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Todos los capítulos de La Exesposa del Alfa: Capítulo 21 - Capítulo 30
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CAPÍTULO 21
El frío de la madrugada me rozaba el rostro, pero no era suficiente para enfriar la tormenta que tenía en mi interior. Estaba despierta, aunque no recuerdo haber dormido. Dante, a mi lado, tenía su brazo alrededor de mi cintura, su calor envolviéndome como un escudo que no pedí, pero que no rechacé.Su respiración era rítmica, tranquila, como si el peso del mundo no lo alcanzara mientras dormía. Yo, en cambio, no podía dejar de pensar en Igor. En mi hijo. Liana me había dicho que estaría bien, que no debía preocuparme, pero sus palabras eran un bálsamo superficial para una herida que supuraba angustia. La idea de estar tan lejos de él, de no poder protegerlo, me carcomía.Entonces, como un látigo invisible, volvió el recuerdo de anoche. De lo cerca que estuve de entregarme a Dante. Sus manos habían sido firmes, seguras, su voz un susurro cargado de promesas. Pero algo... o alguien, había intervenido. No podía explicarlo, pero había sentido una barrera intangible, una que no me permití
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CAPÍTULO 22
ALARIC—¡Rápido, no se detengan! —grité, sin mirar atrás, tratando de mantener el control en medio del caos. Mi tierra se desmoronaba ante mis ojos, grietas por todos lados. Íbamos corriendo para salvar nuestra vida, a mi lado mi esposa y Atena nos seguía, el resto de mi manada, muchos de ellos en lobos se movían con agilidad para salvarse. De repente, un grito desgarrador perforó el estruendo. Supe de inmediato quién era.—Elena.Su nombre dejó mi garganta antes de que pudiera detenerlo. Mi instinto me empujó hacia el borde, hacia el río donde el sonido de su caída me había guiado. Podía sentirla, incluso sin verla, como si estuviera conectada a mi sangre.—¡No lo hagas! —La voz de Selene me detuvo abruptamente. Su mano firme se aferró a mi brazo, tirando de mí con una fuerza que rara vez usaba conmigo. —Déjala. Que muera, Alaric. Es lo mejor para todos.Sus palabras me atravesaron como un cuchillo. No por su crueldad, sino por la frialdad calculada de su tono. Giré la cabeza hacia
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CAPÍTULO 23
ELENAEl calor de la taza entre mis manos era reconfortante, un contraste radical con el frío que todavía se aferraba a mi piel, como si no quisiera dejarme ir del todo. La manta que me envolvía apenas lograba contener los escalofríos que venían más del recuerdo que del frío real. El río me había arrebatado algo más que el aliento; por un breve y fugaz instante, me había dado algo que nunca pensé recuperar.Liana estaba cerca. Ella había sido quien me ayudó a cambiarme de ropa tras la caída. El tejido seco que ahora me cubría era un alivio después de sentir la ropa empapada y pesada que se pegaba a mi piel, una sensación que parecía tan eterna como la oscuridad en la que vivía.—¿Estás bien? —preguntó Liana por enésima vez mientras ajustaba la manta alrededor de mis hombros.Asentí, aunque mis pensamientos estaban lejos de la calidez del chocolate y el refugio seguro de la casa de tio Adriel. Estaban en ese río, en ese instante en el que el agua helada me rodeó y el caos rugía a mi a
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CAPÍTULO 24
ELENA—Selene esta embarazada. Esas fueron las palabras de Atenea, pude sentir la alegría de Alaric. Me aparté y fui directo a la habitación de mi hijo. La habitación de Igor siempre tenía un calor especial, uno que contrastaba con el frío perpetuo del territorio que habitábamos. Me senté en la alfombra cerca de la cama, con los pies descalzos y los dedos, jugueteando con los hilos sueltos del tejido. Aunque no podía verlo, podía sentirlo: el leve sonido de su risa, el ruido de los juguetes chocando entre sí, y la energía vibrante que llenaba cada rincón del lugar cuando mi hijo estaba presente.Igor reía mientras jugaba con algo que había arrastrado de su baúl. Podía oír el crujido de sus pequeños pies deslizándose sobre la alfombra, y con cada risa suya, algo dentro de mí se encendía y dolía al mismo tiempo. Mi hijo. Mi pequeño, que llevaba en su sangre un secreto que nunca podría ser revelado.—Mamá, mira lo que hice.Sonreí y extendí la mano en su dirección, esperando que me gu
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CAPÍTULO 25
El frío del bosque era implacable, pero el aire helado en mis pulmones era justo lo que necesitaba para concentrarme. Estaba furiosa, no solo por lo que había pasado en las últimas semanas, sino porque sentía que mi vida se había convertido en una maraña de decisiones y consecuencias que no había pedido.Respiré hondo, tratando de calmar el torbellino en mi interior, y me enfoqué en el tronco del árbol frente a mí. Mi objetivo era claro: derribarlo. Cada golpe que daba resonaba en el bosque como un grito ahogado de frustración, cada crujido de la madera era un recordatorio de mi fuerza, de mi capacidad para enfrentar cualquier cosa, incluso el caos que era mi vida.Llevaba dos semanas intentando mantenerme alejada de todo. Dos semanas desde que había decidido entregarme completamente a Dante. Dos semanas desde que la noticia del embarazo de Selene había llegado a mis oídos, como una daga afilada que atravesaba un lugar de mi corazón que pensaba muerto.Mientras me preparaba para otro
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CAPÍTULO 26
ALARICMiraba a Elena y esa nerviosa, tensa por la presencia del cachorro. Una mujer se levó al cachorro por órdenes de mi exesposa. —Es solo un niño, Elena. —dije, tratando de aliviar la situación con un tono tranquilo, casi amistoso.Ella giró su rostro hacia mí, y aunque sus ojos ciegos no podían verme, sentí el peso de su atención como una bofetada.—No es asunto tuyo, Alaric. —espetó, su voz tan cortante que me hizo retroceder mentalmente.—No pasa nada, se nota que es un niño muy inquieto. —repliqué.—No necesito de tu opinión. Mis problemas son de mi manada, no tuyos. —Elena se cruzó de brazos, su postura rígida como un muro levantado entre nosotros.Antes de que pudiera responder, Adriel intervino, rompiendo la atmósfera cargada con una autoridad que incluso yo respetaba a regañadientes.—Suficiente. Esto es una celebración, no una arena para disputas.Con un gesto, ordenó a varios de sus súbditos que limpiaran la mesa destrozada y el desastre que había dejado el cachorro. Lu
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CAPÍTULO 27
El bosque era un refugio, un espacio donde mi mente podía aquietarse y mi cuerpo, moverse con una libertad que ya no recordaba. Sentía la nieve bajo mis pies desnudos, la textura fría y húmeda, pero en lugar de helarme, era un recordatorio constante de mi fortaleza. Alguna vez el frío había sido mi enemigo, un adversario implacable que me debilitaba y me hacía sentir vulnerable. Ahora, era un aliado. La nieve me envolvía como un manto que ocultaba mi dolor y mi rabia, permitiéndome concentrarme en cada movimiento, en cada respiración.Mis sentidos se afinaban con cada segundo, detectando los susurros del viento, el crujir de las ramas a la distancia, incluso el suave revoloteo de un ave que buscaba refugio. En la oscuridad perpetua de mi visión, el resto del mundo cobraba vida de maneras que pocos podían entender.Sin embargo, el aroma familiar de Liana rompió mi concentración antes de que ella siquiera pronunciara una palabra. Su paso ligero era inconfundible.—Elena. —su voz sonaba
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CAPÍTULO 28
ELENA—Tú eres mi compañera, eres mi luna. No podía creer las palabras del gran alfa Alaric, yo una chica débil, de ojos blancos,sin chiste, ni gracia, no tenía un cuerpo perfecto, fui escogida como la compañera del alfa. —Pero…—Shhh. —me silenció y lentamente unió nuestros labios. Ese era mi primer beso y sus labios eran tan demandadores que era incapaz de seguirlo. Se apartó y me sonrió—. Te protegeré, te cuidaré, nunca te abandonaré. Y aquí estaba otra vez, como aquella primera vez. El roce de sus labios era fuego y tormenta al mismo tiempo. No quería estar ahí, no quería sentir el calor de su cuerpo tan cerca del mío, pero tampoco podía moverme. El beso de Alaric era una mezcla de furia y deseo, y en ese momento, me di cuenta de algo que no estaba lista para aceptar: una parte de mí seguía sintiendo algo por él.¿Cómo era posible? Después de todo el dolor, las traiciones y las noches interminables de sufrimiento, ¿cómo podía mi corazón aún tambalearse bajo su toque? Traté de a
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CAPÍTULO 29
Antes de que pudiera emitir siquiera un sonido, una mano se posó rápidamente sobre mi boca.—Shh, Elena. Soy yo. —La voz grave de Mikhail sonó cerca de mi oído, casi un susurro.Mi cuerpo se tensó, pero no luché. El simple hecho de saber que era él calmó el pánico que empezaba a brotar en mi pecho. Mikhail me sujetó con firmeza, pero sin brusquedad, y me mantuvo quieta mientras ambas mujeres seguían hablando a unos metros.Pasaron unos minutos que se sintieron eternos hasta que el sonido de los pasos de Atenea y Selene se desvaneció en la distancia.—Ya está, se han ido. —Su mano dejó de cubrir mi boca, y me giré hacia él con una mezcla de alivio e indignación.—¿Qué haces aquí? ¿Escuchaste lo que dijeron?—Todo. —confesó—. Siempre sospeché que Selene mentía sobre el embarazo. Intenté advertirle, Elena, de verdad lo intenté, pero... fui a buscarlo y entonces fue cuando los encontré en el bosque.Tragué saliva, sintiendo el peso de sus palabras. Mikhail estaba preocupado por su amigo,
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CAPÍTULO 30
—¡Alaric! —gritó Atenea, inclinándose sobre él mientras lo depositaban en el sofá.Mi mandíbula se tensó al escuchar su voz. Quise intervenir, pero me mantuve a un lado, aferrando a Igor mientras los demás trabajaban para reanimarlo.—Yo lo haré. —Intervino Atenea. Hasta mi nariz llego aquel olor del vino de la fiesta el que tomé por equivocación. Liana apareció a mi lado en silencio.—Ese vino tiene un olor extraño, Elena. Algo no está bien.Quise prestar atención, pero mis pensamientos estaban atrapados en Selene. Quien actuaba como una esposa preocupada, Atenea y Selene estaban manipulando a Alaric con un falso embarazo. Y verla ahí, actuando con tanta seguridad, me hervía la sangre.Finalmente, Alaric abrió los ojos. Un murmullo de alivio recorrió la habitación, y Selene no perdió tiempo en arrojarse sobre él.—Alaric, mi amor, pensé que te había perdido —dijo, abrazándolo con fuerza—, tenía miedo de que mi hijo creciera sin padre. Quería gritar la verdad, sobre el embarazo fals
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