ALARICDesde el momento en que mencioné que debían quedarse en nuestro territorio, vi la frustración dibujada en el rostro de Elena, ella no permanecía quieta, se movía de un lado a otro de manera desesperada. Elena había cambiado tanto, ya no era la mujer indefensa, débil, pero seguía siendo inteligente y una mujer que demostraba sus sentimientos y yo aún podía leerlos. Algo le preocupaba, algo realmente importante. Sus hombros estaban tensos, y aunque no podía ver sus ojos, su postura lo decía todo: estaba al borde de una explosión.—Elena, no seas tan dramática. —Mi voz salió más dura de lo que pretendía, pero no me importó. —Al amanecer exploraremos y encontraremos un camino para que regreses. Pero, por ahora, necesitas calmarte.Ella se volvió hacia mí, con la barbilla en alto. Incluso sin su vista, su presencia era imponente, una fuerza que nunca noté cuando era mi esposa. —Dramática, ¿en serio? —respondió—. Quizás tú puedes permitirte tomar esto con calma, Alaric, pero yo te
Leer más