VERÓNICA

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Sin poder evitarlo había dejado escapar un estruendoso chillido de mis labios que hizo que mi hijo comenzara a llorar a la par conmigo.

—No puede ser, no puede ser... mierda, no...

Mis lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas aterrorizada, en ese momento solo me importaba Nicholas.

¿Él lo había descubierto?

El miedo se apoderó enseguida de mi cuerpo.

Ni siquiera me limité a pensar en algo, simplemente corrí a tomar el teléfono, necesitaba avisarles a mis padres y por sobre todo a la policía, no dejaría que esa bestia se acercara a mi hijo nunca. Sin embargo, el teléfono al tomarlo no tenía tono.

Histérica lo dejé caer al suelo y tomé a mi niño en brazos, no había tiempo.

Acheron volvía a hacerlo.

Una vez más me arruinaba la vida.

Él está aquí puedo sentirlo.

Temblorosa abrí la puerta para poder escapar pero un cuerpo masculino me impidió el paso.

Alcé mis ojos mirando la cara de aquel hombre rubio que me miraba con intensidad.

—Lo siento Luna, no puede ir