—Salía con alguien. Ella nunca lo dijo, pero se le notaba. Andaba riéndose sola.—Yo una vez se lo pregunté. "No puedo decirte, es un secreto", eso fue lo que me dijo.—Necesitamos la autorización de alguna de ustedes para registrar el departamento de su hermana. Eso ayudará a que la investigación avance más rápido —dijo Max.—Claro, yo tengo una copia de la llave. Déjela con el conserje cuando acabe.—Por favor, atrapen al cabrón que le hizo esto a Jacinta para que ya no pueda lastimar a nadie más.Sara y Max asintieron. Sara se había contactado con Claudia y Adela para saber de sus actuales situaciones y tenían oficiales resguardándolas.Luego de darles la espantosa noticia a las hermanas, únicas familiares de Jacinta en la ciudad, lograron obtener algo de información sobre la vida personal de la muchacha. Había sido estrangulada, luego de recibir una paliza. Y su cuerpo siguió siendo castigado luego de su muerte, porque matarla no era suficiente para su asesino, poseído por un hamb
Pese a todas las medidas de la policía para mantener a resguardo la información sobre el caso de Misael Overon, los detalles de los nuevos crímenes que se le imputaban se filtraron a la prensa. El terror por el que era un depredador de mujeres se esparció por las calles, los periódicos, por los programas de televisión. Incluso entrevistaron a los maestros de Misael en la escuela."Siempre fue un niño raro, asocial, no tenía ni un sólo amigo".Y a algunos de los empresarios con los que se codeaba."Nunca se lo vio acompañado de alguna mujer en público. Pensé que lo hacía para resguardar su patrimonio, no por misoginia".Intentaron obtener declaraciones de su padre. El hombre dijo que pronto hablaría.Y narraron la biografía de Misael, la historia de abandono, con una madre ausente y un padre dedicado exclusivamente a su trabajo, que dio origen al monstruo que aterrorizaba a una ciudad entera. En ella aparecía Alessandro, un jardinero que trabajó en la mansión Overon en la misma época q
—El reloj que menciona no figura en ninguno de los inventarios y no estaba en los camiones. ¿Está segura de que uno de los nuestros lo tomó?—Completamente. Puedo enviarle el registro en video. Me sería de mucha utilidad si lograra identificar a su empleado. La familia Overon no estará muy feliz cuando se enteren de los sucedido y no sé si su empresa sea lo suficientemente fuerte como para enfrentar una demanda de ellos.—Envíeme el registro, yo tengo la mejor voluntad para ayudar —dijo el jefe de la empresa de mudanzas, con tono nervioso.Sara no esperaba que lo reconociera, eso le confirmaría que se trataba de un infiltrado. En la oficina, imprimió las imágenes del hombre captado en las grabaciones y también la de Jacinta. Definitivamente eran el mismo sujeto, concluyó mirándolas de distinto ángulo.Tobías, el jefe, golpeó el cristal de la puerta.—Sara, el fiscal del caso Overon quiere hablar contigo. Está en la sala cuatro.Cuarenta y cinco minutos estuvo Sara hablando con el hom
En el mortal silencio de la celda, los pesados pasos del guardia se oyeron estruendosos, y lo que hizo después fue una infernal cacofonía: golpeó con su bastón tonfa uno a unos los barrotes, desde el extremo hasta detenerse frente al prisionero.—Overon, visita —dijo, con voz severa.Cualquier reclamo hacia su inadecuada y descortés conducta sólo la potenciaría. Misael estaba separado de la población general, pues no había sido condenado todavía, pero la tortura psicológica no hacía diferencias. Estar tras los barrotes lo volvía escoria para quien los tenía delante.—No tengo cita con mi abogado hoy —dijo, sin apartar los ojos del libro que leía. La lectura mantenía sus pensamientos en movimiento, así el cerebro no se le agusanaba.—No es tu abogado, es una mujer, Sara Rojas. Es increíble que todavía haya mujeres que quieran verte.El libro salió volando de lo rápido que se levantó Misael. Esperaba no apestar a humedad y encierro, y no lucir tan deprimente.Estiró las manos y el guar
La radiante mañana devolvió a la ciudad su apariencia renovada y lustrosa. El humo ya no se olía en el aire ni opacaba el cielo, donde el sol anunciaba desde ya que desplegaría todo su fulgor. El aliento de las flores había vuelto a ser la esencia que predominaba de fondo, entre los gases vehiculares y los aromas naturales de cada ser vivo.Y en una temporada donde la naturaleza pregonaba su visual atractivo, estar impedido de apreciarla era uno de los peores castigos. —¡Overon, el desayuno!Sólo el sonido de sus pasos acompañó al guardia Jorge hasta que se detuvo frente a la celda. Su bastón seguía en su sitio.—Buenos días —le dijo Misael.El hombre deslizó la bandeja por la ranura que había a mitad de los barrotes: cereal, pan, jugo. Tendría que empezar a ejercitarse o se pondría obeso.—Afuera es una hermosa mañana y como no puedes salir a ver las flores, te traje una hasta aquí. —De un bolsillo sacó un papel doblado—. Esta es la carta que más nos ha hecho reír. Después de las asq
En un pequeño valle rodeado por un bosque de coníferas, enclavado en el seno de las montañas, estaba la aldea Ruka. En el idioma ancestral de los lugareños, su nombre significaba "corazón de lobo".Los lobos vivían allí tal vez desde antes que las coníferas se alzaran hacia el cielo, tal vez antes de que se encumbraran las montañas. Y en algún momento, al amanecer, hubo sombras de seres que andaban en dos pies entre ellos.Las leyendas de las épocas de guerra, transmitidas de generación en generación, decían que la diosa Luna, vigilante desde las alturas, había cubierto la aldea con su resplandor plateado, haciéndola invisible a sus enemigos. Allí habían prosperado los hombres y mujeres con alma de lobo. Cuando llegó la paz, los lobos de cuatro patas, sus ancestros, siguieron protegiéndolos desde los altos y fríos bosques.Los tratados políticos de la civilización que surgía y las nuevas leyes del mundo, hicieron aflorar los rasgos humanos en ellos. Llegó la electricidad, que rivaliza
Bajo el radiante sol de mediodía, Sara llegó al extremo norte de los terrenos en que se emplazaba la casa de Misael. Tenía frente a ella los enormes muros que delimitaban el perímetro, de al menos dos metros y medio de alto. Tras ellos había bosque, y lobos.Y los lobos no escalaban muros.—Aquí la tierra fue excavada, el lobo debió pasar por debajo del muro —le informó Jong.Sara se agachó. Entre la tierra removida y suelta halló rastros de sangre seca.—¿Un lobo-topo? —se cuestionó ella.—El agujero es antiguo, la tierra del fondo está seca, fue hecho hace tiempo. He visto topos por aquí, pero no puedo asegurar que esto sea obra de ellos.—¿Hay más agujeros?—En los muros es el único. Pondremos cemento en todo el perímetro, tanto interno como externo. Esto no se volverá a repetir.Sara asintió.—Tú trabajas desde hace mucho tiempo para Misael ¿No se te ocurre alguien que quisiera hacerle daño?—Si lo supiera, señorita, ya se lo habría dicho.—¿Y alguien que lo siguiera, que lo busca
La consulta del doctor Barra era pequeña: un escritorio, la camilla del costado, un estante con insumos, una puerta en el fondo. Max dejó al perro sobre la camilla mientras estrechaba la mano del profesional.—¿Nos hemos visto antes? —le preguntó el doctor.—Puede ser, ¿lo han arrestado alguna vez?—¡Claro, ya recuerdo! Fue en el funeral de Trinidad, usted estaba con la detective Sara.—¿Eras conocido de Trinidad?—Sí, del refugio. ¿Sara no se lo dijo?—Leí sus informes, pero mantengo en mi memoria a la gente que es relevante para el caso.—Suerte para mí entonces. ¿Es su perro?—No, de mi novia. Se fue de viaje y me lo encargó, pero no me gusta nada la cara que tiene.—A ver, vamos a examinar a este pequeñín —dijo Marcos, poniéndose el estetoscopio.Borlito, alias "Chorlito", le dedicó una mirada de completo pesar y hastío por la vida. Era un actor excepcional.Luego de auscultarlo, Marcos procedió a palparlo: la garganta, el vientre, las articulaciones. Tenía dedos firmes, largos.