XXXII

Quizás su obsesión había consistido en que no podía tenerme, por eso había resultado ante sus ojos una tentación y ahora que me había tenido en su cama y que sabía que teníamos un hijo solo quería a Nicki.

¡Pero él nunca podría apartarlo de mí!

Comencé a hiperventilar nerviosa.

Él es un lobo, puede hacerlo, puede hacer cualquier cosa.

De repente sentí la respiración de Acheron en mi cuello consiguiendo que me erizara por completo y volteara a verlo con rapidez pero esto causó que nuestros labios se rozaran tan íntimamente que contuve un gemido.

—Ya hemos llegado —dijo él pero no se apartó ni un centímetro.

Su susurro solo logró que sintiera aún más deseos de besarlo.

Su esencia a hombre estaba seduciéndome al igual que su boca apetitosa.

Juro por Dios que nunca antes había visto unos labios más delicioso y carnosos que los de Acheron.

No, no voy a besarlo.

No puedo...

No obstante él no parecía pensar lo mismo porque enseguida tomó mis labios en un apasionado beso que me hizo olvidarme
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