13.

Empiezan a hacer las luchas y yo gruño cuando tengo que hacer esfuerzo. Mauricio me mira con la ceja alzada, pero igual se ve que está haciendo mucho esfuerzo por sostener el peso de su hermano menor.

Y yo empiezo a hacer equilibrio para meter mi pie entre los suyos y hacerlo caer, solo que no lo logro rápido como pensé.

― ¡Señorita Arellano, pero qué tramposa! ―exclama, alejándose de mis ataques―. ¿Quiere jugar sucio, eh? ¡Sebas, están haciendo trampa!

― ¡Lo tengo! ―le grita el menor.

Me quedo pasmada en mi sitio cuando Sebas tira un poco de los brazos de mi prima y toma su rostro entre sus manos, robándole un beso. Y debo aclarar que no uno cualquiera, es ¡el beso!

Tanto así que más me sorprende que mi prima no haga nada y se haya quedado paralizada en su lugar hasta que reacciona y lo empuja lejos, haciéndolo caer hacia atrás.

― ¡Eres un imbécil! ―grita antes de dejarse caer hacia delante.

― ¡Ustedes son unas tramposas! ―se defiende, riendo.

― ¡No vuelvas a tocarme en tu puta vida,
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