Tenía nueve años cuando lo conocí, y nada más verle, me pareció el niño más tierno que se ha cruzado en mi camino. La canción que iba a marcar mi vida se escuchaba bastante fuerte, pero todos presentes en la fiesta se divertían muchísimo, así que nada podría molestarnos en esos momentos tan únicos. Miro hacía atrás y veo esa carita tan dulce que tenía y todavía no puedo creer que el destino ha jugado de esa forma con nosotros. No ha pasado ni un día de mí vida sin pensar en el y en lo que hubiera pasado si...pero no fue, y sinceramente no sé que va a ser desde hoy en adelante. La fiesta fue el principio de nuestro destino, algo que más adelante me hizo darme cuenta de que lo único que quería en esta vida era compartir con el, ese ''algo'' que nos unía. Llegué a esa fiesta acompañada por mis padres, en aquel entonces yo era hija única. Digo esto porque años más tarde Dios me dio la bendición más grande que existe: ''a mi hermana''. Nos recibieron con mucha alegría; los abrazos y los
Estuvimos en silencio un par de minutos cuando de repente, el niño de mis sueños acarició mi mejilla con el dorso de su mano. Le miré de reojo primero porque me tomó por sorpresa y la vergüenza se había apoderado de mí por completo. El movió su mano a lo largo de mi cara. Quité mi brazo de sus hombros y me di la vuelta por completo para verle: era tan tierno, tal parecía que nunca estuvo enfadado, porque en su cara sólo había dulzura y ningún signo de tristeza. No sabía que decir o si era el tiempo adecuado para articular palabra , ya que vivíamos un momento único, lleno de armonía y paz; sería una pena estropearlo. Me imagino ese instante como uno de esos cuadros, donde un niño y una niña que siempre juegan juntos llegan a darse cuenta que se gustan y no saben como reconocerlo. Mi felicidad era tan grande que sentía que volaba, al menos era la sensación en aquel entonces. De un momento a otro me pareció ver un movimiento en el cielo y con mucha prisa moví la mirada ha
Una de las canciones más bonitas que escuché en mí vida es Lambada, sin duda. Versos que aprendí desde muy pequeña, ritmo prohibido pero provocador y recuerdos que nunca se irán y eso significa mucho; tanto que siempre me ha causado un sentimiento de seguridad y calor. La fiesta siguió con más diversión todavía, ya que todos se habían enterado de la boda que se iba a celebrar dentro de 15 o 20 años o quién sabe. En realidad nada estaba seguro pero yo ya estaba más que ilusionada y en mi mente preparaba un escenario digno de una película. Bailé con Felipe casi toda la noche, ya éramos el centro de atención de todos. El no dejaba de abrazarme y de contarme alguna anécdota y yo no dejaba de reír y aceptar que me conquiste. Nuestros padres se llevaban de maravilla y de vez en cuando nos echaban el ojo y hablaban como si la boda se celebraría el día siguiente; vamos, que todo el mundo era feliz disfrutando de la fiesta como cada vez que teníamos la oportunidad. La noche fue de lo más di
Felipe ocupó el umbral; no lo podría creer, era tan alto y tan guapo. No quedaba nada de ese niño menudito que conocí antaño. Mis recuerdos con aquel muchacho indefenso se esfumaron en cuanto hizo acto de presencia semejante ejemplar masculino. Me sentía rota de un cuento con príncipes, un cuento en el que sólo te podrías enamorar de uno cuando había mil. El vaso tembló en mi mano derecha y tuve que sujetarlo con la izquierda para que no se derrame la bebida. El me miró como si me hubiera visto un día antes y tengo que reconocer que eso me decepcionó un poco. Se acercó a la mesa donde estaba su tía con sus padres y los míos, y cambiaron algunas palabras. Mi padre le abrazó como si de un hijo se tratara y eso me pareció de lo más extraño, pero no le di mucha importancia; mi mente estaba en lo que su madre había dicho: que era gay, evidentemente ya no había nada que hacer con mis sueños, pero sí con los suyos: respetarlos. De un momento a otro, la situación cambió radicalmente casi
Desde aquella noche pasaron varias semanas. Me dí el lujo de relajarme y no pensar en el chico que ocupaba parte de mí corazón. No volví a saber de el. De hecho, ya tenía a alguien con quien salía de vez en cuando y nos hicimos muy amigos; tanto que estaba segura que sería el novio perfecto. Sebastián me buscaba a la salida de las clases e incluso en algún momento cuando sabía que tenía un poco de tiempo libre me traía algo dulce y, así pasábamos cada vez más tiempo juntos. Un día me propuso ir al cine. Accedí como era de esperar, por algo tenía que empezar nuestra relación. ''Me gusta mucho''--escribí en mí diario--.''Sebastián es un chico muy majo, me trata bien y me respeta , cosa que es difícil encontrar en los chicos de hoy en día. A veces deseo de verdad que lo nuestro se convierta en algo mucho más serio de lo que ya es. por una parte me alegro que Felipe está lejos y es gay, así me será más fácil olvidarlo.''No tenía ni idea de lo mucho que me engañaba a mi
''El tiempo lo cura todo'', dicen por ahí. Bueno en mi caso me lo tenía que curar sola por que con el paso del tiempo, decidí que nada ni nadie me va a hacer sufrir jamás. Dos amores prematuros y perdidos que me han enseñado que no todo es miel o color rosa y que lo mejor que podía hacer era construir un buen futuro. Seguir con mis estudios y alcanzar los objetivos que ya me había propuesto tiempo atrás era lo que ocupaba mi mente en ese momento. A Sebastián no le volví a ver, pero me enteré por algún amigo en común, que se fue de la ciudad. Nadie sabía más. Y nadie entendía que fue lo que pasó realmente para que rompamos nuestra perfecta relación sin ninguna razón. Ese mismo verano recibí una carta de el; una carta que nunca abrí. Simplemente no tenía ganas de leerla y tampoco de saber nada de el...me había hecho mucho daño. Decidí ir a la universidad a seguir mi sueño y estudiar literatura. Estaba muy entusiasmada y hacía mis maletas con mucha ilusión. Mi hermana tenía ya 4 añitos
Mi madre decía muchas veces que mi lengua hacía daño cuando se desataba y era verdad. ''Hay que hablar con la verdad''---eso me han repetido mis padres una y otra vez, durante los 19 años de mi vida y eso hago. No controlo lo que digo y menos cuando estoy enfadada. El ''intruso'' entró en la habitación sin que yo lo viera o le escuchara. Parecía un ladrón. -Harías muy bien en no pensar en voz alta cuando algo te disgusta---gruñó. No me atreví a darme la vuelta y enfrentarlo porque sencillamente no sabía que decir. Sin embargo contuve mi respiración, centrándome en como salir cuanto antes de ese cuarto.-Buenas noches--- susurré sin mirarlo. Di unos pasos para salir de ahí mirando al suelo en todo momento. Tenía tanta prisa por irme...-No tan rápido querida, me debes unas disculpas---bloqueó la puerta con su mano cuando estuve a punto de salir y quedé con la cara casi pegada a la salida y dándole la espalda a el. Sentía su respir
Me fui a la cama llorando, me sentía humillada como nunca antes nadie lo había hecho. Toda mi infancia y mi adolescencia esperé por el como por un príncipe para luego enterarme que es gay. Y fue entonces cuando decidí dejarle atrás. El tenía todo el derecho del mundo de ser feliz como y con quien deseaba. Yo tenía el mismo derecho por eso elegí salir con Sebastián. Había días cuando me sentía tan bien con Sebas que ni recordaba que Felipe existía. Creo que inconscientemente, en el fondo de mi ser, le deseé todo lo mejor para que podamos seguir con nuestras vidas sin ningún impedimento. Dormí tarde aquella noche , tanto que ni me acuerdo haber soñado algo. La sesión de exámenes me tenía echa un desastre y el estrés ya empezaba a hablar por si solo. A ratos los nervios salían a flote y temía no poder con todo esto. Para el colmo teníamos un intruso metido en casa y le tenía que aguantar yo, ya que mí madre estaba encantada con su presencia. Me sentía como una bomba con reloj