XVIII

Las últimas palabras subrayadas me hicieron temer pero había algo más ¿Era impaciencia o confusión?

Yo no lo sabía, pero estaba allí, dentro de mí.

¿Qué quería decir él con falta poco?

Entonces escuché la puerta de la habitación cerrarse de golpe e inevitablemente brinqué en el lugar.

— ¿Te gusta provocarme dulzura? —preguntó una voz ronca que causó que el vello de mi nuca se erizara por completo y mi corazón se pusiera arrítmico.

Dejé caer la carta de mi mano y me giré lentamente para encontrarse con un rostro familiar y sumamente hermoso que provocó que contuviera la respiración.

*

Finalmente estaba ahí con Verónica, una vez más frente a frente aunque ella no sabía quién es para mí ni lo que podría lograr con solo abrir su dulce boca.

Cuando vi que estaba subiendo las escaleras sola perdí la cabeza y la seguí sin importarme nada y ahora viéndola frente a mí con los pechos erguidos bajo su vestido me di cuenta que no había cometido un error en seguirla.

La necesitaba jadeando, desean
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