9.

Algo que aprendí este fin de semana con los Díaz es que a Montse no se le puede decir que no a nada. ¡Dios mío! ¿Cómo se le ocurre proponer que nos quedemos en el rancho de su familia por un fin de semana? ¡Otro puto fin de semana con Mauricio! Es que esto tiene que ser un castigo divino. ¿Acaso no entiende que me cae mal su hermano?

Nada más pensar en él siento que me hierve el cuerpo. Me molesta tanto que, por un incidente, el me trunque el camino y me quite una oportunidad grandiosa, una que me llevaría a mejorar mi estatus como cocinera y mi currículum, por supuesto.

Tanto que me he matado yo estudiando para que venga un hijo de puta a querer cortar mis alas, por un tropiezo. ¡Ja! Eso sí que no, ni a mi papá le permití rebajarme nunca.

Tengo que buscar la forma de lograr que en serio me suplique para trabajar con él. Porque eso va a suceder sea como sea.

En serio no sabe con quién se ha metido, Mauricio Díaz. A mí nadie me trunca mis sueños y si lo hacen, yo les jodo donde más les
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