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Todos los capítulos de Noche sin luna: Capítulo 11 - Capítulo 20
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XI
Ayer te vi furiosa al leer mi carta, dijiste que era un enfermo pervertido y luego llamaste al maldito de tu ex pero yo no dejé que fuera a por ti, eres mía aunque no lo quieras.Luego lo entendí.Leíste la nota una vez más pero él nunca llegó.Furiosa la arrojaste al suelo y apagaste la luz.Querías que yo no viera, sin embargo, poco sirvió, mujer.Te vi caminar desnuda hasta tu cama.Allí abriste tus piernas como una invitación silenciosa a mí.Introdujiste tus dedos en tu centro caliente y gemiste hasta encontrar tu placer.¿Quieres enloquecerme?Quería follarte tan duro que no pudieras caminar sin que recordaras que yo estuve dentro de ti.Pero lo que finalmente me alegró fue que te gustaran mis cartas, porque ahora sé que te gustan.No vuelvas a llamar a tu maldito ex para que calme las necesidades que yo he desatado.Pon en tu puerta un pañuelo rojo y yo entenderé tu invitación.- ¡¿Estás loca?! Yo nunca haría eso con un completo desconocido y menos desquiciado como ese sujeto.
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XII
No pude continuar leyendo, la libido me estaba subiendo por la cabeza y eso no era nada bueno.Este hombre está consiguiendo que me vuelva tan loca como él.— ¡Cerdo! —grité por si acaso me oía tratando de calmar los frenéticos latidos de mi corazón.Sin embargo trataba de engañarme a mí misma.Desatas mi instinto animal, Verónica.Negué con la cabeza arrugando el papel y arrojándolos la basura, me tomé de golpe el vaso de vodka dispuesta a irme a dormir, fue cuando las luces se apagaron por completo al igual que la música.—Mierda —susurré.De pronto recordé dónde había colocado mi teléfono, fue a por él pero en el camino trastabillé y casi caí al suelo no obstante un par de manos grandes me sujetaron deteniendo la caída, sentí una caliente respiración al oído seguida de una gruesa voz que hizo que mi vello se erizara por completo.Solo esas dos palabras bastaban para dejar helado a cualquiera.— Te tengo.De inmediato mi respiración se cortó, sentí el miedo alcanzarme pero a la vez
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XIII
- ¿Has puesto el pañuelo rojo entonces?Pronto me sentí asqueada pero no de él sino de mi misma.- ¡Nada de eso! Ese estúpido enfermo estuvo aquí para violarme, si no llamo a la policía créeme que sería muy tarde.Ana Alice me miró con duda antes de abrir la boca otra vez.-Crees que no le daría tiempo de... tocarte antes de que llegara la policía, yo creo que...- ¡No te atrevas Ana! Él quería violarme -dije más para convencerla convencerme a mí-, no tiene disculpa alguna.-Lo siento, tienes razón -pero en su cara podía ver que no estaba demasiado de acuerdo con ello-. ¿Por qué no vienes a dormir a mi casa en lo que lo atrapan? No me gusta que estés sola.-Van a dejar a uno de los policías custodiando mi casa, estoy segura.Murmuré aunque yo misma no confiaba en esa seguridad.-Entonces me voy, ha sido un día largo.Ana Alice caminó hasta la puerta perdiéndose en la oscuridad de la noche.Mientras yo pensaba que no podría dormir esa noche, no podía dejar de pensar en lo ocurrido.*U
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XIV
Miré al chico que me observaba con atención y le pedí un momento, apartándome de él hablé.—Pensé que me habías dejado en paz, maldita sea —Traté de sonar lo más dura que podía pero la verdad era que me temblaban las piernas mientras sentía un ansia extraña que nunca había sentido salvo con el enigmático desconocido—, no tienes ningún derecho a pedirme que me aleje de nadie.—En eso te equivocas dulce Verónica, tú eres mía y si ese bastardo no sale de tu casa ahora mismo algo muy malo pasará.Me tensé por la contundente amenaza.¿Él sería capaz de hacerme daño o a Drey?— ¿Me estás amenazando?Mi voz sonó tan temblorosa que me sentí molesta conmigo misma.—A ti no, amor —esta vez su voz sonó mucho más suave—. A ti nunca te haría daño, es él quien pagará, has que salga.Furiosa colgué el teléfono acercándome a Drey, al llegar a su lado sonreí mientras él pareció darse cuenta de inmediato que mi sonrisa era fingida.— ¿Malas noticias?—Un poco la verdad.— ¿Quieres que me vaya? —No había
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XV
VERÓNICAA la mañana siguiente salí del ascensor caminando hasta mi puerta, al entrar enseguida me dejé caer al suelo a la vez que suspiraba.Quería creer que el accidente de Drey había sido casualidad y que no tenía nada que ver con ese psicópata que me perseguía.Recientemente lo había ido a ver al hospital pero ya le habían dado de alta, no sabía dónde vive y me sentía mal por no saber de él, aunque la enfermera que lo había atendido me dijo que no había sido nada grave.Por lo menos eso me calmaba.Mis brazos soltaron mis piernas y mis manos cayeron al suelo topándose con un papel.La carta número 12.Te advertí, ese bastardo te tocó, allí están las consecuencias.Tú eres solo mía, despiertas mi instinto animal Verónica.Ya no era una mera sospecha, era realidad, él le había hecho daño a Drey.Debía correr de él tan rápido como pudiera o la siguiente sería yo.*NARRADOR OMNISCIENTE:Drey se encontraba acostado sobre la cama de hospital mientras que Benjamín un lobo de su manada l
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XVI
VERÓNICA¡Ese era el hombre más jodidamente hermoso que he visto alguna vez!A pesar de estar sentado parecía increíblemente alto, uno de sus brazos musculosos estaba apoyando sobre la mesa mientras que el otro sostenía el tenedor como si este fuera a escapar de sus dedos, su pelo era un poco largo y estaba levemente enmarañado alrededor de su hermosa y masculina cara como si hubiera pasado sus manos muchas veces por este, pude darme cuenta que él era salvaje y que la atracción que sentí por él no era algo común.Jamás había sentido nada igual antes.Mi pecho se apretó y mi corazón bombeó con más fuerza bajo esa mirada penetrante que él me enviaba, eclipsando cualquier pensamiento racional de mi cabeza.— ¡Es guapísimo! ¿A qué sí?Pero no podía ser el mismo hombre el que estaba hablando Ana ¿O sí?—Quiero ir a hablarle pero no quiero dejarte sola —hizo un puchero antes de volver a tomar de su bebida.Solté el aire que estaba conteniendo lentamente.—Por mí no te detengas —dije sonrien
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XVII
Desvergonzada caminé hasta mi tocador en busca de la crema que esparcí por todo mi cuerpo para luego ir en busca de mis bragas y sostén a juego.Pronto deslicé un vestido negro corto que Ana me había presentado y me maquillé frente al espejo, al acabar escuché el auto de mi mejor amiga afuera entonces bajé para irme junto con ella, pero antes de salir vi un sobre en el suelo que me causó escalofríos.Maldito seas.Esto no arruinaría mi noche así que lo guardé en mi bolso.— ¡Estás bellísima! Seguro que ese Drey no aparta las manos de ti hoy —dijo con picardía.Enseguida la fulminé con la mirada.—Drey no hará tal cosa porque yo no lo permitiré, además no creo que esté interesado en mí.Ana Alice se encogió en hombros restándole importancia.—No seas aburrida Vero.Pero no insistió porque sabía que mi posición era firme.*Al llegar a la casa de Drey me di cuenta que aquello no era una casa, sino una especie de mansión.Ambas nos miramos boquiabiertas antes de caminar en dirección a la
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XVIII
Las últimas palabras subrayadas me hicieron temer pero había algo más ¿Era impaciencia o confusión?Yo no lo sabía, pero estaba allí, dentro de mí.¿Qué quería decir él con falta poco?Entonces escuché la puerta de la habitación cerrarse de golpe e inevitablemente brinqué en el lugar.— ¿Te gusta provocarme dulzura? —preguntó una voz ronca que causó que el vello de mi nuca se erizara por completo y mi corazón se pusiera arrítmico.Dejé caer la carta de mi mano y me giré lentamente para encontrarse con un rostro familiar y sumamente hermoso que provocó que contuviera la respiración.*Finalmente estaba ahí con Verónica, una vez más frente a frente aunque ella no sabía quién es para mí ni lo que podría lograr con solo abrir su dulce boca.Cuando vi que estaba subiendo las escaleras sola perdí la cabeza y la seguí sin importarme nada y ahora viéndola frente a mí con los pechos erguidos bajo su vestido me di cuenta que no había cometido un error en seguirla.La necesitaba jadeando, desean
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XIX
De inmediato lo fulminé con la mirada dándome cuenta de lo que estaba pasando, traté de levantarme de la cama pero Acheron me lo impidió.—Ahora que estás aquí no te dejaré marchar, está completamente prohibido permanecer lejos de mí —soltó juguetón pero ¿Por qué me había sonado a que para él esas palabras no eran un juego? —. Te vez preciosa bajo la luz de la luna —ronroneó colocándose encima de mí sin dejar caer su peso en mi pequeño cuerpo.¿Por qué él me resultaba tan familiar pero a la vez tan extraño?En seguida volvió a zambullirse en mi cuello salvo que esta vez no se dedicó solo a inhalar mi olor, esta vez fue más allá, lamió y chupó un punto sensible ocasionando que un par de gemidos escaparan de mis labios.—No te preocupes, nadie va a entrar eso te lo prometo.— ¿Por qué estás tan seguro? —pregunté casi sin aliento por lo que me hacía.—Porque esta es mi habitación.Frunciendo el ceño aparté las manos de su cabello como si quemara y separé mi cuerpo de su boca pecaminosa.
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XX
Verónica sintió un dolor desgarrador que pude sentir gracias a nuestra conexión, sin embargo, segundos después lamí su cuello y de una extraña manera para ella el dolor desapareció lo que hizo que ella se aferrara a mis hombros como si se trataran de un salvavidas.—Sí, Acheron...Gruñí embelesado por toda ella, estaba jodidamente conteniéndome para calmar el impulso salvaje que me decía que la follara hasta el cansancioElla es delicada, es humana.Gruñí para mi mismo.Su coño estaba matándome.Se aferraba a mí fuertemente, estaba tan apretada, tan dulce.Por un maldito segundo perdí la cabeza cuando la sentí moverse debajo de mí, era la mejor sensación que he tenido en siglos.No estaba vivo hasta que encontré a Verónica pero estar así con ella es un jodido tesoro.—Eso es gatita, toma todo lo que te pertenece, soy tuyo para tu placer.La vi cerrar los ojos mordiendo su labio inferior para no dejar escapar un gemido mientras que sus caderas se balanceaban en un deleite salvaje.Sabí
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