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A Fuego Lento
A Fuego Lento
Por: Love Rose
1. Tres son multitud.

Me termino de ponerme un vestido rojo intenso ceñido al cuerpo y con escote en V, el color del vestido resalta sobre mi piel morena clara, causando un contraste que me encanta, salgo de mi recámara y se los modelo a mis amigas, que están en el sofá, bebiendo y charlando.

—¿Y qué opinan de este? —Me doy una vuelta.

—Llévate ese, seguro que paras el tráfico. —Emily dice.

—Sii, es perfecto —Hannah la apoya.

—Pues yo creo que te queda mejor el negro, es más elegante y discreto, este es demasiado vulgar —Danna dice y mis demás amigas la ven mal. —No lo digo de mala manera, es solo que no creo que sea la ocasión de usarlo.

Me miró en el espejo de cuerpo completo que tengo en la habitación, Danna tiene razón, es un vestido demasiado provocador y no es para nada el estilo de Aaron, vuelvo a ponerme el vestido negro y Emily tuerce los ojos.

—Anda te ayudo a peinarte. —Hannah me dice, llevándome a la habitación.

—Yo te pintaré las uñas, tú siéntate ahí y quédate quieta. —Emily se sienta en el suelo frente a mí.

Danna se queda en el salón principal, Hannah asoma la cabeza para ver que no viene y Emily cierra la puerta con el pie.

—Te quedaba mejor el rojo, no digo que esté sea feo es solo que…

—Es algo que usaría una viuda después de cincuenta años de matrimonio. —Emily dice. — Aunque no creo que una viuda a esa edad, tenga el trasero que tú tienes.

—No digas tonterías — le digo.

—¿Te refieres que eres una viuda o a lo de tu prominente trasero?

—A las dos.

Hannah acomoda mis rizos en un moño alto, juega con mi cabello para darle una forma, peinada despeinada, veo a Emily pintándome las uñas con sumo cuidado.

—Chicas, ¿no les parece demasiado?

—Para nada querida, hoy quizá sea el gran día en que te comprometas, por eso debes de verte mejor que nunca. — Hannah le guiña un ojo a través del espejo.

—Si, imagínate las fotos de compromiso y tú echa un desastre, por eso hasta el ultimo detalle debe de ser perfecto, bueno a excepción del vestido.

—No se adelanten, aún no sabemos porque Aaron me invitó a cenar — finjo no darle importancia aunque por dentro estoy más emocionada que ellas.

—¿Por qué más va a ser? Llevan años de novios, finalmente tiene una buena posición económica y es obvio que te adora.

—Además que te invito a tu restaurante favorito.

Yo también estoy soñado con que Aaron me lo proponga, desde que me llamó para invitarme a salir es en lo único en lo que pienso, hace unos años me prometió nos casaríamos cuando su posición mejorara, la felicidad y la emoción crecen en mi pecho, no puedo evitar sonreír como una tonta.

—Cállense ¿quieren? Que solo de pensarlo, me dan ganas de llorar. Estoy intentando no pensar de más, porque me va a dar un ataque cardiaco — les digo emocionada.

Emily me toma la mano, se quita uno de sus anillos y se pone en una rodilla imitando una propuesta.

—Romina. ¡Oh, Romina querida! ¿Quieres casarte conmigo?

—Si, claro que acepto. — Le sigo el juego y las tres gritamos de emoción.

Empezamos a hablar sobre cómo quiero que sea mi vestido, las decoraciones y todos los detalles, me imagino la boda de mis sueños.

—Yo digo que el vestido sea así, grande y voluminoso. –Hannah me amarra una sábana blanca a la cintura.

—Y el velo que sea largo, tan largo que salga de la iglesia. —Emily me pone otra sábana en la cabeza.

Me miró en el espejo y las ganas de llorar me invaden, comienzo a contar las horas que faltan antes de ver a Aaron, deseando pasar el resto de mis años con él.

—A ver Hannah, ponte a lado del sofá. —Emily le dice.

Hannah sale de la habitación y Emily tararea la marcha nupcial, finjo caminar por el altar y llego hasta Hannah que actúa como un novio emocionado por ver a su novia, Danna nos mira desde el sofá aburrida, desde que éramos niñas Danna tiene una mala idea del matrimonio y del amor en general, así que todo esto le parece una tontería.

—A hora que estás a un paso de comprometerte, no dejo de pensar en la primera vez que hablaste con Aaron. —Danna dice devolviéndonos a la realidad.

El recuerdo me viene a la mente, fue en el colegio, él estaba en el equipo de futbol y la mitad del colegio estaban locas por él, pero Aaron no parecería interesado en nadie, por más que algunas chicas le hablaran o lo invitaran a salir, él

las rechazaba, pero todo cambió gracias a que se vio envuelto en una violenta pelea, fue así que lo transfirieron a mi salón de clase y el profesor le asignó el asiento continuo al mío.

—¡Yo, lo siento tanto! — se disculpó después de darme un codazo en la cabeza.

—¿Eh? N-no, no pa-pasa nada.

Mis primeras palabras hacia el fueron torpes, pero nada de eso importó porque a partir de ahí solo éramos él y yo, bueno, él, Danna y yo, los tres nos hicimos mejores amigos, pasamos el último año de colegio siendo inseparables, a mi me gustó desde la primera vez que lo vi, con el tiempo y con nuestra amistad, el amor empezó a crecer en mi, nunca pensé que fuera recíproco, fue en el segundo año de universidad, que Aaron me confesó que me quería, yo también me confesé y tal parece que hoy finalmente daremos el paso para nuestro final feliz.

Me colocó perfume y joyería, antes de irse, Emily y Hannah me desean suerte y que les mande fotos de la propuesta y del anillo, a los minutos recibo un mensaje de Aaron diciéndome que me espera en la entrada del edificio, le sonrío a la pantalla, me coloco el abrigo y tomo mi bolso, salgo de prisa.

—¡Romina, espera! —La voz de Danna me detiene.

—¿Qué pasa?

—Se te estaba olvidando ponerte lápiz labial. —Saca de su bolso un labial color rosa vibrante.

Me miro en la cámara del celular y hago una mueca al ver que tiene razón, Hannah no me pudo poner lápiz labial, porque la interrumpí gritando que no tenía que ponerme. Aaron me escribe que me de prisa, dudo en ponerme el labial ya que es un color que no suelo usar, porque no le queda a mi color de piel, pero si pierdo el tiempo volviendo al departamento se hará tarde.

—Úsalo, no me importa, total siempre hemos compartido todo. —Me guiña un ojo.

Lo tomó y me lo colocó con ayuda de la cámara del celular, se lo devuelvo, agradeciéndole.

—¿No quieres bajar a saludar a Aaron?

—No, no. Es su momento además ya lo sabes, tres son multitud.

Ruedo los ojos con diversión y me despido de ella con la mano, “tres son multitud” es una frase que ha acompañado mi relación con Aaron, he perdió la cuenta de cuantas veces he oído a Danna decirla. Subo al auto y Aaron me saluda con una sonrisa, le doy un cálido beso en la mejilla, trae puesto un traje gris y una camisa azul, el cabello castaño lo lleva perfectamente peinado de lado.

—¿Lista?

—¡Claro!

La emoción me invade todo el camino, llegamos al restaurante, es aquí donde tuvimos nuestra primera cita y desde ahí se volvió mi favorito, recuerdo a Aaron ahorrando por meses para poder invitarme aquí, no creo que el Aaron de ese entonces, imaginara que finalmente su empresa esta dando generosos frutos.

La velada transcurre con tranquilidad, cenamos y hablamos de cosas triviales, ordena una botella de champagne y siento mi corazón acelerarse, le da un largo trago a su copa y me toma de las manos.

—Romina, llevamos muchos años juntos, eres una mujer increíble, has sido mi mejor amiga y me has apoyado desde que no era nadie y lo sigues haciendo hasta ahora, nunca podré olvidar todo el apoyo que me has dado y todo tu amor.

—Yo tampoco olvidaré todo lo que has hecho por mí Aaron, te a… — me interrumpe.

—Es por todo eso que me es tan difícil hacer esto, pero ya no te amo, créeme que lo último que quiero es lastimarte, lo siento, pero ya no quiero seguir contigo, simplemente no eres la mujer para mí.

—¿Qué? — hablo con un hilo de voz.

—Perdóname, de verdad, no quería que terminara así.

Siento mi corazón partirse, el aire me comienza a faltar y las lágrimas me inundan los ojos, lo miro deseando que sea una broma y que no me este rompiendo como lo está haciendo, pero su cara es seria incluso tiene cierto tono de alivio, me trago lo que siento haciendo la pregunta que parece tener una respuesta más que obvia.

—¿Hay alguien más?

—No creo que deba responder eso.

—¡Contesta! — levantó la voz, el sonido sale quebrado y varios voltean a vernos, pero no me importa.

–Romina, cálmate.

—¡Contesta, con un carajo!

—Si.

—¿Quién es?

Se queda callado, me levanto de la mesa, tomo mis cosas y salgo del restaurante, camino por las calles, pensado en que Aaron vendrá a buscarme, pero no lo hace, le llamo a Danna, responde la contestadora diciendo que está ocupado, así que le llamo a Hannah y me responde enseguida.

—Mina, ¡¿ya te lo propuso?! — dice emocionada.

—Aaron me terminó — sollozo.

—¡¿Qué?! ¿Pero cómo? ¿Qué pasó?

—Ahorita te cuento, ¿puedes venir por mi? Estoy sola en medio de la calle y yo… yo me siento muy mal. — Rompo en llanto.

—Voy para allá.

Le mando la dirección por mensaje y me quedo a esperarla, trato de cubrirme del frío del invierno, pero no sirve ya que sigo temblando, no pasa mucho antes de ver el auto de Hannah, ella y Emily se bajan, me abrazan y lloro con ellas rodeándome con los brazos, me ayudan a subir al auto, pero Hannah no arranca, solo enciende la calefacción.

—¿Qué pasó?

—Tuvimos una cena normal, pero después simplemente me terminó, me dijo que ya no me quería y yo no era mujer para él.

—¡Ese hijo de puta! —Emily dice molesta. —¡Seguro que tiene a otra! Claro como ya no es un pobre diablo, seguro se consiguió a otra que le está sacando todo el dinero.

—¡Emily! — Hannah la regaña.

—Ella tiene razón, si está con alguien más, me lo dijo.

—¡¿Quién es la zorra?! —Emily dice furiosa.

—No sé.

—Bastardos, donde los tenga enfrente, te juro que los mato.

—Emily cállate de una vez, nada de lo que dices ayuda a la situación.

—Es que estoy enojada.

—Si, pero ahora lo importante es consolar a Mina.

Mi celular vibra, es una alerta de la ubicación de Aaron, olvido apagarla, como solía viajar sola por el trabajo, Aaron me pido que activáramos nuestras ubicaciones para estar más tranquilos, observo la dirección, es un hotel cerca de aquí, escucho las voces de mis amigas discutir.

—¿Mina?

Me bajo del auto y corro buscando un taxi, por fortuna uno me hace la parada, le doy la dirección pidiéndole que me lleve lo más rápido que pueda. Es un hotel de lujo, camino por el lobby buscando a Aaron o alguna señal que indique qué está aquí, mi celular suena, una y otra vez, lo apago, finalmente observo la espalda de Aaron y a los brazos femeninos que lo tienen por el cuello, mientras se besan, mi pecho arde, me niego a creer lo que veo, pero no es más que la verdad.

De momento a otro todo pasa en cámara lenta, Aaron, se aleja de su amante, dejándome ver de quién se trata, reconozco aquel cabello rubio y esa cara que me ha acompañado en mis peores y mejores momentos, el rostro de mi mejor amiga, Danna, vuelven a besarse y esperan el ascensor.

Corro hasta ellos, quienes suben despreocupados y antes de que las puertas se cierren, nuestras miradas se cruzan, borrándoles las estúpidas sonrisas de los rostros.

—Romina… — Danna dice y las puertas se cierran.

Me quedo parada un rato frente al ascensor y luego camino sin dirección, siento las miradas de todos, debo estar hecha un desastre, no puedo dejar de llorar, el pecho me duele y siento como si me rompiera cada vez un poco más, subo a otro ascensor y presiono cualquier botón que me lleve lejos, me miro en el espejo, tengo los ojos rojos, las lágrimas siguen cayendo, por suerte mi maquillaje está intacto, pero no ayuda mucho a disimular, que he llorado y lo mal que la estoy pasando por dentro.

«Úsalo, no me importa, total siempre hemos compartido todo»

Aún llevo el labial puesto, el asco me invade y me tallo los labios con la mano, odiando el hecho de que la que era como mi hermana me haya traicionado así, el ascensor se detiene en los últimos pisos del hotel, bajo y es entonces cuando me cruzó con los ojos turquesas que podría reconocer en cualquier lugar, me mira con una sonrisa de lado.

Una sonrisa que me recuerda quién es él y sobre todo quién soy yo, camino hacia él y las palabras fluyen de mi boca sin pensarlas.

—Cásate conmigo.

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