XXXV
—Lo siento mucho, mi señor —susurró asustada Trina volviéndose completamente sumisa.

Verónica tuvo que contenerse para no reír con malicia, la atrevida había intentado sobrepasar la línea pero la habían puesto en su sitio.

Al darse cuenta de sus pensamientos la seriedad volvió a su rostro, no entendía la satisfacción que había sentido en el momento que Acheron y Nicholas la habían defendido pero trató de no darle importancia.

Otra cosa que tenía que recordar era preguntarle a su ex acosador por qué la llamaban Luna.

—Más te vale que lo hagas o no tendré compasión y eso va para todos.

Cuando Nicholas soltó a la castaña esta se fue corriendo como alma que lleva el diablo así que esta vez Verónica sí dejó salir su risa divertida.

—Vaya, gracias por salvarme de las locas, mi héroe —bromeó sin saber porque lo había hecho.

Sin bien era cierto que Nicholas era un hombre serio le inspiraba mucha confianza, aún más cuando le devolvió la sonrisa como ahora mismo lo estaba haciendo.

Aquel
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