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4. Casémonos.

Nos traen el desayuno, Hannah se emocionó y ordenó de más, observó la variedad de frutas, pasteles, crepas, waffles, ordenó huevos, salchichas, tocino y una gran jarra de jugo de naranja. Rowan sale de la habitación observa todo esto y nos mira mal, lleva puesto un traje negro hecho a la medida y una camisa gris, sin corbata.

—Piensan darle de comer a todo el hotel ¿o qué?

—Exageras, esto es para nosotras, el desayuno es lo más importante, pero decidimos desayunar ligero, ahora si te parece mucho, no hay problema, yo invito. —Hannah le sonríe.

—Guárdate tu dinero, con lo mucho que comes, seguro que lo vas a necesitar.

—¡Oye! —Hannah protesta cuando le roba un pedazo de pan tostado de su plato.

Se sienta a mi lado y bebe una taza de café, huelo su colonia, es un olor que le queda de maravilla, Hannah no disimula en nada al verlo, pero Rowan no le importa o no da a notar incomodidad.

—Hannah, ¿crees que pueda quedarme unos días contigo? Será solo en lo que encuentro un nuevo departamento.

—No tienes que preguntar, puedes quedarte el tiempo que quieras.

—Gracias, iré a recoger unas cosas, solo lo básico, ya después veré cómo llevarme todo lo demás.

—Emily y yo te podemos ayudar, Em, sale del trabajo a las cuatro, podemos vernos a esa hora.

—Si, me parece bien.

Llaman a la puerta y Rowan se levanta a abrir, escuchamos una leve discusión entre él y una mujer.

—No metas tus narices en mis asuntos, te dije que te quería a primera hora en la oficina, no molestándome aquí.

No entiendo bien lo que pasa, solo vemos a una mujer pelirroja correr, nos ve a las dos, no distingo bien su cara, porque Rowan la carga echándosela sobre el hombro, la mujer patalea y alega no se que, la falda se le sube y Rowan cubre su trasero con una mano.

—¡Rowan, no seas cerdo!

—Las veo después señoritas.

Los vemos perderse por el pasillo, pero aún así escuchamos parte de la discusión.

—Ya sabía yo que eras de lo peor, pero aún así sigo contigo. ¡Ya no te basta con una mujer, si no que ahora eran dos!

—¡Cállate!

—Bájame, eres un pervertido, ¡oye, no me toques ahí! ¡Rowan! — los gritos se alejan.

—¿Qué fue eso? ¿Quién es ella?

—No sé, será la novia, anoche también armó un escándalo, pero no me vio.

—No creo que sea su novia, al menos que sea de esas que le perdonan todo al novio, aunque bueno, después de lo que vi hoy, yo también caería muchas veces.

—Ya basta Hannah.

Por alguna razón me incomoda que hable y que mire así a Rowan, me doy una breve ducha, me llevo las cosas que trajeron anoche, sería un desperdicio dejarlas, no tengo el número de Rowan y me molesta tener que pedírselo a Hannah, así que le dejo una nota en su escritorio.

“Muchas gracias por todo, no insistiré más con lo otro, pero sería bueno vernos de vez en cuando y si no lo hacemos, cuídate. Te dejo mi número ******* por cualquier cosa.

~ Con cariño, Mina“

Salimos del hotel, de camino a casa de Hannah le llamamos a Emily y le contamos todo lo que pasó anoche, planeamos ir por unas cuantas cosas mías y después salir de fiesta para curarme el despecho. El resto de la mañana y parte de la tarde no hacemos mucho, me quedo en la cama tratando de recuperar algo de lo que suelo ser.

Emily nos escribe que va en camino para el que solía ser mi edificio, Hannah y yo nos dirigimos también allá, las tres nos encontramos en la entrada y rezo para no toparme con Danna, por suerte el departamento está vacío, empiezo a guardar mi ropa en maletas, escucho la puerta abrirse y salgo a ver qué pasa.

—Te buscan. —Emily me dice.

—¿Es usted la Señorita Romina Gruber?

—Si, soy yo, ¿por qué?

—Tenemos un servicio de mudanza en su nombre, el Señor Wayne, fue bastante claro en que nos lleváramos todo lo que usted nos pidiera. — Un grupo de hombre entra a mi departamento, Hannah y Emily les dicen que llevarse.

—¿El señor Wayne? ¿Rowan Wayne?

—Sí, él fue el que nos llamó.

—¿O qué, acaso conoces a otro Wayne? Vas a hacer que me ponga celoso.

Las miradas de todos se ponen en nosotros, lo jalo de la mano llevándolo a la que era mi habitación, se sienta en mi cama con toda la confianza del mundo.

—¿Qué haces aquí?

—Después de dejar a la loca, volví al hotel y me encontré con esto — me enseña la nota. — ¿No te parece una manera bastante fría y desinteresada para despedirte de tu futuro marido?

—Bueno, no tenía tu número y las chicas y yo ya habíamos quedado y… ¿mi futuro que?

—Marido, ayer me lo propusiste, varias veces.

—No fueron “varias veces”, como sea, me rechazaste y tienes novia.

—¿Novia? — me mira confundido y luego se ríe. —¿Celosa? Bea no es mi novia, digamos que es mi infierno personal.

—Igual no es que me importe, te dije que no me metería en tu vida privada, ¿así que cambiaste de opinión?

—Lo estuve pensando y no es mala idea lo que me propones, así que te ayudaré y me casaré contigo, solo que aún no sé cómo me cobraré el favor, pero por ahora dejémoslo así.

—Perfecto, tenemos que decírselo a nuestros padres y ponerle fecha a la boda.

—Solo dime una cosa, ¿cómo les vamos a explicar que después de años sin vernos, decidimos casarnos?

—Les diremos que estuvimos enamorados de adolescentes, que es un amor de años y que finalmente nos atrevimos a amarnos libremente.

—Que tontería.

—No es tonto, es romántico.

—Dices.

—Disculpen que los moleste, pero tenemos que llevarnos las cosas de la habitación. —Un hombre nos dice.

—Adelante. — le sonrió.

Me devuelve la sonrisa, es atractivo, intercambiamos miradas un par de veces, mientras entra y sale con cosas.

—¡Oye tú! Cuida bien donde pones los ojos — Rowan le dice. —No sea que veas mal y te lastimes.

Me voy a la sala de estar, les pido que empaquen también el sofá, ya que yo lo compré y no pienso dejarle nada de lo mío a Danna, el departamento va quedando prácticamente vacío, solo dejando las cosas que eran de Danna o que Aaron me regaló.

—¿Qué está pasando aquí? —Danna dice desde la entrada.

—No es obvio, me mudó.

—No puedes hacer eso, el contrato de alquiler también está a tu nombre.

—Ya hablare con la dueña del edificio.

—Aún así debes de pagar tu parte de la renta de este mes.

—¿Cuanto es? —Rowan dice saliendo de mi habitación, jugando con algo entre los dedos.

—Ro- rowan, yo…

—Te pregunté algo.

Danna se queda como estatua viendo a Rowan, quien rueda los ojos con fastidio, mete la mano al bolsillo de su saco, abre la chequera y escribe un cheque que le da a Danna.

—Eso debe de ser más que suficiente, así que deja de lloriquear.

Danna observa el cheque y luego a Rowan, que camina hasta mi con esa cosa entre los dedos, finalmente veo que es una cinta para él pelo, mi favorita.

—Dame eso.

—No, estaba tirada, la recogí, así que ya es mía.

—Rowan — le advierto.

—Lizzy — imita mi tono. — Por cierto, no tendrás que irte a vivir con… como se llame.

—Hannah.

—No importa, para nombre más feo.

—¡Te escuché!

—Lastima, en fin, te conseguí un departamento, puedes mudarte hoy mismo si quieres.

—¡Wow Rowan eres increíble! —Emily le dice con una sonrisa. —No será que estás enamorado de Mina y por eso le solucionas la vida.

—Ja, tonterías — digo.

—Supongo que sí es mi novia, es lo normal.

—¡¿Qué?! —Emily y Hannah dicen al unísono.

—Cállate quieres — digo entre dientes.

—¿Qué? ¿No les has dicho que te bastó una noche conmigo para darte cuenta que siempre me has amado y que es un amor de años que finalmente te atreverás a vivirlo literalmente?

—¿De que estás hablando? —Emily pregunta.

—De nada, nada, luego hablaremos con más calma — habló rápidamente.

Rowan se burla de mí, Danna se encerró en su habitación y aunque trató de fingir que todo está bien, me duele que esto esté pasando, terminan la mudanza.

—Lleven todo a esta dirección. — Rowan le dice al señor de hace un rato. —Vamos a que conozcas tu nueva casa.

—¿Podemos ir? —Hannah dice.

—No.

—¿No te estaba preguntando a ti? ¿Mina, podemos ir?

—Claro, vamos.

—Pero ustedes se van en su auto, Lizzy se va conmigo, tenemos cosas de que hablar. — Me toma de la mano y me lleva con él.

—¡Oye, ¿y cómo sabremos la dirección?! —Emily grita.

No caminamos mucho antes de que mis amigas nos alcancen, no se como pero todos terminamos en el auto de Rowan, maneja en silencio.

—¿Puedo encender el stereo? —Hannah pregunta.

—No.

—Es un auto muy lujoso, seguro que tiene un equipo de sonido increíble.

—Cómprate uno igual.

—Tienes razón, pero le tengo un gran cariño a mi auto.

—¿Tienes auto?

—Pues claro, Emily y Mina, también tienen.

—¡¿Y por qué carajos no los trajeron?!

—Ah, bueno eso es porque queríamos escuchar lo que tenías que decirle a Mina. —Emily le dice y Hannah le pega.

—Eso no es verdad.

Rowan bufa, se acomoda el cabello, lo tiene algo largo y pequeños mechones le caen hacia enfrente, los dedos me pican con las ganas de querer pasarlos por las hebras negras, como lo hacía años atrás.

Llegamos a una torre de departamentos, algo cerca de la casa de mis padres, sonrío porque los tendré más cerca, Rowan estaciona el auto y los cuatro subimos por el elevador, con una mano Rowan nos indica el departamento y abre la puerta, es una departamento precioso, bastante amplio, está amueblado y tiene un gran ventanal con vista a un parque y a la ciudad.

—¿Te gusta? —Rowan habla a mi espalda.

—Sí, es hermoso –digo con la mirada aún en la vista de la ventana. —Además está muy cerca de la casa de mis padres.

—Lo sé, supuse que eso te gustaría. —Me da las llaves.

—Supongo que debo de hablar con el encargado, para el contrato de alquiler y todo ese papeleo.

—No será necesario.

—¿Qué ahora me va a decir que también eres dueño del edificio?

—Yo no, mi abuela sí, pero este edificio y el de allá, forman parte de la herencia.

—Eso quiere decir que cuando te cases, te lo darán, menos mal, supongo que podríamos vivir aquí, no pienso mudarme a la habitación del hotel y este departamento es un buen lugar.

—¿Quieres eso? Porque si tú me lo pides, puedo hacerte una casa a tu gusto, no será problema.

—Wow una casa diseñada por el distinguido arquitecto Rowan Wayne, es una oferta muy tentadora, pero tendré que rechazarla — lo miró. —Una casa es demasiado para nosotros dos, además este lugar es muy amplio, viviremos bien aquí.

—Como quieras. — Revisa la hora en el reloj de su muñeca. —Tengo que volver al trabajo, préstame tu celular.

Confundida se lo pasó, teclea algo rápidamente y me lo devuelve.

—Ese es mi número, cuando las molestas de tus amiga te dejen sola, llámame para hablar — dice y me giro a verlas, están viéndonos y secreteándose. —Deja los muebles si quieres o pon los tuyos y tira esos, no importa.

—Gracias, me has ayudado mucho y no ha pasado ni un día. —Me dan ganas de llorar.

—Te veo después.

Sale del departamento, mis amigas y yo hacemos un recorrido, tiene dos habitaciones, la principal es gigante, tiene su propio baño y un clóset del tamaño de otra habitación, hay cajas con mi ropa y mis cosas por todos lados, mis viejos muebles pedí que los guardaran en el desván del edificio, les doy una generosa propina a los de la mudanza y me quedo con mis amigas, me ayudan a guardar mi ropa en el el clóset y acomodar otras, nos lleva un par de horas, pero finalmente terminamos.

—¡¿Quién quiere fiesta?! —Emily dice emocionada.

—¡A embriagarnos!

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