XVII

Desvergonzada caminé hasta mi tocador en busca de la crema que esparcí por todo mi cuerpo para luego ir en busca de mis bragas y sostén a juego.

Pronto deslicé un vestido negro corto que Ana me había presentado y me maquillé frente al espejo, al acabar escuché el auto de mi mejor amiga afuera entonces bajé para irme junto con ella, pero antes de salir vi un sobre en el suelo que me causó escalofríos.

Maldito seas.

Esto no arruinaría mi noche así que lo guardé en mi bolso.

— ¡Estás bellísima! Seguro que ese Drey no aparta las manos de ti hoy —dijo con picardía.

Enseguida la fulminé con la mirada.

—Drey no hará tal cosa porque yo no lo permitiré, además no creo que esté interesado en mí.

Ana Alice se encogió en hombros restándole importancia.

—No seas aburrida Vero.

Pero no insistió porque sabía que mi posición era firme.

*

Al llegar a la casa de Drey me di cuenta que aquello no era una casa, sino una especie de mansión.

Ambas nos miramos boquiabiertas antes de caminar en dirección a la
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