Una de las cosas que había aprendido cuando regresara al castillo casi dos años atrás, y me integrara por primera vez a la vida cotidiana de los lobos, era la importancia de las jerarquías.Era la clave para una convivencia pacífica, ordenada, en aquel clan tan numeroso, que casi sumaba cien individuos. Cada uno tenía su lugar y sus funciones, trataba con gentileza a quienes estaban por debajo y con respeto a los que estaban por encima. Pero no importaba cuál era tu jerarquía, Omega o Alfa, los humanos estaban más abajo.Y en aquella estricta organización, como siempre me ocurría desde que tenía memoria, yo no encajaba en ningún lado. Porque era humana, así que me correspondía el último escalón. Pero era la compañera del Alfa, lo cual me situaba en lo más alto.Sin embargo, no era Luna, y a Dios gracias no lo sería mientras
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