Algo que aprendí este fin de semana con los Díaz es que a Montse no se le puede decir que no a nada. ¡Dios mío! ¿Cómo se le ocurre proponer que nos quedemos en el rancho de su familia por un fin de semana? ¡Otro puto fin de semana con Mauricio! Es que esto tiene que ser un castigo divino. ¿Acaso no entiende que me cae mal su hermano?Nada más pensar en él siento que me hierve el cuerpo. Me molesta tanto que, por un incidente, el me trunque el camino y me quite una oportunidad grandiosa, una que me llevaría a mejorar mi estatus como cocinera y mi currículum, por supuesto.Tanto que me he matado yo estudiando para que venga un hijo de puta a querer cortar mis alas, por un tropiezo. ¡Ja! Eso sí que no, ni a mi papá le permití rebajarme nunca.Tengo que buscar la forma de lograr que en serio me suplique para trabajar con él. Porque eso va a suceder sea como sea.En serio no sabe con quién se ha metido, Mauricio Díaz. A mí nadie me trunca mis sueños y si lo hacen, yo les jodo donde más les
― ¿Eres imbécil o qué coño te pasa? ―casi grito cuando me libera la boca.―Menos mal llegué a tiempo, ya ibas a empezar a despotricar contra mi padre ―dice, rodando los ojos―. Allí está el dueño del café, ¿acaso estás loca?―Pues mejor, para dejarle en claro que la cocina dejó de ser dominada por hombres desde hace mucho tiempo. Es más, las mujeres siempre han sido las encargadas de la cocina, ¿por qué ahora quieren quitarnos el puesto? ―gruño, molesta.―Quienes suelen ser los jefes en las cocinas son los hombres, Gabriela. A eso se refería mi papá ―explica.― ¡Claro que no, Sebastián! ―gruño, furiosa―. Joder, quiero matar a medio mundo. ¿Por qué ustedes tienen que ser tan machitos, eh?― ¿Por qué ustedes tienen que ser tan feministas? Fede y tú nos van a volver locos ―dice, sonriendo un poco.― ¿Qué escuchaste exactamente que dijo tu papá? ―le pregunto, recordando que había hablado de él con anterioridad.―Supuse que estaban hablando de mi hermana y de que es mujer, escuché lo de imp
Estiro mi vestido un poco, sintiéndolo diminuto ante su escrutinio y recojo la mesa para volver a trabajar. Lo ignoro, dejando que otra mesera los atienda y miro de reojo hacia las afueras del local donde se encuentran Montse y Cristian.Ojalá se solucionen las cosas entre ellos. Cristian y yo solo tenemos una amistad y… la verdad no sé si vaya a pasar algo, no me gustaría arruinarlo. Sin embargo, Montse debe aceptar que no es correspondida de igual forma y que no es mi culpa que él sienta lo que sienta.―Gaby ―me llama Maite y yo espabilo.―Sí, ¿dime?―Te solicitan en la mesa cinco ―dice y yo busco la mesa, gruñendo al ver quien es―. Quiere ser atendido únicamente por ti. Probablemente su papá le habló bien de ti. Aprovecha, dejan buena propina.― ¿Y si no quiero? ―pregunto, mirándola.― ¿Estás loca? Es el hijo del mejor amigo del dueño de este café, ve ―ordena.―Bien ―acepto a regañadientes.Camino con el paso más firme de lo normal y la barbilla alzada, mientras en mi mente lo insu
El Jeep se detiene y es cuando me doy cuenta de que ya llegamos. Además, Montse aplaude y se baja, pegando brinquitos de emoción.Mi prima levanta la cabeza de mis piernas y parece desorientada por unos instantes. Sebas se baja y nos abre la puerta, extendiendo su mano hacia ella y esta bufa, bajándose de un brinco ella solita.―Yo sí te la acepto ―le digo, tomando su mano y bajándome de la camioneta con su ayuda.Él me sonríe mostrando los dientes y me parece muy lindo como se le achinan los ojos cuando lo hace.― ¡Pero qué lindo sonríes! ―lo halago y él desvía la mirada, avergonzado. Observo a mis alrededores y un jadeo escapa de mi boca―. ¡Santa madre de Dios!El lugar es enorme. Es un rancho agrícola así que hay muchas áreas verdes y puedo divisar como 3 cabañas formidables. La principal, creo yo, es de dos pisos, además se puede escuchar el sonido de gallos y caballos, tal vez una que otra vaca.―Son 3 cabañas. La principal cuenta con dos recámaras y tiene spa, jacuzzi, sauna, gi
Empiezan a hacer las luchas y yo gruño cuando tengo que hacer esfuerzo. Mauricio me mira con la ceja alzada, pero igual se ve que está haciendo mucho esfuerzo por sostener el peso de su hermano menor.Y yo empiezo a hacer equilibrio para meter mi pie entre los suyos y hacerlo caer, solo que no lo logro rápido como pensé.― ¡Señorita Arellano, pero qué tramposa! ―exclama, alejándose de mis ataques―. ¿Quiere jugar sucio, eh? ¡Sebas, están haciendo trampa!― ¡Lo tengo! ―le grita el menor.Me quedo pasmada en mi sitio cuando Sebas tira un poco de los brazos de mi prima y toma su rostro entre sus manos, robándole un beso. Y debo aclarar que no uno cualquiera, es ¡el beso!Tanto así que más me sorprende que mi prima no haga nada y se haya quedado paralizada en su lugar hasta que reacciona y lo empuja lejos, haciéndolo caer hacia atrás.― ¡Eres un imbécil! ―grita antes de dejarse caer hacia delante.― ¡Ustedes son unas tramposas! ―se defiende, riendo.― ¡No vuelvas a tocarme en tu puta vida,
MAURICIONo pude resistirme más. Ella no se levantó como todos, trató de comprender por qué actuaba con mis hermanos de aquella forma y, a su manera, me dijo que no era tan imbécil como ella pensaba.Gabriela tiene días volviéndome loco, ¡semanas, mejor dicho! Es más, para ser más conciso, desde el día que tropezamos. ¡Joder! Es que no hay nada que a esa mujer la deja callada, siempre refuta ante injusticias y se sabe defender también. La importancia de mi apellido le importa un pepino y… me tiene obsesionado, ¿para qué negarlo?«Bueno, sí que encontré una forma de hacerla callar» pienso y sonrío. Me levanto de la cama y me doy una ducha fría, todo esto sin dejar de sonreír.Siento que si relamo mis labios puedo rememorar el momento en que unimos nuestras bocas, como si tomara una máquina del tiempo y regresase al momento exacto del beso y su cara de estupefacción.Me visto informal, con unos jeans desgastados y una camisa blanca lisa. Me calzo unas botas de cuero marrón y la colonia
GABRIELAFederica me levanta a la mañana siguiente y yo solo quiero ignorar el mundo hoy. No quiero ir sabiendo que Mauricio estará allí.―Vamos, tienes que ir. ¡Tienes examen! ―gruñe, tirando de mi pie para arrastrarme por la cama.― ¡Tuve suficiente de Mauricio en la semana! No quiero iniciar otra viéndole el rostro ―me quejo y grito cuando me voy de culo contra el piso―. ¡Federica!―Si no te paras, te voy a echar agua fría. ¡Vamos pues! ―me ordena, dando dos aplausos al aire.Yo ruedo los ojos y me levanto, dándome un buen baño. Que Mauricio me haya dejado entrar a la pequeña competencia de mi escuela no prueba nada. Es un cabrón y los cabrones no cambian al menos que quieran algo a cambio.Además, ¿cómo voy a verle a la cara luego del beso que nos dimos? Bueno, que él me robó y yo acepté con todo el gusto del mundo. ¡Dios mío, es que he perdido la cabeza! Definitivamente, se me tuvo que zafar un tornillo o se me quemó una neurona, que sé yo.De paso, viene y me invita al rancho a
Maldita sea, ¡soy una estúpida!Me siento acalorada al recordar ese increíble beso. Sé que ya no puedo negar que hay una tensión demasiado intensa entre nosotros, pero es que ¡no puedo permitir que esto avance más!Él es el dueño de Fraga, yo soy una simple estudiante de gastronomía a unos meses de graduarse. Si la gente se entera de esto que ha pasado entre nosotros, ¡las cosas que dirán de mí! y yo, la verdad, tengo el gran defecto de verme afectada por los rumores y por el que dirán.No puedo permitir que mi carrera se vea manchada por rumores en ningún momento. Le he dedicado tanto tiempo y esfuerzo que no dejaré que una calentura arruine todo lo que he logrado y ello lo demuestra la nota de mi examen.Llego a la escuela con una sonrisa gigante en la cara. ¡Mi nota fue un perfecto y hermoso 20! Así que nada puede amargarme el día, de verdad. Ni siquiera Mauricio, puede aparecer en cualquier momento y hasta lo abrazaré de lo feliz que estoy.― ¡Cristian! ―grito, corriendo a abrazar