2. La única que me recuerda
Ayer, el mundo sabía mi nombre. Hoy, solo Lena me recuerda. La ciudad sigue su curso, implacable, sin saber que algo imposible está ocurriendo. Los autos pasan, la gente ríe, las luces parpadean en lo alto de los edificios, pero yo me siento como un fantasma. Un extraño en mi propia vida. Pero Lena… ella está ahí. Sigo de pie junto a su mesa en la cafetería, observándola como si fuera mi última conexión con la realidad. Y tal vez lo sea. —¿Elías? —su voz suena incrédula, pero no porque haya olvidado quién soy, sino porque mi presencia aquí la desconcierta. Cuando dice mi nombre, algo dentro de mí se rompe. Alguien me recuerda. —Dime que esto es una broma —mi voz apenas es un susurro, pero no intento ocultar la desesperación—. Dime que tú también lo notaste. Lena deja la cuchara sobre el platillo y me observa con cautela. Sus ojos, tan familiares, tan reales, buscan respuestas en los míos. —No sé qué está pasando… —admite—. Pero esta mañana, cuando desperté, sentí que algo an
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