XXXVII

Yo jadeé ante la sorpresa y él aprovechó para introducir su lengua en mi boca haciendo que subiera la temperatura.

Acto seguido se recostó sobre mí y a decir verdad no puse demasiada resistencia, lo cierto es que estar tan cerca de Acheron nublaba mi razón, sus manos cálidas me hacían anhelar que me tocara más íntimamente aunque no se lo pedí.

—No puedes estar con nadie más que no sea yo, eres mía Verónica, solo mía.

—No estaba haciendo nada con tu padre —gruñí a pesar de que sus ojos animales me aterraban—, ¿Estás loco?

Solo preparó comida para mí.

—Él dijo que le gustabas.

Yo entorné ojos una vez más conteniendo una carcajada, él estaba actuando como un niño.

—Ya, pero no de esa manera que tu supones.

—Él no sonríe a ninguna mujer.

Bueno, eso sí me ha dejado sin defensas.

Obviamente me había fijado que Nicholas era un hombre serio, pero de ahí a que no le sonriera a ninguna mujer...

—Le agrado simplemente Acheron, además —solté molesta—, no tengo por qué darte explicaciones, ¿Qué im
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