y que intentes seguir adelante por tu cuenta, no cuentes conmigo para nada más–. –Debiste decirlo antes, si es por algo de Jones, te juro que ni siquiera le di motivos para que se interesara en mí. –.–No es por eso Mariana, por favor solo respeta mi decisión, me quedaré aquí hasta que se acabe el tiempo, luego veré que haré, vete–.Esa última palabra sentí que hizo mi corazón trocitos, me afectó tanto que tomé mis cosas y salí del motel sin decir nada más. Sabía que algo pasaba con ella, pero no me quedaría a rogarle. Tomé mi orgullo y mi dignidad y me marché, ya la ayudaría de alguna manera más adelante, cuando tuviera alguna noción del motivo tan cruel de su decisión, por el momento, no me quedaba más que hacer lo que ella deseaba. Al salir de aquel lugar, sentí en el pecho un terrible temor de quedarme sola para toda la vida. Comencé a caminar sin rumbo alguno, mientras avanzaba, me sentía peor y las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos hasta que el espacio no era suficiente y comenzaron a salir. En ese momento no me importó nada, me sentía tan vacía que no podía ni siquiera tomar un poco de control sobre mis actos tan irracionales. Caminando sin rumbo, sin esperanza, infeliz de la vida y aferrada a las personas, aun sabiendo que en cualquier momento me dejarían, así como Elisa lo había hecho hace tan solo unos minutos.Las personas me miraban sin decir nada, quizás la tristeza era tan contagiosa que ni siquiera deseaban acercarse. Recibí una llamada. No distinguí el número de lo borroso que miraba debido a las lágrimas, pero contesté de igual manera.–Hola –.–Mariana, en las citas agendadas hay una con un proveedor que no conozco, podrías decirme porque concretaste esa cita –preguntó Erick–.–Revisaré y le enviaré el dato – dije, con la voz entrecortada y halando los mocos nuevamente hacia mi interior–.–¿Estás bien? –.–No– dije, soltándome nuevamente en llanto–.–Dime dónde estás–.–No lo sé, ni quiero saberlo, no se preocupe por mí señor Black, mañana estaré en la oficina a primera hora –comenté–.–¿Dónde estás? –.–Calle Navarro–.–Enseguida llego, quédate ahí –.Me senté en la maleta que llevaba, no sabía siquiera los sentimientos que tenía en ese momento, tan solo quería llorar, llorar por todas las veces que me había contenido de hacerlo, por todas esas cosas que me habían sucedido, por el d
La conversación era mucho más deshonesta y descarada de lo que me esperaba, el hombre comentaba sobre las mujeres de los Night club a los que había asistido como si fueran piezas de colección. Sentí que me había echado un balde de agua encima cuando mencionó a Marianette en una de las conversaciones. Ese era el nombre artístico que usaba en esos lugares, Erick lo conocía mejor que nadie, me enviaba flores y poemas siempre que podía, antes que lo despreciara. –Esa mujer es una belleza, solo que la perra quiere fingir ser la niña buena que no se acuesta con nadie, he escuchado que muchos se lo han propuesto y por cantidades que ni siquiera lo imaginas, pero la desgraciada los ha rechazado a todos. Esa es una de las que no se me puede escapar, sabes perfectamente cómo es esto, sino desea estar conmigo a las buenas, lo hará a las malas y créeme que cuando eso pasé, deseará haberme aceptado a las buenas–. Erick miró como cambié de color al escuchar esa amenaza indirectamente, me levanté
Íbamos camino a la oficina, cuando comencé a recordar las palabras que ese idiota había dicho. Mi aspecto cambió en tan solo un par de segundos y Erick lo notó fácilmente.–Ha sido un largo día ¿No crees? –preguntó Erick–.–Ya lo creo –dije, sin siquiera pensar en mis palabras–.–Mañana seguiremos con las citas, tengo muchos clientes a quien debo visitar y solo tú llevas el control de mis horas libres–dijo–.–De acuerdo –dije –.De cierto modo había entendido lo que Erick había hecho, con el primer cliente me presentó como una persona respetable, no comentó nada sobre mi pasado. En este no fui el centro de atención, pero los comentarios siempre estuvieron de por medio, para el segundo cliente, si mostro mi pasado, quizás queriendo conocer mi reacción o
Había pasado una semana y yo seguía de inquilina en el caserón de los Black. Me sentía tan bien en ese lugar que no quería marcharme de ahí, sin embargo, la noticia de la llegada de los padres de Erick cambió mis planes de estadía. Erick me dijo que prefería no tener a nadie en casa para evitar dar explicaciones sobre su vida, al fin de cuentas ellos no creerían que nosotros solo éramos compañero de trabajo y que mi estadía en la casa, era un acto de caridad. Erick comentó que, si su madre miraba a una mujer muy cerca de él, la euforia de hacerlo casar y que aquel amor diera como resultado un par de nietos, siempre rondaban por su cabeza. Así que prefería no darle paso a que esos pensamientos se apoderaran de ella.–No te preocupes por eso, me iré antes de que ellos puedan venir –comenté–.–¿Ya tiene
Había pasado una semana desde que comencé a vivir en aquel pequeño, poco iluminado y mal oliente departamento, a pesar de mis intentos por hacerlo oler bien, la mugre parecía haberse adherido a aquel lugar y no quererlo dejar por nada, los primeros días fueron los más difíciles, pero después de esa semana, sentía que podría soportarlo por el tiempo que fuera necesario.Había comenzado a distraerme viendo a los niños jugar en la calle, siempre salía del apartamento después del trabajo y después de preparar la cena, a verlos jugar. La felicidad de los niños de cierta manera me animaba a sentirme viva. Había olvidado cuando fue que me divertí tanto. En medio de mis rutinas diarias y de la diversión con la que los niños jugaban, comenzaba a recordar todos aquellos sueños que había tenido de pequeña, llenos de adrenalina y aventura, eran sueños tan locos que a veces me pregunto si llegaría a hacerlos realidad. Hacer Canopy en la Brellera, un lugar muy hermoso ubicado al norte de Nicaragua,
Llegamos a un pequeño bar y restaurante que yo había visitado en un par de ocasiones en los días que llevaba viviendo ahí. “Antología”. Desde el nombre podíamos saber que no era un lugar tan decente como los que Erick acostumbraba a visitar. Además, ya que había dicho que su vida no había sido fácil, ese lugar seguramente lo mantendría humilde por el resto de la noche. –He escuchado buenas reseñas sobre este lugar, después de medianoche, comienzan las peleas, ando un estrés acumulado que creo que podría sacar con unos cuantos peleadores y adicional sacar dinero extra. Buena idea ¿No crees? –comentó antes que nos bajáramos del auto–. –No sabía nada sobre las peleas, solo he venido a comer y me he retirado lo antes posible–.–Deberías vivir con un poco más de adrenalina Mariana. Esa vida sedentaria que llevas pronto te aburrirá y no le encontrarás gracia a nada –.–Claro, lo dice quien tiene dinero de sobra, para hacer lo que le dé gana –pensé–.Bajamos del auto y nos adentramos a aqu
Llegué a la oficina más temprano de lo habitual y la luz de la oficina de Erick ya se encontraba encendida, después de unos segundos, escuché el tecleo en el computador y me di cuenta que Erick se encontraba ahí. –¿Lo saludo o simplemente le mando un mensaje que estoy aquí? Realmente no tengo anda agendado para hoy, pero sería bueno que me anunciara… No creo que sea buena idea. Estoy 32 minutos antes de la hora de entrada, es posible que no me espere. Dejaré que sea la hora y me anunciare, para mientras arreglaré mis cosas – esa fue la conclusión más lógica que obtuve de un monologo interno de casi 6 minutos, después de pensarlo por varios segundos más mentalmente, decidí arreglar mis cosas y concluir con el asunto–.Tomé asiento y un par de segundos después miré a Erick salir de la oficina, con ese ademán y caminado que lo caracterizaban cuando estaba molesto. Llevaba un par de hojas consigo y las llaves de su camioneta. No volteó ni siquiera para ver quién era la loca que hacía rui
Llegué finalmente a la oficina, la que me esperaba con una torre de documentos que no recordaba haber dejado ahí ayer. La oficina de Erick tenía la luz encendida, pero no se escuchaba ningún ruido en el interior. Ojeé las hojas y miré que eran parte del contrato que Erick había decidido no firmar, un post it en ellas me indicaba que debía deshacerme de todos esos documentos. Erick salió de la oficina y mi estúpido reflejo fue levantarme de un salto de la silla de mi escritorio. Erick siguió su paso sin darse cuenta de lo que había pasado. Comencé a triturar todos los documentos cuando lo miré regresar. –Reserva una mesa en el restaurante Fetuchini para 2 personas, que la reservación esté lista para las 12.30–dijo Erick sin detenerse y encerrándose nuevamente en su oficina–.–Buenos días Mariana, ¿Cómo estás? –decía a media voz, resaltando lo maleducado que había sido y haciendo gestos de desaprobación–.–Mariana, cuando termines de hacer tus reproches por favor envía flores a esta