Un buen gesto que terminó mal.
En la casa, Rut estaba acostada en la cama, viendo el techo, cuando doña Rebeca, le habló. Doña Rebeca, le dijo que saldría, pero que no tardaría mucho, que volvería antes de la preparación de la cena y que le prometiera que estaría bien.— Volveré antes que vuelvan los muchachos, pero no te sientas sola, —le dijo—. Dios, está contigo.Rut la acompañó hasta la puerta principal de la casa, luego ella se fue en un taxi. Mientras ella se iba, todo estaba bien, pero cuándo ya no la vio más, le entró una gran tristeza.Sentirse sola en aquella casa, era una escena que ya había vivido antes, cerró la puerta y se sentó en la sala observando todo a su alrededor, no había pasado mucho tiempo cuándo escuchó veces de personas que se acercaban a la casa, se oían risas, luego reconoció que se trataba de los muchachos que ya regresaban.En la casa, Rut estaba acostada en la cama viendo el techo cuando doña Rebeca le habló. Doña Rebeca le dijo que saldría, pero que no tardaría mucho, que volvería a
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